Drogas, extorsión, hurtos, trata de personas, contrabando y lavado de activos a través de diversas estrategias, son expresiones de las actividades ilícitas que afrontan las principales ciudades del país. Medellín no es la excepción, por el contrario, es eje fundamental de un engranaje que genera violencia. ¿Cómo superar ese circuito de lo ilícito?

“La herencia de Pablo Escobar nos enseñó que la criminalidad era una forma de vida y la mayoría de la gente en las comunas aceptó eso”, dice uno de los voceros de las bandas criminales de Medellín y el Valle de Aburrá que adelanta conversaciones con el gobierno nacional bajo la iniciativa de Paz Total para buscarle una salida a la conflictividad armada urbana que agobia a sus pobladores desde hace más de cuatro décadas.

Y no sólo en “las comunas”, referidas a las zonas deprimidas de una urbe en la que reverberan diversas actividades ilícitas; esa “herencia” también se refleja en las zonas de clase media y alta, donde pulula la ilegalidad y el dinero circula a manos llenas y la ostentación es cada vez más visible.

A nivel nacional la situación no es muy distinta. En declaraciones entregadas a un medio regional hace poco más de un año, el recién posesionado director de la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF), Luis Eduardo Llinás Chica, estimó que “el 50 % de la economía de Colombia se mueve con capitales ilegales, muchos de ellos apalancados por funcionarios corruptos”.

El desarrollo de la capital antioqueña y de algunos municipios vecinos, así como de varios destinos turísticos regionales, son ahora unos imanes para miles de extranjeros provenientes de diversos continentes, muchos de los cuales llegan con monedas fuertes a alimentar los mercados de la droga y la prostitución, actividades controladas por grupos armados ilegales.

Los voceros de las bandas criminales que están sentados a la mesa con el gobierno nacional para desescalar la violencia y lograr el sometimiento, desarme y reintegración a la vida legal de por lo menos 12 mil jóvenes que hacen parte de esas estructuras armadas ilegales, saben que la sustitución de esas economías es un reto mayúsculo para concretar una paz urbana integral, pero ¿qué proponen?

VerdadAbierta.com se reunió en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel La Paz, de Itagüí, Antioquia, con cuatro de los 19 voceros de esos grupos cobijados bajo la llamada ‘Oficina de Envigado’ para conocer cómo va el proceso de la Paz Total Urbana, luego de tres meses de diálogos con el gobierno nacional, y uno de los temas abordados justamente fue el de las actividades ilícitas.

Bajo un acuerdo de confidencialidad, los nombres de las cuatro personas que dialogaron con VerdadAbierta.com permanecerán bajo reserva, con la garantía de que, en lo esencial, el grupo de 17 voceros piensa igual, aunque, en algunos casos, hay alusiones a experiencias personales.

Economías ilegales

Los mercados populares son una de las propuestas para reemplazar las rentas ilícitas. Foto: Juan Diego Restrepo E.

VerdadAbierta.com (VA) Con respecto a las economías ilegales, ¿qué se ha planteado en la mesa para lograr ese tránsito a economías legales?

(*) Ese tema es complejo y merece un análisis profundo. La mayoría de los muchachos, con una oportunidad, se alejan de la criminalidad. Tenemos muchas propuestas de sustitución de esas economías, por citar algunas, con el tema del cannabis, con el tema de la vigilancia, con el tema de crear mercados populares.

La economía es un monopolio en el país, todos los productos de primera necesidad, antes de llegar a los barrios, pasan por cinco y seis manos, y eso incrementa el costo, entonces hay propuestas para que nosotros, de la mano con comunidades rurales, empecemos a llevar los productos a los barrios, con madres cabeza de familia, con Juntas de Acción Comunal. Sabemos que hay muchachos que se ganan hasta 5 millones de pesos semanales, y es difícil que se acostumbren a un millón mensual, pero les va a tocar.

