La drogadicción, un reto en los acuerdos de La Habana

      

Lo que ocurre en Aguachica, municipio del sur del Cesar, es un ejemplo del reto que significará poner en marcha algunos aspectos consignados en el punto tres: Solución al problema de las drogas ilícitas, en particular lo referido a la mirada al asunto como salud pública.

aguachica 1En Aguachica no hay cifras que muestren una dimensión del problema de drogadicción en jóvenes. La Alcaldía estimó que los 12 años es la edad en la que los niños comienzan a consumir sustancias psicoactivas. Foto: María del Carmen Morales.“Todo el día ando trabado y uno hace maldades pensando en drogas. El peligro es que uno sale a la calle a robar para consumir; no para comer”, dice con la mirada perdida, ‘Chucky’, un consumidor que reconoce que no puede superar la ansiedad que le genera el abuso de las sustancias alucinógenas.

Quienes tomaron un camino distinto fueron Erasmo Rodríguez, Bernardo Urrego, Martín Jiménez**, Camilo Duarte** y Andrés Gómez**. Todos ellos probaron alguna vez drogas ilegales y experimentando con otras sustancias, pero pudieron frenar su consumo y hoy se encuentran en proceso de desintoxicación.

Uno y otros podrían ser familiares, amigos o conocidos, pero tienen en común que hacen parte de una realidad silente en Aguachica, un municipio del sur del Cesar, en la región del Magdalena Medio, duramente golpeado por la confrontación armada durante varias décadas.

El Vicario Episcopal del Sur del Cesar, monseñor Juan Amaya León, advierte que el consumo de drogas ilícitas es un flagelo que cada vez suma más niños y jóvenes en Aguachica: “Evidentemente ha proliferado esta situación. Encontramos muchos jóvenes vendiendo y consumiendo drogas y hay poca presencia del Estado con programas de recreación y cultura que les permita aprovechar los tiempos libres”.

Testimonio del Vicario

El llamado parece común a los problemas propios de las ciudades, pero cobra relevancia a propósito de la negociación que adelantan desde octubre de 2012 el gobierno nacional y la guerrilla de las Farc para ponerle fin a la confrontación armada. En desarrollo de ese objetivo, se logró un preacuerdo en mayo de 2014 sobre la solución al problema de drogas ilícitas.

En ese documento queda claro se debe superar la opción de la “criminalización” del consumidor y enfocarse como un problema de salud pública. Para ello se estableció que, una vez se alcance el acuerdo final, el gobierno nacional creará el Programa Nacional de Intervención Integral frente al Consumo de Drogas Ilícitas, bajo el cual se diseñará el Sistema Nacional de Atención al Consumidor de Drogas Ilícitas, primando en todo ello un enfoque del respeto a los derechos humanos con enfoque de género y la participación de la comunidad. (Leer más en: Dos años de conversaciones, tres puntos acordados, muchos interrogantes)

Consumir desde niño

Tal como lo establece el punto tres preacordado en La Habana, el problema del consumo es complejo. El caso de Andrés Gómez es prueba de ello. Tiene 11 años y hace seis meses una señora lo convidó a consumir drogas. “Fue bóxer y marihuana”, responde con su voz infantil, mientras explica que, por fortuna, una fundación lo está ayudando a salir adelante. “Mi familia es la gente de la fundación. Estoy estudiando en el colegio y ahora agarrado de la mano de Dios quiero salir de esto. Me va bien jugando fútbol. Quiero ser algún día un gran futbolista”, dice.

Testimonio del niño

No obstante, en Aguachica no hay estudios ni datos sistematizados que permitan a las autoridades tener una dimensión del problema, lo poco que se encuentra ha sido hecho de manera empírica. Un docente de una institución educativa, quien solicitó la reserva de su identidad por razones laborales, asegura que “la situación de drogadicción es más preocupante de lo que parece”.

Según relata, la atención de este problema en los colegios se limita a identificar a los niños consumidores, registrar su caso en una ficha técnica, hacerles seguimiento por medio de un psicorientador y remitir su atención especializada a la respectiva Empresa Promotora de Salud (EPS). El profesor concluye que muchos niños terminan buscando un ‘refugio’ en la droga por problemas familiares.

Un habitante de Aguachica, que también solicitó la reservade su nombre, indica que el caño El Cristo es conocido como una ‘olla’ en el municipio. “Es donde hay mayor consumo. Lo más sorprendente es que los expendedores son niños entre los 12 y 13 años de edad”, afirma.

