Tomarse el poder. Ese fue el objetivo de las FARC-EP al tomarse masivamente y durante años cientos de municipios del país. El plan se repitió en los territorios que consideraban estratégicos: entrar con violencia al casco urbano del pueblo; expulsar a la Fuerza Pública, destruir la infraestructura del Estado; hacerse con el control militar y económico del lugar; ubicar con antelación el lugar de residencia “de algún elemento a ajusticiar”; y, con frecuencia, utilizar armas de alto poder destructivo y de baja precisión, entre ellos cilindros bomba o ‘tatucos’, fabricados en sus talleres artesanales.