A través del testimonio de alias ‘El Osito’, las autoridades han podido conocer detalles del accionar del Bloque Catatumbo que operó en el departamento de Norte de Santander al mando de Salvatore Mancuso. Por la Opinión de Cúcuta.
La sinceridad de ‘El Osito’ genera dos sentimientos encontrados. Por un lado, se puede sentir repudio, dolor e incluso escalofrío, al oírlo narrar con excesivos detalles las muertes que, como miembro de los paramilitares, presenció, cometió y ayudó a ejecutar.
Por otro lado, se siente paz al saber que, por más duro que pueda sonar su testimonio, es la única forma que la sociedad tiene de enterarse de lo que realmente pasó en el departamento de Norte de Santander durante los años en los que la muerte se paseó de la mano de estos sujetos que, como afirman en sus declaraciones ante la justicia, no hacían otra cosa que obedecer órdenes.
Los primeros años
Edilfredo Esquivel, aunque nació en Canalete, departamento de Córdoba en 1979, pasó gran parte de sus primeros años de vida en Apartadó, Antioquia, adonde llegó junto a su familia por el trabajo que a su padre le ofrecieron en una finca bananera de la región del Urabá antioqueño.
Precisamente, mientras acompañaba a su padre en el trabajo, presenció un actoque le marcaría la vida. Un comando disidente del Epl asaltó en los predios donde su papá laboraba junto a quince personas, entre las que se encontraba el propio Edilfredo y, reuniéndolos a todos, los dieciséis que allí se encontraban, dieron muerte a doce de ellos. Esquivel Ruíz tenía tan sólo 13 años de edad.
‘La muerte’ hace su oferta
Después de la masacre que presenció en la finca bananera donde trabajaba su padre, Edilfredo trató de sobrellevar su vida en el municipio de Apartadó donde vivía con su familia. Pero pronto la vida le tendría preparada una oferta que, aunque pudo rechazar, decidió aceptar por “las pocas ofertas de trabajo que los jóvenes tenían en la región donde vivía”, según sus propias palabras.
‘Norbey’, alias de un paramilitar que servía bajo las órdenes de ‘Marcos Gavilán’, fue quien se encargó de hacerle llegar la oferta que le cambiaría la vida.
“A través de ‘El Enano’, un pelado que jugaba fútbol con un paramilitar del Urabá, fue que yo terminé en esto (…) ‘Norbey’, así se llamaba el ‘para’ que venía de vacaciones a Apartadó y se encargaba de reclutar jóvenes para la organización. Nos ofrecía plata, doscientos mil pesos, y con eso nos convencía”, señaló Edilfredo ante el fiscal 54 de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, Édgar Augusto Carvajal Paipa.
Corría el año de 1995 y Esquivel Ruíz tenía 16 años. “Ingresé de 15 a 16 años al grupo de ‘Marcos Gavilán’ que pertenecía a la finca ‘La 35’”, recuerda que, una vez ingresó a este grupo, adoptó el alias de ‘El Osito’.
Luego de decirle “sí” a ‘Norbey’, Edilfredo fue llevado hasta un corregimiento llamado Nuevo Oriente, del municipio de Turbo en Antioquia.
Allí, junto a otros 10 jóvenes, fueron recogidos por una camioneta que los llevó hasta la finca ‘La 35’, que queda entre San Pedro de Urabá y el corregimiento El Tomate.
Entrenado para matar
La finca ‘La 35’, propiedad de Carlos Castaño, era un campamento de los ‘paras’ en el que se impartía instrucción militar a los jóvenes recién llegados como Edilfredo.
“El entrenamiento duró 20 días no más. La instrucción que recibí consistía en aprender a sobrevivir, desarmar y limpiar fusiles, asesinar y desmembrar cuerpos”, manifiesta, con una naturalidad que sorprende, el propio Esquivel Ruíz.
Los instructores eran dos ‘paras’ conocidos con los alias de ‘Yuri’ y ‘Estopín’.
Según ‘El Osito’, durante los días que estuvo en la finca ‘La 35’ los instructores llevaron a dos personas señaladas de ser guerrilleros para que los aprendices de paramilitares las asesinaran.