(*) También estamos buscando proyectos sociales, inversión social, obviamente de la mano del gobierno y del empresariado, y de todo el que se quiera sumar a esto. Y es que esos muchachos que ahora están acostumbrados a ganarse algo, puedan tener oportunidades de ganarse algo parecido o hasta mejor en la legalidad. Hay rentas licitas que pueden ser buenas y es necesario, además, empezar desde ya con el tema de la educación. No podemos dejar que todos los jóvenes piensen que se tienen que ganar cinco y diez millones de pesos, es un tema cultural.

(VA) ¿El punto es cómo romper esa cultura del dinero fácil?

(*) Ahí hemos sugerido los foros pedagógicos. Y es que dependiendo de la persona que te diga las cosas, las entendés. A mí me pasó cuando era más joven: si alguien me decía ‘no hagas esto que te puede llevar a la cárcel o vas a cometer un error’, yo podía responder ‘vos no sabes de qué estás hablando’. Pero si ahora me lo explica una persona que lo hizo, que lo padeció, que lo pagó y que afronta mil consecuencias, le creeré más.

(VA) Pero a pesar de esos consejos, hay jóvenes dispuestos a correr todos los riesgos…

(*) Se requiere mucha pedagogía, porque eso no se logra de la noche a la mañana. Se logra con pedagogía e intervención en las comunidades. Y no lo vamos a lograr nosotros solos.

(VA) ¿Cuál es la ascendencia de ustedes sobre los jóvenes de las bandas? ¿Ustedes mandan sobre ellos? ¿Cómo es su poder de convencimiento?

(*) Los que mandan son los que están en la calle, lo que nosotros tenemos es una vocería de unos exjefes, excabecillas, que están pagando condena, que están aplicados haciendo su proceso de resocialización, incluso, con el mismo proceso de paz que estamos adelantando. Se respeta sí, a las personas que han estado siempre en las calles.

(*) El respeto nuestro se ganó en las calles. Empezamos como los muchachos hoy en día: delinquiendo, robando, en guerra, todas esas cosas. Cuando nos vieron allá afuera, haciendo lo que hacíamos, nos ganamos un nombre, fuimos líderes, fuimos jefes, entonces ellos ponen cuidado a lo que les decimos desde aquí. Ya caímos a la cárcel y los muchachos siguen con sus estructuras, con sus cosas, pero lo escuchan a uno como un abuelo.

(*) Ese liderazgo no se ha ganado a punta de reclutamientos forzados o de miedo, de terror; ese liderazgo se ha ganado durante el tiempo que se estuvo compartiendo en la calle. Ese respeto se ganó por las cosas que hicimos en los barrios. No sólo somos líderes por cosas negativas, o por delitos que se cometieron; también somos líderes porque, en su momento, le ayudamos a la señora que lo necesitaba, a la viuda, al que estaban robando, al que estaban estafando, al que despojaron de sus cosas, al que querían asesinar. Por eso es que ahora, siendo exjefes, nos escuchan, porque saben que es un consejo de una persona que ha vivido, que mostró que puede dar buenos consejos y hacer buenas sugerencias.

(*) Ahora hay un liderazgo de doble vía: el liderazgo que nos dan los muchachos que están afuera para que nosotros seamos su voz, y el liderazgo que nos da el gobierno para escucharlos. Pero siempre ese liderazgo va enmarcado en la forma cómo podemos incidir para romper esos ciclos de violencia y entrar en la comunidad con un liderazgo positivo que nos permita, entre todos, construir la paz.

(VA) Ustedes estudian y reflexionan aquí adentro, pero los muchachos siguen en las calles con sus actividades ilegales. En ese sentido, ¿cómo les llega a ellos ese conocimiento y experiencia para que hagan su propio proceso, reflexionen y acepten los cambios requeridos para lograr una paz urbana?

(*) Nuestra incidencia es muy intermitente por las fallas que podemos tener en comunicaciones. Es muy diferente incidir en una persona enviándole una razón que incidir en una persona o una comunidad que te vea. Cuando una persona con el liderazgo de algunos de nosotros pueda llegar a la comunidad y a sus jóvenes, puede tratar de incidir, o guiar, en lo que se está adelantando en temas de paz, eso es muy diferente a que si se manda una razón. Y los muchachos no pueden venir porque la mayoría tienen orden de captura.

