Ever Veloza García, alias HH, contó como a punta de masacres y asesinatos y financiados por el dinero de algunos empresarios y comerciantes, el bloque Calima, de las Auc, “conquistó” algunas regiones de esos departamentos.
En breve : Ever Veloza García confesó cómo fue el ingreso de las autodefensas a Cauca y Valle del Cauca: a punta de bala y dejando una estela de muertos por caminos y veredas. Confesó otras cinco masacres y más de 41 homicidios, por ahora. Nombre de los paramilitares mencionados: Henry Jaramillo, alias El Mocho; Wilmar Valencia, alias Félix; Jesid Enrique Pacheco, alias El Cabo; Jaime Manuel Mestra Santamaría, alias Romario; Omar GómezRuiz, alias Figurita; Elkin Casarrubia, alias El Cura; José de Jesús Pérez, alias Sancocho; John de Jesús Delegado, alias Cata; Luis Carlos Medina, alias Roiner; John Jairo Gómez, alias El Paraguayo; Robin Molina Méndez, alias Tatuaje; Armando Lugo, alias Cabezón y Francisco José Morales, alias César. Lugares que mencionó: Santander de Quilichao, Cojibío, Ortega, Buenaventura, Tuluá, Bugalagrande, Cerrito, Dagua y Timba. |
HH pidió más tiempo para poder dar más detalles sobre los crímenes que cometieron las Autodefensas en el Urabá, Cauca y Valle. Foto Javier Arboleda-VerdadAbierta.com – Bloque Calima – Bloque Bananero |
Alias ‘Huila’, un soldado cuya identidad no pudo establecer, se convirtió en el eslabón que utilizó el Gaula del Ejército en Popayán (Cauca) para planear y ejecutar de la masacre de La Rejoya, ocurrida el 15 de enero de 2001, en la vía que de la capital de ese departamento conduce al municipio de Cajibío.
La mañana de ese día, varias personas, vestidas de civil y acompañadas de tres encapuchados, entre ellos una mujer, montaron un retén ilegal sobre la carretera, a la espera de un objetivo específico: un bus, tipo escalera, que en la madrugada había partido de la plaza de mercados de Popayán.
Varios hombres impidieron el paso del automotor, mientras que los encapuchados empezaron a señalar a once personas, a quienes obligar a descender y tenderse al piso. Diez de ellas recibieron tiros de gracia en la cabeza, salvo el conductor, reconocido por uno de los agresores, que le salvó la vida con la frase: “Ese no, que es amigo mío”.
Entre las personas muertas estaban José Mosquera, Absalón Victoria, Florencio Torres, Rubén Darío Sánchez, Carlos Adolfo Chadfed, Luis Alberto Muñoz y José Luis Campo, todas sometidas a un juicio sumario, dirigido y orquestado por dos hombres y una mujer que se subieron encapuchados y empezaron a señalar a supuestos colaboradores de la guerrilla.
A ellos les ayudaron dos indígenas, de apellido Pecuné Pechené, quienes después se desmovilizaron con el grupo Héroes de Ortega, de las Auc, en noviembre de 2003.
La justicia colombiana no había podido avanzar en la investigación por estos hechos, tanto que las víctimas acudieron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), que aceptó la demanda por las evidencias, por acción y por omisión, en contra del Estado colombiano.
Ahora esa justicia tiene una oportunidad, basada en la confesión de Ever Veloza García, alias HH o Carepollo, el desmovilizado jefe de los bloques Bananeros y Calima, de las AutodefensasUnidas de Colombia (Auc), que aceptó su responsabilidad en esta y otras cinco masacres.
En la audiencia de reanudación de las versiones libres, HH confesó que hombres bajo su mando ejecutaron estas matanzas, en las que murieron 41 personas. También reconoció y dio datos sobre otros 10 hechos, con otras 14 víctimas mortales.
La avanzada
HH confesó que las Autodefensas llegaron al Valle a mediados de 2000, por solicitud expresa de algunas familias y algunos empresarios de Cauca y Valle del Cauca, en momentos en que la guerrilla arremetía con más fuerza en la región y ante hechos perpetrados por el Eln como el secuestro masivo de unas 150 personas dentro de la Iglesia La María, de Cali, en mayo de 1999.
HH habló de las familias Mejía, Escarpeta y Guzmán, que le ofrecieron financiación, pues llegó solo con 75 combatientes de Urabá, “pero alcanzamos a tener unos 800 hombres”. Sostuvo que un comerciante, de nombre Henry González López, fue el encargado de buscar la financiación.
Y sostuvo que Ramiro Rengifo Rodríguez, conocido como El Gordo, investigado por desplazamiento forzado y concierto para delinquir, y quien para le época se desempeñaba como jefe de seguridad del ingenio azucarero San Carlos, fue el responsable de entregar información al Bloque Calima sobre supuestos colaboradores de la guerrilla o dirigentes sindicales que debía asesinar.
