Ospina explica el modelo agrario del gobierno

      
Con los anuncios sobre titulación y entrega de tierras, las expectativas son altas. El director del Incoder dice cómo piensan cumplir y poner a producir tres millones de hectáreas con los campesinos.
Miles de campesinos asistieron al evento reclamando justicia y resinstitución de lo que algún día les perteneció. Foto: VerdadAbierta Foto: VerdadAbierta

Los nuevos propietarios de Las Catas

En los últimos quince días el presidente Juan Manuel Santos ha estado recorriendo el país para poner en marcha la ley de restitución de tierras vigente desde diciembre de 2012. El pasado viernes 27 de enero, en el estadio Metropolitano de Barranquilla, acompañado por miembros de su gabinete, dijo a miles de campesinos que su gobierno va poner fin al estado de abandono del campo colombiano en las últimas décadas. Quince días antes estuvo en el municipio de Ayapel, en La Mojana en el San Jorge cordobés, donde entregó la hacienda Las Catas a 304 familias. Es un predio de 4.300 hectáreas que había sido de propiedad de los hermanos Moncada del cartel de Medellín.

Las Catas fue incautada por las autoridades y mientras se desarrollaba el largo proceso jurídico de extinción de dominio, fue entregada por la Dirección Nacional de Estupefacientes a Incoder. Éste a su vez, en 2006 se lo había dado a familias cordobesas sin tierra de manera provisional. Finalmente el bien pasó a manos del estado a fines de 2011, y el gobierno pudo titularlo colectivamente a 304 familias campesinas. La mitad de éstas habían sido desplazadas de otros municipios cordobeses o urabeños; la otra mitad eran campesinos locales de Ayapel que no tenía tierra y habían solicitado un subsidio para comprar tierras desde hace años.

La meta del gobierno es ambiciosa: conseguir titular y regularizar tres millones de hectáreas. Según dijo el presidente Santos, sólo este año planean entregar unas 50 fincas en zonas de tierras planas y ricas, que sumadas tienen 130 mil hectáreas, que le han quitado a narcotraficantes y paramilitares, para dárselas a familias campesinas.

El proceso pisará callos sin duda.  “Alguien – dijo Santos en Barranquilla – se preguntaba esta mañana en un medio de comunicación, como hecho insólito, qué  hacía el gobierno reuniéndose con las organizaciones campesinas, a propósito de esta reunión que hoy tenemos aquí en el Metropolitano. A ese comentarista le respondo que el Presidente se reúne con los campesinos porque este gobierno es de los campesinos y de las organizaciones sociales; juntos, la base popular, el gobierno, el Congreso y el poder judicial, vamos a hacer posible la reforma agraria que tanto hemos anhelado. No será esta una revolución a punta de fusil, será con la ley y la constitución en la mano. No será sólo una política de reparto de tierras, es una revolución integral, daremos a los campesinos las herramientas con acceso a créditos y servicios públicos para que puedan tener una vida digna”.

Santos insistió que “restituir la tierra es un paso indispensable hacia la justicia y la democracia”. Por eso, dijo, tendrá enemigos de lado y lado. “Los guerrilleros porque si hacemos una revolución agraria su argumento para la guerra desaparece y los paramilitares y narcotraficantes, porque han adquirido propiedades de manera fraudulenta”.

Aseguró Santos que ya han “entregado 800 mil hectáreas”, pero en realidad se refería a la regularización de la propiedad sobre 800 mil hectáreas, pues en muchas regiones la gente ya tenía posesión de la tierra, pero no contaba con títulos legales. Además como se lo ha propuesto el gobierno, la idea no es sólo que los campesinos tengan su título, sino que además pueda acceder a crédito y a asistencia técnica para desarrollar el campo.

“Ese es mi compromiso con ustedes, me tienen que ayudar para que al sueño de la reforma agraria no se cuelen avivatos y lo hagamos realidad’, dijo Santos.

El presidente Santos se comprometió a devolverle tierras a los campesinos. Foto VerdadAbierta.com

Verdad Abierta habló con el director de Incoder Juan Manuel Ospina, quien explicó los alcances de la ley de restitución de tierras, las novedades del proyecto de Desarrollo Rural y la forma cómo se formalizará la propiedad de los campesinos sobre tres millones de hectáreas.

