El jefe militar del desmovilizado bloque Héroes de Granada, de las Auc, José Miguel Gil Sotelo, alias Federico contó como ayudó a entrenar el bloque Metro, uno de los más sanguinarios de las autodefensas, y luego como la llamada casa Castaño lo encargó de exterminar a sus integrantes.
En breve: el comandante militar del bloque Héroes de Granada contó cómo ayudo a conformar y a entrenar el bloque Metro de las autodefensas y cómo, después, fue obligado por Vicente Castaño a combatir esta estructura. Lugares que mencionó: San Roque, La Ceja, Arboletes, Urabá, represa San Lorenzo y zonas rurales del Oriente antioqueño. |
Alias Doble Cero, cabecilla del bloque Metro le tocó huir por todo el país de la persecución de los propios hombres de las Auc que se encargaron de exterminar al bloque Metro. Foto Fiscalía – Bloque Metro |
Creó el bloque Metro y también lo acabó. El trasegar de José Miguel Gil Sotelo, alias Federico, por los grupos armados ha sido complejo, al punto que se inició como guerrillero y terminó como uno de los combatientes más temidos por sus propios ex compañeros en las filas de las autodefensas.
Gil Sotelo, nacido en Arboletes, en el Urabá antioqueño, en una familia de 9 hermanos, con apenas quinto de primaria, se convirtió en todo un estratega militar en las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), tanto que en poco tiempo pasó de ser un simple combatiente a dirigir las acciones militares del bloque Héroes de Granada (Bhg), desmovilizado el primero de agosto de 2005.
Pero antes de pertenecer a las Auc, el desmovilizado jefe paramilitar militó en el Epl entre 1990 y 1995 hasta cuando, a mediados de la década del 90, la fracción donde actuaba se le entregó a Carlos Castaño Gil, en un hecho que generó mucha controversia.
Estuvo bajo el mando de David Mesa Peña, alias Gonzalo, el ex jefe guerrillero del Epl que se “sometió” a la “casa Castaño” y quien lo convenció para que, en 1991, no se desmovilizara con quienes después conformaron el grupo político Esperanza, Paz y Libertad, porque dudaba de que el Gobierno cumpliera los compromisos pactados en el proceso de desarme.
Con la gente de Castaño recibió adiestramiento militar de Carlos Mauricio García, alias Rodrigo o Doble Cero, quien también lo convenció para que, juntos, conformaran junto a otros 100, casi todos provenientes de Urabá, el bloque Metro, que tendría como misión acabar con la guerrilla y sus supuestos colaboradores en el Oriente antioqueño y el Valle del Aburrá.
El magistrado Olimpo Castaño Quintero aceptó de manera parcial varios cargos contra Gil Sotelo, todos relacionados con su participación en grupos armados, entre lo que están siete homicidios, cuatro agravados, dos en persona protegida y uno simple; rebelión, concierto para delinquir agravado, porte de armas de sus personal y de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y uso indebido de insignias y uniformes de la fuerza pública.
Este hecho, en su momento, demostró lo paradójico del conflicto en la zona de Urabá, pues de un día para otro y con solo un cambio brazalete quienes parecían dos enemigos irreconciliables se juntaron para combatir a las Farc en esa zona.
Con sangre
El bloque Metro libró una fuerte confrontación en el oriente de Antioquia que se saldó con decenas de muertos, entre campesinos, funcionarios, dirigentes políticos de izquierda y defensores de Derechos Humanos.
En esta zona tenían presencia el Bloque José María Córdoba de las FARC, y el Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN y a eso se sumó la llegada de las autodefensas de Carlos Castaño, y la presencia fuerte de capitales del narcotráfico
Guerrilla y paramilitares realizaron por igual las más cruentas masacres, los secuestros se multiplicaron, hubo ataques a la infraestructura eléctrica y a las vías de comunicación; el desplazamiento de campesinos fue masivo, así como la siembra de minas.
La incursión de los paramilitares empezó con asesinatos selectivos. En Marinilla sacaron a tres campesinos de sus casas y nunca más se supo de ellos. Tres meses después las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio asesinaban a tres labriegos en San Luis, otro grupo asesinaba a un estudiante en La Ceja,al que le dejaron un letrero colgado del cuerpo: “Fuera terroristas de la Universidad de Antioquia responsables de ataques en fincas del Oriente” decía.
Hay quienes aseguran que el detonante de la presencia paramilitar en el Oriente fue el derribamiento de 23 torres de energía en San Luis entre octubre y diciembre de 1996. Sin embargo, la presentación oficial de los paramilitares ocurrió a mediados de 1998. Benjamín Cardona, de la ONG Conciudadanía, recuerda con claridad la primera consigna que lanzaron: “campesinos aléjense de la guerrilla, guerrillero ustedes o nosotros. La guerra sin cuartel ha comenzado”.
Gil Sotelo se encargó precisamente de entrenar a los hombres del bloque Metro y cuando la estructura consolidó su presión en esa parte de Antioquia, intentó retirarse de las Autodefensas y dedicarse a la vida agrícola en la zona bananera, como se lo habían prometido Carlos Castaño y Doble Cero.
