Masacres contadas por mujeres

      
Una recopilación de testimonios hecha por la ong Codhes logra reconstruir la manera cómo varias mujeres sobrevivieron las masacres de Chengue, en Sucre y de El Tigre, en Putumayo. También cuenta cómo fueron abusadas por los paramilitares. 


Una de las mujeres sobrevivientes de la masacre de Chengue. Foto: León Darío Peláez – SEMANA.


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-Masacres 1997 – 2001

Una investigación realizada por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Codhes, logró que mujeres sobrevivientes de dos masacres, una en Putumayo y otra en Sucre, contaran lo que le sucedió a sus pueblos y cómo fueron víctimas de abusos por parte de los paramilitares. 

Una fue la ocurrida el 9 de enero de 1999, cuando 150 paramilitares al mando de Antonio Londoño Jaramillo, alias ‘Rafa Putumayo’ entraron a El Tigre, corregimiento de La Hormiga en el bajo Putumayo. Los sobrevivientes recuerdan que oficialmente las personas asesinadas fueron 26, mientras que se hablaba de 14 desaparecidos. Extraoficialmente algunos pobladores hablan de que los ‘paras’ degollaron a 300 entre descuartizados arrojados al río Guamués y otros enterrados en fosas comunes.
 
La otra ocurrió dos años después en Sucre, al otro extremo del país, 80 hombres del Bloque Héroes de los Montes de María entraron en la madrugada del 17 de enero de 2001 a Chengue, un corregimiento de Ovejas. Allí asesinaron a 27 personas, con cuchillos, machetes y garrotes de hierro.

Hasta ahora los relatos que existían sobre estas dos masacres eran desgarradores, crudos, pero aún no se había hecho una versión con base en el testimonio de las mujeres que padecieron y sobrevivieron estos hechos. Alejandra Azuero, autora del informe que publicará Codhes en los próximos días, le dijo a VerdadAbierta.com que “los ataques fueron contra los hombres, las mujeres sobrevivieron. Es por eso que ellas son esenciales para reconstruir la memoria, son las que lo vieron todo, las que se quedaron cuando los paramilitares se fueron. Necesitamos escuchar las mujeres”.

Los testimonios, que se recogieron en entrevistas colectivas con cerca de 50 mujeres, muestran además que los paramilitares abusaron sexualmente de las mujeres en Chengue y en El Tigre, lo que no ha salido a flote ni en las versiones libres entregadas por los ‘paras’ ni en los informes judiciales.

VerdadAbierta.com reconstruye cómo fueron estas masacres a partir de los testimonios de “Las sobrevivientes cuentan”.

Chengue: “Me hicieron de todo”
A finales de enero de 2001 Chengue todavía estaba celebrando las corralejas y las fiestas deprincipio de año. Muchos jóvenes se despedían de sus familia para regresar al colegio en Ovejas o Sincelejo. Los habitantes del pueblo vivían esos días con cierta despreocupación, a pesar de los rumores que los ‘paras’ iban a entrar.

A las 3 de la mañana del 17 de enero de 2001, Enrique Bánquez Martínez, alias ‘Juancho Dique’ y 80 paramilitares irrumpieron en el corregimiento. Lo primero que recuerdan las mujeres fue los ‘paras’ cortaron la energía y hombres armados empezaron a romper las puertas de las casas, gritando y amenazando.

Una de las mujeres entrevistadas le dijo a los investigadores de Codhes: “Vi tres tipos parados frente a mí, y vi las letras AUC. Ahí dije: Dios mío, estamos acabados”. Los paramilitares entraron a las casas, tirando las puertas y sacando a los hombres para juntarlos en la plaza principal del pueblo. Los hombres de ‘Juancho Dique’ llevaron un computador en el que tenían los nombres de los presuntos colaboradores de la guerrilla.

Una sobreviviente asegura que lo que han dicho los paramilitares sobre esa lista es falso y que asesinaron a los hombres a mansalva. “Los ‘paras’ dicen que llevaron un computador. Pero yo no lo creo, sé que mataron a toda la gente que se llevaron, simplemente lo sé”. Otra añadió que “la historia que tenían una lista es falsa, mataron a todos los que encontraron. Los hombres que sobrevivieron fue porque huyeron al monte”.

El testimonio de otra sobreviviente muestra que la violencia fue ciega, sin selección y que en medio de la noche la violencia se tomó a Chengue: “No mataron a más gente porque la gente se escapó, se escaparon gracias a mí, hice escándalo y grité, hasta los que estaban matando me escucharon. Si hubieran encontrado 100 hombres, habrían matado a 100 hombres”.

Muchas mujeres alcanzaron a esconderse debajo de sus camas en silencio. Cuentan que podían escuchar en la distancia los golpes secos de los garrotazos y los gemidos de los hombres que estaban siendo masacrados.

Varios ‘paras’ del Bloque Héroes de los Montes de María aprovecharon para tratar de abusar de las mujeres. Una de ellas recuerda: “Muchos hombres armados entraron a la casa, tiraron la puerta. No me podía mover porque me caí ocho días antes, estaba paralizada. Me tranquiaron (violaron) todos y me pegaron contra el suelo. Me desmayé”.

Otra mujer le contó a las investigadoras de Codhes que los ‘paras’ “entraron donde una familiar y le dijeron que si no les decía donde estaba su marido, la iban a matar. Ahí uno de ellos dijo ‘cázala’ (viólala)”.

Sin embargo, muchas mujeres prefirieron salir de sus casas y “frentear los paracos” para proteger a los hombres, en una forma desesperada para salvar a sus hijos, maridos y vecinos. Una de ellas contó: “Me dijeron: ‘estás muerta perra’. Les dije, bueno, pero si me matan, dejan a mi hijo vivo, él es inocente”. Otra recordó: “nunca pensé que me dejarían viva (…). Tenía a mis hijos en los brazos, lo agarré con tanta fuerza que pienso que si me hubieran matado, también los hubieran matado”.
 
