“Las mujeres y las niñas colombianas son quienes han pagado el costo más alto dentro del conflicto”. Estas palabras estuvieron en el primer comunicado de los organismos que elegían a las víctimas. La idea la ratificaron en los tres primeros grupos, donde las mujeres fueron mayoría. En los últimos dos, estaban por igual.
El trato diferente a ciertas poblaciones se notó también con la presencia de dos jóvenes que fueron reclutados cuando eran menores de edad. También pensaron en las personas con discapacidad al llevar a dos víctimas de minas antipersonales y a un militar que perdió un ojo a causa de un carrobomba. La comunidad LGTBI tuvo una única representante y los adultos mayores ninguno.
En cuanto a las etnias, las personas que fueron llevadas por representar a los afros y a los indígenas tuvieron el mismo espacio. Los campesinos contaron con un solo puesto mientras que por parte de los raizales de San Andrés (que se estipula que hay más de 9.000 víctimas) y de la población ROM (poco menos de 30.000 víctimas) no fue nadie.