La tierra: botín de guerra

      

Barranca de Upía y Villanueva fueron centro de disputa entre los paramilitares del Casanare y del Meta. A una familia la forzaron a escriturarle una finca a Los Buitrago y luego a Los Centauros.

Barranca de Upía y Villanueva fueron centro de disputa entre los paramilitares del Casanare y del Meta. A una familia la forzaron a escriturarle una finca a Los Buitrago y luego a Los Centauros.

¿Cómo fue
el despojo?

¿Quién se quedó
con la tierra?

El destierro

¿Cómo fue el despojo?

La familia Pedraza* tenía dos fincas en el Llano, una en Barranca de Upía, Meta, de 222 hectáreas, y otra en Villanueva, Casanare, de 14 hectáreas. De las dos tenía escrituras, y en las dos cultivaban alimentos y arrendaban pastos para ganado. Su vida fue próspera y tranquila hasta el 27 de julio de 2001 cuando cinco paramilitares llegaron hasta la casa que tenían en Villanueva. Golpearon al padre, lo ataron las manos y se lo secuestraron en una camioneta.

Aterradas, su esposa e hijo salieron corriendo. La historia casi idéntica se repitió diez meses después, el 12 de abril, cuando se llevaron a otro señor de la familia. Sus hermanos viajaron hasta Monterrey, un municipio del Casanare donde las Autodefensas del Casanare o ‘Buitragueños’ tenían su base principal. “Nos dijeron que lo demoraban por ahí dos días, que era para investigarlo por una finca”, le contó un familiar a VerdadAbierta.com.

Pero no volvieron a tener más noticias de él. Un conocido de la región les dio a entender que el familiar había sido asesinado y que los paramilitares querían sus tierras. El 18 de julio de 2002 los citaron en la Notaría Única de Villanueva para que firmaran una escritura en la que supuestamente vendían 80 de las 222 hectáreas de la finca de Barranca de Upía por 40 millones de pesos. “No conocía al señor que aparecía ahí como dueño y a mí no me dieron nada”, contó la señora.

El 2 de noviembre después de nuevas amenazas la familia no aguantó más y decidió abandonar las 142 hectáreas que les quedaban en Barranca y vender la finca más productiva, la de Villanueva, por 60 millones de pesos. La casa que habían abandonado en el pueblo la vendieron por 12 millones de pesos para recaudar algo de dinero y sobrevivir en la ciudad.

“Nos siguieron llamando de Barranca y nos decían (de parte de los Buitrago) que les dejáramos cuatro hectáreas y nos decían dónde estaba el cuerpo del hijo. Nos dijeron que nos subiéramos a una moto, que nos llevaban donde el comandante. Pero no quisimos, nos iban a matar”, dijo la señora Pedraza.

Entre 2003 y 2004 los Centauros, el grupo paramilitar que llegó a la zona enviado por los paramilitares Castaño desde Córdoba, entraron en guerra abierta con los Buitragueños. Sus combates fueron principalmente en Villanueva y Barranca de Upía, las tierras donde los Pedraza habían tenido sus fincas. Los Centauros ganaron la guerra y ahí empezaron a abusar de los finqueros que, como los Pedraza, ya habían sido expropiados por los Buitragueños.

“Fue cuando nos llamaron (de parte de los Centauros) para negociar la finca. Nos dijeron que tocaba darles 25 millones para que nos la devolvieran y no nos siguieran molestando”, recordó una familiar. Quien los buscó y les exigió el dinero fue alias ‘Andrés’, identificado en Justicia y Paz como José Gustavo Arroyave, hermano de Miguel Arroyave, quien fue asesinado en 2008 en Medellín, y señalado por Daniel Rendón Herrera alias ‘Don Mario’ de conocer en detalle los ‘negocios’ de su hermano.

Con la ilusión de regresar a la tierra, la familia pagó los 25 millones de pesos, pero fue en vano. El 13 de mayo de 2005, un Día de la Madre, los citaron esta vez en la Notaría Primera de Villavicencio donde forzadamente tuvieron que titular las 222 hectáreas de la finca. Supuestamente les pagarían 135 millones por la tierra pero, igual como sucedió con la escritura de Villanueva, ellos dicen que no les dieron un centavo.

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¿Quién se quedó con la tierra? 

