Escrito por: Óscar Veiman Mejía | LA PATRIA | Manizales

La competencia, realizada en febrero de 2018, pasó por Valle del Cauca, Quindío, Risaralda y Caldas. Costó alrededor de 7 mil millones de pesos, con cerca del 50 por ciento de aportes públicos. Expertos defienden que lleve el nombre de la paz, víctimas lo cuestionan.

En la mañana del domingo 11 de febrero de 2018 miles de personas vibraron en Manizales con la llegada de la carrera de ciclismo profesional 2.1 Colombia, Oro y Paz. Ese día terminaron seis jornadas de competencia, después de que el presidente Juan Manuel Santos (2010-2018) diera la partida en Palmira (Valle del Cauca) y la calificó como una señal de que el país estaba cambiando.

Fue el mismo Santos quien explicó lo del oro y paz en el nombre de la prueba, cuyo costo final, de acuerdo con el presupuesto, fue de 6 mil 813 millones de pesos, de los cuales el gobierno nacional entregó 2 mil 955 millones de pesos, por medio de Coldeportes. La Gobernación de Caldas aportó 180 millones de pesos. (ver gráficos y documentos).

“[…] y qué bueno que pueden traer el mundo a Colombia a mostrarles las bellezas de Colombia, una Colombia en paz y una Colombia que por eso la hemos denominado oro y paz, donde el oro, el oro en el sentido más positivo de la palabra, los corazones colombianos, el desempeño colombiano, pues se conjuga con la paz para mostrarse ante el mundo como lo que somos”, dijo Santos en la presentación de la carrera el 22 de noviembre del 2017 en la Casa de Nariño.

La Colombia Oro y Paz es categoría 2.1, avalada por la Unión Ciclística Internacional (UCI). Significa que pueden participar los mejores corredores del mundo, de equipos denominados World Tour como Sky, Astana, Movistar, Katusha. Esto no lo puede hacer la tradicional Vuelta a Colombia porque, a pesar de su historia, no está inscrita en el calendario de la UCI.

Los calificativos favorables, a lo largo de la llegada de ese domingo en Manizales, estuvieron a la orden del día. Óscar Echeverry, del barrio El Bosque: “Maravilloso”. Andrés Vélez, de Las Américas: “Impresionante”. Héctor ‘el Pibe’ Henao, exciclista que representó a Caldas en los años 50: “Histórico”.

A ellos se suman voces de expertos, quienes justifican y destacan este tipo de competencias para mostrar los avances en la pacificación del país.

Personas de Caldas y de otras regiones del país acompañaron el arribo de los corredores. Foto: archivo LA PATRIA.

Pero otra cosa piensan quienes sufrieron el conflicto armado y esperan reparación en un país donde sólo el 13 por ciento, de las 7,1 millones de personas sujeto de estos beneficios, han sido indemnizadas, según la Unidad de Víctimas.

Wilson Ospina, coordinador de la Mesa de Víctimas de Marquetalia, opina que “esos eventos con el nombre de la paz no significan nada para nosotros. Sólo nos tienen en cuenta para justificar la plata que gastan”.

Los gastos

Para realizar la competencia, la Fedeciclismo debió recurrir a la ayuda estatal y a la empresa privada. Coldeportes estuvo a cargo del aporte del gobierno nacional. Es más, recurrió a vigencias futuras (autorización para asumir obligaciones que afecten el presupuesto de años siguientes). Con esta figura, consiguió 1.970 millones de pesos y vía adición al presupuesto sumó otros 985 millones de pesos.

“El gobierno nacional nos entregó más o menos el 30 por ciento de los cerca de 7 mil millones de pesos del costo final. El resto fue con las gobernaciones de Caldas, Quindío, Risaralda y Valle del Cauca, y los patrocinios de empresas privadas”, explica Agustín Moreno, vicepresidente de la Federación de Ciclismo.

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¿En qué se invirtieron los 6.813 millones de pesos? La destinación más alta fue para la logística, por 1.914 millones de pesos, que a su vez tuvo como su mayor valor el montaje del evento (vallas, torres, pancartas, podio, sonido, pantallas led, pasacalles y tarimas, entre otros) con $1.400 millones.

El transporte valió 1.894 millones de pesos, destacándose 1.176 millones de pesos por tiquetes aéreos destinados a los 196 integrantes de los equipos, incluidos corredores y el personal de asistencia técnica y deportiva que los acompaña.

En competencia estuvieron los mejores corredores colombianos del momento: Rigoberto Urán, Egan Bernal y Nairo Quintana. Foto: cortesía Fedeciclismo | LA PATRIA.