El Bloque Metro nació en el seno de las Autodefensas Campesinas de Colombia en 1997, como una organización contrainsurgente que intentó copiar la estrategia de control territorial que habían adoptado el ELN y las FARC en Antioquia. Esto era, ir del campo a la ciudad, y en Medellín desplegar grupos de jóvenes armados en los barrios populares que ejercieran control en las zonas periféricas de la ciudad.
Este grupo paramilitar había sido creado por Carlos Castaño, quien nombró como jefe de este grupo a Carlos Mauricio García, Alias Doblecero, un ex capitán del Ejército, hombre de plena confianza de Castaño, y quien a lo largo de casi una década se había destacado como entrenador militar de todos los miembros de las autodefensas de Córdoba y Urabá.
Aunque en los inicios el Bloque estaba constituido por gente de Urabá, poco a poco se fueron reclutando bandas, milicianos y “pillos” de Medellín. Además, para ciertos crímenes que requerían asesinos especializados en operaciones comando, el Bloque Metro “compraba servicios” de la temida banda de La Terraza, que era el más especializado grupo de sicarios de la ciudad.
El Bloque Metro creció simultáneamente en Medellín y en oriente antioqueño, región que era usada por la guerrilla para esconder a los secuestrados. Pero el Oriente también les ofrecía una retaguardia segura a los hombres de Doble Cero.
Cuando empezó la confrontación con el Metro, Vicente alias ‘El profe’, el hermano mayor de los Castaño, llamó de nuevo al ex guerrillero y, bajo amenazas, lo obligó a emprender otra campaña militar para acabar con la estructura que, antes, había ayudado a armar y a entrenar.
El desmovilizado paramilitar le dijo a la Fiscalía que esa labor resultó más fácil de lo que pensaba, pues conocía a casi todos los mandos medios que estaban de Doble Cero, a quienes una vez contactaba y, antes de cualquier acción militar, les daba la oportunidad de cambiarse de bando.
A quien no mató, reclutó para que hiciera parte de la nueva estructura armada que nació por los años 2001, 2002 y 2003, el Héroes de Granada, conformado por orden de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias don Berna, extraditado a Estados Unidos para que respondiera por cargos de narcotráfico.
Ese bloque y el Central Bolívar le quitaron todo el dominio territorial que tenía Doble Cero en el Oriente y el Valle del Aburrá y lo obligaron a salir de la zona hasta que sus propios ex compañeros lo mataron en Santa Marta, en mayo de 2004.
Las víctimas
De los crímenes que aceptó Gil Sotelo, aparece el homicidio agravado de dos menores de edad, ocurrido el 3 de diciembre de 1997 en el embalse San Lorenzo, de San Roque, en el Nordeste antioqueño.
De acuerdo con el recuento que hizo la Fiscalía, Gil Sotelo y varios de sus hombres sorprendieron a unos jóvenes que acampaban en el lugar, pensando que se trataba de las mismas personas que, días antes, rondaron por el lugar robando en varios predios.
Al parecer, fue una equivocación porque los muchachos habían llegado al sitio con la única idea de descansar. Uno de los jóvenes alcanzó a escapar, el cuerpo de otro apareció flotando tres días después sobre las aguas de la represa y el cadáver del último quedó baleado a un lado de una carretera veredal de la región.
La otra víctima fue Rubiela del Socorro Laverde, una madre de tres hijos, uno de nueve meses, amenazada por las autodefensas para que abandonara la región, bajo el supuesto de que la guerrilla mercaba en la tienda que tenía en la vereda El Táchira, de San Roque.
La comerciante salió de la región por temor a perder su vida, aunque su esposo de forma misteriosa, la dejó ir sola y se quedó con los tres hijos. “Él tenía algún contacto con las autodefensas, no puede decir que era de ellos pero algún trato tenía con ellos”, dijo una vecina que ha estado al tanto del caso y ha seguido de cerca el caso con la idea de que este caso se clarifique y haya justicia.
Laverde intentó regresar a su casa para salvar algo de lo que quedaba del negocio y sacar unos cerdos que criaba, pero Gil Sotelo y otra persona, a bordo de una moto, interceptaron el bus en que viajaba, la obligaron a bajar del vehículo y, “sin mediar palabra, le dispararon”.
El esposo y los tres hijos de la comerciante nunca más aparecieron, “a pesar de que los hemos buscado por todas partes y no hemos podido dar con ellos y nos preocupa porque se trataba de menores de edad”, agregó la vecina.
A Gil Sotelo también se le imputaron otros tres homicidios, uno simple ocurrido, el 2 de septiembre de 2003, cuando contactó a un antiguo comandante del bloque Metro, identificado como Evelio Enrique Díaz, alias El Culebro, quien no se quiso rendir ni aceptar la sugerencia de cambio de brazalete.
Bernardo de Jesús Restrepo López, conocido como alias Gañate, asesinado el 15 de octubre de 1997 en el paraje Santa Cruz, de San Roque, y Rosa Delia Valencia Ramírez, líder veredal y presidente entonces de la Junta de Acción Comunal de la Vereda San Miguel, de La Ceja, muerta el 10 de julio de 2003, fueron otras dos víctimas de las acciones de Gil Sotelo.
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