Las prácticas criminales del Frente Cacique Pipintá

      

Se hicieron pasar por subversivos, reclutaron menores de edad y arrojaron los cuerpos de sus víctimas al río Cauca. Así actuó el Frente Cacique Pipintá en Caldas y Risaralda durante nueve años.

La zona de influencia del grupo de contraguerrilla Los Buitres del Frente Cacique Pipintá abarcaba los municipios de Neira, Manizales, Chinchiná, Palestina, Arauca e Irra Imagen: Verdadabierta.com

Haciéndose pasar por guerrilleros del Frente 47 de las Farc, los hombres del grupo de contraguerrilla Los Buitres del Frente Cacique Pipintá buscaban “descubrir” a milicianos y colaboradores dentro de la población civil. Bajo esta lógica criminal asesinaron a más de 100 personas en diversos municipios del departamento de Caldas.

Esa dinámica de guerra fue revelada por el exparamilitar Nelson Enrique Toro Arcila, alias ‘Fabio’, a un fiscal de la Unidad Nacional de Justicia y Paz durante diligencia de versión libre realizada en Medellín en la que reconoció por lo menos 20 hechos delictivos como integrante de esta organización paramilitar.

La estrategia que utilizaron fue presentarse ante algunas comunidades campesinas como guerrilleros enviados por Pedro Pablo Montoya, alias ‘Rojas’, comandante del Frente 47 de las Farc. “Les poníamos pruebascomo prestarnos la cocina, darnos desayuno y si eran muy queridos era porque eran guerrilleros o colaboradores”, explicó el postulado.

Esta estructura paramilitar surgió en 1998 por disposición estratégica de Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias ‘Macaco’, máximo líder del Bloque Central Bolívar. Su propósito era hacer presencia en los departamentos de Caldas y Risaralda, su tierra natal, y encomendó su dirección política a Iván Roberto Duque Gaviria, alias ‘Ernesto Báez’.

Entre los años 1998 y 2001 el comandante militar de este frente, que inicialmente fue conocido como Frente Caldas, fue un hombre conocido con el alias de ‘Mi rey’, de quien no se precisó su nombre. Luego, esta facción paramilitar cambió su nombre al de Cacique Pipintá y su comandancia pasó a manos de Pablo Hernán Sierra, alias ‘Alberto Guerrero’.

De acuerdo con Toro Arcila, alias ‘Mi rey’ elaboró una lista de personas que habían sido identificadas por el Ejército y la Policía como supuestos guerrilleros y colaboradores del Epl y las Farc. La orden que dio fue matar a todos los que estuvieran en el listado. Con ese propósito, la tropa comandada por alias ‘Fabio’ empezó a recorrer las diferentes zonas rurales de los departamentos  de Caldas y Risaralda.

En dos de los casos confesados por el postulado quedó en evidencia la estrategia de hacerse pasar por insurgentes. Sobre el primero de ellos dijo: “llegamos a la finca de este señor con la lista que me dio alias ‘Mi rey’ y yo hago como si fuera de la guerrilla. Él muy amablemente nos colaboró y hasta nos dio desayuno. En ese momento yo comprobé que era colaborador y le di la orden a alias ‘Foca’ para que se lo llevara por la carretera que va del Palo hacia Supia, Caldas. Allá lo mataron”, narró Toro Arcila.

En el segundo caso, la víctima murió en circunstancias similares. El exparamilitar contó que llegaron al predio y le dijeron que eran unos subalternos del comandante Rojas, que los había enviado a hablar con él. “Yo le pedí permiso para hacer el almuerzo en el trapiche que tenía y él muy amablemente nos dejó. Pasamos toda la tarde allá y luego yo le di la orden a alias ‘Piraña’ y a alias ‘Samaná’ para que lo ejecutaran”.

Asimismo, para poder cumplir la orden de alias ‘Mi rey’, los hombres del Cacique Pipintá paraban buses, colectivos, chivas y otros automóviles para hacerles “unas preguntas” a sus pasajeros; además, se les pedía las cédulas con el fin de verificar si sus nombres estaban en la lista de supuestos colaboradores de la guerrilla.

