Capturan a Jorge Noguera, ex director del DAS

      
La detención de Jorge Noguera, ex director del DAS, deja tres preguntas: por qué el Presidente lo nombró, por qué duró tanto y por qué lo defendió.

Jorge Noguera es el único funcionario del gobierno del presidente Álvaro Uribe que tuvo que renunciar dos veces. Dejó la dirección del DAS en medio de un escándalo de corrupción e infiltración de paramilitares y narcotraficantes en el principal organismo de inteligencia del Estado. Su nombramiento como cónsul en Milán le permitió dejar atrás la creciente tormenta. Pero la distancia no fue suficiente para evadir el coletazo de sus polémicas actuaciones durante los tres años que estuvo al frente del DAS.

Su placentera estadía en Europa fue rápidamente sacudida con el testimonio de su amigo y hombre de confianza Rafael García: lo acusaba de tener vínculos estrechos con ‘Jorge 40’ y Hernán Giraldo, los dos más poderosos jefes paramilitares del norte del país. Su permanencia en el consulado se volvió insostenible. Sin embargo, el Presidente lo defendió a capa y espada. A pesar de que Uribe puso la mano en el fuego por él, la gravedad de la situación lo obligó a regresar al país.

Hoy queda claro que las dos renuncias eran más que justificadas. El jueves pasado, la Fiscalía lo arrestó por concierto para delinquir agravado. Es decir, las denuncias de la prensa que levantaron el escándalo -más que la persecución política que veían en la Casa de Nariño- terminaron develando que un caballo de Troya del crimen organizado estaba en las puertas del palacio presidencial.

Pero ¿qué fue lo que hizo Jorge Noguera para que la Fiscalía lo capturara y el Presidente contemplara pedirle perdón al país por haberlo nombrado? SEMANA conoció las pruebas clave que llevaron al fiscal delegado ante la Corte Suprema a adoptar tan trascendental decisión. Todo arranca con García, el ex jefe de informática del DAS, cuyo testimonio fue descalificado en su momento por el gobierno y por el mismo Noguera.

Con lujo de detalles, García le dijo a la Fiscalía que Noguera había puesto al DAS al servicio de ‘Jorge 40’ y Hernán Giraldo desde el inicio de su gestión en 2002. Describió varios encuentros clandestinos del director del DAS con esos jefes paramilitares -la Procuraduría confirmó por lo menos 10- y visitas de personas cercanas a las AUC a la sede principal en Paloquemao para obtener información confidencial. En la medida que la Fiscalía corroboraba los hechos relatados por García, la credibilidad del testigo fue en aumento.

A esa verificación se sumaron dos episodios recientes que les dieron aun más peso probatorio. Primero, ante la Corte Suprema, el pasado 21 de noviembre, García confesó ser miembro del bloque norte de las autodefensas de ‘Jorge 40’ desde hace varios años y que Noguera sabía de estas relaciones non sanctas antes de nombrarlo en un cargo clave en el principal organismo de inteligencia del Estado. Y segundo, García ratificó todas estas acusaciones en un cara a cara con su antiguo jefe, en la Fiscalía.

Pero este testimonio es apenas uno de los pilares del expediente que tiene tras las rejas a Jorge Noguera. Sigifredo Puentes, un curtido detective del DAS, le contó a la Fiscalía que Noguera había filtrado información a Hernán Giraldo, viejo jefe paramilitar en la Sierra Nevada, sobre una operación de la unidad de lavado de activos en su contra. El ex detective agregó que Noguera paró, recién posesionado, una investigación sobre narcotráfico que involucraba a familiares y amigos. Puentes fue relevado de su cargo y obligado a renunciar. No fue el único que perdió su puesto por denunciar las irregularidades en el DAS.

