En la instalación de la última zona veredal en Colombia bajo los acuerdos de esta guerrilla con el gobierno nacional, se hicieron visibles problemas locales que deben ser tenidos en cuenta en la implementación de los acuerdos: la sustitución de los cultivos ilícitos, la presencia de otros actores armados ilegales y el rol político que jugarán las organizaciones sociales regionales y locales.
El 4 de agosto del año pasado, cuando el gobierno nacional anunció oficialmente que Caño Indio, en Tibú, Norte de Santander, sería la Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) en la que se concentraría el Frente 33 de las Farc, muchos se inquietaron y hasta se preocuparon, pues nadie entendía por qué habían escogido esa pequeña vereda donde viven 53 familias, si desde tiempo atrás se venía hablando de La Angalia, otra población tibuyana.
Es más, en esta vereda ya se había hablado de planes para sustituir la hoja de coca y se invirtió en la escuela, lo que ayudó a que la comunidad diera por hecho que ahí sería donde las Farc se concentraría por seis meses. No obstante, ese cambio abrupto se debió, según lo conocido por VerdadAbierta.com, a que cuando representantes del gobierno nacional comenzaron a decirles a los campesinos que debían erradicar, sin importar que aún no hubiesen arrancado los proyectos de sustitución, estos se opusieron y comenzaron a protestar. Entonces a los encargados de escoger el punto de concentración no les quedó otra que buscar rápidamente otro sitio.
Expectativa en Tibú por definición de zona de concentración de las Farc
Cuando se conoció que el lugar elegido era Caño Indio, una vereda a 47 kilómetros del casco urbano de Tibú, surgieron nuevos interrogantes. En el Catatumbo se preguntaban cómo iban a llegar los guerrilleros que dejarán sus armas, si no había una sola vía en buenas condiciones para llegar hasta allá; cómo iban a instalar la zona campamentaria si carecía de energía eléctrica y acueducto, y mucho menos alcantarillado; y, además, estaba rodeada de cultivos de hoja de coca.
Sin embargo, los días pasaron y poco a poco la decisión fue asimilada por el gobierno local y departamental, así como por los mismos habitantes del lugar; unos y otros comenzaron a ilusionarse porque creían que tras la concentración de las Farc llegaría el Estado de manera integral.
La felicidad fue tal que siete días después del anuncio de la zona veredal en Norte de Santander, las familias que viven en Caño Indio se aglomeraron alrededor de la escuela y con banderas blancas le dieron la bienvenida a la comisión tripartita, conformada por representantes del gobierno nacional, la ONU y las Farc, que llegó a explicarles que en dos puntos de los 24 kilómetros cuadrados de su vereda se concentrarían 598 integrantes de esa guerrilla para dejar las armas y volver a la vida civil.
Dos semanas después, ese ambiente de alegría empezó a enrarecerse cuando una comisión del gobierno nacional volvió para verificar las condiciones del lugar y determinar la logística para la implementación de la ZVTN. Cuando los campesinos comenzaron a conocer a fondo los detalles de lo que significa ser una de estas zonas, despertó el inconformismo de muchos.
Los anillos de seguridad, que se instalarán en un radio de 1,4 kilómetros a la redonda para cuidar a los guerrilleros, no van a permitir el ingreso de precursores químicos para el procesamiento de la hoja de coca para uso ilícito y tampoco la salida de la pasta base. Eso generó el rechazo inmediato de los habitantes de esta vereda que se fundó hace 30 años y que ha vivid de esa actividad ilegal.
“Para nadie es un secreto que la coca es la que nos da hasta para llevar la ofrenda a la iglesia. Acá todos vivimos de la coca. ¿Cómo quieren que acabemos con estos cultivos?”, fue lo que repitieron una y otra vez los líderes campesinos de la vereda a VerdadAbierta.com.
En las primeras reuniones, los labriegos manifestaron que estaban de acuerdo con la zona veredal, pero no con la erradicación. “Sin los cultivos no tendremos con qué sobrevivir. No se puede pensar en cultivar otra cosa porque no nos deja nada de ganancias”, aseguró uno de los habitantes que por miedo prefirió omitir su nombre.
