Al hermano de Juana* lo desaparecieron paramilitares de ‘HK’, mando medio de los Buitragueños en Villanueva, Casanare, en agosto de 2002. Parte del gran número de desapariciones en Casanare se atribuyen a la guerra entre dos bandos paramilitares, el Bloque Centauros, que venían del Urabá Antioqueño con el narcotraficante Miguel Arroyave, y los ‘Buitragueños’ de Héctor Buitrago y su hijo ‘Martín Llanos’, oriundos de la región. Luego de los hechos, Juana tuvo que dejar su tierra e irse a Bogotá.
“Yo soy sobreviviente de desplazamiento forzado y desaparición forzada. Vivía en Villanueva, Casanare, en el corregimiento de Aguaclara en la época del paramilitarismo de ‘HK’ y los Buitrago. Yo tenía mi niño de 10 años y tuve que salir de allí, mandarlo para Yopal porque a los niños los reclutaban desde esa edad. Ellos reunían a toda la gente del pueblo y daban las órdenes. Venían con lista en mano y nos llegaban a las casas a cualquier hora del día, sobre todo en la madrugada.
El objetivo de ellos, aparte de sembrar el terror masacrando gente y dejándola en los árboles de los parques colgada, era reclutar jóvenes, como mis hermanos. Uno tenía alrededor de 28 y el otro tenía 32.
En Aguaclara, a nosotros nos llegaron a la finca a la 1 de la mañana. Mujeres para un lado, hombres para el otro y niños en un cuarto. Cogí mi niño y nosotros salimos por una puerta trasera que tenía la casa que conectaba a la platanera que teníamos.
Cada quien tenía que correr y salvar su vida. Contra los únicos que no atentaban era contra los abuelos y los niños pequeños. Pero si tenían de nueve años en adelante los reclutaban. Nosotros pudimos escaparnos. No sé cuánto caminamos, hasta que amaneció, y nos escondimos en el monte hasta que volvió y anocheció. A uno de mis hermanos sí se lo llevaron, lo desaparecieron en agosto de 2002. El otro se escapó por encima de un alambrado que había.
A los ocho días, el muchacho que tanqueaba en la bomba de Aguaclara nos dijo un día que a vio a mi hermano en una camioneta de platón y llevaban a tres muchachos más amordazados y amarrados. Mi hermano en este momento está muerto, nunca pudimos encontrar el cuerpo.
Al ver la destrucción y el dolor de la familia, estaba resuelta a que me mataran o a saber algo de mi hermano. Saqué una cita con el comandante de la región, con ‘HK’, y no me atendió.
En la región estaba Héctor Buitrago y otro de Urabá al que no me le sé el nombre. Ahí se desató la guerra. En Yopal y en Casanare había toque de queda a las 6 de la tarde y esto se convertía en un pueblo fantasma.
Cuando vinieron esos paramilitares de Urabá reclutaban muchachos a la fuerza. A los que no hacían caso los mutilaban, los rapaban, les quitaban los deditos por pedacitos. En esas cayó un amigo de nosotros, un compañero de barrio. Se lo entregaron completamente mutilado a la mamá. Usted salía y había en el parque tres sin cabeza, sin los brazos, con el corazón por fuera. Después del desplazamiento sabemos que cogieron al señor Buitrago vivo y lo condenaron.
Me tocó irme para Yopal con mi hijo. Me recibió una señora que vivía al lado de la Procuraduría. A los 15 días dos paramilitares fueron a tocarme la puerta. Usted no sabe lo que se siente tener la muerte al frente. Dijeron que estaban buscando a una señora con mis características.
Me la describieron y yo dije que no la distinguía, pero me estaba describiendo a mí. Le dije que en esa casa vivía una señora que se fue hace dos meses. Insistieron en que buscaban una señora que se trasteó hace ocho o 15 días. Pues era yo. Pero yo digo que Dios lo tiene a uno para algo más. Me dijeron que de todas maneras los llamara si sabía algo.
En la noche cogí mi chinito, mi maleta, y arranqué pa’ Bogotá. Llegué a dormir al terminal porque no sabía dónde vivía mi tía, que era donde me iba a quedar. En Bogotá duré refugiándome desplazada siete años. Volví en 2010, cuando Unidad de Víctimas dijo que ya podía regresar a Casanare.
Me amenazaron de nuevo, pero denuncié ante Fiscalía y Personería. En Bogotá me había capacitado y cuando volví a Yopal intenté orientar a las víctimas que viven en un limbo porque ignoran la ley. Hay personas que llevan 10 años desde que les mataron a sus hijos, a sus padres, ni siquiera saben qué hacer. Voy para tres años trabajando con víctimas del conflicto armado, pero nosotros no tenemos ninguna retribución por nuestro trabajo. Estoy trabajando honoris causa por las 36.000 víctimas que hay en Yopal.
Conformo una asociación de mujeres víctimas del conflicto armado. Viudas, jóvenes, madres cabezas de hogar, y estamos buscando que el gobierno nos ayude para un subsidio de compra de tierras, para hacer un proyecto productivo agrícola y sostenernos.
Mi trabajo es empoderar a las mujeres que están siendo estigmatizadas por ser desplazadas porque en las entidades le dicen a uno que trabaje, que no pida. Empecé a gestionar un capital semilla para arrancar. Presenté un proyecto al Ministerio de Agricultura y salió dentro de36 proyectos a en Casanare y solo escogían cinco.
Estamos a la espera de que pase el proyecto y de que termine la ley de garantías porque eso generaría empleo, independencia. Uno se convierte en ejemplo de superación para muchas personas que están con la venda en los ojos porque no hay quién los oriente. Hay 10 familias comprometidas en el proyecto agrícola, porque no a todas les gusta la agricultura, y de este grupo, la mayoría son mujeres cabeza de familia víctimas del conflicto armado que están al frente de sus hogares.
Para nosotros no ha habido ninguna respuesta a pesar de que ya se denunció, se hizo todo el proceso. Y le dicen a uno que hay que esperar porque son miles de casos. Fiscalía tiene sus procesos ahí pendientes, nunca se ha sabido nada, estamos a la espera. Se ha oído hablar sobre las purgas que pagaron los victimarios en periódicos y noticias. A ellos les rebajaron penas por colaborar con la justicia, por decir dónde estaban los muertos y las fosas. Son muchos los muertos y uno no pierde la esperanza de que algún día le digan que estos son los restos de su hermano.”
Escuche algunos relatos al respecto
*Se cambia el nombre de la víctima por razones de seguridad.
Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.
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