Ese rango de edad es confirmado por Adriana del Pilar Blanco, psicóloga especialista en el área Clínica y quien trabajó durante más de cinco años coordinando el Programa de Salud Mental del municipio. Ella asegura que tomaron una muestra aleatoria en varios colegios de Aguachica, encontrando que “la edad de inicio de sustancias psicoactivas en estudiantes es a los doce años”.

¿Efectos de la guerra?

aguachica 4La drogadicción hace parte de los efectos de la guerra, pues las sustancias ilícitas hacen parte de la fuente de financiación de los grupos armados ilegales. Foto: archivo Semana.La drogadicción hace parte de los efectos de la guerra, pues las sustancias ilícitas hacen parte de la fuente de financiación de los grupos armados ilegales. Foto: archivo Semana.En Aguachica no existe un estudio que haya documentado la posible asociación entre los efectos del conflicto armado en la región y el consumo de las sustancias psicoactivas, teniendo en cuenta que ha sido epicentro de acciones de las guerrillas del Epl, M-19 y las Farc en las décadas del setenta y ochenta; luego, en los noventa, del Frente Héctor Julio Peinado de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). (Lea: ‘Paras’ contaron cómo se crearon las Autodefensas del Sur del Cesar)

Paradójicamente, este municipio fue protagonista de la Primera Consulta por la Paz. “¿Rechaza usted la violencia y está de acuerdo en convertir a Aguachica en un municipio modelo de paz?”, fue la pregunta a la que 10 mil habitantes respondieron afirmativamente el 27 de agosto de 1995. Sin embargo, la iniciativa popular que buscaba que ningún actor armado violentara más a los pobladores fue apagada con asesinatos. Cualquier persona que perteneciera a un movimiento de izquierda o que públicamente rechazara la acción de los ilegales fue asesinada por paramilitares. (Lea: Aguachica, el modelo de paz que sólo duró un año)

Así ocurrieron los crímenes contra el concejal José Saldaña, el 24 de noviembre de 1999; el promotor de la Consulta Luis Fernando Rincón, el 15 de agosto de 2000; el desplazamiento de los concejales Miguel Malo, Robinson Rocha y Fredy Dita en 2001; y los asesinatos del exconcejal César Alberto Passo, el 1 de septiembre de 2001; y del académico Orlando Claro, el 27 de julio de 2002 (Lea: El genocidio no contado del Cesar). A esto se le sumaron 10 masacres perpetradas por paramilitares entre 1993 y 2002, entre ellas las de las veredas El Limoncito, Puerto Patiño, La Bocatoma, el establecimiento Tropicana, Cerro Redondo, Santa Rosa de Caracol, Las Margaritas, Los Columpios y Buturama (Lea: La tensión que ronda la restitución de tierras en San Alberto, Cesar).

En la sentencia proferida el 11 de diciembre de 2014 por el Tribunal de Justicia y Paz de Bogotá, la justicia determinó -tras la investigación realizada por la Fiscalía 34- que el narcotráfico fue el ‘combustible’ de los paramilitares en esta región. “Se inició con el ‘cobro del impuesto de gramaje’, del cultivo y de laboratorios de la región”, indica el fallo, agregando que Aguachica y Ocaña “son centros de tránsito obligado para el transporte de este tipo de sustancias, por las que se pagaban aproximadamente 100 mil pesos por kilo de base de coca y entre 500 mil y 600 por botella de mancha de amapola. El estupefaciente que salía del sur del Cesar por estos dos municipios, pagaba impuesto de gramaje a favor de la organización armada ilegal”.

Los informes de riesgo de la Defensoría advirtieron en 2008 y 2010, que tras la desmovilización de los paramilitares en 2006 hubo un rearme en la región. Primero ‘Aguilas Negras’, luego ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’ y ahora ‘Los Urabeños’.

Las notas de prensa de los medios locales y las emisoras comenzaron a reportar de nuevo los crímenes que caracterizaron el terror paramilitar, con las mal llamadas “limpiezas sociales”. En julio de 2013, por ejemplo, el diario El Pilón informó que por las calles de Aguachica comenzó a circular un panfleto con el que un grupo al margen de la Ley amenazó de muerte a varios jóvenes que consumían drogas. (Lea: Drogadictos en ‘vilo’ por panfletos amenazantes en Aguachica).

