Escrito por: Ricardo Cruz, VerdadAbierta.com

“Esta no es la paz que soñábamos”, recitan al unísono líderes sociales del Alto Sinú al recordar el asesinato de uno de los líderes más carismáticos de la región. El crimen sumió a los habitantes del sur de Córdoba en un temor profundo.

No habían transcurrido dos meses de la firma en Bogotá del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto Armado y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la extinta guerrilla de las Farc, cuando los pobladores del corregimiento de Saiza, en las estribaciones del Nudo de Paramillo, recibieron un duro golpe que transformó la ilusión de paz en escepticismo, temor y desencanto.

El 10 de enero de 2017 hombres armados, que se movilizaban en una camioneta, interceptaron en el sitio conocido como La Petrolera el vehículo que diariamente transporta pasajeros desde la vereda El Cerro, de Saiza, hasta el casco urbano de Carepa, en el Urabá antioqueño. Tras obligarlo a descender, los armados se llevaron con rumbo desconocido a José Yilmer Cartagena, vicepresidente de la Asociación Campesina para el Desarrollo del Alto Sinú (ASODECAS) y uno de los líderes más carismáticos y activos de todo el Alto Sinú cordobés.

Cuentan sus compañeros de ASODECAS que José Yilmer se iba a a reunir con autoridades de Carepa con el fin de gestionar ayudas para una obra que constituye un reclamo histórico de todos los saiceños: el mejoramiento de la única vía de comunicación que poseen, la misma que en invierno se vuelve intransitable por el barro y en verano se hace insoportable por lo polvorienta.

Sus coterráneos sabían que el proyecto estaba en cabeza de la persona más capaz de la región. Las capacidades de José Yilmer y su liderazgo fueron reconocidas durante los años que integró la junta de acción comunal de la vereda El Bosque, de Saiza. Allí trabajó de la mano de su esposa, Liney Cañola, algo inusual en esas tierras agrestes donde las mujeres aún son relegadas a los espacios del hogar.

Se trataba de una simbiosis efectiva: una pareja que se destacaba por su activo trabajo en defensa de los derechos humanos de las comunidades del Alto Sinú Cordobés. Fue precisamente esa preocupación por su pueblo lo que motivó la presencia de ambos en el paro agrario de 2013, convocado por diversas plataformas de derechos humanos en todo el país.

En Antioquia, cientos de labriegos se congregaron en el coliseo de Barbosa, norte del Valle de Aburrá. Entre ellos estaban Luis Carlos Suárez y Luis Carlos Herrera, líderes cordobeses que por aquellos años trataban de consolidar ASODECAS, que, si bien nació como iniciativa campesina para el desarrollo del Alto Sinú en el año 2007, solo obtuvo su personería jurídica en 2012.

Desde su conformación, esta asociación tuvo presiones de la extinta guerrilla de las Farc, pero también de grupos herederos del paramilitarismo y del Ejército Nacional, que no vacilaba en señalar como “auxiliadores del terrorismo” a sus integrantes. “Cómo sería que, al poco tiempo de fundada, la junta directiva renunció por las amenazas”, recuerda Luis Suárez, actual integrante de ASODECAS. “Nosotros decidimos seguir adelante, porque, ¿qué más hacíamos?”.

Para este dirigente el paro agrario de 2013 fue muy útil para ASODECAS: “en Barbosa, nos encontramos como 200 personas que veníamos del Alto Sinú, entre ellos Yimer y su esposa. Fuimos conversando y le vimos la fuerza y liderazgo, y él conoció lo que veníamos haciendo. Sirvió porque nos unimos y comenzamos a trabajar por el territorio. Yimer se apersonó de la formación política de las comunidades de Saiza y del Alto Sinú. Se abanderó de todos los procesos constituyentes que se realizaron en la región y terminó de vicepresidente”.

Con el respaldo de la Asociación, José Yilmer continuó fortaleciendo proyectos que mejoraran las condiciones de vida de los pobladores de Saiza, donde falta todo: no hay agua potable ni hay centro de salud y las pocas escuelas existentes fueron construidas por la misma comunidad, pero carecen de señal de telefonía móvil y de internet; y los labriegos no tienen derecho a ser dueños de las tierras que habitan porque este corregimiento se encuentra en área de reserva del Parque Nacional Natural Paramillo.

