A esa conclusión llegó un estudio de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) luego de evaluar la situación de desmovilizados de la guerrilla y los paramilitares que han vuelto a la ilegalidad o en están en riesgo de hacerlo. También muestra los retos sobre este tema ante un eventual proceso de paz con las Farc y el Eln.
Los procesos de paz y reintegración en Colombia son más exitosos de lo que plantean los críticos asegura el informe Retorno a la ilegalidad o reincidencia, realizado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP) en conjunto con investigadores de las universidades de Notre Dame, Pittsburgh y de Nueva York, y la colaboración de la Misión de Apoyo para el Proceso Paz de la Organización de los Estados Americanos (MAPP/OEA).
El análisis evaluó la situación de 1.158 desmovilizados en todo el país provenientes de grupos paramilitares y guerrilleros. De acuerdo con los hallazgos, el 76 por ciento de ellos, es decir, 880 personas, no ha vuelto a incurrir en crímenes, mientras el 24 por ciento, 278 personas, sí lo ha hecho.
Al respecto, el informe, coordinado por María Victoria Llorente, directora ejecutiva de la FIP, y Sarah Zukerman Daly, investigadora principal y profesora asistente de la Universidad de Notre Dame, reitera que si bien ha habido procesos exitosos de reintegración de combatientes a la vida civil, aún queda mucho trabajo por hacer.
“Entender los factores de riesgo asociados a un retorno a la legalidad exitoso es la mejor manera de definir los medios para prevenir que los reincidentes potenciales se conviertan en reincidentes comprobados”, señala el documento y destaca que se requerirán algunas mejoras para responderle a los combatientes de las Farc y el Eln que puedan desmovilizarse si se logran concretar los proceso de paz que se adelantan con le gobierno nacional.
En diálogo con VerdadAbierta.com, Llorente aseguró, a propósito de ese 24 por ciento de reincidencia, “que es una cifra muy distinta a lo que pasa en otros procesos, y no es una muestra de lo que muchos dicen que los desmovilizados están reincidiendo, jugando mal al proceso de paz”.
La coordinadora de este estudio explicó que la idea hacer este análisis surgió en el 2010, año en el cual las llamadas bandas criminales, o ‘bacrim, como las llamó el gobierno en su momento, tuvieron uno de sus índices de figuración más altos y se comenzó a rumorar que esto era reflejo que la mayoría de ex paramilitares había vuelto a delinquir.
“El proceso de desmovilización, desarme y reintegración, en especial el de los grupos paramilitares, ha estado muy cuestionado desde distintos frentes en los últimos casi diez años. Con mucha frecuencia se oye que todos reincidieron, que ese proyecto fue un fracaso”, explicó Llorente.
El propósito del informe, dijo la directora de la FIP, “fue hacer un trabajo para entender este fenómeno sobre el que no había casi información, solo datos de capturas de miembros de las ‘bacrim’, de los cuales se sabían que algunos estaban en las listas de desmovilizados. Era necesario hacer un estudio con un rigor metodológico para entender un fenómeno sobre el que se hablaban generalidades”.
Los investigadores analizaron diferentes variables y encontraron que en la proclividad de los desmovilizados de volver a cometer actividades ilegales, “el 38 por ciento parecen estar firmemente en la legalidad”, y un 47 por ciento “tiene simpatía a comportamientos reincidentes”.
Otro de los hallazgos fue que el 54 por ciento no han sido abordados por grupos criminales para ser reclutados, otro 46 por ciento sí han sido contactados, y de este porcentaje el 10 por ciento “ha estado tentado a aceptar la oferta”.
El estudio señala que hay varias motivaciones durante del proceso de reinserción que repercuten en las diferentes formas de reincidencia y la aceptación de un nuevo reclutamiento, entre ellas “el nivel educativo, el dinero, un empleo estable, una vida cómoda u otros beneficios materiales; el poder, el estatus, el respeto, la venganza, el gusto por la vida militar, la aventura u otras determinaciones sicológicas, y las malas relaciones familiares”.
Otro factor de los ex combatientes con el que se analizó el grado de vulnerabilidad a la reincidencia es la experiencia en el grupo armado ilegal del que proviene, el tiempo en el grupo, el grado de disciplina interna de la unidad a la que se perteneció y la experiencia en combate. Al respecto, el informé evidenció que 20 por ciento están totalmente reintegrados, mientras el 80 por ciento tienen algún nivel de riesgo de regresar a las actividades criminales.