“A un señor lo amarraron vivo y luego me dijeron ‘vaya quítele un brazo’, con un machete que ellos me dieron. Yo tomé el machete y le ‘volé’ un brazo”, recuerda Esquivel Ruíz. Para él, era su primer acto violento contra una persona. Para sus instructores, significaba su graduación como paramilitar.
Después de los 20 días de entrenamiento fue enviado nuevamente hasta Nuevo Oriente, en Turbo, porque allí necesitaban unos hombres.
“Yo hacía parte de un grupo que comandaba ‘Marcos Gavilán’. Con él nos trasladamos hasta Mutatá donde nos pusieron a cuidar una pista aérea por la que sacaban droga. Esa pista era de unos señores que llamaban ‘El Boludo’ y ‘El Manteco’. Éramos como 48 personas. Además de cuidar la pista también íbamos hasta Chocó o el Sur de Bolívar, adonde necesitaran el grupo de ‘Marcos Gavilán’”, señala Esquivel Ruíz.
Durante esos primeros años de permanencia con los ‘paras’, alias ‘Monoleche’ era el que iba a pagarles. Salía con el dinero desde la finca ‘La 35’ y llegaba hasta Mutatá donde estaban los hombres de ‘Marcos Gavilán’ y les pagaba. Para esa época Edilfredo ya ganaba 350 mil pesos.
Su primer ‘trabajo’
“La primera acción contra civiles en la que participé fue en Cañoseco, en Chocó, contra la comunidad de paz que allí estaba establecida. En esa acción también participaron ‘El Alemán’, ‘Doblecero’ y ‘Camilo’ (Armando Alberto Pérez Betancourt) quien después llegaría a ser comandante en la zona de El Catatumbo.
En esta época sufrió, junto a su grupo, un ataque de la guerrilla en la finca ‘La Secreta’ en Apartadó, donde los ‘paras’ tenían establecido un campamento. En ese hecho murieron 35 ‘paras’ y él resultó herido. Se recuperó en el Hospital Pablo Tobón Uribe de Medellín y en una casa de Itagüí.
En 1999, estando en Cacarica, Chocó, fueron atacados por el Ejército y estuvo perdido 15 días en la espesa selva de esa región del país.
Después de ese ataque su grupo, que estaba bajo el mando de ‘Marcos Gavilán’ y ‘Cordillera’, pasó a formar parte del Bloque Élmer Cárdenas que dirigía ‘El Alemán’.
Haciendo parte de ese grupo fue que, en los primeros meses de 1999, lo llevaron hasta la finca ‘Los Guayabos’ de Carlos Castaño en Córdoba, donde le dijeron que venía para Norte de Santander.
La ruta de la muerte: Necoclí – La Gabarra
En la finca ‘Los Guayabos’ fue donde Edilfredo Esquivel Ruíz supo que hacía parte de ‘La Casa Castaño’ y ya no iba a ser más del grupo de ‘Marcos Gavilán’.
“Cuando nos dijeron que íbamos para Norte de Santander y que Salvatore Mancuso iba a ser el Comandante de toda esa zona entendí que yo ya no hacía parte de un ‘grupo’ sino de las Autodefensas Unidas de Colombia. Antes de eso, nosotros hablábamos era de ‘grupos’. El grupo de ‘tal’ o de ‘fulano’. Después de eso sólo se decía que éramos de las autodefensas de ‘La Casa Castaño’”, señala Edilfredo.
Desde ‘Los Guayabos’, en Córdoba, salieron para Necoclí, en Antioquia, a esperar nuevas órdenes.
En Necoclí fue recogido, junto a 200 ó 215 personas más, y transportado en siete camiones hasta Pailitas, Cesar. Ahí permanecieron 5 días. Estando en Pailitas llegó Mancuso y les confirmó lo que ya les había dicho en Córdoba, que iban para El Catatumbo.
“Los recorridos se hacían en la noche, en siete camiones encarpados para que la gente no nos viera pasar. Aunque las autoridades sí nos veían. Pasamos de Aguachica aOcaña como si nada. En una zona conocida como ‘La Y’, donde se puede agarrar para Tibú o Sardinata, nos detuvo el Ejército. Los comandantes que venían con nosotros hablaron con ellos (ejército) y nos dejaron pasar como si nada. Esa fue la primera vez que me di cuenta que el Ejército nos estaba colaborando pues a mí me habían herido en un combate unas tropas del Ejército en el Chocó tiempo atrás”, recuerda Esquivel Ruíz.
