Tomás Hojeda: de Antioquia a La Habana en un expreso

      

tomas1Tomas Hojeda MolinaresEn medio del agite de las conversaciones y las tareas que encara Andrés París como jefe de prensa, un hombre moreno de estatura mediana, acompaña siempre a los delegados a sus encuentros con periodistas. También le ofrece a los colegas guiarlos a algunos lugares de la Habana si hay tiempo y, como no, termina respondiendo entrevistas. Su marcada estirpe campesina y su sorpresa ante cosas tan comunes como los celulares y las USB, delatan que sin duda poco conocía la ciudad.  Es Tomas Hojeda Molinares, tiene 45 años, nació en Segovia y es el segundo comandante del Bloque Iván Ríos que opera en Antioquia. Hace apenas un año y medio, convocado por el secretariado de las Farc, se tomó lo que el llama “un expreso Antioquia-La Habana” para hacer parte de la delegación. Son esos dos mundos su referente de civilización, pues no había salido del monte desde que entró a la guerrilla.

“Tú estas enseñado a estar en un medio ambiente muy diferente, es salir del mundo interior al exterior y se encuentra con una cantidad de cosas que uno no conoce, que las interpreta como puede, porque uno sabe que el mundo evoluciona, las modernizaciones, en el monte cumplimos con un ejercicio de actividad permanente en torno a la disciplina militar, pero que si llegamos acá extrañamos un poco”,asegura el hombre que hoy organiza “hangouts” y participa en los videos de las Farc en su canal de Youtube.

Tomás ingresó al frente 47 de las Farc al límite de la edad permitida, 15, según él en plena “ebullición del paramilitarismo en el Magdalena Medio”, mientras veía aparecer muertos a sus compañeros de la Juventud Comunista “solo por repartir propaganda y afiches del partido en Segovia y Remedios”. “Fuitestigo de todos los movimientos, Muerte a Revolucionarios del Nordeste (MRN), luego el de Muerte a Secuestradores (MAS), que es el mismo que perpetra la masacre de 1988 en Segovia, por todo eso decidí vincularme a las Farc”.

Hojeda estuvo muy cerca de las áreas de combate de compañeros suyos que vino a conocer en la Habana y nunca vio en tanto tiempo de guerra en el monte, como Rubén Zamora del Frente 33.  Pasó por otros frentes como el 4to, 5to y Mario Vélez, todos pertenecientes al Bloque Iván Ríos, que ejerce influencia en Antioquia, Córdoba y Chocó. Al operar en zona aurífera, esta estructura armada es la que más ingresos obtiene de cobrar extorsiones a las maquinarias y dragas usadas para extraer oro ilegalmente, según revela el portal Insight Crime. También es responsable de la utilización indiscriminada de minas antipersona para frenar la avanzada del Ejército en el Norte de Antioquia como lo relató Verdad Abierta.

Tomás, que sobre esos temas puntuales de responsabilidad de las Farc en la violencia armada, se remite como la mayoría de sus compañeros a decir que todo será esclarecidocon una Comisión de la Verdad, tiene dos hijos en Colombia. Una joven que está a punto de terminar comunicación social y periodismo (tareas que él ejerce hoy de manera empírica) y un niño de 7 años. Hijos de madres diferentes que pertenecieron a la guerrilla, y que fallecieron según cuenta, una por un accidente y otra después del parto.

“La vivencia de los hijos para nosotros es imposible por su propia seguridad, el contacto es muy poco. Ahora hablo menos que antes con mi familia, porque incluso las familias de algunos compañeros de la organización están sufriendo acciones de tipo represivo y judicial por parte del Estado, por el delito de sangre”, señala.

Tomás dice que extraña la naturaleza de Colombia y a sus compañeros de bloque y que mantiene el contacto con ellos como puede a través del Secretariado. “Seguimos manejando la comunicación con los jefes en las zonas de confrontación en Colombia, porque aquí estamos en la superación del conflicto pero allá estamos en conflicto permanente”.

Hoy con un mayor acceso a los medios de comunicación, muy limitado a la radio en la selva, dice que puede estar “24 horas informado” y que la magia de Internet todavía le sorprende: aunque ese Internet sea el de la Habana, lento, con limitaciones de acceso a ciertas páginas, sin duda la navegación del Hotel El Palco donde se hospedan, es un privilegio del que no gozan la mayoría de los cubanos. Por la dieta cubana de moros y cristianos (frijoles y arroz) dice que tenía más variedad en la selva donde recuerda que a los campamentos podía llegar hasta una olla express.

Cada vez que puede, aunque es poco, sale a recorrer las calles de la Habana Vieja que se le parecen a la Cartagena que conoce por fotos, y donde trata de tomar alguna instantánea discreta para el recuerdo, pues después del episodio del Catamarán (unas fotos reveladas por la Revista Semana cuando las Farc fueron al delfinario en Varadero), prefiere pasar desapercibido. “No soy conocido ni aquí ni en Colombia, pero los medios malinterpretan todo lo que hacemos, es lógico que queramos conocer Cuba, es una revolución que admiramos mucho y no sabremos por cuánto tiempo estaremos aquí”, puntualiza, sin ningún miedo de tener que volver a esa selva, que no lo vio salir en 28 años.