VA: ¿Por qué habían otorgado Las Catas en provisionalidad?

J.M.O.: Las tierras que llegan a la Dirección Nacional de Estupefacientes tienen la condición que son tierras incautadas y hasta tanto no concluya un proceso de extinción de dominio, sólo pueden ser administradas para su sostenimiento. Las Catas estuvo en provisionalidad desde 2006 y eso ha dado lugar a que el predio esté muy mal tenido. Hay pequeños cultivos, los campesinos subarriendan la finca por pastos a los ganaderos, pero el pasado mes de diciembre un juez decretó la extinción y Las Catas pasó a ser tierra baldía, es decir de propiedad del Estado.

V.A.: ¿El Estado recibió el predio de la DNE, qué viene ahora?

J.M.O.: Cada familia va a tener una parcela de dos hectáreas, más la casa. No van a ser viviendas aisladas. Hemos acordado con ellos que sea una aldea, que estén asociados y organizados, porque eso facilita la prestación de los servicios, la construcción de una escuela y la atención en salud. Ellos le dijeron al alcalde de Ayapel que estaba haciendo la aldea de Las Catas, que en realidad se puede convertir en un corregimiento por el volumen de personas, 304 familias que son más o menos unas quince mil personas.

V.A.: ¿Son 4.300 hectáreas para 304 familias, cómo las van a repartir?

J.M.O.: El primer globo de terreno es una parcela de dos hectáreas y la vivienda. En esas dos hectáreas ellos podrán tener los animales de patio, los cultivos de pancoger, frutales, y todo lo que permita a la familia la sostenibilidad. Una parte de la finca quedará como área de protección ambiental, la ciénaga, etcétera. Y la mayor extensión, 2.300 hectáreas, es para trabajar de manera conjunta donde se desarrolle un cultivo comercial y se ha pensado que los más apropiados son caucho, cacao y plátano.

V.A.: ¿Por qué estos tres cultivos?

J.M.O.: Inicialmente el plátano para generar unos ingresos en el periodo de consolidación de los cultivos de cacao y caucho que son de tardío rendimiento. En el caso del cacao vamos a tener un aliado importante que es la Nacional de Chocolate; ellos van a hacer los estudios del suelo para garantizar la calidad del chocolate. Las visitas de los técnicos por ahora, han determinadoque no tienen duda que es apta para cultivar cacao. Pero el cultivo más seguro es el caucho, es un árbol que califica para los subsidios de Kyoto, porque es un árbol captador de carbono.

V.A.: ¿Cómo definieron que este es el modelo adecuado para redistribuir la tierra y volver productivos a miles de campesinos sin tierras y a personas viviendo en desplazamiento?

J.M.O.: Hay tres posiciones: la de quienes sostienen que para los campesinos no hay otro escenario que el de la pequeña propiedad, es decir, entregarles 15 hectáreas donde siembren yuca, plátano, maíz, tengan unas frutas, animales de patio, unas vacas y unos cerdos. Eso funciona para mercados locales y para la seguridad alimentaria de la familia. Otro escenario es cultivar en una extensión de tierra caña o palma, como unas especies de ingenios, donde los campesinos sean la mano de obra y recibirían unos ingresos como socios. Nosotros nos hemos inclinado por una línea intermedia, no van a ser proyectos ciento por ciento caña, cacao y caucho, tiene que haber unos espacios reconocidos, donde la familia campesina pueda desarrollar sus prácticas mejorándolas y acompañados por el Estado y teniendo como aliados a empresarios que aportarán su conocimiento en la calidad del producto y la garantía de que eso industriales comprarán la producción. Es un proyecto que estará acompañado de tecnología avanzada, socios que co
mpren los productos y los acompañen en la financiación. El problema no es producir, sino vender. Si el socio del campesino lo ayuda a producir, el producto tiene la calidad requerida, gracias a la semilla adecuada y la asistencia técnica apropiada, el desarrollo del campo estaría prácticamente asegurado, no del todo, porque una agricultura sin riesgo no existe.