Rodolfo Benítez, ex jefe de la oficina de protección de la entidad, no sólo confirmó la versión de Puentes sobre Giraldo, sino que agregó detalles sobre lo que denominó “el matrimonio García-Noguera”. Benítez describió cómo García vino a su oficina para preguntarle sobre el operativo. A partir de allí, Benítez empezó a denunciar los atropellos, la corrupción y los abusos de poder de Noguera y su círculo íntimo. Fue trasladado a Chocó, una decisión que lo motivó a retirarse de la institución después de 16 años de servicio.

Noguera tampoco pudo explicar de manera convincente sus vínculos con José Gélvez Albarracín, alias el ‘Canoso’, jefe político del frente Resistencia Tayrona de Hernán Giraldo. En una entrevista con SEMANA, en febrero 2006, Gélvez habló de cómo colaboró en la primera campaña presidencial de Uribe en Magdalena, la cual era dirigida por Noguera (ver recuadro). La Fiscalía encontró que esta relación se mantuvo durante la administración de Noguera en el DAS. No fue la única amistad que generó preguntas a los investigadores.

Para la Fiscalía y, coincidencialmente la Procuraduría, las nueve visitas de Álvaro Pupo, primo de Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, al despacho de Noguera son sospechosas. Aunque Pupo no está vinculado a ninguna investigación, es mencionado varias veces por Rafael García. Según dijo, Pupo era el enlace entre el jefe del DAS y ‘Jorge 40’. En una ocasión, según García, agentes del DAS le hicieron llegar por esa vía a ‘Jorge 40’ las listas de sindicalistas y académicos que posteriormente fueron asesinados. La Fiscalía aún investiga la presunta participación de Noguera en esta estrategia criminal. Lo que sí se ha podido confirmar, gracias a la información encontrada en el llamado computador de ‘Jorge 40’, es que había una estrecha colaboración de funcionarios del DAS con las AUC. En el computador se encontraron los nombres de más de 50 sindicalistas y líderes sociales que efectivamente fueron asesinados por los paramilitares (ver recuadro).

El origen de todo

Ante la gravedad de las evidencias, muchos se preguntan por qué un político tan hábil como el presidente Uribe nombró a Jorge Noguera en un cargo de tanta confianza y tan crítico para la seguridad nacional. Según Uribe, conoció a Noguera durante su primera campaña a la Presidencia, cuando tuvo la oportunidad de hospedarse en su casa y compartir con su familia. Le pareció un buen muchacho y un profesional con futuro. Noguera luego sería designado director de la campaña de Uribe en Magdalena, el único departamento de la Costa donde triunfó en 2002. En agosto, y a pesar de no tener experiencia alguna en asuntos de seguridad e inteligencia, Noguera asumió como director del DAS.

La gestión de Noguera se caracterizó por graves errores que mostraban su inexperiencia y sus deseos de figurar. En agosto de 2004, se atravesó a una operación conjunta de las policías de Colombia y Ecuador que buscaba capturar a ‘Raúl Reyes’. Fracasó y generó de paso gran desconfianza en los organismos de inteligencia internacionales. A pesar de la embarrada y el malestar que causó entre los altos mandos y en el Ministerio de Defensa, Uribe lo dejó en el cargo. No fue la primera ni la última ocasión en que el Presidente lo protegió.

El caso más sonado fue precisamente el de Rafael García, quien fue removido del cargo en enero de 2005 por borrar antecedentes de narcotraficantes y paramilitares. A pesar del escándalo, Noguera salió bien librado. García fue condenado por este hecho, pero dijo que obedecía órdenes de Noguera. Esta investigación sigue su curso.

¿Qué tanto conocía el alto gobierno lo que estaba en el interior del DAS? Según el ex jefe de protección de la entidad, el detective Benítez, cuyo testimonio valoró la Fiscalía, él mismo le advirtió a la Casa de Nariño sobre las irregularidades en el DAS. “A principios de 2004 me reuní con José Roberto Arango, ex consejero de Uribe, y le expuse todas las denuncias. Él me dijo: ‘el Presidente sabe todo lo del DAS y no entiendo por qué no quiere sacar a Noguera'”, dijo Benítez en una entrevista a El Espectador. SEMANA no pudo comunicarse con Arango para conocer su opinión sobre este tema.