Justamente José Yilmer y sus compañeros de ASODECAS, junto con otras organizaciones sociales y campesinas, impulsaban la iniciativa de zona de reserva campesina Nudo de Paramillo. “Había diálogos, incluso, con Parques Nacionales. Habíamos avanzado en identificar los polígonos donde hay comunidades. Queríamos proponer la estrategia de Parques con comunidades campesinas dedicadas a la conservación del medio ambiente”, detalla Luis Herrera.

Pero uno de los “nudos gordianos” que tiene estancada esta iniciativa es la presencia de cultivos de uso ilícito, que convierten al parque natural en el más afectado en el país por los sembradíos de arbustos de coca. El Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) advierte que allí hay unas 774 hectáreas de la mata, cifra que representa el 30 por ciento del total de cultivos ilícitos registrados en Córdoba, que llegaron en 2017 a 2.668 hectáreas.

Para 2016, los avances en las negociaciones de paz con las Farc mostraban una ruta para enfrentar este complejo tema: la sustitución voluntaria. Las organizaciones sociales del sur de Córdoba iniciaron entonces un proceso de pedagogía sobre la implementación del acuerdo relativo a la solución al problema de las drogas ilícitas y su programa estrella: el Plan Nacional de Sustitución Voluntaria de Cultivos Ilícitos (PNIS).

“José Yimer venía haciendo una pedagogía muy fuerte en Saiza, motivando a los campesinos a que se vincularan al PNIS, pues en ese momento pintaban al programa como una gran iniciativa. Y siempre al lado de su esposa, quien trabajaba para que el programa tuviera un enfoque de género y así vincular a las mujeres de Saiza”, cuentan voceros del movimiento político Marcha Patriótica, quienes acompañan a los campesinos del Alto Sinú.

En aquel momento, para las comunidades campesinas del Nudo de Paramillo, y del Alto Sinú en particular, el Acuerdo de Paz significaba la posibilidad de un mejor futuro. “Todos nosotros pensábamos en ese momento: hombre, si se cumple por lo menos el 70 por ciento; está bien, diga usted el 50 por ciento de ese acuerdo, si eso se ve reflejado en las comunidades, esto va cambiar mucho para bien. Y por eso trabajábamos tan arduamente en nuestras comunidades”, recuerda Luis Suárez, integrante de ASODECAS.

Pero esas expectativas fueron revaluadas un día después del secuestro de José Yimer, cuando su cuerpo sin vida fue encontrado en el sitio Piedras Blancas, a escasos minutos del casco urbano de Carepa. En Saiza aún se preguntan por qué mataron a su líder, reconocido por todos, incluidos los armados.

“En esos pueblos, donde no está ni el Ejército siquiera, la fuerza de las circunstancias obliga a los líderes a interactuar con los jefes de los grupos armados”, explica un defensor de derechos humanos de Córdoba, quien pidió reserva de su nombre. “José Yilmer no era la excepción, y les había comunicado a los jefes de la zona en lo que andaba. Y según sabemos, no se habían opuesto. Por eso dolió tanto su muerte. Por eso, y porque su cuerpo fue víctima de unas torturas que, la verdad, no tienen nombre”.

Tres semanas después del homicidio, la Policía Nacional reportó la captura de Adrián Manco Higuita, alias ‘Camilo’, señalado como jefe de sicarios en Carepa de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y sindicado como el autor material del crimen. Al aceptar cargos por los delitos de homicidio agravado, tortura agravada, secuestro simple y hurto calificado y agravado, reconoció que el homicidio de José Yilmer fue ordenado por los ‘Gaitanistas’.

Si bien las autoridades judiciales y de Policía aseguran que ya cumplieron su tarea de esclarecimiento y juzgamiento, en el Alto Sinú, especialmente en Saiza, sienten que la muerte de José Yilmer constituye un daño casi irreparable. “Nunca esperamos que, firmada la paz, nos quitaran una persona que veíamos como referente. No es casualidad que el trabajo social, trabajo organizativo y de movilización que había en Saiza se perdiera”, lamenta Luis Suárez, de ASODECAS.

Por su parte, voceros del movimiento político Marcha Patriótica sostienen que hablar del PNIS en Saiza es “bien complicado”, dada la tensa calma que se vive allí por cuenta de la fuerte presencia de las AGC: “La gente ya no quiere participar y si quisiera, el miedo no los deja. Así quedó la cosa después de la muerte de José Yilmer”.

Este perfil hace parte del informe ¿Cuáles son los patrones? Asesinatos de líderes sociales en el Post Acuerdo. Haga clic en la imagen inferior para conocer sobre esa investigación y acceder a más perfiles.