En vereda Tierra Grata, las Farc despejan dudas sobre proceso de paz

      

Entre actividades pedagógicas, jornadas culturales y nivelación académica viven el día a día alrededor de 150 integrantes del Bloque Caribe de las Farc, ‘Martín Caballero’, en esta vereda del municipio de La Paz, en Cesar. Una de sus tareas centrales es elaborar un censo de víctimas y de los hechos, para comenzar a reconstruir lo ocurrido en esta región. Alrededor gravita el fantasma del paramilitarismo, que impide mirar el futuro con excesivo optimismo.

tierra grata 1‘Aldemar Altamiranda’ es otro de los combatientes con más años en las filas. Su experiencia como comandante lo ha llevado a ser uno de los mayores interlocutores con la población civil. Foto: Andrés Celis.Tan sólo 45 minutos separan la vereda Tierra Grata de Valledupar, la capital del departamento de Cesar. En sus tierras se encuentra la Zona Veredal Transitoria de Normalización ‘Simón Trinidad’, donde se concentran los guerrilleros de los frentes 41 y 19, quienes por décadas operaron en la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá y en los límites de la frontera con Venezuela.

La mayoría de los subversivos concentrados superan los 25 años de pertenecer a las Farc, algunos con preparación académica y otros formados en las filas guerrilleras. Los más veteranos cumplirán este año 40 años de insurgencia armada, entre ellos los comandantes ‘Solís Almeida’ y ‘Aldemar Altamiranda’, ambos descendientes de familias con tradición comunista y estudiados al calor de la guerra.

Allí también se encuentra un buen número de combatientes que ingresaron luego del genocidio contra la Unión Patriótica (UP) al final de la década del ochenta, y otros que compartieron asambleas, calles y debates del entonces movimiento cívico Causa Común, del cual fueron fundadores Imelda Daza, hoy vocera del movimiento Voces de Paz, y Ricardo Palmera, más conocido bajo el seudónimo de ‘Simón Trinidad’.

De ahí que esta Zona Veredal reciba su nombre. A juicio de los guerrilleros, es tan sólo un pequeño homenaje que le pueden hacer a quien fuera integrante del Estado Mayor Central de la organización, plenipotenciario simbólico en los diálogos de La Habana y uno de los hombres con mayor preparación académica que estuvo en filas. Este subversivo fue extraditado y condenado a 60 años de cárcel en Estados Unidos por el delito de secuestro. (Leer más: Las opciones de ‘Simón Trinidad’)

“No sólo el nombre es por las Farc, sino por el pueblo de Cesar. ‘Trinidad’ sigue siendo reconocido por sus alumnos universitarios, las comunidades en las que trabajó y la gente del común. Sigue siendo para todos nosotros un hombre de moral revolucionaria y un ejemplo de resistencia”, aseveró ‘Solís Almeida’, comandante del Frente 19.

A Tierra Grata arribaron los subversivos luego de que la comunidad indígena Yukpa se opusiera a que en la vereda “Los Encantos”, territorio ancestral de la etnia, se diera el tránsito a la vida civil de los combatientes. Allí, las Farc querían estar cerca del río, para no tener problemas de agua, que hoy padecen, y hacer uso del suelo fértil del territorio, que por los pisos térmicos de la serranía permite el cultivo y producción de diferentes tipos de alimentos.

Llegar a esta Zona Veredal implica un recorrido por lugares que durante años fueron teatros de la guerra, como lo fue San José de Oriente, corregimiento fundado por campesinos que huyeron de los primeros brotes de violencia de la época del Bogotazo y que vieron prosperar la tierra hasta la llegada del paramilitarismo yla guerra con las guerrillas del Eln, Epl y las Farc. (Leer más: ¿De dónde salieron los ‘paras’ en Cesar?)

Pese a que hoy el territorio respira tranquilidad, el departamento de Cesar ha presentado una oleada reciente de violencia que se asemeja a la padecida décadas atrás. Los campesinos, sin titubear, aseguran que lo que se vive es un rearme paramilitar que se ha manifestado a través de asesinatos selectivos, amenazas a líderes sociales, victimas y defensores de derechos humanos. (Ver panfleto 1 y panfleto 2)

Por el contrario, de la guerrilla poco se volvió a conocer en las ciudades principales y cabeceras municipales de Cesar. El Plan Patriota, impulsado por el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe (2002-2010), cumplió el objetivo de diezmar la fuerza del grupo insurgente, lo sacó de la Sierra Nevada y lo obligó a buscar refugio en la parte alta del Perijá.

Las cifras dan muestra de ello: a mediados del 2006 sólo el Frente 19 tenía más de 300 combatientes y el 41 sobrepasaba los 200. Hoy son menos de la mitad si se suman los integrantes de ambas facciones del grupo armado.

