Vereda Maraveles, jurisdicción del Valle del Guamuéz bajo Putumayo, tarde de verano. El sol abrazaba la población, el locutor de una emisora local anunciaba alegremente la hora, 3:45 de la tarde, al tiempo que dejaba escuchar una canción popular, hit del momento en la zona.
Por Germán Arenas Usme
Mocoa, Putumayo
Petrona Jiménez, una mujer de unos 57 años de edad, tarareaba alegremente la tonada mientras terminaba de colgar una ropa en los tendederos del patio de su casa cuando su canto fue suspendido por la voz grave de un hombre que la llamó dos veces por su nombre.
Sus ojos fijaron la mirada en el hombre al tiempo que le preguntaba qué se le ofrecía. Sin traba alguna le preguntó por sus dos nietas menores, las cuales tenía bajo su cuidado hacía dos meses, mientras la mamá trabajaba en el Ecuador.
El hombre, vestido de camuflado y con fusil terciado al hombro, con voz de mando le ordenó que llamara a las niñas de 13 y 15 años, respectivamente, quienes le ayudaban en los quehaceres de la casa.
Ante la pregunta de Petrona de para qué las necesitaba, éste, sin vacilación, le respondió que las muchachas serán incorporadas a las filas de las Farc, “aporte a la lucha popular”.
Hubo un silencio total en el ambiente, la mujer palideció mientras sus manos temblaban, a su lado las dos jovencitas la miraban con miedo mientras otros guerrilleros las tomaban por los brazos, a la fuerza, y se las llevaron.
Hace 10 años
En la radio, el locutor recordó la fecha: lunes 15 de febrero del 2004. Desde ese día Petrona, perdió a sus dos amores con quienes vivía en la humilde casa, pues a su esposo lo habían asesinado en una finca cercana y según cuentan algunas personas, fue por una venganza personal.
Meses más tardes del reclutamiento, la madre de Gisela y Mariana, denunció el hecho ante la personería municipal de La Hormiga y ante la Defensoría del Pueblo del Putumayo.
Según la mujer, organizaciones de derechos humanos y de mujeres por la paz se han interesado por su caso, incluso dicen que ha señalado que la búsqueda ha sido constante sin que hasta la fecha se tengan noticias de ellas.
Sumida en el silencio madre y abuela le imploran a Dios que algún día pueda abrazar de nuevo a las dos pequeñas.
“Lo único que sé es que una de ellas es mujer de uno de los comandantes y que otra fue herida en combate”, dice Petrona.
El reclutamiento forzado de menores por parte de la guerrilla de las Farc es una práctica que este grupo armado ilegal viene practicando con frecuencia en este departamentno desde hace muchos años, sobre todo en regiones del medio y bajo Putumayo.
El caso de Gisela y Mariana, es uno más de los que denuncia con vehemencia la organización departamental de Mujeres Tejedoras de Vida. De ello da cuenta públicamente su vocera. Fátima Muriel, quien así lo ha demostrado en la mesa de Género en desarrollo de los diálogos de paz entre Gobierno Nacional y las Farc, adonde llegó el pasado 12 de febrero con el viaje que se dispuso para las víctimas del conflicto quienes llegaron a la Habana (Cuba).
“Tenemos nombres, apellidos y fechas de reclutamiento por parte de ustedes”, señaló la señora Muriel a los voceros de la guerrilla en las mesas de diálogos.
“Exigimos que nos los devuelvan”, acotó, esta lideresa quien además de cumplir un importante papel a favor de las víctimas de la guerra en el país, es funcionaria de la Secretaria de Educación Departamental.
Sin titubeos Fátima argumenta que en los registros de los últimos 5 años figuran 6 mil estudiantes menores de edad como desertores de las escuelas y los colegios del Putumayo, y a la par presumen que varios de estos estudiantes han ingresado a las filas de las Farc por su propia voluntad, otros seguro -dice- han sido reclutados a la fuerza.
Sigue el reclutamiento
La Defensoría del Pueblo ha denunciado que en el Putumayo las Farc continúan reclutando menores de edad con engaños y falsas promesas utilizando milicianos que busca los acercamientos con los menores para ganarse la confianza de los infantes que con la ilusión de obtener un arma de fuego y dinero inician haciendo mandados a los guerrilleros quienes por el favor entregan modernos celulares.
Así lo ha planteado el defensor regional Diego Fernando Gutiérrez Velasco, quien sigue recibiendo quejas de padres y familiares sobre todo en zonas del Valle del Guamuez y San Miguel, denuncias que la soportan los mismos personeros y secretarios de gobierno municipales.
“A pesar de que la guerrilla anunció en febrero pasado que no iba a a reclutar menores de edad, la guerrilla en este departamento lo sigue haciendo”, subrayo Gutiérrez Velasco.
El Ministerio de Defensa viene implementado el programa de prevención ‘Basta Ya, quiero ser Libre’, que busca socializar con estudiantes, padres de familias y profesores los riesgos que corren los menores que ingresan a las Farc, todo relacionado con el reclutamiento forzado y por los engaños a población infantil y juvenil de departamentos como Putumayo, esto último con el fin de convencerlos para se sumen a las filas guerrilleras.
Cornelio Mendoza supervisor de actividades de prevención del Ministerio de Defensa, y quien estuvo en la última semana del pasado mes de febrero realizando talleres en La Hormiga y Puerto Asís con comunidad estudiantil, evidenció que el riesgo de incorporación a grupos insurgentes es preocupante y de mucho riesgo en estas zonas del departamento.
Mendoza señaló como las causas que estarían motivando a muchos jóvenes a entrar a la guerrilla la violencia intrafamiliar, el consumo de sustancias psicoactivas y la siembra de cultivos ilícitos, entre otras.
Además, explicó que la violencia intrafamiliar, el maltrato y el abuso infantil están provocando que los menores busquen refugios en grupos armados ilegales pues piensa que allí les van a brindar protección, comida y hasta un sueldo.
A estos factores se suman la pobreza, los hogares disfuncionales y la falta de compromisos de los padres para evitar el abandono de los hogares por parte de los niños y niñas y adolescentes.
Otro de los asuntos que se analizó fue precisamente que las Farc se especializa en ubicar familias numerosas donde llegan a exigir el aporte de por lo menos, uno o dos menores para la guerrilla, esto como “aporte a la lucha popular”, y para ello la insurgencia, dicen testigos de hechos como éste, recurre a amenazas de muerte y desplazamiento.
Oficialmente ninguna entidad tiene un registro de cuántos menores de edad han ingresado a los grupos armados ilegales que operan en Putumayo (sur de Colombia).
– Ver: El sufrimiento de mujeres combatientes y desmovilizadas