Desde hace más de un año organizaciones nacionales, regionales y locales, reunidas en la Mesa Social para la Paz, construyen una propuesta para presentar en la mesa pública que hoy se instaló en Quito, se evalúe su participación en las negociaciones y se tengan en cuenta sus demandas.
El pasado fin de semana, la Mesa Social para la Paz, convocó a la realización de “100 encuentros por la participación y la paz”, evento que se realizó en las principales ciudades del país y en las regiones más afectadas por el conflicto armado, entre ellas, el Catatumbo, Norte de Santander; Saravena, Arauca; Puerto Asís, Putumayo; y Popayán, Cauca.
El propósito de estos encuentros fue discutir alternativas de participación en la mesa de negociaciones en su fase pública que se instaló este martes en Quito, Ecuador, con el fin de que los problemas regionales lleguen a ese escenario y generar los insumos para trabajar, en conjunto con procesos organizativos a nivel nacional, en el punto uno de la agenda que comenzará a discutir el gobierno nacional con el grupo guerrillero y que se titula Participación de la Sociedad en la Construcción de la Paz. (Ver: Negociación con el Eln, en su fase pública)
En diálogo con VerdadAbierta.com, Sebastián Quiroga, miembro del comité de impulso de la Mesa Social para la Paz, aseguró que el resultado de los encuentros fue satisfactorio y sobrepasaron la meta, pues se realizando alrededor de 150 a nivel nacional.
“En Cali, Popayán, Bogotá, Pamplona y Bucaramanga, se realizaron dos o más espacios. Hay que destacar la participación del departamento de San Andrés, donde la comunidad raizal se reunió a hablar de sus problemáticas particulares, al igual que ocurrió con las demás regiones afectadas directamente por el conflicto social, político y armado”, señaló el activista.
En Puerto Asís, Putumayo, asistieron alrededor de 70 voceros de distintas organizaciones del departamento. Marco Rivadeneira fue uno de ellos, quien expuso que una de las mayores preocupaciones que rondan a las comunidades es el tema minero-energético, que no se tocó en La Habana en los acuerdos con las Farc, pero que a su juicio la sociedad lo debe tocar.
“Acá la retirada de los grupos armados de las regiones ha generado nuevas concesiones con multinacionales, que han generado un daño medioambiental y el desplazamiento de cientos de campesinos, y ¿quién dice algo?, nadie”, afirmó el labriego.
La economía campesina fue otro de los temas que se tocó durante el encuentro en Puerto Asís. Los asistentes aseguraron que hay un desconocimiento en lo acordado en La Habana porque no se volvió a hacer una socialización del nuevo acuerdo y que, a pesar de conocer que hay una política de sustitución de cultivos de uso ilícito, hay varias comunidades, de distintas veredas, que no están de acuerdo con la sustitución y que deben ser escuchadas.
Por otro lado, en Popayán, Cauca, uno de los temas al que mayor tiempo le dedicaron fue la violación a los derechos humanos por parte de la Fuerza Pública. “Lo que hemos venido denunciando es que no tenemos garantías para el ejercicio de la protesta social, se tienen que poder hacer las actividades sin que nos maten o asesinen, como ha venido ocurriendo”, aseguró Walter Quiñones, uno de los asistentes al encuentro regional.
De allí que una de las propuestas más consolidadas sea la de buscar un trato especial para las movilizaciones sociales, que no criminalice la protesta social y que haya respeto de las garantías judiciales para los líderes sociales que adelantan procesos judiciales, aspectos que, según la comunidad, van en contravía al nuevo Código de Policía.
“El gobierno nos ha incumplido, no es firmar los procesos en La Habana o Ecuador. Es que se nos cumpla a quienes hemos venidos trabajando por la paz desde hace años. El gobierno tiene que escuchar es al pueblo colombiano, la violencia viene de parte de ellos contra nosotros y cada día es más sistemática”, puntualizó el líder campesino.
En los temas discutidos en las ciudades principales hubo consenso entre los asistentes en que lo acordado en La Habana con la guerrilla de las Farc no se tuvo en cuenta la manera en la cual la guerra afectó a las ciudades principales.
“En La Habana no se contempló la afectación que tuvieron y siguen teniendo los barrios periféricos en las ciudades principales a causa del conflicto. El acceso a la vivienda y los servicios públicos, la situación de delincuencia y pandillismo también son causa de la guerra y a ello hay que buscarle solución”, aseveró Quiroga.
El gran reto que afronta el primer punto de la agenda es encontrar el mejor mecanismo para que la sociedad participe en la mesa pública instalada en Quito; asimismo, se espera que se sortee con éxito la inestabilidad que ha tenido el inicio formal del proceso, previsto para octubre del año pasado.
Cabildos abiertos, ¿el mejor mecanismo de participación?
