Solo unas pocas personas debían representar el dolor que han padecido millones durante los últimos 50 años. ¿Qué tanto se logró? Este es el balance de los cinco grupos de víctimas que hablaron con el gobierno y las Farc.
La tarea de seleccionar a 60 víctimas para que fueran a La Habana, divididas en 5 grupos, era realmente titánica. El PNUD, la Universidad Nacional y la Conferencia Episcopal debían escoger solo un puñado de las más de siete millones de personas que han padecido directamente el conflicto armado colombiano y a través de ellas “reflejar todo el universo de violaciones a los derechos humanos e infracciones al DIH”, como pidió la mesa de negociaciones.
Además, no tenían libertad total para definir quiénes iban y quiénes no. Desde el inicio, el gobierno y las Farc les dieron unos criterios a seguir, entre ellos equilibrio, pluralismo y sindéresis, y aclararon que les podrían hacer recomendaciones si era necesario. Así sucedió con el guerrillero que habló desde la cárcel en la cuarta delegación, quien fue propuesto de manera reiterada por el grupo insurgente, según lo confirmaron las tres instituciones encargadas de la selección.
Al final de los viajes, el gobierno se mostró satisfecho con la selección y dijo que no se escucharon 60 voces sino cientos por la representatividad que se logró. Las Farc sí tuvieron un reparo: “Desgraciadamente no se ha cumplido el compromiso de escuchar a las víctimas causadas por las políticas económicas”, dice un comunicado publicado en su página web el pasado 16 de diciembre.
Pero más allá de los intereses de cada lado de la mesa, ¿cuál fue el balance de los viajes a Cuba? El propósito de incluir a víctimas de toda clase de victimarios se cumplió en términos generales. Militares, empresarios, sindicalistas, religiosos, académicos, periodistas y personas del común estuvieron en La Habana. De los 60 no sólo hubo afectados por la Fuerza Pública y las Farc, sino también por paramilitares, el Eln, bandas criminales y un único caso de una comunidad afectada por multinacionales mineras.
En delitos, el gran ausente fue el despojo de tierras y la pérdida de bienes muebles e inmuebles. En cuanto a territorios, no fueron elegidas personas de departamentos poco conflictivos como Amazonas o Boyacá pero sí faltaron las víctimas del Eje Cafetero donde la guerra no termina, especialmente en Risaralda. Además, la mayoría fueron de Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca.
En género cumplieron con lo pedido pues la mayoría de los viajeros fueron mujeres. Además, hablaron en la Mesa de Diálogos representantes de la niñez, los LGTBI y las personas con discapacidad. Para cumplir con la cuota étnica, viajaron varios representantes de los afrodescendientes, de los indígenas y un único líder de los campesinos. La ausencia fue por parte de los gitanos y los raizales de San Andrés.
Aunque hubo varias ausencias, se logró la tarea de representar los padecimientos de más de 50 años de conflicto sólo con 60 personas. Estas son las estadísticas de las víctimas que fueron a La Habana y los análisis más detallados de quiénes estuvieron y quiénes faltaron.