“Salir es muy difícil”

Martín Jiménez reconoce que las intimidaciones lo llevaron a la decisión desesperada de pedir ayuda. “A la casa llegaron muchas amenazas, que le estaba haciendo mucho daño a la comunidad y que si no dejaba eso me iban a ir matando… Yo seguía haciendo mil maldades porque la droga me llamaba y quería consumir”, relata este joven, de 17 años de edad.

Testimonio de cuatro exconsumidores

Hace cinco meses comenzó un proceso de desintoxicación en una fundación del municipio tras pedirle ayuda a su mamá. “No puedo más”, le dijo. Ahora trata de superar sus miedos y esos ‘fantasmas’ internos que lo invitan a consumir. Martín acepta que por la droga atracó, puñaleó, engatilló: “Me asustaba de ver lo que llegaba a hacer por encontrar el aliciente”.

Muy similar es la historia de Camilo Duarte, también próximo a llegar a la mayoría de edad. Relata que probó las sustancias alucinógenas por invitación de la banda del barrio: “Vea, pruebe esto que con eso se va a sentir bien… comencé con marihuana, pasé al bazuco, ‘H’ [mezcla de heroína con otra sustancia] y pegante. Inyectado nunca metí eso porque miraba cómo a otras personas se les dañaba el cuero, la piel”.

El drama comenzó cuando tenía apenas seis años y empezaba a dar los primeros pasos en la escuela. “Me la pasaba robando motos, plasmas [televisores]… si podíamos saquear una casa completa, la saqueábamos. Desvalijamos motos, les quitábamos las llantas, los vidrios, todo lo que fuera de valor”, repite Camilo. Al igual que Martín, está en un proceso de rehabilitación para superar los once años de vicio en las calles.

Bernardo Urrego llevaba la mitad de la vida en la misma tragedia. A los 25 años, en plena etapa productiva probó sustancias alucinógenas bajo el pretexto de borrar de su memoria una decepción amorosa; lo que borró fue sus logros personales y también profesionales, pues perdió el negocio de tapicería que tantos frutos le dio. “Empecé a dejar de trabajar. La droga me fue atrapando… ya a lo último estaba tirado en la calle… Es duro porque uno lo que siente es ansiedad… Y sí, llegué a robar para sostener mi adicción”.

Urrego, de 48 años actualmente, explica que durante dos décadas se aisló de la sociedad.Para consumir se escondía en potreros y buscaba ‘ayuda’ en quienes terminaban sumiéndolo más en la adicción. “Cuando uno está en eso quiere estar solo, porque da pánico, se siente persecución”, dice. Hace seis meses comenzó el proceso de rehabilitación, esperando esta vez no defraudar a su familia: “Estuve anteriormente. Ya con esta van cuatro veces. Le pido a Dios que me de mucha fortaleza, lo que pasa es que uno se engaña, pero hay que terminar el proceso y hacerlo bien”, agrega.

Tanto Martín Jiménez, Camilo Duarte, Bernardo Urrego como el niño Andrés Gómez fueron acogidos en la Fundación Hogares Nueva Vida, dirigida por Erasmo Rodríguez, a quien le dicen de cariño ‘El Profe’. Él es el vivo ejemplo de que sí se puede superar la drogadicción. Como ellos, se sumergió en los alucinógenos, específicamente en el bazuco, cuando tenía 14. Y siguió durante los siguientes 22 años dejando atrás sus dotes de ciclista, atleta y futbolista, y desmoronando de paso su taller y almacén de bicicletas. “Después de diez años vino el deterioro… ya no trabaja para consumir; sino que atracaba. Comencé a meterme en problemas con la justicia”.

Para Rodríguez, la droga es como “un diablo” que se mete y que difícilmente quiere salir. Por eso su proceso de desintoxicación tardó cinco años, recibiendo terapias, reconociendo cuál era el origen de sus problemas y ganándoles las batallas a los intentos de recaída. “Acá voy. Llevo 21 años sin consumir drogas”, dice orgulloso.

Este camino de rehabilitación comenzó en los Hogares Crea, en Bucaramanga, con la financiación de Terpel, que pagó su tratamiento. Quienes fueron testigos de su recuperación lo invitaron a replicar la experiencia en la Fundación Santa Rita de Cascia, en Floridablanca, donde trabajó con habitantes de calle. Como una forma de resarcir el daño en Aguachica, volvió a su tierra y en la actualidad dirige su Fundación apoyando a 16 jóvenes.

