Poco y nada es lo que se ha hablado en La Habana sobre las estructuras clandestinas y las llamadas redes de apoyo de este grupo subversivo. Algunas llevan más de dos décadas operando en las ciudades y serán claves en el posacuerdo, cuando esta guerrilla se convierta en movimiento político.
La guerrilla de las Farc tiene un rostro clandestino, que actúa en las ciudades y que pocos conocen, se trata del Movimiento Bolivariano para la Nueva Colombia y del Partido Comunista Clandestino de Colombia (PC3). Son hombres y mujeres dedicados a la instrucción política de las comunidades, sobre los cuales nada se ha dicho durante las negociaciones con el gobierno nacional.
A sus integrantes se les rotula con la palabra “milicianos” y un sector del país, representado por la Procuraduría General de la Nación, está preocupado porque cree que estas estructuras urbanas no se desmovilizarán una vez se firme el acuerdo final entre las partes. Así lo plasmaron en dos artículos, uno institucional y otro firmado por el titular de ese organismo, Alejandro Ordóñez.
“El Acuerdo establece que a las zonas de ubicación de miembros de las Farc solo se desplazaran quienes hacen parte de “misiones, comisiones y unidades tácticas de los Frentes” de la organización, lo que deja por fuera a gran parte del ‘grupo armado organizado’, como son los integrantes de las milicias”, dice el ente de control en su comunicado de prensa.
A su vez, Ordoñez, replicando esos mismos conceptos en una columna de opinión publicada en el diario El Colombiano el pasado 2 de julio, reiteró su preocupación: “No existe ninguna posibilidad de paz si las milicias de las FARC no se desmovilizan. Los colombianos deben tener la garantía de que las FARC se disolverán completamente. Una desmovilización parcial es una falsa desmovilización y una falsa paz”.
A esos cuestionamientos, le salió al paso Félix Antonio Muñoz, alias ‘Pastor Alape’, miembro negociador de las Farc en La Habana. En declaraciones de prensa afirmó: “Hablar de milicias urbanas eso está en la imaginación del Procurador, eso son cosas de los que hoy están llorando porque la guerra está herida y de muerte, entonces están pataleando, aquí el país está es sintonizado con la paz”.
El rostro oculto
Desde la desarticulación de Red Urbana Antonio Nariño (RUAN) en 2003, al mando de ‘Carlos Antonio Lozada’ y encargada de “hacer sonar la guerra en Bogotá”, no se volvió a registrar por parte de las autoridades una participación militar de las Farc en las ciudades capitales. No obstante, sí siguieron operando las estructuras urbanas dedicadas estrictamente al trabajo político que, por su carácter clandestino, ha sido difícil seguirles la pista, tener una cifra exacta de sus integrantes y conocer su modus operandi.
VerdadAbierta.com contactó y dialogó con ‘Alexandra’ y ‘Mario’*, integrantes de dos estructuras urbanas de la guerrilla, para conversar alrededor de lo que han sido los diálogos en La Habana, su articulación a la Mesa de Negociaciones, su posible participación en el partido político que funden las Farc una vez dejen sus armas y sus deudas con la justicia.
Ambos tienen más de 30 años de edad, cuentan con estudios de posgrado en prestigiosas universidades de Bogotá y al igual que cualquier citadino tienen trabajo y ayudan económicamente en sus hogares. Ingresaron hace más de diez años al Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MB), creado el 29 de abril de 2000 en San Vicente del Caguán, Caquetá, durante los diálogos adelantados con el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002), y al Partido Comunista Colombiano Clandestino (PCCC, también conocido como PC3).
La cita con el equipo de VerdadAbierta.com fue en un lugar recóndito en el sur de Bogotá. Los rostros de ambos insurgentes estuvieron cubiertos todo el tiempo y para hablar exigieron que no se grabaran sus voces, se apagaran los celulares y no se tomaran fotografías, aduciendo razones de seguridad.
Ambos aclararon, inicialmente, que tanto el Procurador Ordoñez, como algunos académicos, confunden el funcionamiento de las estructuras urbanas de la guerrilla, señalando que las afirmaciones han generado que en la opinión pública se crea que todas las estructuras de las Farc son armadas, lo cual desconoce una de las caras de la guerrilla, que es el trabajopolítico que por años han realizado en las ciudades.
“En la Habana estamos todos”
A raíz de la anunciada disidencia del Frente 1 ‘Armando Ríos’, del Bloque Oriental, que al parecer no se plegará a los acuerdos que se alcancen en La Habana, comenzaron a surgir varias dudas sobre las probabilidades de que parte de las Farc no se reintegren a la vida civil y evadan el proceso de justicia transicional acordado. El Procurador Ordoñez se pregunta en su columna qué va a pasar con los cerca de 8.000 milicianos de las estructuras urbanas que, según él, no se desmovilizarían.