VA.: ¿Este modelo tal y como está concebido implica que debe haber un reglamento de convivencia entre los socios?

J.M.O.: Estos señores se tienen que volver socios, tienen que aprender a convivir bajo unas reglas y el que no se adapte tiene que salir. En este proyecto debe primar el interés general.

V.A.: ¿Y cómo va a ser el papel del Estado en esa sociedad?

J.M.O.: Va a hacer un acompañamiento inicial que gradualmente irá disminuyendo. En el país por un exceso de proteccionismo, los campesinos nunca alcanzaron la mayoría de edad.

V.A.: En el proyecto que se comenzará a discutir en marzo se introduce una figura denominada derecho a la superficie. ¿Qué es eso?

J.M.O.: En el proyecto de ley de desarrollo rural se introduce esa figura. Hay dos realidades: una es poseer la tierra y la otra es la posibilidad de separar la posesión de su uso. El uso, si se separa, podría abrir el camino a lo que se llama el derecho a la superficie, que consiste, cuando la tierra es de propiedad del Estado, simplemente en entregar la superficie para que unos ciudadanos la puedan trabajar adecuadamente y van a pagar por ese arriendo un estipendio. Es un concepto del derecho anglosajón que ya se ha puesto en marcha en Argentina y Brasil. En los próximos años habrás dos formas de acceso a la tierra: la propiedad absoluta y el derecho de superficie.

V.A.: ¿Con la entrega de tres millones de hectáreas bajo el modelo de Las Catas qué se busca: resolver un problema de equidad, de tenencia y uso de la tierra, o es una estrategia con miras a la internacionalización de la economía?

J.M.O.: El abastecimiento alimentario volvió a ser un tema de agenda pública. Hoy hay una demanda creciente por alimentos y la FAO cree que puede haber desabastecimiento alimentario en los próximos años. El precio de los alimentos está creciendo y el que tenga capacidad de producir alimentos, tendrá muchas oportunidades en el mercado mundial. El cacao es un producto con mucha expectativa de crecimiento, la demanda mundial está aumentando y el cacao colombiano está catalogado como de buena calidad. Colombia está entre los campeones del mundo en tener tierra mal aprovechada.  También está creciendo la demanda de materias primas de origen vegetal, entre otras razones porque estamos entrando en una etapa definitiva de altos precios del petróleo, lo cual genera demanda de sustitutos como aceites y fibras vegetales.

V.A.: ¿El modelo de las Catas se modificará con la Ley de Desarrollo Rural?

J.M.O.: Cuando uno comienza a hablar de proyectos con la escala de Las Catas, donde habrá 300 familias, está entrando en otro escenario de financiación y si no se adecúan los instrumentos actuales, sino se generan estímulos claros para que ese capital que hasta ahora no se ha invertido en este tipo de proyectos sean rentable y sostenible, esto va a ser muy difícil. Se está proponiendo a través de la ley que Incoder pueda administrar con lo que existe, un Fondo de Fomento al Desarrollo Rural y unos fondos regionales con actores y proyectos regionales.

V.A.: ¿Cómo se articularán o integrarán a nivel regional y nacional las 130.000 hectáreas que tienen proyectado formalizar este año?

J.M.O.: Tenemos identificadas 69 áreas de la geografía nacional que podrían constituirse como áreas de desarrollo rural. Este gobierno se ha fijado la meta para 2014 es dejar en funcionamiento 30 regiones y este año estarán en funcionamiento 14. La primera etapa son 128.000 hectáreas en cinco regiones del país para 10 mil familias. En las 30 áreas debemos tener 850.000 hectáreas, a esto hay que sumarle las tierras que han sido abandonadas. En el país hay cinco millones de hectáreas produciendo en agricultura, y en cambio, más 40 millones de hectáreas con ganado. El desafío es que los jóvenes se le metan a desarrollar la agricultura, y que haya menos tierra dedicada a la ganadería extensiva y más tierra productiva produciendo comida y bio-energéticos. Si logramos que los jóvenes piensen que en el campo hay trabajo, bienestar y desarrollo habremos logrado un cambio histórico.