Expedientes e informes de inteligencia señalan que Javier Insignares Toro fue informante de organismos de seguridad y se valía de ello para evadir investigaciones. Un sicario lo mató en Cartagena, a donde había llegado después de un fallido atentado que hace dos meses le hicieron en Barranquilla.
El crimen organizado en la Costa Caribe volvió a agitarse por un crimen sucedido el pasado miércoles en El Amparo, un concurrido sector de la capital bolivarense. Decenas de personas vieron cuando un sicario llegó corriendo hasta un auto estacionado, sacó una pistola y le disparó al conductor.
La víctima de ese ataque fue Javier Enrique Insignares Toro, alias ‘Benjamín’ o ‘JJ’, de 51 años de edad, desmovilizado del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
Su historial refleja cómo el sistema de justicia colombiano se vuelve en no pocas veces una mezcla de capacidad desbordada por tantos delitos, impunidad y beneficios jurídicos. ¿El resultado? Muchos delincuentes, pese a su prontuario, evitan las condenas más severas por delitos como homicidios y secuestros, si admiten su culpa en cargos menores.
“Después de tantos crímenes confesados por subalternos suyos, no se entiende cómo alias ‘JJ’ no pagó nunca ni media condena por homicidios, cuando hay decenas de casos comprobados y procesos en los que aceptó ser jefe de los sicarios que los cometieron”, cuestionó un fiscal especializado que lideró varias investigaciones contra el exparamilitar.
Insignares permaneció dos décadas en la criminalidad, lapso en el que tuvo relación con por lo menos 100 asesinatos, así como con extorsiones, amenazas, desplazamientos, actividades ligadas al narcotráfico y despojo de tierras en el departamento de Atlántico y su capital Barranquilla.
Sólo en un proceso, Brayan Borré Barreto, un subjefe de sicarios de ‘Los Rastrojos’ en Barranquilla, admitió ante la Fiscalía su participación en 89 asesinatos en el área metropolitana de esta ciudad: 50 fueron cometidos entre 2010 y mayo de 2013. Borré sostuvo que en esos tres años ‘JJ’ fue el máximo cabecilla en Atlántico.
“Fue un asesino despiadado en su época en ‘Los 40’ y ‘Los Rastrojos’, extorsionista, con conexiones en la Policía y muy conocido por delatar a rivales para acomodar y liberar la plaza a su favor”, contó investigador de la Unidad Contra el Crimen Organizado de la Fiscalía.
En 2013, con la división de ‘Los Rastrojos’ en ‘Costeños’ y ’Vallunos’, Insignares permaneció con sus patrones de Cali. La disputa duró cerca de un año. Dejó víctimas mortales de ambos lados, además de chanceras de Uniapuestas y conductores de buses de Sobusa y Coochofal, en medio de la puja el pago de las extorsiones a esas empresas.
Jefe de seguridad e informante
Insignares tomó relevancia por primera vez en noviembre de 2006, cuando investigadores de la Fiscalía y de la Policía supieron que un reducto de paramilitares se había reorganizado en Atlántico, Magdalena, Bolívar y Sucre para heredar los negocios del Bloque Norte, desmovilizado ocho meses antes bajo las órdenes de Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’. (Leer más en: La banda que heredó el imperio de Jorge 40)
Hasta ahí, ‘JJ’ era un delincuente más. “Empezó como vigilante, pasó a informante de la Policía y el DAS, y entró a las Auc. Ahí escaló porque, según información de la época, ganó fama de ser un ‘ácido’ para matar y torturar”, agregó otro fiscal.
Las llamadas interceptadas a la banda denominada ‘Los 40’ evidenciaron que Insignares, portador del carné de desmovilizado Nº 30-00474, era el jefe del ala militar en Atlántico, que contaba con más de 15 sicarios. Las autoridades documentaron 37 muertes y desapariciones forzadas ejecutadas en año y medio por el grupo, 17 en Barranquilla.
Más de 100 integrantes de la organización fueron detenidos en el segundo semestre de 2007 por la Policía. La mayoría, incluyendo a Insignares, aceptó cargos ante la Fiscalía Quinta de Derechos Humanos por concierto para delinquir agravado en la modalidad para cometer homicidio, narcotráfico, terrorismo, secuestro y extorsión.