(*) Ahí es importante un tema que hemos sugerido, pero que, lastimosamente, hay personas que les parece malo. Se trata de los foros pedagógicos, de los acercamientos directos con las comunidades, para tratar de visibilizar esas experiencias de vida y que los errores que se han cometido, los jóvenes vean que tienen consecuencias y que son consecuencias graves. Es que la cárcel no es un paseo, el que te puedan matar, que maten a tu familia, a tus amigos, a tus compañeros, no es un paseo, es una historia de vida real, por eso es importante exponerles todo lo que se ha vivido y se está viviendo, los problemas que se han tenido.

(*) Nosotros no es que amenacemos, o ‘braviemos’, o nos tienen que ‘copiar’ porque si no les hacemos algo malo. En diciembre hubo un conflicto en la Comuna 7 y la gente del gobierno habló con nosotros para ver si podíamos mediar y se acabara ese problema. ¿Qué hicimos? Les dijimos, ‘muchachos, dejen ese problema, ahí no va a ganar nadie, sólo va a ver pérdidas, muertos y detenidos, se les van a dañar los negocios’. Así se habla con ellos. Nosotros estamos en la cárcel y si uno fuera el jefe de la banda, desde aquí qué les puede hacer.

Las comunas y barrios populares de Medellín han sido escenarios de guerras entre múltiples actores. Foto: Juan Diego Restrepo E.

(VA) Pero no es un secreto que desde las cárceles, sobre todo en Medellín, se maneja la ciudad. Los internos tienen sus hombres de confianza afuera, se comunican con ellos por múltiples canales…

(*) Cuando empezaron con esa ola de capturas en contra de nosotros (en 2017), la ciudad se volvió un caos, nos llevaron a distintas cárceles – Valledupar, Bogotá, Palmira – y nos dejaron incomunicados. Entonces los muchachos quedaron en el aire. Es que nosotros tenemos una ideología: la ideología de nosotros es cuidar la comunidad.

Cuando yo empecé en esto, a pelear con las milicias, fue porque ellas se querían apoderar del barrio de nosotros, y yo me puse a pelear con ellos, y sacamos las milicias y las guerrillas de Medellín. Entonces llegan y nos encanan a los que tenemos una ideología y nos separan, y las mismas fuerzas del Estado empiezan a meter chismes para que pelemos entre nosotros. Y por arte de magia nos juntan y baja más del 40% el homicidio en la ciudad, ¿qué más tenemos que explicar?

(VA) A propósito, hace pocas semanas el orden público se altero en el barrio Manrique y dejó varias personas asesinadas. ¿Ustedes saben qué pasó y cómo ha evolucionado el asunto?

(*) Fue un tema personal y de intolerancia entre los jóvenes del barrio, no de bandas. Y desde la mesa se está tratando de incidir para que las personas que tuvieron ese hecho de intolerancia se acojan a la justicia.

(*) A eso fue a lo que nos comprometimos, a ejercer un liderazgo positivo, a que la ciudad marche, a que todas estas cosas en las que nosotros podamos buenamente incidir, las arreglemos, sin ninguna contraprestación, porque hasta ahora no la hemos pedido.

(VA) Volviendo al tema de las economías ilegales, ¿cuál es el impacto que tiene en los barrios, sobre todo en las zonas más deprimidas de la ciudad?

(*) Cuando lleguemos a ese punto en la agenda en la mesa se va a destapar cómo subsisten las comunidades, se va a destapar cómo la economía ilegal va saneándose para volverse legal. Eso va a ser muy difícil porque si en algún momento se quieren sustituir o acabar ciertas economías ilegales, va a ser mucha la gente que va a quedar sin sustento. Y no necesariamente soldados u orgánicos.

(*) Lo que nosotros necesitamos es que nos escuchen para mostrarle a la gente la realidad de las estructuras. En un barrio, la mitad del barrio es nuestra familia. Si son cien muchachos los de las bandas de un barrio o de una estructura de un barrio, ahí hay mil familiares, la señora de la tienda, del taxi, entonces no es como dicen por ahí que nosotros llegamos reclutando niños, como si fuéramos el diablo, no, es una forma de vida, y la ciudad es así. Medellín es particular porque la herencia de Pablo Escobar nos enseñó que la criminalidad era una forma de vida y la mayoría de la gente en las comunas aceptó eso. Entonces nosotros queremos romper ese ciclo porque conocemos desde dentro cómo lo podemos hacer.

