En los museos que retratan el conflicto armado desde las regiones ya tienen insumos para no olvidar más de 50 años de violencia, pero afrontan el riesgo de desaparecer por falta de presupuesto.
Veinte lugares con fotografías del conflicto armado, objetos baleados e historias de personas que han sobrevivido a la guerra librada por guerrillas, paramilitares y el Estado. Veinte lugares que cuentan las consecuencias de las consecuencias de la confrontación armada y la resistencia desde Santa Marta hasta El Placer, en Putumayo; y desde Bojayá, en Chocó, hasta el Meta.
En estos lugares, intentan reconstruir qué ha pasado en el conflicto en regiones donde, incluso, la guerra todavía está al rojo vivo. Algunos de estos sitios nacieron en la década del noventa, pero actualmente están congregados enla Red Colombiana de Lugares de Memoria desde la asamblea que hicieron en Trujillo, Valle, en noviembre de 2015.
Pese a tanto esfuerzo, esos veinte sitios podrían acabarse por falta de presupuesto. En un intento de supervivencia, sus voceros se reunieron el pasado 29 de marzo con varios congresistas, entre ellos Antonio Navarro, y los equipos de trabajo de Claudia López y de Iván Cepeda, para mostrarse, buscar soluciones financieras y procurar llenar los vacíos que tiene la Ley de Víctimas al respecto.
VerdadAbierta.com conversó con José Luis Foncillas, de la Casa de la Memoria de la Costa Pacífica Nariñense; y con William Wilches, director del Museo Caquetá.
VerdadAbierta.com: ¿Cuál es la importancia de los lugares de la memoria?
William Wilches: Es una contribución a la verdad. Documentar los hechos del conflicto en esas regiones a través de entrevistas, de videos, de expresiones artísticas, es darle al Estado un avance sobre una investigación de trabajo de campo. De esta manera, la Comisión de la Verdad no comenzará de cero a contar el origen y la verdad de lo que ha sucedido en esas regiones. El aporte que le estamos haciendo a la paz es muy grande y el Estado no se da cuenta.
José Luis Foncillas: Claro está que nos resistimos a hablar solo de la historia del conflicto, es también la de los pueblos. Por ejemplo, en el Museo de Tumaco la primera sala es sobre las raíces de la cultura afro: cómo llegaron, cuáles son sus instrumentos, sus ritos religiosos. La segunda sala sí está dedicada al conflicto. Lo difícil es que en Tumaco estamos haciendo memoria en medio del conflicto y ahí la memoria tiene que ser muy prudente.
VA: ¿Por qué esa prudencia?
J.L.F.: Porque no se puede hablar de los victimarios pues todavía están por la calle. Quizá en Bogotá se puede hacer otro discurso, pero en regiones es mucho más delicado. Con las historias de las víctimas ponemos a pensar a la gente cuál ha sido la magnitud del conflicto. El otro día llegó un grupo de militares y al entrar a la sala de las víctimas dijeron “aquí seguro hay muchos guerrilleros”. Les dimos una charla diciendo que seguramente, pero también militares y civiles. Cuando terminaron, expresaron “¡Uh! Qué hijueputa este conflicto, ¿no? Tiene que parar”. Además, aquí se cuentan las resistencias, qué ha hecho la gente por la paz. Son lugares de diálogo pues en muchos casos son el único sitio con un auditorio gratuito, y pues si el conflicto nos ha dividido, estos son lugares son para tejer confianzas.
VA: ¿Han estado en la mira los museos o ustedes por construir memoria en medio del conflicto?
J.L.F.: En Trujillo, Valle, sí. Han saqueado varias veces el Parque Monumento (que conmemora la muerte y desaparición de 235 víctimas). En Tumaco no, pero porque sabemos qué se puede decir y qué no; únicamente contamos lo que las víctimas nos dicen que se puede contar y lo hacemos de maneras indirectas como el arte, el teatro o la música, es decir, con una narración no tan obvia.
W.W.: Las Farc me hicieron unatentado, pero ahora no hay tanta presión. El Bloque Andaquíes de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) se retiró del territorio y las Farc ahora están más enfocadas en el proceso de paz.
VA: ¿Pero antes de los diálogos en La Habana ya había bajado la presión?
W.W.: No, hace tres años era imposible. Hacíamos memoria clandestina. Íbamos donde la familia de alguna víctima y no publicábamos la historia porque nos daba miedo, pero sí documentamos.