En su indagatoria, ‘JJ’ refirió que hasta ese momento había afrontado tres procesos. “Uno por extorsión que fue precluido, uno por homicidio que fue precluido y uno por fuga de presos que está en jueces”, dijo. (Leer más en: Lea también: La banda que vino después de ‘Vecino’ y ‘Cadena’)
50 millones por matarlo
A raíz del caso ‘Los 40’, las autoridades supieron que después de la desmovilización de las Auc, ‘JJ’ fue contratado como jefe de seguridad de la estación de gasolina Brisas de Soledad, en el municipio vecino de Barranquilla. Entonces ya era informante de la Policía, del DAS, del CTI, de la Armada y de la Segunda Brigada del Ejército. A veces usaba un nombre falso y, en otras, el código 314.
“Iba a la Segunda Brigada a actualizar sus armas, utilizaba radioteléfonos de la Policía, andaba en carros último modelo, tenían todo legal: arma con salvoconducto, permiso para estar armado, para andar con carro polarizado”, declaró en diciembre de 2009 un exagente del CTI acusado de nexos con el grupo, en una de las audiencias del juicio seguido en el Juzgado Único Penal del Circuito Especializado de Barranquilla
Condenado como jefe de sicarios de ‘Los 40’, Insignares pasó un par de años en la cárcel La Modelo de Barranquilla, donde afianzó contactos con exjefes paramilitares que le encargaron propiedades, dinero, armas y sicarios. Sólo así podría entenderse que nunca se haya conocido que, en versiones libres de Justicia y Paz, ni un postulado de las Auc en Atlántico lo haya ‘salpicado’ por delitos cometidos en el paramilitarismo.
Tras cumplir parte de la pena, salió de La Modelo. De acuerdo con informaciones de inteligencia, la organización criminal conocida como ‘Los Paisas’, brazo armado de la llamada Oficina de Envigado, ofrecía 50 millones de pesos por su muerte. Pero ‘JJ’ encontró respaldo desde Cali.
“Cuando sale de la cárcel, ‘Los Rastrojos’ estaban interesados en los puertos de la Costa y en 2010 entraron a disputar a ‘Los Paisas’ el control del narcotráfico y las extorsiones en San Andrés, Cartagena y Santa Marta”, contó el fiscal. La matanza entre bandas no excluyó a Barranquilla, donde ‘JJ’ aprovechó sus viejos contactos entre las autoridades para soplar información de sus rivales y así abrirse camino con Los Rastrojos.
Narcotráfico, ¿sus últimas andanzas?
En 2014, Insignares fue detenido por el Ejército en una vivienda del barrio Limoncito. Era buscado por concierto para delinquir y terrorismo. Testigos lo señalaron a él y otros tres cabecillas de ‘Los Rastrojos’ de lanzar en agosto de 2012 una granada contra la casa de un testaferro del narcotráfico, en el barrio El Poblado, norte de Barranquilla.
“Se hacía pasar como miembro del Ejército y estaba siendo ocultado por miembros de la Policía. Según investigaciones, ha trabajado para personas muy poderosas e influyentes en la esfera política del país, lo que le ha permitido tener acceso a información y grabaciones que le habían ayudado a proteger”, dio a conocer la Fiscalía.
Sin embargo, duró poco en prisión. En 2018 gozaba ya de casa por cárcel después de acordar con la Fiscalía una pena mínima, a cambio de aceptar cargos por concierto para delinquir. Pasó igual que una década atrás: ‘JJ’ salió indemne de las investigaciones por los asesinatos que Los Rastrojos ejecutaron en el área metropolitana de Barranquilla, pese a lo dicho por Brayan Borré como subordinado suyo.
En los últimos dos años, las autoridades venían verificando si Insignares y otros exparamilitares estaban dedicados al despojo de tierras en Atlántico. Un fiscal reveló que “se conocen informaciones que lo relacionan en vueltas del narcotráfico con alias ‘Sócrates’, un narco que hace poco envió con éxito a México un cargamento de cocaína que salió desde el barrio Las Flores, en Barranquilla”.
“Uno de los últimos homicidios del que se sospechaba de él, fue el de alias ‘Toyo’, a quien mataron hace dos años cuando llegó a un SPA propiedad de una allegada de ‘JJ’, en un centro comercial del norte de Barranquilla”, añadió el fiscal.
En marzo pasado se había salvado de un atentado perpetrado por cuatro sicarios disfrazados de domiciliarios de Rappi, que se equivocaron y balearon un carro parecido al suyo en el barrio Villa Carolina, norte de la ciudad. Según averiguaciones de la Policía y la Fiscalía, el exparamilitar viajó a Cartagena y se refugió en el apartamento de un empresario condenado por vínculos con las Auc.
A juzgar por cómo murió esta semana en Cartagena, en un auto sin blindaje que conducía como un parroquiano más, sin escoltas y acompañado de una hermana y su hija, Insignares tentó a la suerte. El desenlace fue su sentencia final: 12 tiros.