Partido desarmado

      
Un nuevo movimiento de desmovilizados del paramilitarismo y la guerrilla quiere llegar al Congreso y demostrar que la reconciliación es posible.
Fernando Soto, ex integrante del Bloque central Bolívar, es uno de los líderes del Movimiento de Reconciliación Nacional, que es avalado por el Movimiento Apertura Liberal, de Miguel Ángel Flórez. Foto: Semana.

El 20 de junio de este año, 225 líderes desmovilizados de todo el país se reunieron en un lujoso hotel de Medellín para discutir su futuro político. Muchos eran ex integrantes de las docenas de ONG que se conformaron en los diferentes departamentos donde nacieron los bloques paramilitares. También había representantes de los desmovilizados de las guerrillas de las Farc, el ELN, el Quintín Lame y el EPL. Después de tres días de mesas redondas y charlas informales, decidieron crear una organización política -Movimiento de Reconciliación Nacional (MRN)- para participar en las próximas elecciones legislativas. Se organizaron por grupos de trabajo y en los últimos cuatro meses lograron no sólo el aval del Movimiento Apertura Liberal, dirigido por Miguel Ángel Flórez, sino la elección de nueve candidatos a la Cámara de Representantes.

Según uno de sus líderes, Fernando Soto, ex integrante del Bloque Central Bolívar, la mayor fuerza de este movimiento está en los barrios y en los pueblos donde hace unos años se asentaban los bloques paramilitares. Hay inscritos 39.000 hombres y mujeres en los departamentos de Risaralda, Putumayo, Caquetá, Nariño, Antioquia, Córdoba, Bolívar, Cesar y Santander. Los mandos medios de la guerra, dice Soto, hoy son los líderes que quieren tener un representante en el Congreso.

Pero esta idea no es nueva. La Corporación Democracia, la primera ONG creada al comienzo del proceso de desmovilización (2006) por ex paras del bloque Cacique Nutibara y Héroes de Granada, manifestó desde esa época su interés por tener un proyecto político que les sirviera como trampolín de poder a los cerca de 4.000 ex combatientes que agrupaba ese bloque armado. Pero la idea fracasó, pues en los últimos dos años sus principales líderes fueron extraditados, capturados y asesinados, y se demostró que tener un pie en la política y un pie en la criminalidad no era viable.

¿Qué haría pensar, entonces, que al MRN no le sucederá lo mismo? Lizeth Argüello, miembro del Movimiento en Santander y desmovilizada del bloque Central Bolívar, le dijo a SEMANA que la gran diferencia es que ellos sí le están apostando a la legalidad con un proyecto serio de paz para largo plazo. “Ya aprendimos las lecciones durante estos años, ya vimos quiénes traicionaron el proceso… ahora es nuestro turno para ser escuchados”. El Movimiento no está trabajando sólo por la candidatura de Argüello, sino de ocho candidatos más a la Cámara (Fernando Soto, por Antioquia; Luz Elena Jiménez, por Córdoba; Nicolás Suárez, por Risaralda; Juan David Gutiérrez, por Putumayo; Gabriel Zapata Arias por Caquetá, Ana Mercedes Gómez, por Nariño; Francisco Úsuga, por Cesar; y Belisario Sánchez, por Bolívar).

Cuando se les pregunta por su ideología o su proyecto de país una vez logren salir elegidos, proponen, por ejemplo, un control político más severo a la Comisión Nacional de Televisión. Este movimiento de ex paramilitares no está de acuerdo con programas tan violentos en horas familiares. Mencionan programas como El capo o Las muñecas de la mafia: “Estamos en un país violento, no podemos generar más violencia con la televisión”, dijo Soto. También hablan de una nueva ley para que el Fiscal y el Procurador sean elegidos popularmente y que el Presidente no interfiera en su elección.

Pero, sin duda, su proyecto bandera es el de la reconciliación y la paz: “Tenemos líderes y poder -dijo Soto- para crear las condiciones de paz en ciudades como Medellín”. En esa misma ciudad, el próximo mes inaugurarán su sede y en diciembre harán un evento nacional de reconciliación con 150 víctimas y victimarios. Además, por estos días, sus principales líderes están recorriendo los nueve departamento donde tienen representación social y de base con el fin de convencer a concejales y diputados para que los apoyen. Ya figuras nacionales de la política como Javier Cáceres, Armando Benedetti y la propia Noemí Sanín están al tanto del Movimiento y lo ven como una opción de poder en el Congreso.

Sin embargo, las cosas no son fáciles en política. Y menos para un grupo de desmovilizados. Es cierto que tiene el respaldo de ciertos sectores sociales donde operaban antiguamente sus grupos armados. Pero también cargan a cuestas con el estigma de la guerra. Quizás el mayor obstáculo que tienen estos jóvenes, que quieren reintegrarse a la vida civil a través de la vida pública, es demostrar que dejaron atrás el mundo de la ilegalidad.

Publicado en Semana, edición 1435. Fecha 02/11/09