Cuando llegaron a Tibú, los siete camiones fueron nuevamente detenidos, esta vez por la Policía. Pero no pasó nada. El capitán Luis Alexánder Gutiérrez Castro, al mando del retén, los dejó seguir.
“Los comandantes hablaban con ellos y nosotros pasábamos como si nada”, señala Esquivel.
En la vía que de Tibú conduce a La Gabarra, último destino de esa tropa paramilitar, llegados a un punto conocido como ‘Socuavo’ la guerrilla los atacó.
“Nosotros repelimos el ataque de los guerrilleros y dimos de baja a unas personas que la misma comunidad nos señaló como ‘guerrillos’”, manifiesta ‘El Osito’.
Por el camino alias ‘Tigre 7’ dio de baja a dos guerrilleros más que los ‘paras’ entregaron al Ejército para que presentara como ‘positivos’ de ellos.
Los ‘paras’ siguieron hasta ‘Vetas Central’ donde fueron alcanzados por el Ejército. “Estando allí, un helicóptero, enviado por el comando central de las autodefensas en Córdoba, llegó por los comandantes que nosotros teníamos en la zona, que eran ‘Marcos Gavilán’ y ‘Camilo’. En el helicóptero venían ‘Los Azules’, que era un grupo especial que tenía Mancuso y que se encargaba de negociar la droga. Nosotros nos quedamos en ‘Vetas’ y ellos se fueron para La Gabarra. Pero en el camino la guerrilla los asaltó y les quitó toda la plata que traían para hacer el negocio de la droga. Entonces, uno de ‘Los Azules’ de la rabia que le dio, sacó a cuatro personas de una casa, los mató y después les prendió candela”, señala Esquivel Ruíz.
Después de esto la orden fue tomarse cuanto antes la zona. Para eso se acordó preparar unos ‘positivos’ para el Ejército y emprender camino cuanto antes a La Gabarra.
“Alias ‘Jota’ y ‘Piedras Blancas’ (Albeiro Valderrama Machado, quien después sería comandante de Pamplona) agarraron a cuatro personas, las amarraron y se las entregaron al Ejército para que las mataran. Nosotros salimos por todo ‘Vetas’ disparando para que la gente creyera que los muertos eran nuestros, paramilitares, y no dijeran nada al Ejército”, señaló Esquivel Ruíz.
Lo que continúa en el relato de este paramilitar ya es conocido por todos. El 17 de julio incursionaron en Tibú y dejaron como saldo nueve personas masacradas. Otras cuatro fueron dejadas a lo largo del camino entre este municipio y La Gabarra. Luego, un mes después, llegaron finalmente a La Gabarra. Era 21 de agosto y ese día los muertos, según cifras oficiales, fueron más de 35.
El entonces capitán del Ejército Luis Fernando Campuzano retiró el retén que estaba en la entrada del corregimiento y nunca atendió los llamados de la población pidiendo ayuda.
Luego de cinco años de barbarie, donde los muertos y los desplazados se contaron por miles, la droga se volvió la principal fuente de financiamiento de la guerra paramilitar y el Estado pareció no ejercer ningún control sobre toda esta zona, vino el proceso de desmovilización del Bloque Catatumbo.
El 10 de diciembre de 2004 ‘El Osito’, junto a 1.435 ‘paras’, se desmovilizó en la finca ‘Brisas del Sardinata’.
El 5 de mayo de 2005 fue capturado en Tibú sindicado de la muerte de la abogada discapacitada Martha Bianchá, asesora jurídica de la Fundación Catatumbo. Para ese entonces Esquivel Ruíz aún vivía en Tibú.
Prontuario
Alias ‘El Osito’ ha confesado, entre otros crímenes:
1. La muerte de 4 ‘paras’, compañeros suyos, por órdenes de sus superiores.
2. Las masacres de Socuavo y La Gabarra en Norte de Santander.
3. Dos masacres en Tibú.
4. Su participación en 124 hechos, que podrían sumar más de 200 homicidios.
5. Además, le han sido imputados cargos por narcotráfico y desaparición de personas.
Publicado por la Opinión.