En las discusiones adelantadas por aquellas organizaciones que integran la Mesa Social para la Paz, vienen tomando fuerza dos posibles alternativas de participación: la primera de ellas es generar un conjunto de diálogos territoriales en diferentes dimensiones (municipal, departamental y nacionales), como los del fin de semana pasado, donde salgan temas propios de cada territorio; y la segunda es que se fijen unos temas de carácter nacional, como el minero-energético, el enfoque de género y los crímenes de Estado, entre otros, para que sean discutidos en los espacios territoriales y de allí sacar un documento para proponerlo a la mesa pública en Quito.
Pese a que la discusión continúa abierta, viene tomando forma la primera propuesta de desarrollardesde cada territorio un documento, con las particularidades propias de las comunidades, que sirva como insumo para la construcción de un texto nacional que agrupe cada una de las reivindicaciones territoriales.
Juan Hougthon, vocero del movimiento social y político Congreso de los Pueblos, que integra la Mesa Social para la Paz, aseguró a este portal que la forma como la sociedad participe debe ser el resultado de un acuerdo entre todos los sectores sociales: “tiene que llegar todo el mundo, los sectores rurales, el empresariado, los miliares y también deberían ser partícipes las dos partes de la mesa. No nos parece que lo adecuado es que aparezcan miles de mecanismos sin que sean concertados”.
En lo que si hay un acuerdo, de todos los sectores que han estado en las discusiones, es que la participación de la sociedad tiene que ir más allá de la queja nacional, lo que han denominado una “participación trasformadora”, donde esperan que el resultado de los consensos a los que se llegue pasen a ser mandatos, es decir, que se incluyan dentro de lo acordado para que pasen a ser sujeto del aparato legislativo.
Ahora bien, en cuanto al mecanismo de participación, la Mesa Social para la Paz ha trabajado en la idea que sea a través de cabildos abiertos, contenidos en la Constitución Política. A juicio de los voceros, esta figura recoge soberanía popular y es la mejor manera de integrar a todos los sectores sociales en pro de llegar a un solo consenso.
La propuesta es ambiciosa; en el plan que se han trazado las organizaciones sociales se espera que participen los 1.122 municipios del país. Uno de los primeros retos que tendría, de ser aplicada esta figura, es modificar sus alcances, pues según lo contenido en la Carta Política las normas de orden público no se pueden discutir y este ha sido uno de los temas que en las regiones se le ha dado mayor relevancia.
“En primera medida se busca generar pactos de convivencia local para reducir la violencia social y disminuir las brechas económicas, en el orden regional se pretende, que fruto de lo discutido en los cabildos, se puedan ajustar los planes de desarrollo municipales de cara a las necesidades más sentidas por las comunidades. Y, finalmente, a nivel nacional debemos generar insumos, propuestas y descensos frente a lo discutido en los demás puntos del acuerdo”, agregó Hougthon.
Las organizaciones sociales aseguran que no se han casado con ningún plazo para la realización de los cabildos, pero coinciden en que tiene que ser un tiempo que se adecúe el tiempo político del país y de las comunidades. “En mi opinión, no se debería prolongar más de seis meses una vez arranque el proceso. Es decir, si a los seis meses logramos los pactos de convivencia locales, podemos ir avanzando entonces hacia la realización de todos los cabildos o la instancia territorial que se proponga”, indicó el vocero del Congreso de los Pueblos.
No hay que olvidar que esta figura constitucional, contenida en la Ley 134 de 1994 y recientemente modificada y complementada en Ley 1757 de 2015, se ha intentado aplicar en el país sin fruto alguno, como ocurrió entrada la década del noventa cuando diversos sectores campesinos, sindicales y estudiantiles convocaron a los cabildos populares para emitir un pliego de peticiones al gobierno nacional para mejorar las condiciones sociales y políticas en los territorios.
Sin embargo, tras la realización de los cabildos en varias ciudades como Barrancabermeja, Santander; y Palitas, Cesar, el diálogo con el gobierno nacional se frustró por la inestabilidad política que vivía el país y la estigmatización que cayó sobre las organizaciones convocantes.
Recientemente, tras el triunfo del No en el plebiscito del pasado 2 de octubre, varias figuras políticas y académicas aseguraron que los cabildos eran el mejor mecanismo para llegar a un consenso entre los del Sí y los del No. Quizá sea esta una nueva oportunidad de acudir a este mecanismo para que de forma incluyente participen la mayoría de sectores sociales.
Queda esperar a que inicien los ciclos de conversaciones en Quito para que las partes fijen la manera en que la sociedad va a participar y se empiecen a conocer las primeras demandas discutidas en los encuentros regionales de paz. La esperanza es que todas esas voces sean tenidas en cuenta en las negociaciones y se incorporen a un acuerdo con la segunda guerrilla más antigua del país.