(VA) ¿Qué ha pasado con el negocio del fentanilo en la ciudad, asunto sobre el cual ustedes se comprometieron a tratar en esta mesa y en la ciudad?

(*) Hacemos un llamado a la comunidad para que se tome en serio el tema del fentanilo. Según investigaciones que hemos hecho, y que estamos aportando al gobierno sobre ese tema, eso está muy regado, y desde los mismos centros hospitalarios se están robando esas ampolletas para venderlas. Eso es real y está sucediendo. Esas drogas sintéticas están haciendo un daño terrible a la sociedad. Estamos muy comprometidos en ayudar a prevenir ese tema, pero entonces no es sólo lo que nosotros hagamos, sino de la mano del gobierno municipal y nacional tenemos que buscar las estrategias para eso.

(VA) ¿Prevenir es que los grupos sobre los cuales ustedes tienen influencia no vendan fentanilo?

(*) Exactamente. Y más allá, estamos buscando quién lo está trayendo para darle la información al gobierno, porque no podemos dejar que llegue a la ciudad; por los medios de nosotros, también estamos investigando.

¿Estigmatizados?

El lenguaje y la carga semántica también son visto como factores clave para sacar adelante el proceso de Paz Total Urbana. Foto: Juan Diego Restrepo E.

(VA) El secretario de Seguridad y Convivencia de Medellín, José Gerardo Acevedo, declaró hace poco: “Delincuente es delincuente. De la palabra de ellos no depende la seguridad de una ciudad. La seguridad en una ciudad depende de las autoridades elegidas y las que están compuestas constitucionalmente, en este caso la Alcaldía de Medellín y Policía Nacional”. ¿Qué opinan de esas declaraciones?

(*) Cada uno tiene su percepción de las cosas. Pienso que lo primero es tratar las cosas como son, y tratar de delincuentes a personas que están en la cárcel no es el mejor trato, porque se supone que, independiente de cada caso, aquí hay personas que cometieron delitos y otras que no cometieron delitos, porque la justicia es muy amañada.

Pero se supone que la mayoría de las personas que estamos aquí ya llevamos más de cinco años de cárcel, ya lo estamos pagando, entonces llamarnos delincuentes es empezar a estigmatizar a alguien que no es necesario hacer. Muchos dicen exdelincuentes, que es otra forma peyorativa de llamarnos. Nosotros decimos voceros, y somos voceros porque le estamos prestando la voz a estas personas que están en las comunidades y que nunca han tenido voz, y se las prestamos porque el gobierno y las estructuras dijeron que seríamos nosotros.

(VA) La aseveración del funcionario sugiere que ustedes siguen delinquiendo desde esta cárcel. ¿Cómo convencerlo a él, a la ciudad y al país que ustedes no siguen delinquiendo, que ya no son capos ni patrones, y no mandan en las calles?

(*) Yo creo que eso es muy difícil, sobre todo cuando uno se creó una fama. Tratar de la que gente no diga o diga cosas pues eso es imposible. Uno en su conciencia sabe lo que está haciendo. Y sabemos lo que queremos para nosotros, nuestras familias y nuestras comunidades. Después de ver morir tanta gente, y de sobrevivir a tantas cosas, uno hace un acto de reflexión aquí en la cárcel, uno cambia, y siente mucho pesar cuando los ‘pelaos’ se mueren jóvenes. Cuando estuvimos en esos tiempos de tanta guerra, nosotros propiciamos algunas de ellas porque nos teníamos que defender, pero ya vemos con otra perspectiva las cosas. Por ejemplo, si el general dice que “delincuente es delincuente”, entonces también podríamos decir que policía es policía, y sería muy fácil estigmatizarlos.

(*) Este es un ejercicio que quiere manejar las cosas sin un lenguaje desobligante, sin odio, porque nosotros no le hemos hecho nada a ellos y no tienen por qué tener rencor contra nosotros. Fuera de eso, estamos en un sistema penal donde se está pagando la condena que nos impusieron, se supone que la cárcel es para resocializar.