Sostuvo que ese y otros ingenios financiaron a las autodefensas, pero dijo que el nombre de los demás los revelará una vez avance en las versiones libres.
HH prometió que su idea es aclarar y decir la verdad sobre unos 5.000 crímenes cometidos en Urabá, Valle del Cauca y Cauca, por lo que insistió ante el Gobierno Nacional para que prorrogue el tiempo que le dio antes de enviarlo extraditado a Estados Unidos, plazo que se vence a finales de febrero.
Hombre clave
Antes de comenzar a narrar de manera cronológica sus incursiones como comandante del Calima en Cauca y Valle del Cauca, HH se detuvo en la masacre de la Rejoya y contó que José de Jesús Pérez, alias Sancocho, el comandante de la Auc en la zona de Santander de Quilichao, también postulado a Justicia y Paz, coordinó todo el “operativo” con el comandante del Gaula.
“Él debe saber el nombre, pero conozco que era un alto oficial que les envío a las autodefensas a Huila y a otra informante que le llamaban La Gorda”, quienes se convirtieron en los verdugos de las víctimas.
Dijo que también participó Elkin Casarrubia, alias El Cura, y recalcó que muchos de los responsables de esa masacre fueron capturados, por orden de la Fiscalía, en la Operación San Joaquín, pero procesados solo por concierto para delinquir.
El desmovilizado jefe de las Auc dijo que los agresores estuvieron a punto de ser capturado por el CTI de la Fiscalía, se escondieron en una finca de producción lechera de la zona, donde no solo eludieron la persecución de las autoridades sino que encaletaron las armas, por las que regresaron días después.
El 29 de abril de 2001, sus hombres hicieron otra incursión armada en la vereda El Firme, zona rural de Buenaventura (Valle del Cauca), a orillas del río Jurimanguí, donde mataron a siete personas y dejaron heridas a otras tres, entre ellas a un menor de edad.
Ese día, Henry Jaramillo, alias El Mocho, y Wilmar Valencia, alias Félix, ex integrante de las Farc, salieron en busca de Plácido Quintero Sierra, a quien sindicaban de ser un miliciano de las Farc en la zona, aunque para la comunidad siempre fue un líder veredal.
HH dijo que entraron a la casa de Quintero Sierra y lo mataron, pero tambiénmataron a quienes estaban con él: Severo Mosquera, William Valencia, Luis Valencia Castro, Ramón Angulo, Juan Caicedo Valencia y Mauricio Cocoa.
Los atacaron con machetes, los torturaron y luego los remataron y, antes de salir, quemaron el caserío y amenazaron a sus pobladores con volver, “advertencia” que originó un desplazamiento masivo. Un menor se quedó atrapado entre las llamas de la casa de madera que funcionaba como un hogar del Instituto de Bienestar Familiar (Icbf).
Más dolor
Veloza García también confesó que el bloque Calima es responsable de dos masacres en el corregimiento Sabaletas, de Buenaventura y, una más en el caserío El Palo, en el centro del Valle del Cauca, incursiones que dejaron otras 18 víctimas.
En la primera masacre perpetrada en Sabaletas, en junio de 2000, los paramilitares mataron a Ángel Tutelar, de 27 años; Jonier Valencia, de 32; Walberto Aníbal Riascos, de 58; Julio Vallejo, de 48; Ruth Matilde Rentería, de 37, Ledy Valencia y Marta N., de 25.
Hirieron a 11 personas, sorprendidas cuando celebraban el Día del Padre, hecho que provocó el desplazamiento de más de cienpersonas. Antes, el 10 de mayo, los mismos paramilitares habían asesinado a 12 personas más, en la antigua vía al mar, cerca de Sabaleta.
La otra matanza ocurrió el 29 de enero de 2001, en el caserío de invasión Villanueva, del barrio El Porvenir, en Santander de Quilichao, donde John Jairo Gómez, alias El Paraguayo; Robín Molina Méndez, alias Tatuaje; Armando Lugo, alias Cabezón, y John Jesús Delgado, alias Cata, hombres bajo el mando de Veloza García, entraron lista en mano en busca de supuestos milicianos.
Sacaron de sus casas a José Manuel Castro Pulmán, Orlando Lalinde Lazo, Carlos Abel Vidal Chamorro, Oscar Fernando Sánchez Pechené, Hernando Sánchez Vidal y Alfonso Valencia, a quienes hicieron tirar en la vía pública y delante de sus familiares, amigos y vecinos les dispararon.
Pese a la crudeza de los hechos narrados, el desmovilizado jefe paramilitar insistió en que quería decir la verdad y quería contar cómo llegaron las Auc a esa región.