Otro gasto tuvo que ver con el alojamiento y la alimentación. En total fueron 1.204 millones de pesos, de los cuales 655 millones de pesos fueron para alojar a 280 personas, entre ciclistas y personal acompañante, durante 13 días. La alimentación, por el mismo tiempo para el mismo número de corredores, fue por 364 millones de pesos. El resto fue para organizadores e invitados especiales.

Recursos de Caldas

Los 180 millones de pesos aportados por la Gobernación de Caldas al certamen Colombia Oro y Paz los justificó en el fortalecimiento de programas del sector deporte, promoción de desarrollo y seguridad y convivencia, mediante apoyo a la Federación Colombiana de Ciclismo.

Las secretarías de Desarrollo Económico, de Deporte y de Gobierno entregaron los recursos. La primera argumentó que el evento dinamizaría la economía del departamento y su capital, Manizales, ya que demandaría alojamiento de 600 personas entre ciclistas y acompañantes, “al igual que la demanda de otros servicios complementarios vinculados a la cadena productiva del turismo como la gastronomía y el comercio”.

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La dependencia que aportó más fue la de Deportes con 130 millones de pesos. Las de Desarrollo Económico y Gobierno completaron con 25 millones de pesos cada una. La inversión mayor fue por 37 millones 965 mil pesos en bastidores para vallas de 4,10 metros por 1,30 metros.

Otros gastos tuvieron que ver con transporte, por 15 millones 947 mil pesos; pasacalles de cierre de vías, por 12 millones de pesos; y 600 vallas de separación de 2 metros por 1,40, que costaron 7 millones 155 mil pesos.

Guido Echeverri, gobernador de Caldas, asistió a la premiación al final de la competencia en Manizales. Foto: archivo LA PATRIA.

¿Y las víctimas?

A la hora de mencionar a quienes padecieron la guerra, la Secretaría de Gobierno sustentó que “las víctimas del conflicto armado, en el desarrollo de los comités territoriales de justicia transicional, solicitan ser visibilizadas en el ámbito territorial, sin ser revictimizadas”.

Además, según esta dependencia, estos ciudadanos advierten que cuando el Estado lanza campañas educativas y de formación de sus vivencias, generan una conciencia ciudadana que, a su vez, impactará en la población civil y de manera clara en las instituciones públicas que buscan orientar recursos hacia la reparación integral de las víctimas.

Contrario a lo expresado por esa dependencia, Yesela San Martín, coordinadora departamental de víctimas en Caldas, reitera que se deben hacer “cosas que nos beneficien. Pedimos reparación integral; que los desplazados, por ejemplo, tengan condiciones para reconstruir su vida; que los que quedaron discapacitados vivan de manera digna. Deberían hablar de paz cuando estas situaciones estén subsanadas”.

La bandera de Colombia ondeó durante la carrera de seis etapas. Foto: archivo LA PATRIA.

Wilson*, del municipio de Marquetalia, sugiere más plata en proyectos productivos: “El año pasado llegaron 1.200 millones de pesos y se beneficiaron 140 familias con abono, insumos, herramientas. A una persona le dan 40 o 50 millones de pesos y queda con casita y tierra. Con eso sale adelante”.

El secretario de Gobierno de Caldas, Carlos Alberto Piedrahíta, asegura que en 2018 invirtieron 3 mil 153 millones de pesos en educación, salud, vías, seguridad, cultura y educación para víctimas. Su promesa es aumentar los recursos este año.

Otra competencia con la bandera del posconflicto es la del Renacimiento. Esta se lleva a cabo por una carretera en gran parte sin pavimentar. Pasa por los municipios de Nariño (Antioquia), y Pensilvania, Samaná, Norcasia y La Dorada (Caldas), todos golpeados por la violencia.

Las primeras inversiones en esta competencia anual oscilaron entre 180 millones y 200 millones de pesos. Para este año serán 350 millones de pesos. La plata es aportada por la Gobernación de Caldas, la Licorera de Caldas, Coldeportes, la Alcaldía de Samaná e Inficaldas, a las que se se suman cinco empresas privadas.

“Bueno que pase por esta zona que fue tan golpeada”, comenta un desplazado de la región. “Igual para nosotros no tiene significado. Ganan los organizadores y nosotros no”.

Diversas miradas

Álvaro Cárdenas, politólogo de la Universidad de Los Andes, de Bogotá, comenta que no es descabellado impulsar vínculos nuevos como la paz con el ciclismo, que ha estado siempre en el imaginario de los colombianos: “Puede que la carrera no haya pasado por los territorios que sufrieron el conflicto, pero es una manera de decir que ahora podemos disfrutar de grandes eventos”.