(*) Una parte importante de esta mesa es tratar de mostrarle a las personas que nosotros no somos ni capos ni jefes, fuimos de pronto jefes en su momento, pudimos haber sido líderes negativos, pero ahora lo que queremos es convertirnos en unos líderes positivos, purgamos las condenas por los delitos que cometimos, y lo que pretendemos es que la gente no siga diciendo que el delincuente siempre va a ser delincuente. Hay personas a las que se les da su segunda oportunidad y la aprovechan, ejemplo de ello es el presidente Gustavo Petro.

(VA) ¿Y ustedes cómo se sueñan esa segunda oportunidad?

(*) En este momento de nuestra vida lo que buscamos es no desgastarnos, no seguirle el juego a los políticos que quieren utilizar esto para sus propios fines. Tenemos la convicción de querer hacer algo bien. ¿Cómo lo soñamos? Que todo salga bien, estar en el barrio, tratar de acabar las extorsiones, nosotros mismos cuidar los barrios, cuidar la ciudad con radios del gobierno, no necesariamente con armas, estaríamos sustituyendo economías ilegales por seguridad.

Ahora, cuando uno ha estudiado, concluimos que nos enseñaron a odiar una gente que ni conocíamos, que porque eran de izquierda. Lo curioso de todo esto es que el Presidente, que por ser de izquierda fue nuestro enemigo, es el único que está dando la oportunidad de que se puedan enderezar las cosas.

(*) Acá la paz no la hacemos nosotros solos, aquí toca desarmar muchos corazones, y el corazón del secretario Acevedo es uno que hay que desarmar. ¿Y por qué hay que desarmarlo? Porque, así como nosotros podemos recibir que nos diga que delincuente es delincuente, esa puya también pudo ser para el Presidente de la República. Entonces, no nos lo vamos a tomar personal, pero sí queremos que nos tengan en cuenta que estamos haciendo un proceso juicioso de resocialización, que estamos cumpliendo con nuestras fases, con nuestros talleres, con nuestras labores acá. Esta mesa es un trabajo transversal que nosotros le hacemos a nuestra resocialización.

(VA) ¿Y qué va a pasar con aquellos que no se acojan y persistan en la criminalidad?

(*) El gobierno tiene que hacerse cargo de eso. Nosotros estamos tratando de que todo esto salga bien, de que no se roben la plata que va a las comunidades. Si aquí llegara la plata y hubiera oportunidades, economía solidaria, por ejemplo, se acababa mucho el robo, entonces es tratar desde nuestro conocimiento, erradicar la mayor parte de la criminalidad, es imposible acabarla, hasta en los países más industrializados existe el crimen, pero es que hay que controlarlo. Nosotros queremos llegar al barrio sin ningún tipo de estigma.

(VA) Eso me lleva a preguntarles por las garantías de seguridad para para ustedes, sus familias, sus allegados, sus amigos y quienes los rodean, de concretarse este camino de la Paz Total Urbana. ¿Han hablado al respecto en esta mesa?

(*) La verdad, no hemos hablado nada de eso. Obviamente uno se preocupa por su vida, pero la verdad no es como la principal preocupación de nosotros.

(*) Es un tema que, en este momento, no lo tenemos claro, pero sí sabemos que lo tenemos que tocar y pensar en soluciones.  Nosotros no somos hombres de temor, pero sabemos que es un camino difícil y estamos dispuestos a enfrentarlo. Y aquí es donde, obviamente, como en otros temas, necesitamos el acompañamiento del Estado y del gobierno, necesitamos que ejerzan ese poder y esa seguridad que deben ejercer para todas las personas, y que si estamos en este camino de los liderazgos positivos, que salimos el día de mañana y que sabemos que no tenemos grupos armados bajo nuestro mando, pues el Estado nos tendrá que brindar la seguridad.

Consulte las entregas anteriores de esta entrevista aquí:

“Es el momento de la paz total urbana”: Voceros de la ‘Oficina de Envigado’

¿Verdad sin delación? El dilema del proceso de paz total urbana en Medellín