Ante tales circunstancias, la insurgencia concentró su trabajo político con los campesinos e indígenas del Perijá, con quienes continúan dialogando en la Zona Veredal cada fin de semana alrededor de lo acordado en La Habana, actividad que denominan “pedagogías de paz”. La dinámica es simple: un grupo de guerrilleros se sienta a hablar con las comunidades, a explicar punto por punto del acuerdo y a recibir todo tipo de preguntas.

En estos espacios se han vuelto a encontrar con las comunidades que compartieron territorios, con quienes hicieron trabajo político y con quienes nunca coincidieron en nada para hablar de la región, los acuerdos de paz y su implementación.

‘Aldemar Altamiranda’ es el encargado de coordinar las pedagogías internas. En el aula de estudio, todas las noches, por voluntad propia, pasan los guerrilleros a exponer los puntos del Acuerdo Final con el objetivo de escoger los encargados para las pedagogías que desarrollan los fines de semana.

{gallery}zvtn-20170501{/gallery}

Jornadas preparatorias

“Si queremos recuperar la confianza de esas personas, que por los embates de la guerra no creen en nosotros, tenemos que hacerlo por el diálogo. Y qué mejor manera que explicándoles los beneficios que nos va a traer la puesta en marcha de lo acordado. Para eso son estas jornadas de estudio previas a las pedagogías, nos cualificamos nosotros para luego hablar con la gente”, aseguró ‘Freddy’, uno de los guerrilleros encargados de la pedagogía del fin de semana.

En el salón de estudio, que tiene como fondo la ciudad de Valledupar, siempre la charla inicial está a cargo de ‘Aldemar’, quien les habla a los guerrilleros de lo ocurrido en los procesos de paz anteriores, los retos que tuvo la guerrilla y por qué fracasaron otros intentos en silenciar los fusiles. El comandante es enfático en señalar que solamente del estudio y diálogo dependerá el éxito que tengan en relacionarse nuevamente con la población civil, más con aquellas comunidades con las que perdieron contacto o con que las que no hay empatía política.

Con ayuda de diapositivas, cada guerrillero expone un punto del acuerdo. Los más discutidos son desarrollo agrario rural, participación política y solución al problema de las drogas ilícitas. Hay otros que pasan el tiempo del estudio dedicados a los proyectos que giran alrededor de la puesta en marcha de la economía social y solidaria, ECOMUN.

“Tenemos que repasar individualmente para corregirnos colectivamente. Acá debemos perfeccionar el discurso para poder hacerlo bien con la gente”, agregó Consuelo, una guerrilla del Frente 41. Al final de cada presentación se abre un espacio de intervenciones para precisar temas que tal vez no quedaron claros o para hacer sugerencias.

Pedagogías de paz, antesala política

tierra grata 2La jornadas preparatorias se realizan en horas de la noche donde la crítica y el trabajo en colectivo se ha convertido en la mejor manera de cualificar a los guerrilleros para las pedagogías de paz. Foto: Andrés Celis.Llegado el fin de semana la cita es con las comunidades, gremios y gente del común. En los meses que lleva instalada la Zona Veredal se han realizado pedagogías de paz con los indígenas Yukpas y Arahuacos, sectores campesinos, sindicatos, grupos de mujeres, colectivos artísticos, organizaciones de víctimas, juntas de acción comunal, las iglesias de diversos credos y, recientemente, los mototaxistas de Valledupar.

Lo común de este diálogo es la desinformación que ronda sobre el Acuerdo Final. Pese a que las organizaciones sociales que acompañan la implementación de los diálogos han trabajado en la socialización, a los sectores rurales más alejados la información no ha llegado o si ha llegado ha sido en detrimento de lo acordado.

“¿Es verdad que sólo ustedes se van a beneficiar de la sustitución? ¿Qué hay de cierto en que nos vamos a tener que desplazar de la tierra porque ustedes se van a quedar acá? ¿Qué nos garantiza que el gobierno cumpla con el plan?”, son sólo algunas de las preguntas de campesinos, indígenas y gente del común al final de cada sesión pedagógica.

“En la región ha habido mucha desinformación, lo que le escuchamos a los guerrilleros no es lo mismo que han dicho los políticos en otras reuniones que hemos tenido. Al revés de lo que dicen acá, es que el acuerdo nos va es a perjudicar más. Por ejemplo: dicen que mi finca como tiene siembra de coca le erradicarán el cultivo y la plata de esa sustitución será administrada por las Farc”, comentó Rafael, un campesino de La Sierra Nevada.

