Ver la primera parte de este informe y la introducción
Desde que el presidente Álvaro Uribe, en 2006, la declarara como zona estratégica de recuperación, el conflicto entre el Gobierno y las Farc en este municipio ha vivido diferentes facetas. Al día de hoy, aunque polarizada, la población le apuesta al cambio.
Mientras en La Habana se avanza afanosamente para conseguir una firma que ponga fin a la guerra, en este municipio del sur de Tolima se escuchan noticias de abatidos, extorsiones, capturados, infiltrados, tráfico de drogas y violencia urbana. Son titulares de todos los días. Basta llegar a algunos corregimientos para entender que la guerra sigue latente. En la mayoría de ellos, en plena plaza principal, hay una guarnición, una trinchera o una estación militar (Sólo hasta hace siete años ingresó el Ejército de manera permanente).
Son varios los temas que generan preocupación entre los pobladores. El primero de ellos, según Ernesto Soto, vocero de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima (Astracatol), es la desinformación que hay sobre el proceso de paz. “Lo que la gente debe entender es que no se está firmando la paz sino que se dejan de dar plomo. La paz son cambios y esos cambios acá no han llegado. Por el contrario, hay harto atraso en las zonas rurales y en la cabecera municipal hay tensión”.
Dijo, además, que las cosas se complicaron cuando llegó la ‘semaforización’, que es la forma que tiene El Ejército para diferenciar el nivel de riesgo de las veredas: amarillas y rojas. En las primeras, hay tránsito libre de los habitantes; en las segundas, es tránsito restringido pues hay control por parte de los milicianos y las fincas permanecen custodiadas por militares.
“Mi finca está en la vereda ‘Esmeralda Alta’ y dicen que es zona roja. Allí vivo con mi familia y es rara la vez que no nos esculcan el mercado o el momento en el que no nos controlen cuantos alimentos consumimos”, contó a VerdadAbierta.com Raúl Marín.
El coronel Hoover Yarley Ríos, del Batallón Baraya de la Quinta Brigada, aseguró que aunque la guerrilla se ha reducido en un 90 por ciento, aún hay presencia de milicias en los cascos urbanos: “hemos recuperado el territorio, pero no se ha cumplido la tarea. Están entre la población delinquiendo, extorsionando y cobrando impuestos a los vehículos particulares que transitan entre los corregimientos”.
Otro aspecto que preocupa a la población es el resultado de las pasadas elecciones. Allí, la Alcaldía la ganó José Funor Dussán García, por el partido Opción Ciudadana, quién durante su candidatura aseguró que iba a devolver la seguridad a Planadas y a encaminar el rumbo próspero de la economía en el municipio. En una alocución trasmitida por la emisora ‘Musicalia’, aseguró que iba a gobernar de la mano de Óscar Barreto (el Gobernador), quien ha estado involucrado en varios casos de celebración indebida de contratos y peculado.
“Lo que nos preocupa es que con este Alcalde se vuelva a dar vía libre a las multinacionales para que vengan acá a saquear los recursos. Ya intentaron una vez y no pudieron, la pelea con las hidroeléctricas la ganamos, pero bajo esta administración no se sabe que va a pasar”, afirmó Ernesto Soto.
¿Y la guerrilla?
Durante más de 30 años esta región fue cuna del movimiento guerrillero, desde la creación de las guerrillas liberales y comunistas, pasando por la violencia partidista del 40, hasta la conformación del Comando Conjunto Central de las Farc. El territorio se convirtió, por su ubicación geográfica, en un punto estratégico para coordinar las acciones armadas en el sur del país y ser el corredor de tráfico de armas y drogas provenientes del Bloque Sur con el norte del departamento.
El repliegue de la guerrilla empezó en 2006 cuando la Política de Defensa y Seguridad Democrática la priorizó como una de las zonas donde se debía entrar a recuperar el territorio. Desde entonces, un grupo de la Dipol, junto con la Sijin y el Ejército empezaron a llegar a los corregimientos para trabajar encubiertos en tiendas, bares y centros comerciales. Esa fue la estrategia para quebrar las estructuras que operaban en la región. Plan que duró hasta la muerte de ‘Alfonso Cano’, en noviembre de 2011, en la denominada ‘Operación Odiseo’.
Hoy en día operan el Frente 21 y la Columna Móvil ‘Héroes de Marquetalia’, de los cuales, según el Ejército, ya solo queda el 10 por ciento de lo fueron hasta el año 2008.
Los retos del posconflicto
Las posiciones son variadas al hablar de un futuro en ‘paz’ para el municipio. El coronel Hoover Yarley Ríos, aseguró que la inversión en infraestructura es uno de los puntos esenciales para que la paz pueda aterrizar: “lo que se debe garantizar es que el territorio tenga suficientes obras, como las vías y la pista aérea – que está en construcción- para poder sacar de mejor manera los productos y aumentar la competencia con otros sectores del país, con ello se mejora la economía”.
A la fecha en esta región se han construido 83 kilómetros de carretera, sin embargo las vías secundarias y terciarias, a cargo de la administración local, no están en buen estado. Muchas siguen siendo trochas por las que solo se puede ir a caballo.
Por su parte, los campesinos de Astracatol se mostraron convencidos de que hablar de paz es hablar de oportunidades, y que esas no se han visto reflejadas en ninguna vereda del municipio: “nosotros vivimos con crédito para poder mantener la tierra. Es decir, vivimos con deudas, no estamos trabajando para vivir sino viviendo para trabajar”, dijo uno de ellos.
Sin embargo, este grupo de campesinos se ha organizado con otros más de la zona para montar una cooperativa de mercado, la cual funciona en tres veredas aledañas al casco urbano. Allí los productos se venden a mejor precio que en los mercados. A futuro, esperan que de llegarse a concretar la mencionada “paz territorial”, el Estado les ayude con un proyecto de cooperativas agroalimentarias intermunicipales, las cuales creen que se pueden convertir en centros de abastecimiento para las grandes ciudades.
Olivio Rodríguez, representante municipal de la Federación Nacional de Cafeteros, planteó la posibilidad de que los desmovilizados lleguen a esa tierra pero a trabajarla. “Acá lo que se necesita es sembrar. Eso es el posconflicto, que esta región vuelva a ser lo que era antes del 98: próspera, que haya inversión y adecuación del campo para nosotros poder trabajarlo”.
Segunda parte del informe “La guerra y la paz en el sur del Tolima”. Vea la primera parte haciendo clic aquí.