La tarea no ha sido fácil no sólo por la complejidad que implica tratar a una persona adicta; también por los recursos. Erasmo Rodríguez explica que ha acudido a las rifas, venta de periódico y bolsas de aseo para reunir el pago del arriendo de la sede donde funciona la Fundación Hogares Nueva Vida: “Los jóvenes salen con una alcancía para pagar los servicios públicos porque no tenemos ninguna clase de apoyo del gobierno”.

El ejemplo de Erasmo ya cala en quienes quieren terminar la tormenta. Así como el niño Andrés Gómez sueña con ser futbolista; Martín Jiménez quiere dejar de “ser una oveja negra” y graduarse algún día de doctor o abogado; Camilo Duarte, sueña con ser artista o integrar el Cuerpo de Bomberos; y Bernardo Urrego, con ayudar a otros a rehabilitarse, al igual como lo hace ‘El Profe’. Rodríguez sabe que haber sido padre de siete hijos ha sido también complejo, pero que siente felicidad y tranquilidad al ver que cada uno ya tiene una familia y salieron adelante.

Esta no es la historia de ‘Chucky’, un joven de veinte años, quien no ha logrado dejar las drogas. Sigue vagando por las calles de Aguachica desde que salió de su casa por problemas familiares. “Un compañero de estudio me ofreció y se me hizo fácil probarlas. Me quedé consumiendo, me quedé metido… Es una vida difícil, no he podido solucionar esto, quisiera salir adelante pero no he encontrado el camino”, comenta. El joven reconoce que ha robado para sostener el consumo: “empecé a llevarme lo que podía de la casa, después no llegaba mi mamá y mis hermanos salían a buscarme. Pero ya uno adicto uno se queda como amañado”.

Testimonio de ‘Chucky’

‘Chucky’ cuenta que sí ha recibido amenazas por consumir drogas. “Lo amenazan a uno esos que dicen que la ‘limpieza’, que para matarlo, pero uno no se deja. Uno sale pitado corriendo…. Todavía no me ha llegado la hora”, dice.

Esperan cumplimientos

aguachica 3Quienes están en procesos de desintoxicación reconocen que entraron al mundo de las drogas por problemas familiares o sentimentales. Comenzaron probando sustancias siendo muy niños. Foto: María del Carmen Morales.Quienes están en procesos de desintoxicación reconocen que entraron al mundo de las drogas por problemas familiares o sentimentales. Comenzaron probando sustancias siendo muy niños. Foto: María del Carmen Morales.En su programa de gobierno, cuando todavía era candidato por el partido Cambio Radical, Henry Alí Montes Montealegre prometió dos puntos para combatir el tema de drogas: “gestionaré los recursos necesarios para tratar el problema de la drogadicción en nuestros jóvenes e implementaré programas de prevención a la drogadicción, prostitución y a la conformación de grupos delincuenciales, con el apoyo de diferentes entidades competentes como el Icbf, la Policía de Infancia y Adolescencia, y Comisarías de Familia”. (Lea: página 12 del Plan de Gobierno)

Ya electo en una entrevista concedida al semanario Región al Día, publicada en el 8 de abril de 2016, reconoció que el problema de drogadicción es grave en el municipio. Indicó que las autoridades habían allanado hasta el momento “12 ollas” y que trabajaban en la recuperación del cerro de La Cruz y el Alto de La Campana, así como en el parque San Antonio, conocidos en Aguachica como lugares donde se expenden y consumen sustancias alucinógenas.

Según Montes Montealegre, su idea era buscar la mejor experiencia de rehabilitación en el país para cada mes lograr atender a unos100 jóvenes adictos. “Esa cifra puede parecer poca, pero vamos a comenzar con algo porque el tratamiento de cada joven está por alrededor de 8 millones de pesos mensuales, la recuperación efectiva tarda entre cinco y seis meses, es decir que vale más o menos 50 millones de pesos el tratamiento de una persona”, dijo en la entrevista, asegurado que comenzaría la gestión una vez fuera aprobado el Plan de Desarrollo. (Ver recorte)

