El pueblo más victimizado del Cesar

      
Las huellas del terror que dejó el frente paramilitar ‘Juan Andrés Álvarez’ a su paso por el municipio de Codazzi, en el norte del departamento, son imborrables. Familiares de las víctimas hacen memoria de sus tragedias.

codazzi-cementerio1-300x200En el Cementerio de Codazzi, familiares de desaparecidos por los paramilitares hicieron un monumento en su memoria.Codazzi es un municipio de 35 mil habitantes, epicentro en las décadas del setenta y ochenta del desarrollo algodonero en el país. No obstante, es una historia que hoy pocos recuerdan porque ese empuje económico, que lo hizo conocer como la ‘capital blanca de Colombia’, fue reemplazado por el miedo que llegó de mano de grupos paramilitares que se asentaron en la región a finales de los noventa.

Las cifras confirmadas por Justicia y Paz dan cuenta de lo que pasó en este municipio del centro del Cesar, cerca del eje minero y de la Serranía del Perijá. Codazzi es la población del Cesar donde más masacres se perpetraron.

Según los datos de la Fiscalía 58 de Justicia y Paz, en este departamento se registraron 123 masacres que dejaron 605 víctimas, de ellas 31 asesinatos colectivos ocurrieron este municipio, en ellas murieron 132 personas. Además, de las poblaciones del centro del Cesar (La Jagua de Ibirico, Becerril, Astrea, Bosconia, El Paso) es en la que más se registraron homicidios y desapariciones forzadas. Buena parte de esos crímenes se le atribuyen al frente ‘Juan Andrés Álvarez’ del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). (Ver ‘La historia del Juan Andrés Álvarez’).

Carmela* es una mujer mayor que aún llora cuando se le pregunta por su historia. “Es algo que no quisiera recordar. Nosotros teníamos una parcelita en la zona de Santa Rita y Las Mercedes, a 15 minutos del corregimiento de Casacará, ahí sembramos maíz, yuca, y vivíamos de las cosechas. Pero el 21 de marzo del 2002 llegaron los paramilitares y mataron a mi marido, a mi hermano y a un muchacho que habían encontrado en el camino cazando conejos. Yo me salvé porque un día antes, en la tarde, fui a Codazzi a comprar víveres y al regresar encontré a los tres muertos”.

VerdadAbierta.com conoció que al esposo y hermano de Carmela los paramilitares los acusaban de ser colaboradores de la guerrilla y aunque esta masacre ya fue confesada en versiones libres por dos exparamilitares conocidos con los alias de ‘El Indio y ‘El Guache’, para esta mujer que se vio obligada a vender su parcela por miedo, “no fue justo que los mataran porque ellos no se metían con nadie. Si la guerrilla pasó por ahí, nunca la vimos”.

La historia de Carmela es trágica como otras tantas, pero tiene visos de crueldad que la diferencian de las ocurridas en esta población. Amigos y vecinos dicen que a sus familiares los mataron con sevicia: los paramilitares les cortaron la cabeza, los despedazaron a machete, se llevaron las siete reses, las gallinas y los pocos enseres que había en la casa de la parcela.

“Por eso es que no puedo olvidar y lloro cada día, en las noches no puedo dormir. Cuando llegué de Codazzi a la finca, los vecinos no me dejaban pasar, pero en medio del desespero llegué y vi esa escena, sus cuerpos destrozados. Fue terrible”, recuerda la señora.

Esta familia, conformada por Carmela, cuatro hijos y varios nietos, vive en medio de la pobreza. “Al comienzo recibíamos ayuda de la Red de Solidaridad, pero hoy me siento sola y desamparada, mis hijos no son estudiados, no tienen trabajo, la finca la mal vendí y aunque estoy pendiente de la restitución, no me gustaría volver a ella”.

Varias de las masacres perpetradas en el municipio de Codazzi están documentadas en Rutas del Conflicto, un proyecto del Centro de Memoria Histórica y VerdadAbierta.com que recopila información relacionada con por lo menos 700 masacres ocurridas durante el conflicto armado en el país desde 1982.

Los desaparecidos de Codazzi
Entre el mes de septiembre del año 2000 y marzo de 2006, ocurrieron 139 homicidios, desaparecieron 99 personas y se desplazaron 283 más, tiempo durante el que estuvo al frente del ‘Juan Andrés Álvarez’, el desmovilizado y ex comandante de este grupo Oscar José Ospino Pacheco, alias ‘Tolemaida’, quien ya ha confesado varios de sus crímenes ante Justicia y Paz (Ver ‘Capturan a alias ‘Tolemaida’, ex jefe del Bloque Norte’).

Ximena* es otra mujer de Codazzi que hoy es víctima de la violencia paramilitar. Ella se casó con Pedro*, un ex carabinero de la Policía Nacional, vivían en este municipio y allí nacieron sus cuatro hijos. Luego de retirarse de la institución, su esposo se dedicó a trabajar con empresas de seguridad y en el año 2004 estaba vinculado a un ingenio azucarero cercano al pueblo. En noviembre de ese año le practicaron una cirugía y pasaba sus días de incapacidad en su casa y pocos días antes de regresar a su trabajo, decidió ir con su hermano a la finca de sus padres, ubicada en la parcelación El Prado, en El Paso, Cesar, a una hora de Codazzi.

“El desapareció el 28 de noviembre de 2004. Yo lo acompañé al mercado a las 6 de la mañana porque de allí salían los carros para La Jagua de Ibirico y luego tomaba la vía a Boquerón hasta llegar a El Prado. Él se había puesto de acuerdo con el hermano para ir juntos, nos despedimos y nunca más lo volví a ver”.