VA: ¿Qué hacían entonces?
W.W.: Exposiciones, principalmente en la capital del departamento, con fotos y algunas leyendas de lo que habían vivido las personas y ciertas actividades artísticas. Pero ahora es muy diferente. En San Vicente del Caguán se está creando un centro de memoria que se llama Sachena Yona, que en lengua nativa significa laguna bella. Ellos documentarán directamente en la zona donde la guerrilla ha estado por más de 40 años. Ya estamos perdiendo el miedo.
VA: ¿Estos lugares nacieron cuando salió la Ley de Víctimas en 2011?
W.W.: No. Son organizaciones de la ciudadanía que han mostrado el dolor desde años antes, y no por la coyuntura de la Ley de Justicia y Paz o la Ley de Víctimas. Es cierto que esta última habla de memoria histórica, pero su aplicación no está muy clara y tiene vacíos.
VA: ¿Cómo cuáles vacíos?
W.W.: Dice que es un deber del Estado promover la memoria histórica, pero no dice ni cómo, ni cuándo ni con qué; mientras, estos lugares han hecho sus iniciativas con recursos propios e impulsados casi que sólo con el sentimiento de recuperar los diálogos en esas regiones.
VA: ¿Entonces qué tan preparados estaban cuando la Ley habló de memoria?
J.L.F.: No sólo estaban preparados sino que muchos de los que están detrás de los museos fueron quienes presionaron la Ley de Víctimas así no hayan sido los legisladores, como Pastora Mira en San Carlos, Antioquia; o la Asociación de Familiares de las Víctimas de Trujillo, por citar solo unos ejemplos.
W.W.: Además, ellos ya habían documentado los asesinatos, los desplazamientos, y tenían una documentación del conflicto. La ley le puso un término legal, memoria histórica, a lo que habían hecho artesanalmente antes.
VA: ¿Cómo era antes?
J.L.F.: Al principio era una memoria muy ligada al tema de derechos humanos y justicia, como lo ha hecho el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, uno de los miembros de la red; o los de Trujillo, que presionaron ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos que se juzgara al Estado por sus crímenes. Estos movimientos lograron mostrar con la memoria lo que vivían las víctimas en el país y que se dejara de invisibilizar el conflicto en las regiones.
VA: Pero, ahora que el tema está más en boga, ¿son los mismos objetivos?
J.L.F.: Es cierto que el tema está de moda, pero las organizaciones viven la misma situación. Por ejemplo, en Tumaco el 19 de septiembre de 2001 asesinaron a la directora de la Pastoral Social, nuestra directora, Yolanda Cerón, por denunciar violaciones de derechos humanos cometidas por las Auc en connivencia con la Fuerza Pública. Tras su muerte, la Diócesis siguió con el trabajo y le añadió el ingrediente de la memoria, pero la memoria como denuncia. Nuestro lema era “dos años de impunidad”, “5 años de impunidad”, “10 años de impunidad”. Es un reclamo de justicia que hasta hoy no ha sido saldado. Hay algunas medidas de memoria, pero consideramos que no es suficiente y el Estado sí hace acciones de memoria, pero no desde las comunidades.
VA: ¿Y qué piden?
J.L.F.: Reclamamos que se haga un Museo Nacional de la Memoria que se relacione con el trabajo de las organizaciones. Que no vengan a inventar la pólvora, sino que reconozcan todo este trabajo que se ha hecho y lo legitimen, porque siempre ha sido calificado como gente de izquierda con vínculos con la guerrilla.
VA: ¿Cómo construyen memoria?
W.W.: En Caquetá desde hace 15 años empezamos a documentar todos los casos de violencia en el Caquetá. Si asesinaban un concejal, íbamos donde la familia, tomábamos la información y así empezamos a construir memoria histórica a partir de bases de datos. Cuando nació el Centro de Memoria Histórica en 2011, fueron a decirnos que querían construir memoria pero ya la teníamos. Tanto que nuestro registro, por ejemplo, fue uno de los insumos que utilizaron ellos. Todos los museos han hecho lo mismo y van un paso adelante del papel del Estado.
J.L.F.: ¡O dos!
VA: ¿A través de qué fuentes se financian?
W.W.: Con algunas organizaciones aliadas como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) o el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
J.L.F.: Pero son cosas puntuales. Si hacemos una asamblea, buscamos quién la financie y por ejemplo, el PNUD ayudó pero solo en la asamblea. No hay financiación de un equipo técnico, no hay una sola persona contratada, ni oficina.