“Cuando cogíamos a uno lo interrogábamos y le decíamos por qué lo íbamos a matar. Una vez le dije a un señor que bajé de una chiva que yo le daba la oportunidad de vivir si me decía a qué comandante de la guerrilla le daba la información, como no me respondió lo maté”, admitió el postulado, quien agregó que las “operaciones de control y registro” también las aplicaron en tiendas, casas de familia y discotecas de aquellos pueblos donde hacían presencia.

Toro Arcila confesó dos incursiones armadas (una en el año 2002 y otra en el 2003) realizadas en el municipio de Arauca, Caldas, en las que, con la ayuda de otro grupo de contraguerrilla del Frente Cacique Pipintá denominado el ‘Grupo Delta’, se tomaron el casco urbano del pueblo para sacar a supuestos milicianos del Epl. En la primera acción armada murió una persona y en la segunda seis, de ellas, tres fueron menores de edad.

El reclamo de las víctimas no fue sólo para que el postulado confesara que uno de ellos había sido asesinado por equivocación, sino para conocer el paradero de los que se aún encuentran desaparecidos. La única respuesta que dio alias ‘Fabio’ es que de esos seis muertos, tres quedaron en el sitio donde fueron asesinados y los otros tres fueron lanzados al río Cauca.

La desaparición de los cuerpos fue otra de las prácticas que admitió el postulado. Uno de los casos por el que preguntaron las víctimas fue por el de dos escoltas de un camión que transportaba pilas y linternas de la marca Varta.

Si bien, alias ‘Fabio’ aseveró que sólo retuvo al conductor y se apropió de la mercancía transportada, en una reunión escuchó a alias ‘Víctor’ y a alias ‘El paisa’, comandantes del grupo de contraguerrilla ‘Las Cobras’, que a los dos escoltas del camión los asesinaron y sus cuerpos fueron arrojados al río Cauca.

Los familiares de los asesinados afirmaron que desde su desaparición los estaban buscando: “nos habían dicho que los habían tirado al río, pero no sabíamos si era verdad. Ahora nos toca esperar la versión de alias ‘Alberto Guerrero’ para que nos diga por qué dio la orden de matarlos”.

En el caso de Sandra Margarita Henao, una mujer que había sido identificada por alias ‘Mi rey’ como supuesta miliciana de las Farc fue detenida durante cuatro días hasta que alias ‘Fabio’ la asesinó cerca al río Chamberí en Caldas. En un primer momento, el postulado sólo se refirió al asesinato de la víctima, pero gracias a la intervención de un familiar presente en la audiencia se pudo esclarecer que luego de ser asesinada, alias ‘Sergio’, hermano del postulado, y alias ‘Samaná’ la descuartizaron y la arrojaron al río para que su cuerpo no pudiera ser encontrado.

Así era el Frente Cacique Pipintá

En la audiencia de versión libre, el ex paramilitar explicó cómo estaba estructurado el Frente al que pertenecía el grupo contraguerrilla que él comandó y que era denominado ‘Los Buitres’. Su ingreso a las Auc fue en el año de 1998, meses después de haber dejado el Ejército Nacional, donde se formó como soldado profesional.

Luego de un año como patrullero y escolta en diversos bloques paramilitares, Toro Arcila se presentó al Frente de Caldas comandado por alias ‘Mi rey’. De allí lo enviaron a la Escuela Corazón, un lugar de entrenamiento que pertenecía al Bloque Metro y que estaba ubicada en el corregimiento de Cristales del municipio de San Roque, Antioquia.

Durante dos meses recibió instrucción militar a cargo de un teniente y un cabo retirados del Ejército, que consistía en aprender a ser comandante y a dirigir las fuerzas especiales urbanas, conocidas como Grupos de Autodefensa Urbana (Grau).

Asimismo, recibió instrucción política y financiera, la cual estuvo a cargo de una mujer conocida con el alias de ‘La Chave’, e identificada posteriormente como Isabel Cristina Bolaños Dereix, quien trabajaba en la Escuela La 35 y era muy cercana a los hermanos Castaño Gil y a Salvatore Mancuso. Ella no ha sido judicializada y se sabe que vive en algún lugar de la Costa Atlántica.