Tiempo después se supo que Pedro* y su hermano fueron interceptados por paramilitares antes de llegar a su destino. Los bajaron y los llevaron a la base que tenían en la Serranía del Perijá, en un sitio conocido como La Guarumera, allí los mataron y los enterraron en fosas diferentes.

Cuando su esposo desapareció, Ximena era madre de cuatro hijos, el mayor tenía cinco años y la menor, cuatro meses de nacida. “Antes de irse, me dijo que me llamaba apenas llegara, pero no lo hizo y a las 12 del día llamé a su hermana, al papá, y me dijeron que no había llegado a la finca. Pasó la tarde y nada. Mi suegro se fue a La Jagua de Ibirico y se metió a la calle de ‘los cachacos’, que era donde permanecían los paramilitares y les preguntó por sus hijos. Él se sometió a ellos para ver si le decían algo, pero nada. Nos enteramos después que los habían bajado del carro y por eso después fuimos hasta la cárcel Modelo de Barranquilla a preguntarle a alias ‘El Tigre’ (Jhon Jairo Esquivel) y a alias ‘35’ por qué los habían matado y nos dijo que por malas informaciones que decían que ellos ayudaban a la guerrilla”.

Para esta familia víctima fue difícil la situación. Ximena se sumió en la tristeza y perdió el interés en sus pequeños hijos. Después de varios meses reaccionó y comenzó a trabajar para poder criarlos, se enteraron de que habían encontrado unas fosas por los lados de La Jagua y fueron al sitio, pero los restos no se parecían a su esposo, hasta que en el 2010 en un sitio conocido como la Ye de Los Manguitos aparecieron los restos de Pedro. “Lo reconocí enseguida, por sus dientes”. Su hermano no ha aparecido aún.

Mientras Ximena cuenta su historia a VerdadAbierta.com, las lágrimas no cesan. “Siento mucha rabia y resentimiento, he pasado muchas necesidades con mis hijos y los más afectados son ellos porque se han criado con traumas, especialmente mi hijo mayor, es un joven rencoroso, de mal carácter, no le interesa el colegio y me tocó enviarlo a Bogotá con los abuelos porque ya no podía controlarlo”.

Ahora ella está sin trabajo, vive con su abuela que vende sopas todos los días para subsistir y afirma que no conoce la Ley de Víctimas, tanto que ni siquiera está incluida en el Registro Único de Víctimas de la Unidad. “Yo solo sé que estoy pasando trabajo y que tengo unos hijos que sacar adelante”, afirma *Ximena, quien aún vive en Codazzi, a pesar de que se fue desplazada a Bogotá luego de la muerte de su marido.

La primera masacre fue en Codazzi
Los paramilitares llegaron en 1996 al Cesar con el nombre de Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) y luego en esta zona del departamento se agruparon en el Frente ‘Juan Andrés Álvarez’. La primera masacre ocurrió en Codazzi, el 23 de septiembre de 1996, fue coordinada por alias ‘El Pájaro’ y un grupo de hombres que llegaron en varias camionetas al pueblo y se llevaron a 11 personas, a las que señalaban de ser “auxiliadores” de la guerrilla de las Farc.

Las víctimas de esa masacre, cuyos cuerpos aparecieron muchos años después –aun dos siguen desaparecidos- son Gioberto Torres Lazcarro, Juan Martín Mendieta Arias, José Eulises Mendieta López, Robert Solano Ocaño, Esther Ospino Nisat, Edith Vergara Ramírez, Carlos José Cuello Daza, Enilda Ramos Escobar, Adolfo León Leyes Brochel, Jesús María Montejo Angarita e Isabel Rodríguez Peñaranda.

Según los testimonios de desmovilizados ante fiscales de la Unidad de Justicia y Paz, entre ellos Francisco Gaviria, alias ‘Mario’, las víctimas fueron trasladadas a la hacienda Siboney, en jurisdicción del municipio de Bosconia, y luego de tenerlas encerradas en una habitación de finca, las mataron a tiros y enterraron sus cuerpos en fosas (Ver ‘Verdecia: la trocha del terror’).

Otras masacres ocurridas en Codazzi fueron las ocurridas el 16 de mayo de 2000, cuando en una incursión paramilitar mataron con arma de fuego a Miguel Ángel Osorio Arellana, Luis Alberto Jaimes, Juan Carlos Villadiego Arrieta, Euclides Corrales Martínez Cecilia; el 11 de junio de 2001, murieron Edilberto Pérez Novoa, Adelina Adela Ascanio, Alfonso Cuellar Rincón, y el 1 de marzo de 2002, asesinaron a Wilfran Salas Salcedo, Placida García Rico, José Brochero Cadena, Cesar Augusto García Fuentes, Norberto Enrique De La Cruz Payares.

A tanta tragedia del pasado se suman los obstáculos del presente que padecen tanto las víctimas mismas como las organizaciones no gubernamentales que trabajan por ellas. Uno de los casos, documentado por VerdadAbierta.com es el de la organización de Derechos Humanos Colombia Progresista, que tuvo que cerrar su sede por las constantes amenazas en contra de sus directivos.

Las intimidaciones llegaron a través de llamadas anónimas a sus celulares, vigilancia de sus lugares de residencia y trabajo, y mensajes a través de personas que les advertían de los problemas que tendrían si continuaban con el trabajo social y comunitario a favor de la población desplazada asentada en los alrededores de Codazzi. Pese a todo, los líderes continúan trabajando con las víctimas, pero ya con un bajo perfil y sin mucho apoyo institucional local.