VA: Ustedes dicen que quieren que reconozcan y que no sean marginados, pero ¿cómo los han relegado?
J.L.F.: Si yo le pregunto a un bogotano qué ha pasado en Tumaco, lo primero que preguntan es si queda en Chocó. Las regiones no han sido visibilizadas en los medios de comunicación y mucho menos sus procesos de resistencia o las violaciones de derechos humanos.
VA: ¿Cómo los ha relegado el Estado?
W.W.: La Ley de Víctimas privilegia más el asistencialismo con las reparaciones administrativas y el deber de memoria ha estado en un segundo plano, entonces lo asumió la sociedad civil. Uno de los objetivos de esta reunión es contarle a los congresistas lo que estamos haciendo y que queremos que haya una reglamentación para corregir los vacíos de la Ley de Víctimas y que el Museo de la Memoria no sea un edificio frío en Bogotá sino el reflejo de los lugares de memoria que hay en el país.
VA: Pero por ejemplo, algunos gobiernos locales sí aportan para lugares de la memoria como la Alcaldía de Medellín con la Casa Museo o el Distrito con el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. ¿Hay otros lugares con aportes?
J.L.F.: Sí hay asesoría pero pedimos que se financie el trabajo de los lugares de la Red. Tenemos sentencias judiciales que exhortan al Estado a crear medidas de reparación simbólica y muchas veces no la cumplen. No quiero que se confunda lo que estoy diciendo, sí valoramos mucho al Centro Nancional de Memoria Histórica y que queremos que se fortalezca. Lo que criticamos es un Estado que no ha potenciado estos lugares y muchos tendrán que cerrar en los próximos años por la falta de recursos.
VA: ¿Cómo les fue con los congresistas?
J.L.F.: Estamos contentos porque a pesar de que nos dimos cuenta que no conocían esto, notamos un interés y queremos aprovecharlo.
W.W.: Logramos que conocieran que hay unos lugares de memoria, que es urgente reglamentar los vacíos de la Ley respecto a este tema y pactamos que fueran comisiones del Congreso a algunos museos para debatir. Ese ejercicio debe concluir en una ley especial o en una política pública de memoria histórica donde quede contemplado un fondo para esos lugares.
VA: ¿Cuánta plata necesitan?
W.W.: No lo tenemos claro todavía. El monto saldría de las reuniones con la comisión.
VA: Pero, por ejemplo, ¿cuánto cuesta sostener el Museo de Caquetá?
W.W.: Unos 30 millones anuales solo para el mantenimiento preventivo como comprar la escoba, el bombillo, hacerle hidratación a las piezas del museo y catalogar algunos documentos de las víctimas.
J.L.F.: El Museo de Tumaco se financia con 150 millones de pesos al año. No son montos excesivos los que se piden para los 20 lugares de la memoria. Sólo que puedan tener al menos una persona dedicada de lleno al museo. Muchos funcionan con voluntariados.
W.W.: Lo que se pide es un mínimo vital.
Estos son, hasta ahora, los 20 sitios que componen la Red Colombiana de Lugares de Memoria:
1. Parque Monumento de Trujillo, Valle
2. Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María, Bolívar
3. Centro Comunitario Remanso de Paz, Pueblo Bello
4. San Carlos CARE, Antioquia
5. Casa de la Memoria de la Costa Pacífica Nariñense
6. Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, Bogotá
7. Salón del Nunca Más, Granada, Antioquia
8. Centro de Memoria del Conflicto, Valledupar, Cesar
9. La Piedra de San Lorenzo, Samaniego, Nariño
10. Centro integral de formación y fortalecimiento cultural WIWA Sierra Nevada de Santa Marta.
11. Museo Caquetá
12. Museo Comunitario “Tras las huellas de El Placer”, Putumayo
13. Casa de la Memoria de El Salado, Carmen de Bolívar
14. Museo Nacional de la Memoria (CNMH), Bogotá
15. Proceso de construcción social del parque de la memoria del municipio de El Castillo, Meta
16. Lugar de Memoria del Atrato, Bojayá, Chocó
17. Lugar de Memoria MOVICE, Meta
18. Mujer Misterio deAmor que Da Vida a la vida, MUMIDAVI
19. Cartagena del Chairá, Caguán, Caquetá
20. Lugar de la Memoria del Departamento del Valle