Una vez finalizó la etapa de instrucción, Toro Arcila regresó al municipio La Merced, Caldas, y se incorporó al grupo de contraguerrilla conocido como ‘Las Águilas’. Allí empezó a seguir las órdenes de alias ‘Mi rey’ hasta que a finales de junio del año 2000 se retiró del grupo por problemas con el comandante. Durante la segunda mitad del 2000 estuvo al mando del Frente del Oriente, que también pertenecía al Bloque Metro. Su área de influencia eran los municipios de Concepción y Guarne, en Antioquia.

En 2001 decidió regresar a Caldas y encontró que el Frente Caldas había sido reemplazado por el Frente Cacique Pipintá y su comandancia estaba ahora bajo la responsabilidad de alias ‘Alberto Guerrero’, quien tuvo resonancia hace varios meses cuando, en entrevista concedida al Representante a la Cámara Iván Cepeda, relacionó al ex presidente Álvaro Uribe Vélez con grupos paramilitares de Antioquia.

Para ese año el Frente Cacique Pipintá estaba divido en seis grupos de contraguerrilla: ‘Las Águilas’ comandado por Samuel Gallego, alias ‘Fernando’; ‘Las Cobras’, al mando de alias ‘Víctor’, quien fue sancionado y remplazado por alias ‘El paisa’; ‘Los escorpiones’, a quienes dirigía alias ‘Hugo’; ‘Los Halcones’ o ‘Grupo Delta’ comandado por Luis Fernando Marín, alias ‘Franco’; y  ‘Los Buitres’, al mando de alias ‘Fabio’, quien operó en los municipios de Manizales, Neira, Chinchiná, Palestina, Arauca e Irra.

Cada uno de esos grupos contraguerrilla tuvo entre 15 y 20 hombres y los uniformes los conseguía alias ‘Fabio’ en las tiendas de la IV Brigada de Medellín y la V Brigada de Bucaramanga presentando el carné que había obtenido cuando hizo parte del Ejército.

Una de las principales fuentes de financiación, según Toro Arcila, fue la extorsión a ganaderos, comerciantes, empresarios y transportadores. “Nosotros le explicábamos nuestro proyecto de seguridad para la región y así algunos nos pagaban voluntariamente y otros sí tocaba a la fuerza. Si no pagaban le quitábamos las vacas o las bestias que equivalían a la deuda”, afirmó el postulado.

Por estas actividades les entraban mensualmente entre 15 y 20 millones de pesos, los cuales eran destinados a la compra de armamento, radios de comunicaciones, logística y al pago de los miembros del Frente.

Al ser parte del Bloque Central Bolívar, el Frente Cacique Pipintá heredó los estatutos disciplinarios que regían a todos los miembros de la organización. Cuando alguno no cumplía lo que allí se estipulaba recibían sanciones que podían ser económicas, de esfuerzo físico o, la más alta, la ejecución.

En aplicación de esas normas, alias ‘Fabio’ confesó haber ordenado la muerte y desaparición de un menor de edad que había reclutado en Manizales. “Él sólo duró dos días en la organización porque cuando lo mandé hacer un trabajo lo capturaron. Le dijo a la Fiscalía muchas cosas acerca de nosotros y sobre todo de mí. Hasta ese entonces en la Fiscalía no sabían cómo era yo, pero él me describió”.

Un año después, cuando el entonces menor de edad salió del centro de reclusión de menores, Toro Arcila encomendó a alias ‘Valija’, otro menor de edad reclutado por el grupo de Los Buitres, para que matara y desapareciera al joven.

En los tres días de versión libre, Toro Arcila no sólo describió el frente del cual hizo parte, sino que admitió 20 hechos criminales de una lista de por lo menos 95 casos presentados por el postulado a Justicia y Paz, los cuales serán referidos en posteriores audiencias de las cuales aún no se conocen las fechas. Todo lo dicho por el postulado será contrastado por las investigaciones que adelanten los funcionarios de la Unidad de Justicia y Paz.