Este campesino, de 54 años de edad, asegura que por Buritaca, en la Sierra Nevada, han hablado en contravía del proceso: “El resumen de lo que pasa arriba es que se dice que las Farc cuando salgan de acá van a ser dueñas de todos los terrenos donde estuvieron, entonces que yo perdería mi finca. Por eso vine a preguntar”.

De igual manera ocurrió con la comunidad Yukpa. Los Mamos indígenas, autoridades mayores, aseguraron que tras varias reuniones adelantadas con el entonces procurador Alejandro Ordoñez, se les informó que en caso de dejar que las Farc se concentraran en el terreno lo perderían y serían objeto de desplazamiento en un futuro. Que por ello rechazaron a los subversivos. Ahora con las pedagogías, se han enterado del capítulo étnico que contienen los acuerdos y del respeto que habrá por sus tradiciones y uso y tenencia de la tierra. (Leer más: Acuerdo con las Farc tiene capítulo étnico)

Lo cierto es que la exposición de los guerrilleros ha servido para ir generando lazos entre la población y el grupo armado, que en pocos meses será partido político, por eso la persistencia en el diálogo con las comunidades. En las charlas más informales entre los subversivos y los distintos gremios se comparten ideas alrededor de la existencia de una convergencia política para poner en marcha los acuerdos y para garantizar el desarrollo de las comunidades rurales.

De los ejemplos más citados en las distintas pedagogías están la creación de las vías terciarias para comunicar a los corregimientos y agilizar la salida de los productos cultivados, la adecuación de los territorios indígenas y la proyección de proyectos productivos agroecológicos con toda la comunidad.

“El hecho de que coincidamos políticamente no quiere decir que usted sea del partido de las Farc, lo que tenemos que buscar es el bien común, el del pueblo, y para eso no se necesita ser de acá sino tener un horizonte donde quepamos todos. Y a eso debemos apostarle”, le comentó un guerrillero a Ernesto, otro campesino de la región, quien respondió: “sin haber venido acá nos decían que los apoyábamos a ustedes y a Santos, y por eso nos amenazaban; ahora cómo va a ser si decimos que hay una convergencia con ustedes también”, acentuó.

La mayoría de quienes asisten a las pedagogías si bien están de acuerdo con lo discutido no quieren que por simpatizar con las ideas o por querer defender el acuerdo les sigan estigmatizando.

Hay otras personas que han aprovechado el espacio de las pedagogías para acercarse a preguntar por sus familiares desaparecidos, asesinados o por información general de las víctimas que dejaron los años de confrontación en esta región del país. Ha sido de tal magnitud que las Farc en esta Zona Veredal decidió crear una comisión encargada de hacer un censo de víctimas que incluya el nombre de la persona, la fecha de los hechos, la descripción de caso, el presunto autor y el daño causado.

“Prioridad: las víctimas”

tierra grata 4De las mayores preocupaciones que existen al interior del los guerrilleros es la amenaza del rearme paramilitar que se presenta en la región. Foto: Andrés Celis.“Nuestra idea es generar un censo donde se reconstruyan los hechos bajo los cuales aseguran las víctimas que nosotros somos los responsables. Esto con el fin de ir preguntando en nuestras filas por lo sucedido e ir adelantándonos a la reconstrucción de esa verdad que el país debe saber. La prioridad son las víctimas”, comentó ‘Ubaldino Córdoba’, insurgente encargado de esta tarea.

No todos los hechos se le atribuyen a la guerrilla; simplemente las personas desean saber qué ocurrió y si tienen más información para dar con el paradero de sus seres queridos. Muchos se han acercado a preguntar por diversos hechos ocurridos en Guachaca, uno de los centros de operaciones del entonces jefe paramilitar Hernán Giraldo, quien purga una condena en Estados Unidos por delitos asociados al narcotráfico. (Leer más en: Así se defendió el exjefe paramilitar Hernán Giraldo en Estados Unidos)

“A mi familiar se lo llevaron a ese sitio. Los ‘paras’ dijeron en las audiencias de versión libre que lo tenía la guerrilla, entonces mi deseo es saber si es así”, pregunto Edelmira, una habitante de la Sierra Nevada, a ‘Iván’, uno de los guerrilleros que estaba atendiendo la recepción de la zona veredal.

Para quienes combatieron en la Sierra Nevada, hay verdades que no han salido a la luz pública y que deben ser reveladas por todos los actores que participaron del conflicto, una vez entren en función los tribunales de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). (Leer más en: “Empresarios y militares que patrocinaron la guerra en el Cesar deben responder”: ‘Solís Almeida’)

“Siempre se dijo que fueron las Farc, pero ojo que acá existieron ‘paras’, narcos, aliados de cada grupo y bandas sicariales que les disputaron a los capos las grandes extensiones de coca. Hay que esperar a que hablen de lo que han callado. Siempre hemos dicho que el paramilitarismo en este departamento nunca desapareció”, sentenció ‘Hernán’, insurgente del Frente 19.

