‘El escorpión’, entrenado para matar

      
Rigoberto Rojas Mendoza, hijo del ‘Negro Adán’, cabecilla de un clan familiar que fueron aliados y enemigos de Hernán Giraldo y de ‘Jorge 40’, relató ante un fiscal de Justicia y Paz cómo fue entrenado en el Magdalena Medio por Yair Klein y se convirtió en un temido asesino que cometió crímenes que conmocionaron la Costa Caribe.
En breve:
En una versión libre ante el fiscal 31 de Justicia y Paz, alias ‘Rigo’ o ‘El Escorpión’ relató cómo fue entrenado por paramilitares y confesó crímenes como asesinatos y masacres.

Nombres de paramilitares que menciona:
Fidel Castaño, Carlos Castaño y Hernán Giraldo.

Lugares que menciona:
Sierra Nevada de Santa Marta, Ciénaga, la Zona Bananera y Santa Marta, Magdalena Medio, Urabá antioqueño y cordobés

Funcionarios, políticos y militares mencionados:
Capitán Quintero, Coronel Contreras, Sargento Sandoval, cabo De la Pava del Batallón Córdoba; del F2 Castillo y Quintero, entre los años 1996 y 2000, y del Batallón 55 el mayor Carvajal y el sargento Pulido;los hermanos Camilo y José Gregorio Dávila Armenta, hermanos del exgobernador José Domingo Dávila Armenta (2001 – 2003); el exalcalde de Santa Marta y exsenador Edgardo Vives Campo (q.e.p.d.), y su hermano Ignacio Vives Campo


Alias ‘Rigo’ o ‘El Escorpión fue uno de los 60 hombres entrenados por el mercenario israelí Yair Klein en el Magdalena Medio. Foto Semana.

Cuatro miembros de una misma familia se encuentran presos por haber militado en los grupos paramilitares. No es una familia cualquiera. Los Rojas han sido protagonistas de la violencia en el Magdalena en los últimos 30 años. Adán Rojas Ospino alias ‘Carrancho’, padre, llegó a Santa Marta a finales de los sesenta, en la misma época de Hernán Giraldo, quien sería conocido en la Sierra Nevada de Santa Marta como el jefe del frente Tayrona de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Giraldo venía de Antioquia y Rojas de Ibagué, ambos huían de la violencia y echaron raíces en la Sierra Nevada, Ciénaga y otros municipios de la zona bananera.  

‘El Negro Adán’ Rojas se convirtió en el jefe de una temible banda que delinquía en la Sierra Nevada,  la Zona Bananera y Santa Marta. A comienzos de los ochenta, Adán Rojas logró reunir un grupo de 30 gatilleros, entre ellos a sus propios hijos, quienes se dedicaban a prestar ‘servicios’ a narcotraficantes, como proteger fincas marimberas y asesinar por encargo, hasta convertirse, en la década de los noventa, en un grupo paramilitar que llegó a tener más de 150 hombres.

Es en esta época, cuando varios miembros de la familia, entre ellos su cabecilla ‘El Negro Adán’, y sus hijos Miguel Adán, Rigoberto y José Gregorio, fueron investigados por contrabando de armas y conformación de grupos paramilitares. También por la masacre de cinco personas en Ciénaga. Desde entonces tanto las autoridades como la justicia los han tenido en la mira como una de las más peligrosas organizaciones delincuenciales de la Costa Caribe.

A finales de diciembre de 2008, en una sola semana, los hermanos Rojas: José Gregorio ‘Goyo’, Miguel Adán ‘Negro’ o ‘el alacrán’ y Rigoberto Rojas Mendoza ‘Rigo’ o ‘El Escorpión’, rindieron versiones libres ante fiscales de Justicia y Paz revelando nombres de militares, policías y agentes de organismos del estado que les colaboraron durante años. Pero también contaron cómo fue la génesis y accionar criminal de esta banda que azotó el departamento del Magdalena por más de tres décadas. 

Décadas durante las cuales fueron aliados del extraditado narcotraficante Alberto Orlandez Gamboa, alias ‘El Caracol’ y del jefe del frente Resistencia Tayrona del Bloque Norte, Hernán Giraldo. “Convivimos con el señor Giraldo, con quien mi padre mantuvo una amistad”, dice alias ‘Rigo’, pero esa amistad se perdió a finales del año 2002, cuando el Bloque Norte le declaró la guerra a Hernán Giraldo y los Rojas apoyaron a Jorge 40.

En su primera versión alias ‘Rigo’ o ‘El Escorpión’, el mayor de los Rojas, reconoció haber participado en más de 21 masacres y haber cometido 182 homicidios en 82 hechos. ‘El Escorpión’ contó cómo fue su ingreso en las Autodefensas y su paso por el Magdalena Medio donde fue entrenado para matar por mercenarios contratados por narcotraficantes. Esto fue lo que confesó este desmovilizado en Justicia y Paz. 

