UP: el regreso a la política en el Meta

      
En uno de los departamentos que registró mayor persecución a esta organización de izquierda, sus directivas no pierden la esperanza de ser una opción en las urnas.

Por Periódico del Meta

dlr-up-renace-metaAsamblea de la UP en Meta.

Joaquín Ernesto Toro Posada dormía tranquilo en su casa del municipio de Granada (Meta) cuando cuatro personas vestidas de policías irrumpieron en ella para hacer un allanamiento pese a que no mostraron una orden judicial. Era la mañana del 19 de julio de 1985, y al no encontrar nada, los individuos decidieron llevarse a Toro preso, señalado de ser auxiliador de las Farc.

Tenía 28 años y se desempeñaba como conductor en ese municipio que a mediados de los ochenta solo ofrecía trabajo como ‘raspachín’ en fincas sembradas con hoja de coca.

A las 3 de la tarde, cuenta su sobrino, “llegaron a la celda unos señores”, quienes lo sacaron y nunca más se le volvió a ver con vida. Horas más tarde llamaron a su esposa para decirle que fuera por él al hospital del municipio, pero ya estaba muerto. Un agente del desaparecido F-2 de la Policía le preguntó que si Joaquín sufría del corazón, a lo que ella respondió negativamente. “Murió cuando se le estaba haciendo un interrogatorio”, aseguró el uniformado.

Según los registros, de esta forma fue muerto el primer militante de la Unión Patriótica (UP) en el Meta. Toro encabeza en este departamento la lista de crímenes contra los integrantes del grupo político.

El 28 de noviembre de ese mismo año fue asesinado Hernando Yate Bonilla, considerado el primer dirigente de la UP muerto en este mismo departamento en lo que algunos califican como el inicio del genocidio contra los miembros de ese movimiento político. Yate era presidente del Concejo de San Juan de Arama e integrante de la dirección regional.

Solo en este este departamento se tienen documentados alrededor de 1.166 casos de homicidios, torturas, desapariciones y falsas judicializaciones en contra de quienes en la década de los ochentas y noventas fueron miembros de la UP.

Por eso, 30 años después de iniciada aquella pesadilla, realizar la Asamblea Departamental en Villavicencio para elegir cuadros directivos con miras a planear su participación en las elecciones de octubre, tuvo un carácter especial.

“Hoy existe un nuevo momento en el país. La devolución de la personería jurídica nos alentó y creemos que es un espacio para renacer. La Unión Patriótica, por la actual coyuntura, está llamada a jugar un papel relevante políticamente en las elecciones de octubre”, dice Jaiber Tique Vargas, elegido en la asamblea como presidente de la Junta Patriótica Departamental del partido.

dlr-up-renace-metaMartha Garzón y Jaiber Tique, militantes de la UP.

Tique hace parte de esa nueva generación de militantes que, como él mismo dice, “somos sobrevivientes que deben vencer el miedo” para que las ideas de quienes cayeron en esa época no mueran.  

Tres décadas después del inicio de esa ola de asesinatos, seguir militando en la UP en un departamento como el Meta, considerado una de las regiones donde más asesinaron a sus integrantes, podría ser calificado como un acto de convicción o de terquedad, sin embargo ellos piensan otra cosa.

“Es que la vida de la UP es digna. A nosotros nos sacaron de la arena política fue a punta de bala; no pudieron hacerlo ni siquiera en las urnas, nunca mientras estuvo vigente tuvo escándalos de corrupción. Ese es el legado que debemos defender”, afirma Tique Vargas.

Pero para algunos de sus nuevos dirigentes en el Meta, los factores de riesgo sobre la UP en este departamento permanecen. Martha Garzón, quien hace parte de la dirección nacional del partido, la falta de garantías a la oposición y la estigmatización que pesa sobre sus integrantes, son riesgos que se deben tener en cuenta.

Pese a que los tres principales grupos de paramilitares que actuaron en la zona ya no existen, aún quedan las bandas criminales ‘Libertadores del Vichada’ y un grupo disidente del Erpac (que comandó alias ‘Cuchillo’), llamado Bloque Meta. Estos grupos están dedicados más a delitos como la extorsión y el narcotráfico, pero algunos de sus integrantes se venden al mejor postor y podrían estar al servicio de los enemigos que aún pudiera tener el partido.

“El legado de la UP en el Meta no desapareció. Quienes sobrevivimos nos dedicamos todo este tiempo a trabajar en las organizaciones sociales y a mantener viva su ideología”, cuenta Garzón, a quien le asesinaron su esposo el 30 de septiembre de 1999, cuando era concejal de Villavicencio por la UP.

A la asamblea departamental del partido asistieron 110 personas. En el salón, las paredes estaban tapizadas con todas las fotografías y nombres de los asesinados en esta región. Allí se decidió que tendrán candidatos propios a concejos; posiblemente a alcaldías; tal vez tengan un aspirante a la administración municipal en Villavicencio y uno más a la Asamblea del Meta.

“Renacemos para incidir políticamente en la vida del país, no para escondernos”, puntualiza Jaiber Tique Vargas.