Y la situación se agravó para el gobierno nacional cuando la Asociación Campesinadel Catatumbo (Ascamcat) tomó las riendas del lugar y no dejó que se negociara directamente con los labriegos. La Asociación fue quien presentó una propuesta de ayuda económica para las familias de ese caserío que, a juicio de algunos eran exageradas, pues exigieron el pago de tres salarios mínimos mensuales legales vigentes, durante tres años, para los dueños de finca, y dos salarios mínimos mensuales, durante 24 meses, a los ‘raspachines’. Desde ese mismo instante el ambiente se caldeó y el 18 de enero Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, aseguró que Caño Indio ya no sería la zona veredal, que la cambiarían para un sitio cercano al corregimiento La Gabarra, que también es de Tibú.
El tire y afloje entre Ascamcat y el gobierno nacional causó molestias entre algunos de los habitantes de Caño Indio, pues no querían que se llevaran la zona veredal de ahí. “Es imposible que por un capricho de unos cuantos, nos perjudiquemos la mayoría. Acá la idea no es que se impongan las cosas, pero tampoco podemos desconocer los ofrecimientos que nos hace el gobierno. Nosotros queremos negociar directamente y no nos permiten eso”, dijo uno de los labriegos a VerdadAbierta.com. Fueron varias las reuniones que se hicieron en ese lugar, en algunas llegaron a un acuerdo interno, pero en otras no lograban hacer que los representantes de la Oficina del Alto Comisionado aceptaran sus propuestas.
¡Es Caño Indio!
Fue el pasado 27 de enero, durante una visita del Defensor Nacional del Pueblo, Carlos Negret, que se logró destrabar el proceso y Caño Indio quedó confirmada como zona veredal. Los campesinos aceptaron cinco propuestas que se harán efectivas una vez las Farc estén instaladas.
Se acordó que, durante el primer año, el gobierno nacional entregará a las comunidades un millón de pesos mensuales de remuneración por sustitución de cultivos, preparación de tierras para siembras legales o trabajo en obras públicas de interés comunitario, hasta por 12 meses para campesinos con cultivos o sin cultivos de uso ilícito.
Asimismo, se otorgarán 1,8 millones de pesos para la implementación de proyectos de autosostenimiento y seguridad alimentaria por una sola vez, tales como cultivos de pancoger y cría de especies menores; adicionales a ellos, se aportarán 9 millones de pesos por una sola vez, para adecuación y ejecución de proyectos de ciclo corto e ingreso rápido como piscicultura, avicultura, entre otros.
Se estableció también que a partir del segundo año, para asegurar mejores condiciones de vida digna, el gobierno nacional invertirá por familia, hasta 10 millones de pesos en proyectos productivos y sufragar mano de obra. Se creará una línea de crédito especial.
Y finalmente, los labriegos contarán con asistencia técnica durante el proceso, con un costo aproximado de 3,2 millones de pesos por familia.
Después de llegar a un acuerdo, a la zona llegó la maquinaria para iniciar el arreglo de la vía que estaba totalmente destruida, por allí sólo entraban motocicletas y caballos, pero no vehículos. Por problemas de clima, los trabajos se detuvieron un par de días y aún no está adecuada la vía en su totalidad.
El 4 de febrero empezó el movimiento del Frente 33 de las Farc hacia la zona veredal. Los primeros fueron 80 guerrilleros que se encontraban en el lugar de preagrupamiento en la vereda San Isidro, de Tibú. Ese sábado, los guerrilleros iniciaron su camino pasando por el corregimiento Campo Dos, donde entraron a la iglesia y después siguieron a Caño Indio. Al otro día de la vereda La Esperanza, ubicada entre El Tarra y San Calixto, salió otro grupo de guerrilleros hacia el punto de concentración, este también se detuvo en El Tarra y en la pequeña plaza le hicieron un recibimiento masivo.
El Tarra despidió a los últimos guerrilleros del Frente 33 de las Farc
El miércoles 8 de febrero, el último grupo de 189 al mando de ‘Jimmy Guerrero’, comandante del Frente 33 de las Farc, salió de la zona de preagrupamiento de Caño Tomás (Teorama), hacia la zona veredal. La enorme caravana se detuvo en la vereda El 60, ahí durmieron todos los que iban desplazándose.
¿Paramilitares?
