Toribío empieza a dejar la guerra atrás

      

En la memoria de sus habitantes están presentes más de 600 hostigamientos y 14 tomas guerrilleras. No obstante, a raíz de los avances del proceso de paz con las Farc, en los últimos meses han vivido una “tranquilidad” que les es extraña.

toribio 001Los habitantes de Toribío cuentan que en los últimos meses pueden estar en el parque y pasear por las calles del casco urbano sin el miedo de ser heridos en un hostigamiento. Les sorprende que durante tanto tiempo no han vuelto a escuchar disparos ni explosiones como en el pasado reciente. Fotos: VerdadAbierta.com y archivo Semana.“Hoy en día hay mucha tranquilidad. Los grupos armados no han vuelto a molestar porque hay tregua, y por eso los niños y la gente pueden salir a jugar. Antes todo el mundo se mantenía en sus casas, no salía al parque por miedo a los enfrentamientos. La situación ha cambiado y vivimos sin la zozobra de estar pendientes de escuchar disparos para buscar refugio”. Cuenta Ana*, mientras observaba un partido de microfútbol que disputaban hombres y mujeres durante una mañana de cielo despejado en Toribío.

Como ella, los habitantes de este municipio ubicado en el norte de Cauca, a dos horas de Popayán y de Cali, se sorprenden porque no han vuelto a escuchar disparos ni explosiones. Y no es para menos, pues en su afán de atacar a la estación de Policía, la guerrilla de las Farc convirtió a este pueblo en una gran galería de tiro, que al estar enclavado en medio de una cadena montañosa a más de 1.700 metros sobre el nivel del mar, recibía frecuentemente disparos y cilindros-bomba desde cualquier punto cardinal.

Esa extraña “tranquilidad” también se respira en el comercio y en los estudiantes. “Se abrieronmás locales. La gente del campo sale a comprar sin temor y eso sirve para aumentar las ventas. Antes vendía 30 mil en un día, porque si había un hostigamiento, la gente no volvía y le tocaba a uno empacar. Pero ahora vendo en promedio 130 mil pesos diarios cuando vengo al pueblo, que es cuando hay eventos como hoy, que están pagando (el subsidio de) Familias en Acción”, le explicó a este portal una vendedora de ropa que instala su punto de venta en el parque.

La rectora del Centro Educativo de Toribío, Rosbita Gómez, también coincide en que el ambiente pacífico de los últimos meses ha afectado de manera positiva a los habitantes del pueblo, y en particular a los estudiantes. “Los niños pueden llegar solos a la escuela; en las clases se concentran más, son más juicios, están tranquilos y son más activos. Los profes están empezando a sacarlos al polideportivo o al parque a hacer los ejercicios de educación física porque aquí no hay espacio suficiente. Antes no se podía hacer”, le contó a VerdadAbierta.com.

toribio 3La rectora de la escuela de Toribío cuenta que a los profesores les ha tocado implementar diferentes estrategias para dar las clases en un ambiente de guerra. Frecuentemente les quitan a los niños balas que encuentran en los caminos. Foto: VerdadAbierta.com.La actual situación en la que viven los toribianos es producto de la tregua unilateral que establecieron las Farc en medio del proceso de paz que desarrollan en Cuba con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Por eso, los 32 mil habitantes que viven en este municipio anhelan que se acabe definitivamente la guerra y que el ambiente de estos últimos meses no sea una coyuntura que se convierta en anécdota si vuelven los días en los que llovían balas y cilindros de gas.

“Yo tengo 28 años y no recuerdo ningún momento de tranquilidad. Siempre teníamos la preocupación de evacuar el colegio y manteníamos los oídos puestos en las montañas. Veo que la situación actual es como un abrebocas que permitirá que en Toribío se viva como en cualquier municipio de Colombia que no es afectado por el conflicto armado”, le dijo Jorge*, un líder comunitario del cabildo indígena de San Francisco, a VerdadAbierta.com.

El secretario de Gobierno, José Miller Correa, consideró que hoy la comunidad “tiene tiempopara sentarse a construir sus planes de vida, pues antes se trabajaba más para defenderse de las consecuencias del conflicto, pero hoy se trabaja para salir adelante”. Y la Alcaldía también está cambiando su forma de trabajar: como en los últimos meses no se han registrado heridos ni desplazados, los dineros que se utilizaban para su atención inmediata, ahora se están usando para apoyar la generación de ingresos de ellas.