VerdadAbierta.com buscó la matrícula de la finca en Barranca de Upía y encontró que el antiguo Instituto Colombiano de Reforma Agraria Incora, hoy Incoder, le adjudicó 287 hectáreas de tierra baldía a esta familia en 1994. Para 2001, la familia se quedó con 222 hectáreas y mediante la figura de compra-venta parcial vendió 65 hectáreas.

Según la familia, por presión de los paramilitares de ‘Martín Llanos’, el 18 de julio de 2002 firmó una escritura que tenía lista Oswaldo José Meza Granados, el notario único de Villanueva. La escritura señala como supuesto comprador a Jesús Antonio Chaves López, un ex empleado de las Gobernación del Meta y vecino del predio de la familia campesina, quien supuestamente pagó 40 millones por la tierra (Ver escritura). Otro vecino de la finca era Wálter Buitrago, tío de ‘Martín Llanos’. La familia asegura que no recibió dinero. VerdadAbierta.com constató que, siguiendo el número catastral del predio, esta escritura no fue inscrita en el Registro Público de Inmuebles.

VerdadAbierta.com se comunicó con Chaves, quien respondió haber sido un comprador de buena fe. Según su relato, él compró 400 hectáreas en enero de 2002 en la misma zona pero lo hizo de manera informal porque nunca tuvo escrituras. Chaves dijo que en julio de 2002, la señora Pedraza lo buscó acompañada de ocho familiares explicándole que ella era dueña de más de 200 hectáreas y que si quería, podía venderle 80. “Ella me dijo que lo hiciéramos con el Notario de Villanueva. Fue la única vez que la vi. Luego fui a entregarle el dinero al Notario: $5 millones de pesos de arras y luego $35 millones de saldo cuando me entregó las escrituras”, dijo. VerdadAbierta.com se intentó comunicar en varias oportunidades con Meza Granados, quien sigue siendo el Notario de Villanueva, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Chaves dijo que fue a inscribir la escritura en Instrumentos Públicos pero que un funcionario le respondió que no se podía porque el terreno superaba la cantidad de hectáreas permitidas por familia. Según Chaves, por amenazas del Bloque Centauros de las Auc en 2003 tuvo que abandonar las 80 hectáreas.

La familia Pedraza pensó que su drama había terminado. Pero en 2005, esta vez por presión de los Centauros, el 13 de mayo la familia le tituló las 222 hectáreas a Tito Néstor Caro Aguirre (Ver tradición del predio) ante la Notaría Primera de Villavicencio, a cargo de Yolima Soraya Romero. Según figuró en el papel, Caro Aguirre pagó 135 millones de pesos por la tierra, pero la familia asegura que eso no es cierto, que nada recibieron. (Ver escritura de venta)

VerdadAbierta.com se comunicó con la Notaría Primera de Villavicencio y Gilberto Romero, asesor jurídico de ese despacho, dijo que después de revisar los documentos “la escritura se realizó con todos los requisitos de ley”. Romero explicó que según los papeles, la familia y el comprador (Tito Caro) asistieron a la Notaría y llegaron a un acuerdo de pago en dos partes, la primera de $67 millones y a segunda de $68 millones de pesos.

En septiembre de 2009 Tito Néstor Caro Aguirre les vendió 40 hectáreas a dos personas, y actualmente vive ahí. José Chaves, el ex empleado de la Gobernación, confirmó que Caro está en la tierra pero que no lo conoce. En agosto de 2010, Chaves solicitó la protección de la finca asegurando que tuvo que abandonarla, y el Incoder interpuso una medida cautelar, es decir, el predio no puede ser comercializado.

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El destierro

La vida fuera del campo ha sido difícil para los Pedraza. “Es muy triste porque uno no conoce a nadie. Si uno quiere comerse un huevo toca comprarlo; si quiere tomar leche, toca comprarla; a diferencia de la finca donde uno tenía todo. Eso es duro”, dice una de las víctimas.

La familia no quiere volver a las tierras por miedo. Quieren que las autoridades busquen a los dos familiares desaparecidos el 27 de junio de 2001 y el 12 de abril de 2002 cuando los paramilitares a cargo de ‘Martín Llanos’ se los llevaron.

Aunque denunciaron las desapariciones, el desplazamiento y el despojo de sus tierras, no han recibido respuesta. Con la puesta en marcha de la Ley de Víctimas, la familia le pide al gobierno que la indemnicen porque una de las fincas les fue despojada y la casa y la otra finca la vendieron a precios irrisorios para salir rápido de la región antes de que les asesinaran a otro familiar.

*El nombre de la familia fue cambiado por razones de seguridad.

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