El exparamilitar señaló al esmeraldero como financiador de las autodefensas del Magdalena Medio, dirigidas por Henry Pérez Morales, y luego miembro fundador de las Auc.

Recurriendo a un juego de palabras, el exparamilitar Iván Roberto Duque Gaviria, alias ‘Ernesto Báez’, aseveró que  a Víctor Carranza no se le debería llamar el ‘Zar de las Esmeraldas’, tal como es conocido en el país, sino el ‘Zar del Paramilitarismo’, pues tuvo un fuerte protagonismo en la financiación y asesoramiento de las autodefensas del Magdalena Medio comandadas por Henry Pérez Morales en la década de los años ochenta y que tuvo como epicentro el municipio de Puerto Boyacá.

La afirmación fue realizada durante una audiencia de versión libre de Duque Gaviria ante fiscales de la Unidad de Justicia y Paz, que marcó su regreso al proceso de Justicia y Paz, luego de 20 meses de ausencia y de estar ad portas de ser excluido de los beneficios de la Ley 975, pues en un momento dado se consideró que no estaba aportando a la verdad histórica ni admitía la imputación de ningún tipo de crimen, pues se consideraba un “político”, sin mando sobre los combatientes.

En su primer día de versiones, alias ‘Ernesto Báez’ hizo un recuento histórico sobre la creación de las autodefensas del Magdalena Medio, una de las primeras estructuras armadas contrainsurgentes que se conformaron en el país con influencia en buena parte del Magdalena Medio, que comprendía los departamentos Boyacá, Antioquia, Cundinamarca y Santander, y que sirvió de modelo para posteriores grupos armados ilegales, tales como las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu).

En ese contexto, este exparamilitar, que integró el Bloque Central Bolívar, hizo referencia a varias personas que tenían influencia en el grupo de Pérez Morales, y una de las más destacadas fue Víctor Carranza, considerado el Zar de las Esmeraldas por sus actividades en la explotación de esa piedra preciosa en el departamento de Boyacá.

No es la primera vez que Carranza es señalado por sus presuntos nexos con grupos paramilitares. En los últimos años ha sido referido por Salvatore Mancuso, Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’; Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’; Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias ‘Monoleche’; Jorge Humberto Victoria, alias ‘Capitán Victoria’; Manuel de Jesús Pirabán, alias ‘Jorge Pirata’; Elkin Casarrubia, alias ‘el Cura’, y Jesús Guerrero Castillo, alias ‘Carecuchillo’.

“A mí me sorprende que, en el caso de don Víctor Carranza, se hablé solamente del Zar de las Esmeraldas, yo pienso que se tendría que hablar del Zar del Paramilitarismo. Es la primera vez que lo expresó en mi vida y lo hago por ese compromiso que tengo con la verdad, porque conozco episodios en los cuales el accionar de don Víctor está puesto de manifiesto”, afirmó ‘Báez’.

En su relato de la historia de las autodefensas de Puerto Boyacá, este exparamilitar, quien llegó a esa localidad a mediados de 1989, explicó que conoció a Carranza a finales de ese año en una finca de esta localidad del Magdalena Medio llamada La Palmera, de propiedad de Pérez Morales.

“Lo conocí como un hombre del que se hablaba de actividades muy legales, como un esmeraldero de la mayor importancia en el occidente de Boyacá”, indicó ‘Báez’, quien precisó que su contacto con Carranza se dio durante un acto de reconciliación entre el esmeraldero y el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, quienes tenían viejas rencillas. “Luego de ese evento, fue muy frecuente ver el helicóptero de don Víctor en Puerto Boyacá”.

Alias ‘Ernesto Báez’ también admitió que en esa hacienda conoció a Ramiro Vanoy Murillo, alias ‘Cuco’, excomandante a finales de los años noventa del Bloque Mineros de las Auc. “Eso fue hace 23 años. En esa época era un ganadero y caballista, del alto notablato en Puerto Boyacá y el Magdalena Medio. Tenía una finca bellísima, llamada El Edén”.

“No temo equivocarme señor fiscal, cuando en esta historia que estoy reconstruyendo ubico a don Ramiro Vanoy y a don Víctor Carranza como dos hombres muy importantes en la consolidación de las autodefensas”, reiteró el exparamilitar. “Es una realidad histórica que no podría negarse jamás”.

Con una anécdota, Duque Gaviria ejemplificó la cercanía de Carranza con Pérez Morales. A finales de la década del ochenta y comienzos del noventa se había desatado una guerra entre el narcotraficante Pablo Escobar y buena parte de las autodefensas del Magdalena Medio, que comenzaron a trabajar con el Ejército para ayudar en la captura del capo antioqueño. Entre ellos estaba Henry Pérez Morales.

Resulta que el 20 de julio de 1991 tres jóvenes sicarios pagados por el Cartel de Medellín arribaron a Puerto Boyacá y atacaron a Pérez Morales durante celebración litúrgica y lo hirieron de muerte. Uno de sus hombres de confianza, llamado Luis Antonio Meneses Báez, alias ‘Ariel Otero’, insistió que llamaran al empresario de las esmeraldas para que les facilitara un helicóptero para trasladar al herido a un centro asistencial en Medellín. No obstante, por la gravedad de las heridas no fue posible transportarlo y murió en el hospital de Puerto Boyacá.