‘Alexandra’ no se atreve a dar una cifra de cuántos miembros realmente tienen las estructuras urbanas de las Farc; dice que no la sabe, que sólo el compilado estimado lo puede tener cada bloque, pero que si lo supiera, no se revelaría el dato porque sería “darle más pistas al gobierno”.
Disidencias de las Farc una realidad prevista
Esta mujer, abogada titulada, afirma que en La Habana están todos y se sienten representados todos los militantes del MB y del PCCC. Pese a no vivir las acciones de la guerra en las montañas, señala que las células urbanas han aportado sus ideas en la construcción de los acuerdos, siendo partícipes de la elaboración de insumos para los puntos de la agenda que abordan desde hace cerca de cuatro años el gobierno nacional y las Farc en la isla del Caribe.
“Todos los insumos que llegan a la subcomisión de género de la Mesa son discutidos con las compañeras que hacen parte de ambas estructuras. Allí discutimos y aportamos nuevos elementos para que los tengan en cuenta. Y así ha sido, fruto de lo que se ha pactado tiene la “mano” de nosotras”, asegura ‘Alexandra’.
Los canales de comunicación que mantienen estas estructuras urbanas son las mismas que tienen el resto de guerrilleros con sus delegados en La Habana. Cada comandante de bloque informa a los comandantes de frentes y estos, a través de informes periódicos, se dirigen a las “unidades guerrilleras” para discutir los avances y a partir de allí, como lo menciona ‘Mario’, “aportar cualquier elemento a los diferentes puntos de discusión”.
Tanto ‘Mario’ como ‘Alexandra’ coinciden en señalar que tras las visitas autorizadas por el gobierno nacional de los jefes negociadores de las Farc a los campamentos guerrilleros en diferentes regiones del país, las instancias de dirección del PCCC han estado presentes en la socialización: “Bajo la clandestinidad, hemos asistido a las diferentes socializaciones, aprovechando para recibir instrucción política y llevar los insumos que se discuten con los militantes, planeando las hojas de ruta para las ciudades”.
Al preguntar por lo que han hecho en esos años, ambos responden, entre risas, “trabajar y organizar a la gente del común”. Sus condiciones de clandestinidad fueron definidas al momento de su fundación por ‘Alfonso Cano’, segundoal mando de las Farc en ese momeno: “Así que todos y cada uno de los integrantes del Nuevo Movimiento, tendrán una actividad dentro del sector social donde viva, trabaje o estudie, sin que sea de público conocimiento su pertenencia política. Como todos los bolivarianos, deberá hacer esfuerzos por colocarse al frente de las luchas por las reivindicaciones del pueblo y sólo compartirá su secreto con los pocos compañeros que le sean asignados para trabajar. Nadie más será conocedor de su pertenencia bolivariana”.
A juicio de algunos jefes guerrilleros, aún no se han superado las causas que tienen a los militantes de dicha estructura trabajando en la clandestinidad. Lo cierto, dicen, es que seguirían trabajando para en consolidar dicho movimiento “amplio y de masas” hasta que existan las condiciones necesarias para salir a disputarse la política con los partidos tradicionales sin el rostro oculto.
Trabajo político en el anonimato
Son muchos mitos los que rondan a las unidades guerrilleras urbanas. En el imaginario colectivo se les asocia a los enfrentamientos callejeros contra los policías del Esmad, en los homenajes de conmemoración de la muerte de los comandantes de las Farc y en las paradas pacíficas en algunas universidades públicas del país. No obstante, la realidad dista mucho de ello; a juicio de sus militantes, tanto las MB como el PCCC cumplen con uno de los pilares fundamentales y estar presente en todos los ámbitos de la sociedad.
“En el transcurrir de estos años hemos ganado presencia en los diferentes lugares de la vida nacional, barrios, colegios, universidades y empresas, entre otros. Nuestro propósito es sumar las voces de los que han sido permanentemente excluidos del goce de nuestra riqueza y de la participación política”, aseguró Mario.
Uno de los casos más sonados de presencia de un miembro de las Farc en una empresa pública se develó el 4 de agosto de 2006, cuando las autoridades capturaron, en Aguadas, Caldas, a Fredy Escobar, conocido con el alias de ‘Mateo’, quien en ese momento hacía parte de la junta directiva de Empresas Públicas de Medellín (EPM). Pocos sabían de la vida clandestina de este hombre, quien se movía en la ciudad entre organizaciones sociales.