El Alcalde fue capturado el 14 de abril de 2016 tras el escándalo en la contratación y ejecución del Programa de Alimentación Escolar (PAE). En su reemplazo asumió como encargado el secretario de Hacienda Edder Serrano Chilatra y sólo hasta el pasado 21 de mayo el Concejo aprobó el Plan de Desarrollo titulado Por un nuevo Aguachicaincluyente y en paz. En el documento, el gobierno municipal reconoce que Aguachica, por ser un corredor de comunicación entre el sur del Cesar, el sur de Bolívar, Norte de Santander, el interior del país y Venezuela, “es un escenario para abarcar múltiples formas de conflictos socio-políticos que pudiesen generar factores de riesgo que propicien el surgimiento de nuevas víctimas en el territorio”. (Lea el Plan de Desarrollo aquí)

El Plan de Desarrollo acepta que entre estos factores de riesgo están las disputas por el territorio entre grupos armados al margen de Ley y por el control de corredor vial para el tráfico de drogas ilícitas, así como el surgimiento de bandas delincuenciales.

Frente al consumo de sustancias psicoactivas, la Alcaldía propone tres estrategias: crear grupos de distintas creencias religiosas que apoyen los procesos de rehabilitación, mejorar la atención pública a los consumidores y hacer seguimiento de que las EPS cumplan con la Ley 1566, que les ordena atender de forma integral a los consumidores de sustancias psicoactivas. De momento, estas son propuestas que siguen en el papel porque sólo hace unos días el Plan fue aprobado y aún sigue pendiente la contratación de varios funcionarios.

La psicóloga Blanco explica que el tema de la drogadicción debe ser atendido como un problema de salud mental y que para ello existe la Ley 1566, aunque “muchos la desconocen”. Las EPS deben asegurar que un médico general, después de valorar el estado de salud de los consumidores, realice las respectivas remisiones para que les brinden tratamientos psicológicos y psiquiátricos. “El psicólogo comienza a hacer la prevención y trabajar con la persona y su familia, y el psiquiatra se encarga de la desintoxicación, suministrándole un tratamiento para disminuir la ansiedad”, indica Blanco.

Testimonio de la psicóloga Blanco

En la práctica, el cumplimiento de tal Ley es difícil. El sistema de salud es lento en otorgar citas, aprobar remisiones y medicamentos. El Director de la Fundación Hogares Nueva Vida considera que la rehabilitación en esta cadena puede fallar y que por experiencia propia lo que impide las recaídas y conduce a un proceso completo es el trabajo de acompañamiento y psicológico.

Aguachica no cuenta con una clínica propia para la atención de adictos, por lo que la remisión de los pacientes generalmente es hacia Santa Marta, Bucaramanga y Cúcuta, lejos de las familias. El Plan de Desarrollo promete que, en cumplimiento de la Ley, construirá un Centro de Rehabilitación Municipal.

El coronel Diego Hernán Rosero Giraldo, comandante de la Policía del Cesar, reconoce que la drogadicción es un problema en la juventud del municipio al desarrollar la campaña Abre tus ojos y promover los Entornos Educativos Seguros. Según el Comandante, la Policía identificó que cerca de las instituciones educativas se estaban generando espacios de expendio y consumo de sustancias alucinógenas. El 29 de abril de 2016, en una rueda de prensa, anunció la entrega del Primer Entorno Educativo Seguro tras realizar “cuatro allanamientos, varias capturas, incautar armas blancas y drogas” cercade un colegio del municipio. (Vea el recorte de prensa)

Testimonio del coronel Rosero

En Aguachica, los esfuerzos para hacerle frente a la drogadicción están fragmentados. Una es la lucha de las familias con jóvenes expendedores y consumidores; otra la batalla que libran los adictos; la iglesia trata de prevenir con los programas de evangelización; la Policía realiza operativos y charlas; los colegios hacen su mayor esfuerzo con la educación; el Municipio contempla varias estrategias en un Plan apenas aprobado; y fundaciones como Hogares Nueva Vida trabajan con las uñas para sacar adelante varios procesos de rehabilitación.

De cara a los procesos de paz, el Gobierno tendrá que pensar cómo unirá tales esfuerzos para que el tema de las drogas ilícitas no se limite al ejercicio de la fuerza o a la eterna espera de una remisión en las EPS. Cómo unirán iniciativas para rescatar a jóvenes productivos de las garras de la adicción será un reto para la paz afirman quienes sobreviven a esta tragedia.

*Periodista radial de Aguachica

**Nombres protegidos en cumplimiento del Código del Menor

Este artículo hace parte del proyecto GIZ con VerdadAbierta.com