“Ahora apoyamos grupos organizados de la población víctima en pequeños emprendimientos, lo que antes era para atender la guerra hoy vamos a usarlo en proyectos productivos. Vamos a apoyar un grupo de 50 mujeres que está cultivando gallinas de campo en Tacueyó, el aporte es poco y tenemos destinados recursos para la compra de una incubadora y otros enseres. También hay otro grupo que está produciendo compotas de gulupa. Serían como 12 millones de pesos y nos tocó hacer un Comité de Justicia Transicional para orientar los recursos que teníamos para atender población víctima en emergencia, para atender víctimas en emprendimiento”, explicó Correa.

Vivir en medio de la guerra

toribio 7Así quedaron algunas viviendas tras la explosión de la chiva-bomba de julio de 2011. Foto: archivo Semana.Los embates del conflicto armado sobre este municipio han sido tan fuertes, que algunos pobladores lo rebautizaron como ‘Toribistán’, en alusión al país oriental de Pakistán, que ha sido escenario de bombardeos y guerras constantes. Este municipio del norte de Cauca tiene en su haber el triste récord de más de 600 ataques y 14 tomas guerrilleras. En dos de ellas la estación de policía fue destruida totalmente.

Gabiriel Paví, exalcalde y actual gobernador del Cabildo de Toribío (uno de los tres cabildos indígenas que hay en el municipio y que tiene el mismo nombre), recordó que la primera toma guerrillera ocurrió en 1983, cuando todavía no existía la estación de policía y los oficiales ocupaban casas arrendadas. A partir de allí continuarían los ataques del Sexto Frente y de la Columna Jacobo Arenas de las Farc.

La situación se complicó entre los años 2002 y 2005, cuando las Farc aumentaron su accionar de guerra y usaron armamento no convencional como los cilindros-bomba -o tatucos- que eran arrojados desde las montañas.

El 10 de julio de 2002 las Farc se tomaron el pueblo en un ataque que inició a la una de la tarde y concluyó a las nueve de la mañana. “El puesto de policía fue destruido y 14 policías se entregaron.  Los guerrilleros se llevaron el armamento del cuartel y liberaron a los soldados por la presión de la Guardia Indígena”, contó Paví, quien dijo que al año siguiente se construyó un puesto de policía más fuerte y fueron trasladados 120 policías.

Como los uniformados no cabían en la estación, se instalaron trincheras dentro del casco urbano y dormían en ellas. En abril de 2005 las Farc atacaron nuevamente, pero en esta ocasión el blanco no fue sólo la estación de policía, sino todas las trincheras que encontraban dispersas por el pueblo. “Lanzaron muchas pipetas en todo el pueblo prácticamente y es cuando más casas destruyen y dejan más heridos. La policía se refugió en medio de la población civil”.

toribio 4Gabriel Paví, gobernador del Cabildo de Toribío y exalcalde de ese municipio. Foto: VerdadAbierta.com.Ante esta situación, la comunidad presentó una acción de tutela colectiva para que las trincheras fueran retiradas, pero les fue negada. En respuesta, en 2006 convocaron un Tribunal Indígena que mandató que la Fuerza Pública debía retirar las trincheras en un plazo de 72 horas y como no lo hizo, la comunidad hizo una minga en la que 1.500 personas limpiaron el pueblo en dos horas. “En esa época se dieron muchos atentados y hostigamientos. No se sabía a qué hora iba a haber un tiroteo o una explosión. Se tenía miedo de pasar por las trincheras o al lado de los policías porque alguien se volvía objetivo militar”, señaló el secretario Correa.

En la memoria de los habitantes de Toribíoestán marcados dos hechos que los llenaron de terror. El primero ocurrió el 9 de julio de 2011, durante un día de marcado, cuando la guerrilla cargó con explosivos una chiva y la hizo explotar cerca a la estación de policía. La carga fue tan grande, que la onda expansiva arrojó partes de la chiva en diferentes puntos del pueblo, causando graves daños. Ese día murieron cuatro personas, 130 resultaron heridas y 400 viviendas fueron afectadas, de las cuales varias quedaron inservibles y a la fecha de hoy no han sido reconstruidas.

El otro inició el 6 de julio del año siguiente y terminó dos días después. En esa incursión, durante tres días y sin descanso, las Farc atacaron desde diferentes flancos de Toribío. Uno de los tatucos que lanzaron el tercer día cayó en uno de los dos puestos de salud del pueblo e hirió a cuatro personas, entre ellas la jefa de enfermeras, que perdió una de sus piernas. El hostigamiento sólo terminó cuando varios habitantes, acompañados por la Guardia Indígena, se adentraron a las montañas para exigirle a los guerrilleros que detuvieran el ataque. “A raíz del cilindro que cayó en el puesto de salud decidimos ir a buscar a la guerrilla. Fuimos grupos de a cien personas a decirles que pararan el ataque porque nos estaban matando. La Policía no tenía heridos pero nosotros sí. Allí paró el hostigamiento que no logró detener la Fuerza Pública”, contó Paví.

