El conflicto y el abandono del sur de Bolívar

      

El reciente secuestro contra 15 pescadores es sólo una expresión masiva del conflicto armado que persiste en una región dejada a su suerte.

sur de bolivar 1El abandono de Morales es tal que las ‘normas’ las hacen cumplir los ilegales. Varios pobladores aseguran que el Eln ha retenido a decenas de pescadores en la ciénaga de la Simoa por usar trasmallos. Foto: archivo Semana.El sábado 16 de enero fue noticia nacional que un día atrás el Frente Luis José Solano Sepúlveda del Ejército de Liberación Nacional (Eln) secuestró a 15 pescadores en el municipio de Morales, en el sur de Bolívar. La sorpresa fue tal porque los secuestros masivos parecían un asunto del pasado y más ahora, cuando el Gobierno Nacional anunció que puede haber una pronta mesa de negociación de paz con esa guerrilla.

Sin embargo, el sur de Bolívar ha sido una subregión del Magdalena Medio en la que el conflicto armado no ha dado tregua. Al finalizar octubre de 2015, los pobladores de Morales denunciaron a la prensa que habían vuelto los hostigamientos por parte de esa guerrilla, una situación que les preocupaba porque hacía cinco años no presenciaban un cruce de fuego tan fuerte. Unos días antes, el Ministerio de Defensa había informado sobre la muerte de nueve guerrilleros del Eln tras un combate registrado en el corregimiento de Mico Ahumado, de ese municipio.

VerdadAbierta.com conversó con varios pobladores Morales, quienes bajo la reserva de su nombre por razones de seguridad, contaron que la situación de su pueblo sólo es visible cuando hay un hecho relacionado con el conflicto armado. Sin embargo, explican que en la región persiste la presencia no sólo del Eln sino de las Farc, y que después de la desmovilización de los paramilitares del Bloque Central Bolívar Sur Bolívar de las Auc en el año 2006, también lo hace la banda criminal ‘los Urabeños’.

El miedo que reina en el sur de Bolívar

Esto último está consignado en los múltiples informes de riesgo y notas de seguimiento emitidas entre 2011 y la fecha actual por la Defensoría Regional del Pueblo para otros municipios de la región del Magdalena Medio como Norosí, Tiquisio, Arenal, Achí, San Pablo, Santa Rosa del Sur y Simití, en Bolívar; Barrancabermeja y Puerto Wilches, en Santander, y Aguachica, San Martín, Gamarra y La Gloria, en el sur del Cesar. En los documentos es recurrente la documentación de la acción de estos grupos armados ilegales y su disputa del territorio por controlar los corredores del narcotráfico y las rentas de la minería ilegal a gran escala.

Tiquisio, un pueblo cercado por la guerra Tres mil personas sitiadas por ‘los Urabeños’ en Achí, Bolívar Los riesgos en el Magdalena Medio para este domingo

Según el relato de algunos habitantes de Morales, este municipio fue colonizado a finales de los años 50 por antioqueños, cesarenses y santandereanos entusiasmados por la explotación maderera, cuya bonanza se mantuvo entre 1972 y 1985. El pueblo está enclavado en la Serranía de San Lucas, un territorio estratégico no sólo porque está a orilla del río Magdalena sino porque es además vecino del nordeste antioqueño, el nororiente santandereano y el sur del Cesar, una zona disputada por los grupos ilegales en los cultivos de coca, la comercialización de cocaína y la explotación de oro.

En este punto de la geografía, los valles de los ríos Magdalena y Cauca se conectan en un extenso territorio selvático casi sin ninguna infraestructura y casi en el total abandono del Estado.  La única manera de llegar a los pueblos de la zona es por lanchas que se mueven por los afluentes del Magdalena.

ElEln fue el primer actor armado que apareció en la región en 1975. Luego le siguieron las Farc en 1983 y el Ejército Revolucionario Popular (Erp) en 1994. En la expansión del paramilitarismo promovido por los hermanos Carlos y Vicente Castaño desde la región del Urabá, los paramilitares llegaron en 1998 con el rótulo de Bloque Central Bolívar (Bcb), en cabeza de Rodrigo Pérez Alzate alias ‘Julián Bolívar’. Este grupo paramilitar tuvo como base a las Autodefensas de Puerto Boyacá del Magdalena Medio, que proliferaron en los 70 y 80 bajo el lema de una lucha antisubversiva.

Los tentáculos del Bloque Central Bolívar

Morales fue el municipio por el que los paramilitares de los Castaño terminaron entrando al sur de Bolívar. Así lo documentó la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía a partir de la confesión de varios ex paramilitares del Bcb, quienes aseguraron que tras dos fallidas “incursiones” Salvatore Mancuso les ordenó entrar al corregimiento de Mico Ahumado en tres puntos: uno desde Tiquisio, otro desde Morales y otro más desde Santa Rosa del Sur. La violencia arreció con más asesinatos, desapariciones y desplazamientos hasta 2006, cuando este grupo terminó desmovilizándose con 2 mil 500 integrantes en Santa Rosa.