Al otro día se levantaron muy temprano y hacia las 8 de la mañana siguieron su rumbo, pero antes pararon en La Gabarra, donde asistieron a un acto litúrgico y se tomaron fotos con varias personas. Lograron andar cinco kilómetros más, pero el recorrido se detuvo porque un líder de la vereda El 40, sitio donde siempre estuvo presente este grupo guerrillero, llegó en una moto y les contó a los dirigentes de Ascamcat que en la mañana aparecieron unos hombres vestidos con camisetas negras y pantalón camuflado, portando armas de largo y corto alcance, quienes aseguraron ser paramilitares que venían a tomar posesión de esa zona.
Los representantes de la Asociación Campesina y su guardia no permitieron entonces que la movilización siguiera adelante. Pidieron la presencia de representantes del gobierno nacional y que la ONU sirviera como acompañante para ir a verificar lo que estaban denunciando.
Ese día Ascamcat emitió un comunicado donde aseguró que un grupo de 15 hombres fuertemente armados, que serían paramilitares según la Asociación, estaba amenazando a los campesinos de Las Timbas, El 40, El 60 y La Paz, entre otras poblaciones. Por lo mismo, no permitió que la caravana del Frente 33 de las Farc siguiera hacia Caño Indio, manteniéndola detenida en el sector conocido como Matecoco.
Las reacciones no se hicieron esperar y hasta líderes comunales rechazaron esa situación. “La Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat) debe dejar el protagonismo y ser clara con la gente y las comunidades”, aseveró Honer Galván, presidente de Asojuntas del corregimiento de La Gabarra refiriéndose al bloqueo a la caravana de las Farc hacia la zona de concentración.
Otro campesino consultado, quien pidió la reserva del nombre, sostuvo que lo que pretende esa asociación campesina es fortalecerse para lo que se viene: “Entonces qué mejor que crear toda esta cortina de humo para comenzar a sonar más. Ojalá que esto no se preste para un paro en el Catatumbo”.
El domingo una comisión conformada por la iglesia, Defensoría del Pueblo, ONU, Personería y Alcaldía, acompañados por Ascamcat, salieron para la zona señalada a verificar la información sobre la presencia de hombres armados, pero no hallaron evidencia que soportara la denuncia.
El general Hugo López, comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano, señaló que las tropas del Ejército ya están en la zona que ha dejado las Farc: “Nuestros hombres están en ese sector y no se ha encontrado nada que indique que por ahí hay un grupo de sujetos armados. También se debe analizar que en ese lugar hay presencia del Eln y ‘Pelusos’ (antigua disidencia del Epl), entonces es muy difícil que llegue otro grupo armado”.
Por su parte, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, anunció hace dos días que se enviaran al Catatumbo 2.200 policías y soldados para reforzar la seguridad de esta convulsionada región fronteriza y atender los reclamos de las comunidades ante el vacío que dejan las Farc.
Después de casi seis días de parálisis, representantes de las Farc, entre ellos ‘Pastor Alape’, de las juntas de acción comunal de la zona y campesinos se reunieron en la vereda La Neiva, del corregimiento La Gabarra, y decidieron que la caravana debía continuar hacia Caño Indio. En un comunicado de esa reunión se señaló que “debido a las amenazas y denuncias que se han venido presentando en las veredas las Timbas, Saphadana, Vetas Central y Unión Vetas, se acordó entregar todas las solicitudes y propuestas dirigidas al gobierno a través de la mediación y la participación de las Farc en los mecanismos de implementación, sean tenidas en cuenta, tratadas y atendidas”.
Pidieron además, “convocar la presencia en la de la Zona y sesión ampliada de la Comisión e Impulso a la Verificación implementación del Acuerdo (CSIVI) y el Concejo Nacional de reincorporación (Consejo Nacional de Reincorporación (CNR). Convocar un consejo de Orden Publico en el corregimiento de la gabarra y activar el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo. Para generar un compromiso de prevención y protección para la región”. Ya con este documento, el último grupo de 189 guerrilleros entró seis días después de haber arrancado de la zona de preagrupamiento a la zona veredal.
Por ahora los hombres de las Farc tendrán que vivir entre carpas y cambuches en Caño Indio mientras se construye y se dota el campamento, con todo lo que el gobierno nacional les ofreció para hacer el tránsito de su vida armada a la legalidad. En estos momentos hay guerrilleros y habitantes de la zona ayudando a levantar las estructuras. Los campesinos también están a la espera de que les cumplan con lo acordado y así terminar de una vez por todas los tropiezos de la última zona veredal que se instaló en Colombia.
Este artículo hace parte del proyecto Open Society con VerdadAbierta.com