A juicio de alias ‘Ernesto Báez’, el nombre de Víctor Carranza necesariamente está vinculado por la historia del paramilitarismo en el país: “No se me ocurre pensar cómo y de qué manera él podría negar sus nexos tan importantes con esta organización cuando se hicieron tan evidentes a personas que en la época teníamos relación con las autodefensas. Esas razones y otras que posteriormente tendré que relatar tienen que ver con don Víctor como miembro fundador de las Auc”.

Papel de Agdegam
Previo acuerdo con los fiscales de Justicia y Paz, alias ‘Ernesto Báez’ se comprometió inicialmente a explicar su llegada a las autodefensas de Puerto Boyacá y a explicar una serie de circunstancias que rodearon esta estructura armada. Además de hablar de quiénes financiaron el grupo, que alcanzó a tener cerca de 2.000 hombres en armas, se hizo referencia al papel cumplido por la Asociación de Agricultores y Ganaderos del Magdalena Medio (Agdegam).

“Yo diría, parodiando un famoso pasaje bíblico, que en Puerto Boyacá no se movía la hoja de un árbol sin la voluntad de los señores de Agdegam”, dijo ‘Baéz’ para ilustrar el grado de penetración social, económica y política que tuvo esta asociación. “No había un suceso ni una decisión, ni nada que tuviera que ver con la vida de ese municipio que no pasara por el meridiano de Agdegam”.

Además, aseveró que la relación entre la asociación y las autodefensas era clara: “Nadie desvinculaba a Agdegam de las autodefensas ni a las autodefensas de Agdegam”.

Si bien se indicó que Agdegam tenía cientos de asociados, según ´Báez’, quien realmente direccionaba todo era Henry Pérez Morales: “No había ni junta directiva ni nada. Se hacía lo que él decía y ya. Era un hombre autoritario, arbitrario, caprichoso, al que había que darle siempre la razón, al que había que cumplirle, de lo contrario se corrían graves riesgos”.

Esta asociación, que tuvo existencia legal por varios años, alcanzó a tener por lo menos 1,200 agricultores, ganaderos, mineros y pescadores de la zona de influencia de las autodefensas de Puerto Boyacá. Estaba liderada por Gonzalo Pérez, quien fue su presidente hasta el 7 de julio de 1991, cuando fue asesinado, y su hijo Henry Pérez, que tenía funciones de secretario, así como por Nelson Lesmes Leguizamón, una especie de asesor de confianza. Pese al nutrido grupo de asociados, sólo dos o tres personas aportaban recursos, quienes operaban como testaferros del narcotraficante González Gacha.

Duque Gaviria calificó a Agdegam como “un proyecto audaz del paramilitarismo” a través del cual las autodefensas de Puerto Boyacá y sus áreas de influencia alcanzaron “una profunda raigambre popular”.

Y es que la penetración social fue diseñada estratégicamente. Según ‘Báez’, Agdegam funcionaba como una especie de organización no gubernamental que prestaba diversos servicios: tenía dos distribuidoras comerciales a través de las cuales se vendía a precios muy cómodos productos de la canasta familiar; era dueña de un pequeño Ministerio de Obras Públicas que poseía bulldozers, mononiveladoras, volquetas y todo tipo de maquinaria para atender a los campesinos; igualmente, disponía de las dos más grandes droguerías que tenía Puerto Boyacá.

Además, tuvo presencia en el sector de la educación, logrando administrar 52 escuelas rurales con maestros pagados directamente por la asociación e impulsar un programa llamado “Escuelas de Esfuerzo Propio”; y en el sector de la salud, para lo cual construyó una clínica en la que se prestaban diversos servicios. En su momento, se consideró que estaba mejor dotada que el hospital local José Cayetano Vásquez.

“A través de los supermercados, a través de las droguerías, a través de la parte educativa, a través de los programas sociales, a través de la prestación de servicios de maquinaria pesada para los campesinos en las veredas, Agdegam amarró las comunidades a las autodefensas. Fue el éxito del modelo paramilitar”.

Uno de los ejemplos que expuso para reforzar la influencia de Agdegam estuvo relacionado con la política: “cuando se produjeron las reformas que permitieron a alcaldes y gobernadores ser elegidos popularmente, uno no podía llegar a pensar en obtener un triunfo electoral en el área de influencia de las autodefensas del Magdalena Medio sin la bendición de Agdegam”.

Esta organización armada llegó a tener una presencia tan significativa en la región que ocupaba que, según Duque Gaviria, “en Puerto Boyacá eran más visibles que la Fuerza Pública”. A su juicio, con recursos del narcotráfico “se constituyó una empresa que manejaba la vida política, social, cultural y económica” de las comunidades, lo que les permitió calificar a esta localidad como “la capital antisubversiva de Colombia”.

Todo lo dicho por Duque Gaviria deberá ser constatado por los investigadores adscritos a la Unidad de Fiscales de Justicia y Paz con el fin de determinar si el postulado dice la verdad.

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