La historia de ‘El Escorpión’

En 1987, ‘El Escorpión’ era apenas unjoven de unos 20 años cuando viajó, junto a dos familiares, al Magdalena Medio a recibir entrenamiento en la escuela de paramilitares que habían conformado ganaderos y mafiosos como Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha alias ‘El Mexicano’.

Durante cuatro a cinco meses, ‘El escorpión’ recibió entrenamiento en formas de asesinar, técnicas de asalto, defensa y  manejo de armamento. Uno de los detalles mas escalofriantes, que reveló durante la versión libre ante el fiscal 31 de Justicia y Paz, Germán Russi, fue que Yair Klein(ver dossier paramilitar de Semana 1989) les explicó cómo debían desaparecer a las personas sin dejar rastro.

Klein lo entrenó junto con un grupo de 60 hombres, del que salieron temidos asesinos que sirvieron para manchar de más sangre la historia de Colombia. Un testimonio que rindió uno de aquellos hombres ante la Fiscalía en 1993, contó que “recibimos entrenamiento en la finca Las Tangas. Allá nos enseñaron a manejar armas, explosivos y a diseñar y montar planes para asesinar gente”.

El jefe de aquel grupo era, ni más ni menos, que Fidel Castaño, uno de los padres del paramilitarismo. Según aquel combatiente, la consigna del jefe era tajante: “acabar con la delincuencia del país”. Y, al finalizar el entrenamiento con Klein, les dijo que “por el trabajo que van a hacer, recibirán una paga de 150 mil pesos mensuales y una bonificación de 200 mil pesos por cada h.p. guerrillero y campesino torcido que maten”.

Entre aquel grupo de 60 combatientes, se encontraba el temido Alonso de Jesús Baquero, conocido en la guerra con el alias de ‘Negro Vladimir’. Además de su apodo, cargaba con el meritorio calificativo de ser el mejor alumno de Klein. Entre 1987 y 1989, asesinó a más de 100 personas. De aquellos años de preparación con el mercenario israelí, ‘Vladimir’ guardó el recuerdo de haber recibido lecciones sobre la táctica inglesa y la alemana. “Consistía en que al enemigo hay que exterminarlo de raíz”, comentaba en 1997. Y erradicarlo significaba había que disparar ante cualquier sospecha. Eso mismo aprendió ‘El Escorpión’ y lo pondría en práctica a lo largo de su extensa carrera criminal.

Klein actualmente se encuentra detenido en Rusia a la espera de que se resuelva su extradición hacia Colombia.

La estela de Rojas

‘El Escorpión’ no se quedaría atrás. Fue uno de los hombres que integró el grupo de sicarios que, al mando de Carlos Castaño, cometió la masacre de Honduras y La Negra en el Urabá antioqueño y cordobés, a finales de los ochenta y regresó al Magdalena para ponerse a órdenes de su padre, Adán Rojas, quien ya era un reconocido delincuente en la costa norte colombiana.

Cuando Rigoberto Rojas terminó su entrenamiento en el Magdalena Medio y Córdoba, su padre Adán ya era un reconocido cabecilla de una importante banda que ejecutaba órdenes de sicariato, protegía rutas del narcotráfico, secuestraba, brindaba seguridad a ganaderos y fincas bananeras. La banda de los Rojas se había establecido en la zona rural de Ciénaga, Magdalena.

De vuelta al Magdalena, a comienzos de los noventa, pondría en práctica lo aprendido en el Magdalena Medio y Urabá. Una de sus primeras víctimas fue César Garizábalo, quien supuestamente estaba relacionado con el secuestro del hermano de Alberto Orlandez Gamboa, alias ‘El Caracol’. A Garizábalo lo secuestraron de su casa y cuando intentaban sacarlo del pueblo donde vivía, la gente se les vino encima. Lograron esconderlo en el piso del vehículo en el que se movilizaban inconsciente. Aunque Garizabalo no tenía nada que ver con el secuestro del hermano de Orlandez, un sobrino suyo sí.

Por venganza, lo llevaron hasta Taganga, en donde intimidaron al piloto de una lancha para que los condujera mar adentro. Una vez en el bote, amarraron a Garizabalo´, le pegaron un tiro en la cabeza y lo tiraron a mar abierto, a varias millas de la costa. Por ese “trabajo”, Rojas contó que ‘el Caracol’ le regaló un Sprint, dos celulares y un millón de pesos.

Reconoció haber cometido errores como el asesinato de tres jóvenes excursionistas que hacían un recorrido por la Sierra Nevada de Santa Marta, a quienes acusaron de pertenecer al Eln y cuyos cuerpos fueron recuperados en junio del 2008, después de cuatro días de buscar las fosas a 1.900 metros de altura en la Sierra. Se trata de Eduardo Andrés Delgado Torres, José ‘Pipo’ Hidalgo y el italiano, Marco Michelletti.