El informe de la FIP asegura que el regreso de los ex combatientes a estructuras armadas ilegales es una de los problemas más delicados en sociedades donde se ha vivido procesos de desmovilización y revela que, en el caso colombiano, la información de las cifras oficiales es insuficiente para “comprender la complejidad del fenómeno de la reincidencia”, entre otras razones porque no se conoce con certeza cuántos desmovilizados han vuelto a la ilegalidad y no hay datos concretos para identificar los motivos de esa reincidencia.
Con los resultados de las encuestas, la investigación concluye que la permanencia en las zonas donde delinquieron los desmovilizados da más probabilidades de que los ex combatientes reincidan por la existencia de redes integradas por ex compañeros y ex comandantes.
En ese sentido, aseveró Llorente, “el informe hace un llamado de atención muy grande sobre las redes que hay en algunas regiones y sobre las que se relacionan los desmovilizados. Además, cómo esas redes pueden apoyarlos a que se reintegren o pueden tener efecto perverso y caer en la ilegalidad”.
Según la directora de la FIP, “no se trata de aislar a quienes están en el proceso de reintegración, no es la red en sí misma, hay que indagar un poco sobre esas estructuras y hacer un mejor seguimiento de con quién anda el desmovilizado”.
En ese sentido, el estudio corrobora que el programa de reintegración es bastante eficaz para los guerrilleros, que en su mayoría se desmovilizaron individualmente y que “han entrado al programa por convicción o decisión”. Pero al otro lado están los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) que se desmovilizaron de manera colectiva bajo los acuerdos con el gobierno nacional de junio de 2003, sobre los cuales se sugirió a la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) prestar mayor atención.
Hacia el futuro
El estudio, que comenzó hace tres años, también ofrece varias recomendaciones sobre futuros procesos de reintegración que se puedan dar con las guerrillas de las Farc y el Eln. Llorente precisó que los diálogos que inició el Gobierno con las Farc no motivaron el trabajo, pero sí fue un factor que se encontraron en el desarrollo del informe. “Frente a esto es relevante saber las lecciones aprendidas para que no se repitan en procesos futuros”, dijo.
Entre las recomendaciones del informe está la de romper con los vínculos a las redes ilegales y fortalecer los programas que les permitan a los desmovilizados permanecer por más de tres años en un programa de reintegración sin sus ex compañeros. “Garantizar la cercanía de la familia y una alta exposición al programa reducen de manera significativa la probabilidad de reincidencia directa, la proclividad a la reincidencia y la vulnerabilidad al reclutamiento”, señala el documento.
Asimismo, esta investigación recomienda elaborar estrategias para “disminuir los niveles de inseguridad tanto reales como percibidos, disminuir los niveles de ciertos traumas psicológicos (principalmente el síndrome de estrés postraumático y la depresión)”.
Acerca del proceso de reintegración desde lo psicológico se recomendó “enfocarse directamente en el estrés postraumático, la depresión, la entrada al grupo armado por motivaciones psicológicas y la alta exposición a la violencia”. Además, llamó la atención sobre una situación clave en estos procesos: “hasta el momento no se conoce un diagnóstico riguroso sobre la situación psicológica de los ex combatientes”.
La familia también es un factor determinante en el éxito de la reintegración de los ex combatientes, advierte la investigación. El análisis de los resultados señala que la probabilidad de reincidencia disminuye si el desmovilizado fortalece sus relaciones familiares, lo que equivale a que reconstruya sus antiguas relaciones filiales, “siempre y cuando éstas no hayan sido funcionales a su motivación para ingresar al grupo armado ilegal (violencia intrafamiliar, redes familiares criminales, etc.)”.
En lo relacionado con el futuro que puedan tener los desmovilizados de los procesos que se adelanten con los grupos guerrilleros, el informe propone que “sería deseable sopesar los procesos ya vividos y definir una vía que se nutra de las diversas experiencias y de sus aprendizajes, teniendo en cuenta que los resultados del estudio que acá se presentan no son generalizables sino a la población actualmente vinculada al programa de la ACR”.
El estudio sugiere que “sería deseable mantener la ruta actual de desmovilización, desarme y reintegración como una alternativa. En este punto es importante anotar que la vía de tratamiento individualizada puede constituirse en un elemento que haga parte de un arreglo exitoso en el marco del nuevo proceso, y que manteniendo esta oferta en pie se ratifique la posibilidad de los ex combatientes de entrar a una dinámica deconstrucción de legalidad como la que, hasta el momento, ha ofrecido el Estado”.
Sobre los aportes del informe en materia de reincidencia frente a una eventual desmovilización de la guerrilla, María Victoria Llorente aclaró que “hay que reconocer que son procesos muy distintos, hay que entender el grupo con quien se está negociando. En el caso de los paramilitares hubo un sometimiento a la justicia, se habló de la reparación a las víctimas. Los diálogos con la guerrilla son una negociación política, donde hay otros temas”.