En su afán de protagonismo -Noguera andaba armado hasta los dientes-, realizó multimillonarias compras de equipos de inteligencia y armamento que están hoy archivados en los sótanos de la entidad. Tenía malas relaciones con sus colegas del gabinete presidencial y prácticamente se había convertido en una rueda suelta en el gobierno. Quería convertir el DAS en una fuerza de choque y empezó a desdibujar la verdadera esencia de una organización de inteligencia, como lo concluyó la comisión de personalidades designada por el Presidente para proponer reformas a ese organismo después de la salida intempestiva de Noguera. Esta comisión fue la primera que reconoció oficialmente la infiltración de paramilitares. “Algunos funcionarios del nivel directivo tenían nexos directos y realizaban una doble función: para el Estado y para los paras. Esto cogió toda la fuerza del mundo durante la administración de Jorge Noguera”, dice uno de los apartes del informe final de enero de 2006.

La primera decisión del Presidente frente a la crisis del DAS fue la adecuada: nombró al viceministro de Defensa Andrés Peñate, un hombre libre de cualquier cuestionamiento, como director. Y Peñate comenzó un proceso de depuración al que todavía le falta mucho (ver recuadro).

Pero lo que hizo Uribe con la mano lo borró con el codo al enviar al cuestionado Noguera a un cargo diplomático. Allí empezó una cadena de errores. Cuando a Rafael García le dio por encender el ventilador, la reacción de Uribe fue arremeter contra los medios. Atacar al mensajero en vez de investigar la veracidad de las acusaciones que perjudicaban la seguridad del Estado. A defender a ultranza a un hombre del cual existían sobrados indicios de actuaciones irregulares. Otro craso error.

Hoy, un año después, la Fiscalía y la Procuraduría han llegado a la misma conclusión: hubo una profunda infiltración del paramilitarismo en el DAS. La semana pasada Álvaro Uribe empezó a regañadientes a aceptar la posibilidad de que se equivocó con Noguera. No tenía otra salida. El Presidente es consciente de que esto es más grave que la detención de los congresistas de la para-política. Al fin y al cabo, los hechos que se les imputan ocurrieron antes del gobierno de Uribe o no dependían de él. En cambio, la designación de Noguera y las actividades del DAS son responsabilidad política directa del Presidente. Como decía Harry Truman, “la responsabilidad política termina en mi oficina”.

Con el arresto de Noguera, el gobierno de Uribe se enfrenta a un desgaste inútil y a una crisis que pudo haber evitado. La terquedad presidencial – en varias ocasiones aplaudida por muchos- le ha jugado una mala pasada en esta oportunidad. Con tal mala fortuna, que el ‘Das-Gate’ coincide con la renuncia de la canciller María Consuelo Araújo, a quien también mantuvo en el cargo contra viento y marea, a pesar de que su hermano, el senador Álvaro Araújo, estaba siendo investigado por la Corte Suprema.

Es impredecible el impacto que tendrá esta nueva noticia en el exterior, donde ya la para-política estaba empezando a hacer mella. En Colombia, la popularidad de Uribe sigue intacta (por encima del 70 por ciento), pero con cada escándalo su gobernabilidad se va reduciendo. Sin embargo, su indiscutible liderazgo y su carácter para frentear la adversidad le permiten sintonizarse con las masas, hacerlas sentir que alguien está al mando y por lo tanto capotear con éxito una crisis política que a cualquier otro Presidente lo tendría contra las cuerdas. Y ese es el secreto de Uribe, su vocacióncaudillista de interpretar al pueblo y ser ovacionado al margen de los temblores de la política y de las escaramuzas de la oposición. Y en esa extraordinaria virtud para deslindarse de los problemas terrenales está signado el destino de Colombia. Mientras los escándalos no salpiquen al Presidente, el país podrá dormir tranquilo.

Publicado en Semana.com 02/24/2007 -1295