El investigador concluye que estas actividades siempre tendrán diversas miradas y pone como ejemplo el Reinado Nacional de Belleza, que puede ser visto como un certamen de identidad, pero también como distractor de otros fenómenos del país.

Ariel Ávila, politólogo y subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, concuerda con Cárdenas. A su juicio, el objetivo de este evento deportivo era mostrarle a la comunidad internacional que el país está en paz o en proceso de posconflicto y advierte que la gente debe ser que no se trató de un acto de reparación colectiva: “Se buscaba mostrar otra cara con el ciclismo, que es un emblema nacional”.

Las opiniones cambian cuando se consulta a las víctimas. Albeiro*, quien salió desplazado del municipio de Pensilvania, Caldas, por el conflicto, asegura que “desde el punto de vista de quienes padecimos la guerra muy poco beneficio le veo a estos eventos, llámese carrera, concierto de música, reinado. Igual seguimos sufriendo por falta de apoyo”.

Y considera que con algo de plata de la competencia de Oro y Paz, o de la Carrera de la vía del Renacimiento (competencia anual de ciclismo en el oriente caldense), se podrían financiar proyectos productivos para campesinos que buscan reconstruir sus vidas sea en su tierra o lejos de ella: “No pedimos que nos regalen plata, pero sí que nos impulsen para ganarnos la comida con el sudor de la frente”.

Germán Estrada Mariño, psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, y quien ha laborado en la Unidad de Víctimas, estima que el gobierno liderado por el presidente Santos vendió más una imagen de lo que había hecho, ya que los acuerdos no están implementados y falta camino para reparar a los afectados por la guerra.

Este psicólogo reconoce que la desmovilización de las Farc fue un avance, pero no lo fue todo, pues no entregó un país en paz al estar aún la guerrilla del Eln activa, por ejemplo, por lo que considera que esa actitud es cuestionable desde lo ético, psicológico, sociológico y hasta desde el derecho, y agrega que Santos estaba obsesionado con ser reconocido mundialmente como el Nobel de Paz y pasar a la historia por ser el presidente que firmó los acuerdos.

Sobre actividades como la carrera Oro y Paz, Mariño comenta que si bien tiene un efecto positivo en la imagen, no necesariamente el impacto o bienestar es el esperado para las víctimas, que son de estratos 1, 2 y 3, madres cabeza de familia, campesinos, de zonas marginales y rurales.

“Esas personas necesitan indemnizaciones”, dice y se respalda en cifras. “Hasta el 2018 sólo el 10 por ciento de los ocho millones (de víctimas) había sido indemnizado o reparado. Cuando escuchamos cifras altas, vemos que es escandaloso que el gobierno invierta más en la imagen, es decir en publicidad del proceso de paz y en promocionar al país en paz, que en sus mismas víctimas que deberían ser las beneficiarias”.

Le parece que el enfoque del gobierno nacional actual, que tomó las riendas del país el 7 de agosto de 2018, tampoco favorecerá a quienes sufrieron en la guerra: “Es una posición excesivamente bélica la del presidente Iván Duque, cuyos esfuerzos y recursos no están dirigidos a estas personas. Le quiere aumentar el 5 por ciento del presupuesto a las Fuerzas Armadas”.

La socióloga Cristina Palacio conceptúa que cada gobierno en su administración busca poner una marca ideológica, política y social a lo que está haciendo en el momento, que en el caso de Santos era la paz. En ese sentido, afirma, “la carrera Oro y Paz fue acorde con la política del anterior gobierno por lo de los Acuerdos de Paz. Ahora Duque, que es el alfil de Uribe, asegura que no está en contra de la paz, sino de la impunidad”.

La segunda edición de la 2.1 este año fue en carreteras del departamento de Antioquia, pero ya con otro nombre, Tour Colombia 2.1. El gobierno nacional de nuevo apoyó la competencia. “Van a ser cuatro años con el Estado como patrocinador principal por intermedio de la Presidencia y de Coldeportes”, aseguró en su momento Jorge Ovidio González, presidente de Fedeciclismo. La tercera versión de esta carrera será en Boyacá y Cundinamarca en el 2020.

La Colombia, Oro y Paz, sin duda, hizo historia. La UCI felicitó al país por la organización en su informe técnico: “Excelente organización para ser un evento 2.1 que se realiza por primera vez en el país. La seguridad en la ruta fue excepcional y las multitudes eran muy grandes y entusiastas”.

Egan Bernal quedó campeón y recibió los aplausos. La palabra paz resonó en el nombre de la carrera, la fiesta fue grande, con invitados especiales. Entre tanto, las víctimas aún continúan su propia carrera, pero por las reparaciones.