Cuando se hizo de día los ‘paras’ les ordenaron a todas las mujeres entrar a sus casa mientras se iban. Todos los hombres que no alcanzaron a huir al monte fueron asesinados. Cuando ya ‘Juancho Dique’ y sus hombres estaban fuera de Chengue, las mujeres fueron las primeras que descubrieron la terrible escenas del crimen.

Una sobreviviente cuenta: “A las seis y media, cuando ya se estaba poniendo de día, los ‘paras’ nos mandaron a todas a las casas mientras se iban. Apenas los dejamos de escuchar, salimos a ver que había pasado”. El grupo de mujeres se fue a la calle, donde los paramilitares asesinaron a garrotazos y machete a 27 personas. Una de ellas recordó: “Encontramos los cuerpos en charcos de sangre y el equipo de sonido a todo volumen, para que la guerrilla no se diera cuenta que estaban matando gente”.

Tigre: “Eso fue horrible”
El 9 de enero El Tigre seguía celebrando el año nuevo. Los habitantes se alistaban para el día de mercado. El pueblo, que está a orillas del río Guamuez, era próspero, los bares proliferaban a lo largo de la calle principal, habían hoteles, comercios y mucha gente de Huila y Nariño que iban a raspar coca.

A las 11 de la noche, en plena noche, 80 paramilitares del Bloque Sur del Putumayo de las Auc llegaron al pueblo en varias camionetas de platón blancas. Lo primero que hicieron fue bajarse y entrar a los bares. Sacaron a todo el mundo de ahí y los reunieron en la calle principal del pueblo.

En los hoteles los ‘paras’ entraron y despertaron los huéspedes, que salieron medio desnudos a la calle. Además se robaron los registros de los hoteles, por eso no se sabe exactamente a cuánta gente asesinaron esa noche.

En la calle principal de El Tigre la gente se apiñaba sobre la carretera de tierra. Una mujer contó: “Separaron a los hombres de las mujeres y cortaron la luz. Contaban los hombres y al tercero lo subían a las camionetas”. Otra añadió que los ‘paras’ “sólo se llevaron a los hombres. Los escogieron al azar, a viejos y jóvenes. Los ‘paras’ nos advirtieron: ‘hoy venimos por los hombres, pero después volvemos por ustedes’”.

Mientras los paramilitares escogían a sus víctimas, las mujeres eran golpeadas y maltratadas en el piso. Una de ellas le dijo a las investigadoras: “Estábamos amontonadas en la calle. Los ‘paras’ decían: ‘mire que mujeres tan bonitas. Estas cinco son para mi, estas tres para mi, siete para mi’. Empezaron a tocar las mujeres en el piso, lastimándonos, diciéndonos guerrilleras. No eso fue horrible, nos pateaban, nos pegaban con lo que tuvieran en la mano”.

Después de llenar las camionetas con los hombres de El Tigre, los paramilitares se los llevaron al puente que pasa sobre el río Guamuez. Las mujeres se quedaron sentadas en la calle, mirando al piso. Una sobreviviente le dijo a Codhes: “Cuando los ‘paras’ se fueron nos dijeron: ‘ustedes se mueven en media hora, hay gente que los está vigilando’. Se fueron y quedamos como estatuas, entre varios muertos. Cuando la gente volvió, no sabían quiénes eran cadáveres y quiénes no, no nos movíamos. Parecíamos inútiles, entumecidos”.

El puente sobre el río Guamuez, de casi 50 metros de largo, fue el último sitio donde las camionetas de los ‘paras’ pararon. Ahí bajaron a los hombres detenidos, los acribillaron, los degollaron y los tiraron al río. Unos pocos lograron escaparse, saltando de los vehículos y huyendo al monte.

Una de las mujeres que sobrevivió el ataque de los paras recordó cuando fue al río: “Un hombre llegó y nos dijo que había ocho cuerpos en el puente. Yo fui por mi hijo. Cuando llegamos, había sangre por todo el puente, había muchachos en el río. Yo dije: ese es mi hijo, ese es mi hijo. Iba a saltar al agua y me dijeron que mi hijo estaba vivo, que logró saltar del platón de las camionetas y se escapó. Luegó lleno de sangre, no tenía camiseta, estaba descalzo. Cuando se escapó cayó sobre una mata llena de espinas. Se metió en la selva como una culebra, arrastrándose entre las espinas”.

“Me escapé. Mamá, volví a nacer” me dijo. Nos abrazamos, todos lloraban, los hombres lloraban”.

Después de la masacre de 29 personas El Tigre se volvió un pueblo fantasma. En 2000, los ‘paras’ de ‘Rafa Putumayo’ volvieron al pueblo. Reunieron a los habitantes que quedaban y les dijeron que iban a quedarse. Empezaron a ocupar casas abandonadas y a instalarse donde la gente. Se quedaron hasta 2002, cuando las Farc atacaron el pueblo y asesinaron a 40 paramilitares.

En esos dos años, las mujeres reportaron numerosos casos de abusos, como una continuación de la masacre: “Se la llevaron de la discoteca desnuda, completamente desnuda. La mataron y dejaron un cuchillo en su vagina. La violaron, la masacraron, tenía heridas en los senos.  La dejaron desnuda, como Dios la trajo al mundo. Era muy bonita, tenía 15 años”.

Una mujer que vivió el horror paramilitar en El Tigre todavía evoca: “Todos los días me acuerdo de la masacre y pienso: ¿Porqué no nos hicieron nada a nosotras, por qué sólo los hombres?”.