La nueva estrategia indígena para sacar el conflicto de Cauca

Tras estos hechos el presidente Santos convocó un Consejo de Ministros en Toribío al que no pudieron acceder la comunidad ni las autoridades indígenas. Por esta razón, los indígenas marcharon hacia el cerro Berlín para expulsar los militares que custodiaban una torre de telecomunicaciones, pues consideraban que ese es un sitio sagrado y que la presencia de Fuerza Pública en sus territorios les genera mayores riesgos. “Se comprueba que entre más Fuerza Pública, más conflicto y más heridos. Los hostigamientos los paramos nosotros con la Guardia Indígena, no la Policía ni el Ejército”, indicó el gobernador del cabildo.

toribio 2El secretario de Gobierno, José Miller Correa, señala el sitio donde explotó la chiva-bomba en julio de 2011. Foto: VerdadAbierta.com.Tanto autoridades locales como indígenas coincidieron en que estos fueron los últimos hechos más graves que ocurrieron en Toribío. En el resto de 2012 continuaron los hostigamientos desde las montañas pero no causaron mayores daños. En 2013, en medio de los avances del proceso de paz, la cantidad e intensidad de los ataques empezaron a mermar, pero en noviembre del año pasado una cuadrilla de guerrilleros asesinó a dos guardias indígenas que les exigieron que desmontaran unas pancartas alusivas al aniversario de la muerte de ‘Alfonso Cano’.

Crónica de un juicio en las entrañas del Cauca

Además del incidente de los guardias indígenas, enmayo de este año también se presentaron hostigamientos con baja intensidad por parte de las Farc, una vez el gobierno reanudó los bombardeos contra los campamentos subversivos porque esta guerrilla rompió su anterior tregua unilateral y asesinó a varios soldados que dormían en un polideportivo de la vereda La Esperanza, ubicada en Buenos Aires, Cauca.

Una vez se superó esta crisis del proceso de paz que derivó en un nuevo escalamiento de la guerra, la guerrilla anunció en julio una nueva tregua unilateral, que según informes de la Defensoría del Pueblo y el observatorio Cerac, han cumplido hasta la fecha.

A partir de la nueva tregua de las Farc los habitantes de Toribío respiran “tranquilidad”, pero para hacerle frente a los años de la guerra, las autoridades tuvieron que implementar diferentes estrategias. Una de ellas fue la destinación de rubros y la creación de planes de contingencia para atender a las víctimas. Además, la creación de un Plan Minga, que articuló el control territorial de la Guardia Indígena y la instalación de sitios de asamblea permanente, en donde las comunidades se refugiaban mientras terminaban las hostilidades.

Rectora cuenta cómo eran las clases en medio de los ataques

Rectora cuenta cómo eran las clases en medio de los ataques

“Eran lugares donde se concentraba la población: no se iba del territorio y se agrupaba, se convertían en zonas humanitarias. Logísticamente, la zona estaba estructurada para atención de educación, salud y recreación. En ellas se brindó atención y asistencia inmediata a la población”, explicó Correa. El gobernador Paví señaló que las guardias indígenas, sin mayores conocimientos y arriesgando sus vidas, tuvieron que trabajar aislando y haciendo limpieza de sitios donde quedaba material explosivo. Incluso, en la escuela tuvieron que adoptar planes de contingencia y de evacuación.

El posconflicto en el horizonte

toribio 5En Toribío sueñan con que algún día en sus montañas se pueda hacer etnoecoturismo y que dejen de ser sitios desde donde las llueven balas y bombas. Foto: VerdadAbierta.com.“Creemos que en el posconflicto puede presentarse más conflicto”. Con esas palabras, el gobernador Paví advirtió que las comunidades indígenas, particularmente las de Toribío, que son el 98 por ciento de la población, ven un panorama difícil si no las tienen en cuenta para la implementación de los acuerdos del proceso de paz, y si se piensa que la paz llegará con la entrega de armas de las Farc. En ello coinciden las autoridades locales y las indígenas, que han encontrado cuatro desafíos para el posconflicto: la reinserción, los cultivos ilícitos, el desarrollo de proyectos productivos y la minería.

El punto de la reinserción es de mucho peso para Toribío porque varios de los hombres que hoy militan en las Farc son indígenas. En este apartado hay dudas sobre si retornarán a las comunidades o si serán juzgados por la justicia propia indígena; también sobre qué pasará con los guerrilleros que ya fueron condenados, porque en lo que se ha conocido sobre el punto de justicia del proceso de paz, se habla de penas máximas de ochos años de cárcel, pero los tribunales indígenas han dictado sentencias por 40 y 60 años de prisión.