En la gestación del MB, ‘Alfonso Cano’ afirmó que este movimiento surgía como la única alternativa de poder distinta a la de los partidos tradicionales y que “entraría a cambiar el orden político, económico, social y cultural establecidopor la oligarquía, que para ello trabajarían en el anonimato y sumarían fuerzas para a futuro ser poder”. Situación que para ‘Mario’ se ha traducido en una acumulación de capital político a lo largo de estos años y que será determinante para medir fuerzas con los demás partidos cuando las Farc se conviertan en movimiento político.
Por su parte, ‘Alexandra’ cree que la clandestinidad no ha sido un capricho y que gracias a ello han evitado la persecución del Estado y las fuerzas paramilitares: “Esta política de represión ha sido una constante que no se ha podido superar, muestra de ellos es el asesinato de líderes de defensores de derechos humanos y de movimientos sociales, el ejemplo más reciente los más de 100 asesinados que lleva la Marcha Patriótica a pocos años de su fundación. No queremos volver a vivir la barrida que existió contra la UP”.
¿Y cuándo dejarán la clandestinidad? Será la Décima Conferencia de las Farc, la máxima instancia decisoria de este grupo subversivo, que se realizará una vez se firme el acuerdo final, la que determine si en ese tránsito de organización armada a movimiento político las estructuras clandestinas urbanas pasen a integrar las filas del nuevo partido.
Ante ello, ‘Mario’ asevera que sería positivo prescindir de la clandestinidad si se cumplen con las garantías de seguridad como el desmonte del paramilitarismo y el cambio de la doctrina militar y de la Policía, lo que permitiría, a su juicio, “relacionarnos con la sociedad y dar a conocer nuestras propuestas con mayor facilidad, de cara abierta y en espacios mucho más democráticos”.
Por ahora afirman que seguirán dedicados a estudiar, junto con los diferentes gremios donde inciden, los acuerdos de La Habana y a elaborar propuestas para un “gobierno de nuevo tipo”, que esperan alcanzar bajo las nuevas condiciones de participación política que se presenten con la paz. “Con este propósito queremos generar nuevos liderazgos en la política para que sea un ejercicio que emerja de las mayorías y poder así superar los caudillismos y la corrupción de la política tradicional”, asevera ‘Alexandra’.
¿Responderán ante la justicia?
Pese a no pertenecer directamente a una estructura militar, los integrantes del MB y el PCCC hacen parte de las Farc y, por ende, han entrado en la lógica de la guerra bajo diversas expresiones, entre ellos los disturbios en las universidades públicas, donde han utilizado material explosivo, insignias del grupo y dejado heridos a integrantes de la Fuerza Pública. Tales actividades están tipificadas en la ley como delitos de rebelión, apología al terrorismo, asonada y porte y tráfico de material explosivo.
Al preguntarles si responderán ante la justicia por esos delitos, ambos insurgentes aseguran que han apelado al derecho de los pueblos de rebelarse y organizarse: “nuestro accionar no se rige por todas las normas y leyes del orden actual en Colombia. Si lo vemos desde el punto de vista del derecho actual los delitos que se nos atribuyen están asociados con el ejercicio de la rebelión y de la disidencia política”.
En las noticias no ha sido frecuente escuchar que hayan capturado a integrantes de estas dos estructuras, lo que significa para ‘Alexandra’ un logro de la clandestinidad por haber cumplido el trabajo asignado sin la necesidad de saber quién es el que lo está haciendo y qué hay detrás de quien lo hace. Pese a ello, están dispuestos a contribuir a la verdad si así lo disponen las instancias de dirección.
“Esperamos que con la creación e implementación del Tribunal Especial para la Paz las víctimas tengan acceso a la verdad, reparación y los grandes responsables de esta historia de guerra puedan responder ante ellas. Si estamos llamados a reparar lo haremos”, afirman tanto ‘Alexandra’ como ‘Mario’.
Si bien es incierto el número de integrantes de las estructuras urbanas de las Farc, durante cerca de 15 años, éstas se han convertido en una de las cartas del trabajo político que ha tenido este grupo guerrillero en las ciudades. Quienes desconocen el accionar de esta organización alzada en armas hace 52 años olvidan que así como existe la faceta militar, también tienen un rostro, oculto, que trabaja en su proyecto político y que se esperan revelar cuando se materialice el fin del conflicto armado y existan garantías plenas para su movimiento.
*Nombres cambiados a petición de las fuentes