A finales de los años noventa, la extinta guerrilla de las Farc tomó como rehenes a cientos de soldados y policías que sobrevivieron a sus acciones armadas con el fin de impulsar un intercambio por insurgente presos. Sus rangos determinaron no solo el prolongado cautiverio, sino el retorno a la libertad. Quienes llevaron la peor parte una vez terminó el secuestro fueron aquellos que estaban en el nivel más bajo. Aún hoy sienten poco respaldo institucional y buscan reparación en la JEP.