Cauca: la región más afectada por el recrudecimiento de la guerraMapa de un país sin tregua

Pero en este apartado la mayor preocupación es la revictimización y el rearme. “Hay muchos jóvenes que están en la guerrilla y no están preparados para entrar a la vida civil ni emprender trabajos en la sociedad. No recibieron educación y sólo saben disparar. Tememos que muchos jóvenes se conviertan en delincuentes comunes y aumente la violencia porque no tendrán quién les haga control. Se necesita apoyo del gobierno para que tengan proyectos productivos para que no tomen la delincuencia”, consideró Paví.

El secretario Correa comparte las mismas preocupaciones que el gobernador del Cabildo de Toribío, pero las relaciona con los cultivos de uso ilícito, que podrían ser una llamativa razón para que los desmovilizados vuelvan a delinquir. “Un tema es el regreso de los que hacen parte de las filas, pero también cómo va a quedar el municipio porque hay un alto índice de cultivos de marihuana en invernadero. Se sabe que si bien la guerrilla no la produce, sí la controla y tienen ciertos beneficios de este tipo de cultivos: ¿los guerrilleros que vengan seguirán llenado el territorio de marihuana y se crearán bandas?”, cuestionó.

Aunque no hay cifras oficiales, se estima que la mitad de las veredas de Toribío tienen pequeños cultivos de marihuana, que oscilan entre las 100 y las 500 matas. “El indígena está dejando sus cultivos tradicionales que son el pan coger por cultivar este ilícito. Hoy se ven muchos indígenas involucrados en el consumo de sustancias psicoactivas. ¿Cómo gobierno y comunidades le darán respuesta a esta problemática? Cuáles serán las ofertas productivas”, cuestionó Correa, quien aseguró que las condiciones de producción del municipio son muy difíciles y los cultivadores pierden dinero al vender sus productos tradicionales.

Pedro José Arenas, director del Observatorios de Cultivos y Cultivadores de Indepaz, dijo que hay un mini-boom de bonanza de cultivos de marihuana desde los últimos cinco años, pero sólo ha sido visible desde el año pasado por informes de prensa y porque gobiernos locales y autoridades tradicionales están teniendo problemas por el consumo en sus comunidades.

toribio 6El pueblo indígena tiene una visión de desarrollo opuesta a la explotación industrial, la cual reflejan con murales en las fachadas de algunas casas del pueblo. Foto: VerdadAbierta.com.Arenas consideró que se debería dar “una discusión política sobre qué tanto protagonismo van a tener esas autoridades tradicionales y esos planes de desarrollo local, respecto de las estrategias nacionales. El punto cuatro de La Habana contempla darle prioridad a la mirada de la gente sobre su propio territorio más que a la de los técnicos desde Bogotá. Si esa perspectiva se mantiene y se logra definir una buena ruta de participación de las comunidades, donde el Estado cumpla su parte de atenderles sus necesidades, podría ser una buena orientación hacia el futuro para la implementación sobre los acuerdos”.
 
Además del conflicto armado y de los cultivos ilícitos, se debe tener en cuenta que el 70 por ciento del territorio de esta localidad es de carácter forestal y que alrededor del 40 por ciento es zona de páramos, razón por la cual hay una sobre población (32 mil habitantes) con relación a las tierras útiles; y que el 98 por ciento de ella es indígena y está agrupada en tres cabidos: Tacueyó, San Francisco y Toribío.

El último problema que se vislumbra es el de la minería. Si bien las comunidades la explotan de manera artesanal, sin usar productos químicos ni maquinaria pesada, sobre el municipio ya hay solicitudes de concesión de empresas multinacionales. Y se teme que en un periodo de paz se de este tipo de explotación masiva que va en contravía a las costumbres y creencias de los indígenas.

Al respecto, el gobernador Paví indicó que la paz es posible, pero que no debe ser impuesta desde Bogotá. “Si dicen: aquí vamos a hacer la paz y nos traen una multinacional a explotar los recursos, no habría paz porque nos estarían quitando el territorio. Es mejor que se financie el plan de vida de la comunidad, porque ya hay propuestas y se deben respetar las dinámicas propias. Las multinacionales vienen a llevarse los recursos y nosotros los defendemos porque hacen parte de la vida nuestra. No queremos que exploten el medio ambiente porque hace parte de nuestra vida”, concluyó.

* Nombre cambiado por petición del entrevistado