Víctima de los ‘paras’ quienes le asesinaron a su esposo, María Zabala intentó reconstruir su vida como campesina pero fue desplazada, ahora lucha contra los bancos que le quieren quitar sus tierras.
Por Aleida Patarroyo especial para VerdadAbierta.com
María Zabala, víctima de los ‘paras’, ahora enfrenta a los bancos. |
Después de huir de los asesinos de su esposo en 1983, muerto por paramilitares en Córdoba, María Zabala intentó reconstruir su vida en una nueva tierra.
María, además de tener que enfrentar los abogados de los bancos, cuenta los días para que la Fiscalía le dé los restos de Polo, su esposo, de su tío y de su sobrino quienes fueron asesinados por los paramilitares hace 21 años. Confía que así podrá empezar su duelo y darles cristiana sepultura.
María, con su dolor a cuestas, enterró como pudo el cadáver de su esposo y los de sus dos familiares en diciembre de 1983. Tuvo que huir la región inmediatamente para salvar los que quedaban vivos de su familia. Salieron con lo que tenían puesto. En medio del ruido de las balas de metralla vio cómo quemaban su casa y todas las de su comunidad y cómo las llamas consumían todo lo que habían construido con tanto esfuerzo.
En agosto de 2009 ella y sus hijos, tras ver que los funcionarios de la Fiscalía no encontraban los restos de su esposo y de sus familiares, logró persuadirlos después de mucho insistir para que les dieran un permiso especial para ir a buscarlos.
María armó su propio operativo, le pidió permiso al dueño de la finca, se estableció en una escuela, consiguió comida, mantas, carpas y se puso a buscar. Con temperaturas de más de 35 grados centígrados a la sombra, María y sus hijos estuvieron buscando cinco días y sus noches por todo el predio.
Con sus propias manos, armados de picas y palas, excavaron aquí y allá hasta que, venciendo los augurios mas pesimistas encontró los restos. Sin embargo no pueden hacer el esperado duelo hasta que las autoridades no realicen los procesos de identificación y las verificaciones pertinentes.
El 12 de agosto de 2009, después de encontrar ella misma los despojos de sus familiares, los entregó a la Fiscalía para que hagan el proceso de verificación del ADN en Medicina Legal. Según le informaron los funcionarios, la respuesta se conocerá en ocho meses a un año. La lentitud del proceso se debe al dispendioso trabajo de ubicar fosas comunes y de exhumar los cadáveres de las miles de victimas del conflicto armado.
El nuevo duelo
María no se amedrantó y encontró un pedazo de tierra donde rehizo su vida junto a sus xx hijos. En 2001, compró la finca El Valle Encantado, en el corregimiento Las Palomas, a una hora de Montería, con un crédito de la Caja Agraria por 104 millones de pesos.
Con un grupo de mujeres víctimas de los ‘paras’ María organizó un proyecto productivo en la finca pero el verano echó a perder una cosecha de arroz. Desde entonces se atrasaron con los pagos y la deuda aumentó con los intereses a 146 millones de pesos.
María Zabala se endeudó con la Caja Agraria, luego Finagro, después el Banco Agrario y ahora la empresa de cobranzas Covinoc, que compró los pasivos al Banco Agrario. Los abogados de Covinoc amenazan ahora con despojarla de sus tierras.
María, como en la obra del Nóbel García Márquez El coronel no tiene quién le escriba, pareciera estar condenada a esperar a que solo el tiempo le dé las respuestas a tanto dolor y desdén de tantos años.
A que una mañana o una tarde cualquiera, le llegue una carta oficial en la que le confirmen que por fin puede sepultar a su esposo.
A que las autoridades le digan quién o quiénes lo mataron a él y a sus familiares, porqué lo hicieron, porqué la desplazaron a ella y a su comunidad, porqué les quitaron las tierras después de vivir bien, en armonía, trabajando en su finca a lado de los suyos y sin hacerle daño a nadie.
En todo caso, María ya tiene escrito el epitafio de la lapida de su marido para que le quede claro a todo el mundo “aquí yace una víctima inocente del conflicto armado”.
*Directora de Comunicaciones – Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz-IMP