El área dispuesta como recepción en esta Zona Veredal se convirtió en un punto de encuentro de decenas de víctimas de diversas generaciones que acuden allí para buscar la verdad de los hechos, unos cometidos por la guerrilla y otros por la Fuerza Pública y los ‘paras’. Del resultado del censo dependerá el avance en cada uno de los casos. Por lo pronto es claro que ya en esta zona del país la construcción de la verdad está en marcha.

Paramilitarismo: amenaza latente

tierra grata 4Desmovilización de una facción del Bloque Norte de las Auc, ocurrida el 10 de marzo de 2006, en La Meza, Cesar. Foto: archivo Semana.Ni campesinos ni indígenas olvidan los horrores que dejó la guerra en esta región del norte del país. Lo que les preocupa es que siguen sucediendo hechos que generan zozobra y temor entre las comunidades, sin que exista una respuesta eficaz de las autoridades.

“No vamos a decir que no nos alegra que las Farc dejen de disparar. Pero lo que nosotros queremos exponer es que no han sido sólo ellos los que han estado acá, porque desde que se fueron igual siguieron asesinando a la gente, desplazando comunidades y generando temor. Todavía pasa y no se está haciendo mucho”, agregó un campesino del corregimiento Villa Germania.

La preocupación no es menor. Cesar es uno de los departamentos en los que la Defensoría de Pueblo ha alertado sobre la presencia de grupos posdesmovilización de los paramilitares y recientemente del rearme de dichos grupos.

Los lugareños rumoran que el fantasma de Rodrigo Pupo Tovar, alias ‘Jorge 40’, nunca se fue de la región, y que por el contrario, el reducto de los desmovilizados del Frente Mártires del Cesar del Bloque Norte de las Auc, han hecho de las suyas para seguir controlando las extorsiones y el tráfico de mercancía proveniente de Venezuela. (Leer más: ‘Autodefensas Gaitanistas’ reviven el miedo en zona rural de Valledupar)

Para los campesinos, los ‘paras’ llevan desde finales de la década del noventa en la región, pero simplemente mutando de modus operandi y de nombres. “Primero tuvieron el nombre de las Auc, se desmovilizaron y de un día a otro había encapuchados desplazando a campesinos para que las empresas sembraran palma aceitera, luego que las Águilas Negras y los Urabeños y ahora que son los Gaitanistas. Es decir, de lo mismo del principio solo que sin tantas masacres”, aseguró un líder comunal de San Diego.

Como ya lo había constatado este portal, en municipios como Agustín Codazzi la población habla de un rearme paramilitar. “Lo que pasa es que las estructuras locales del paramilitarismo quedaron intactas y están preocupadas con la implementación del Acuerdo de Paz. Por un lado, temen perder las tierras que acumularon y que todavía el Estado no ha recuperado; pero también tienen miedo de perder poder político, porque quienes los representan han perdido mucha credibilidad”, aseguró un habitante de este municipio. (Leer más: En Agustín Codazzi marcharon por la vida)

A ello se suman las amenazas constantes quehan recibido los reclamantes de tierras que pelean con empresarios por la titularidad de las tierras y el intento de retorno de algunas comunidades a sus territorios. En el más reciente informe de la Defensoría del Pueblo sobre el tema, se asegura que son 20 municipios del departamento y alrededor de 16 organizaciones sociales las que están bajo amenaza. (Leer más en: Defensoría del Pueblo emite informe de riesgo sobre líderes sociales)

“Nuestro temor no es porque sí, está sustentado en las cifras y en lo que a diario se denuncia por parte de las comunidades. Si amenazan y matan a alguien que nunca usó un fusil para defender sus ideas, ¿cómo será con nosotros?”, se preguntó ‘Solís Almeida’, quien aseguró que el paramilitarismo es el talón de Aquiles para el desarrollo del plan político de las guerrillas, “pues si no se dan las garantías, la gente no va a querer exponer su vida en el nuevo proyecto político”.

Con todos esos temores a cuestas, en la Zona Veredal de Tierra Grata se discute, planea, explica y esboza el anhelo de ver una región próspera y sin la violencia, pese a que los fantasmas de la guerra los ronden. Puede más la fuerza de quienes han acudido allí a querer cambiarle el curso a la historia y no repetir ciclos como los de la UP o la violencia guerrillera y paramilitar, pero también debe primar el compromiso de justicia, verdad y reparación, que tanto esperan las víctimas de esta región del norte colombiano.

* Los nombres de los campesinos fueron omitidos por razones de seguridad