Entre sus víctimas se cuenta la del concejal de Aracataca, Teofilo Cervantes, a quien asesinó porque supuestamente fue apoyado políticamente por la guerrilla; o la de compañeros suyos en el grupo armado a quienes mataron por indisciplinados. Pero no lo hacía por simple deporte o rutina, eran muertos aleccionadores; los mataba delante de la tropa, con un solo tiro en la cabeza. Eran muertos que servían para escarmentar a aquellos que no hicieran caso. Pero no sólo los mataba, los descuartizaba para sepultarlos.

Y también se mataban con otras bandas o a gente que pertenecía a otras bandas. “Cuando uno se enteraba que estaban infiltrados, haciendo inteligencia, esa persona no podía quedar viva. En esta vida, cuando una banda hace algo, las demás bandas sabemos”. Eso le ocurrió a un tío de alias “Abeja”, uno de sus sicarios, quien dijo que venía de Guachaca, la zona de Giraldo. Este señor les dijo que había ido a hacerles inteligencia a los Mendoza. Rigo puso a dos de sus hombres para que lo vigilaran. El señor dijo que quería hablar con el comandante “Rigo”, y cuando estaban solos, éste lo mató con una de las técnicas aprendidas en el entrenamiento con Yair Klein. Lo tomó por la espalda, lo dobló hacia adelante, y le apretó la traquea dejándolo prácticamente inconsciente y degollándolo de lado a lado. Una forma de matar para que la sangre de la víctima no lo salpique, pues al encontrarse boca abajo y el victimario detrás, la sangre cae al suelo.

Pero todos estos hechos no podían estar ocurriendo sin que las autoridades lo supieran. Si a nivel popular, en Santa Marta y Ciénaga, se conocía la existencia y el accionar de la Banda de los Rojas durante tres décadas, ¿cómo es posible que la policía, el ejército, las autoridades judiciales, los organismos de inteligencia no lo supieran o permitieran tanta impunidad? La única explicación es que fueran sus aliados. Y así lo reconoció Rigo. Pero no sólo se trató de connivencia.  Rojas reconoció que pagaban a policías y militares, y había oficiales del ejército que actuaban en complicidad con esta banda criminal. Por ejemplo, dijo que el asesinato de Ambrosio Plata, un importante comerciante, fue cometida por un mayor del ejército y que un coronel activo, de apellido Pedraza y también el teniente Wilson Ramírez.

Del Batallón Córdoba recibieron colaboración del capitán Quintero, del coronel Contreras, del sargento Sandoval, del cabo De la pava (que murió en un operativo). Esta muerte dio origen a la guerra con Hernán Giraldo. También apoyaron su trabajo los sargentos del F2 Castillo y Quintero, entre los años 1996 y 2000, y del Batallón 55 el mayor Carvajal y el sargento Pulido. Un informe confidencial del Departamento de Policía del Magdalena de febrero del año 1999, hace una década destaca lo siguiente sobre su extructura (sic)y organización: “Su extructura(sic) se ha modificado considerablemente, utilizando para su seguridad a miembros de organismos de seguridad del estado “policías” y especialmente muchos de sus miembros han desertado por temor a ser ajusticiados. El mismo informe dice que Adán Rojas Ospina, alias “Carrancho”, padre y fundador del grupo, actualmente preso en la cárcel Modelo de Barranquilla, se encontraba en esos años (1999), trabajando con la cuadrilla XIX de las Farc”.

Para las autoridades es claro que esta banda tenía autonomía, pero dependiendo de las circunstancias, se aliaba con otras bandas y realizaba trabajos para otros grupos armados, quienes les pagaban.

Adicionalmente, según reconoció alias ‘El Escorpión’ ante el fiscal 31 de Justicia y Paz, su familia tenía estrechas relaciones con personajes importantes de la sociedad samaria, como los hermanos Camilo y José Gregorio Dávila Armenta, hermanos del exgobernador José Domingo Dávila Armenta (2001 – 2003), este último preso acusado de concierto para delinquir por haber firmado el pacto de Chivolo con el que logró ser elegido en el año 2000.

También mencionó al exalcalde de Santa Marta y exsenador Edgardo Vives Campo (q.e.p.d.), así como a su hermano Ignacio Vives Campo, a los ciudadanos Euclides Gómez Forero, Antonio ‘Toño’ Vesga, Rubén Cardona, Edgar Soto (qepd) conocido como el ‘gordo’ Soto, Hernán y Ciro Mantilla Almeida, Filadelfo Daza y Jaime Martínez. Sobre Emerito Rueda, un amigo de su padre y de Hernán Giraldo, por quien preguntaron las víctimas, alias Rigo dijo que ellos no fueron quiénes lo asesinaron, que no tenían ningún interés en hacerlo, pero que si estuviera vivo a lo mejor habría sido extraditado porque era narcotraficante.

Alias Rigo se encuentra preso desde el año 2000 y se espera que sus versiones ante justicia y paz permitan esclarecer hechos ocurridos en la década de los años ochenta y noventa, en especial los relacionados con homicidios y extorsiones en Santa Marta, narcotráfico, relaciones con políticos y militares así como también la muerte de sindicalistas y civiles ajenos al conflicto armado.