El reciclaje y la vulnerabilidad

sur de bolivar 2Los campesinos del sur de Bolívar sostienen que el alimento escasea por reducción de las fuentes hídricas. Esto porque la ganadería y los cultivos de palma extensiva en Río Viejo y Regidor se han aprovechado de ciénagas y caños. Foto: archivo Semana.El principal combustible de la guerra en esta región ha sido el narcotráfico. El más reciente Monitoreo de cultivos de coca, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) y publicado en julio de 2015, señala que en la región central -de la que hace parte Bolívar, Santander y Antioquia- los cultivos tuvieron un incremento en el año 2014 respecto a 2013. Naciones Unidas indica que “se ha observado un fuerte incremento de las actividades legalese ilegales” y que 16 por ciento de la coca cultivada en el país está en esta región. (Lea el informe aquí)

En el caso del sur de Bolívar, el Monitoreo advierte que en 2008 los cultivos llegaron a sumar 5 mil 847 hectáreas y que aunque esos redujeron durante los siguientes años, en el año 2014 la región pasó a registrar 1.565 hectáreas cuando un año atrás lo eran 991. “El incremento se asocia con un aumento del 28 por ciento en el tamaño de los lotes, pero principalmente con la aparición de núcleos fuertes en San Pablo, Cantagallo y Santa Rosa del Sur”, explica el informe.

Esto explica en parte por qué pese a la desmovilización el conflicto no cesó en esa zona del Magdalena Medio. En los múltiples informes de riesgo de la Defensoría, este organismo del Ministerio Público advierte que hacen presencia las compañías Rafael Rangel Gómez y Raúl Eduardo Mahecha, de las Farc, y los Frentes Héroes y Mártires de Santa Rosa, Luis José Solano Sepúlveda, Edgar Almilkar Grimaldo Barón y Guillermo Ariza, del Eln. Sin embargo, el ‘negocio del narcotráfico’ se lo han disputado los rearmados, ex integrantes de las Auc que heredaron las viejas estructuras paramilitares y que en la región han tenido varios nombres: ‘Águilas Negras’, ‘Rastrojos’, ‘Paisas’, ‘Botalones’ y ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’ o ‘Urabeños’, estos últimos los que en la actualidad tienen mayor número de integrantes.

Los líos de la reintegración en Santander

El informe Auge y declive del Eln, elaborado por el investigador Camilo Echandía de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y publicado en noviembre de 2013, analiza la evolución militar y territorial del grupo guerrillero de cara a la negociación de paz. El documento explica que aunque esta guerrilla mantiene la capacidad de generar perturbación, “la organización ya no cuenta con capacidad ofensiva que involucre esfuerzo militar significativo, e incluso varias de sus estructuras no registran presencia activa”. De 4 mil 700 integrantes en todo el país a principios del presente siglo; pasaron a tener no más de mil 400 en sus filas.

El Ministerio Público reportó en varios informes que el Eln terminó ‘favorecido’ por una posible alianza entre el Frente 24 de las Farc y ‘los Urabeños’ en el cordón que conecta a San Pablo, Santa Rosa del Sur y Simití, vecinos a Morales. Las guerrillas acordaron un pacto de no agresión entre sí, y al aliarsen las Farc y la banda criminal el Eln no terminó diezmado. Mientras los primeros se encargan del cuidado de los cultivos ilícitos; los segundos de transportar la droga y comercializarla.

Un poblador, cuya identidad se protege, asegura que en Morales hay un valioso proceso de resistencia para permanecer en el territorio y promever la llamada paz territorial. Primero, cuando solicitaron la consolidación de una Zona de Reserva Campesina, que logró su aval del antiguo Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (Incora) el 22 de julio de 1999. Luego, en 2002, cuando la comunidad impulsó  una iniciativa llamada Asamblea Popular Constituyente, haciéndo un llamado a guerrilleros y paramilitares para que cesaran el fuego en el corregimiento de Mico Ahumado.

Sin embargo, en Morales los pobladores están cansados de que su historia sea tan limitada en la agenda de los medios nacionales. “Aquí la única inversión del Estado ha sido militar. Y no sólo las armas producen la guerra. Son también la pobreza y el abandono”, reitera un habitante, explicando que en su corregimiento no hay médico, que rara un vez un profesor se atreve a aceptar un nombramiento por miedo y que las vías son precarias. “Acá los jóvenes no encuentran nada qué hacer. El riesgo de reclutamiento es alto”, dice.

Una vez liberados los pescadores en Morales sus habitantes no escucharon anuncios de inversión; sino de helicópteros y mayor presencia del Ejército. “Si no se solucionan los problemas de fondo, hoy firman con ellos (guerrilla); pero luego aparecen otros”, asegura con desconcierto un habitante.