A su paso por Colombia, este especialista en conflictos armados expuso sus puntos de vista sobre lo que más ha estudiado: los procesos de desarme, desmovilización y reintegración. En diálogo con VerdadAbierta.com, se refirió a los periodos de transición que se dan después de la guerra y planteó varios retos para el país, justo cuando se discute cómo implementar los acuerdos firmados con la guerrilla de las Farc.
“Ningún acuerdo puede sobrevivir si no hay voluntad política”, afirma Ibrahim Bangura, un estudioso de procesos de desarme, desmovilización y reintegración, con especial énfasis en menores y en género, particularmente en Sierra Leona, país de África occidental golpeado por la guerra durante la década del noventa.
Este especialista, quien actualmente dirige en ese país Transition International, una firma consultora en temas de posconflicto, estuvo en Bogotá participando en la VI Gira de Cooperación Técnica Sur-Sur, organizada por la Agencia para la Reintegración y la Normalización (ARN). Junto a él, varios panelistas internacionales, expertos en resolución de conflictos armados, intercambiaron experiencias en procesos de reincorporación de excombatientes.
La experiencia de Bangura se nutre del cruento conflicto armado ocurrido en Sierra Leona, que si bien tuvo una duración de diez años (1991-2000), relativamente corto si se compara con el padecido en Colombia, que lleva más de 50 años, sus dinámicas comparten varias características similares en sus causas: la propiedad de la tierra, la proliferación de economías ilegales y el reclutamiento de menores de edad, entre otros.
Fueron varios los intentos fallidos de silenciar las armas entre el grupo armado Frente Revolucionario Unido (FRU) y el gobierno desde 1991, cuando se desató el conflicto, hasta el año 2000, cuando por fin se logró un acuerdo. El balance de la confrontación fue nefasto: la guerra dejó alrededor de 120 mil muertos y más de dos millones de desplazados; y el proceso de reintegración cobijo a más de 70 mil excombatientes, de los cuales casi 7 mil eran niños.
“La gente debe entender que existen los tiempos para la paz, porque a veces, aunque se tenga la voluntad política, cuando el contexto no es el correcto, no habrá paz”, dice Bangura, quien dialogó con este portal sobre ese tema y también sobre los retos de un proceso extensivo de reintegración, economías ilegales, menores de edad, enfoque de género y las claves para que Colombia cumpla con éxito el proceso iniciado con la guerrilla de las Farc tras la firma de los acuerdos hace ya once meses.
VerdadAbierta.com (VA): Con los acuerdos de paz del año 2000, entre el gobierno de Sierra Leona y el Frente Revolucionario Unido (FRU), se llegó al fin del conflicto armado. ¿Qué experiencias le quedan del proceso de reintegración en ese país?
Ibrahim Bangura (IB): El proceso de reintegración en Sierra Leona en general marchó bien. Sin embargo, los que diseñaron los programas de reintegración fallaron en entender que cualquiera sea el tipo de apoyo suministrado en términos socioeconómicos y políticos tiene que ser trabajado en comunidad. Es algo que denominamos como el Community Based Approach. En ese sentido, el gran error que cometimos fue la incapacidad de asignar trabajos, en especial a lo que se refiere a encontrar las oportunidades, porque cuando se trata de asignar las oportunidades debe existir una guía para los excombatientes sobre los diferentes programas. Por eso el tipo de programas que fueron desarrollados fueron muy genéricos, y no sobre lo que era realmente necesario para ellos y que en verdad pudieran realizar.
VA: Ante ello, ¿qué camino se debería seguir?
IB: Lo que se debe hacer, cuando se realiza un ejercicio de reintegración, es un análisis de oportunidades de mercado, mirando siempre a la comunidad, explorar el mecanismo de mercado de esa comunidad, y que ésta le diga cuál es el tipo de oportunidades que puede ofrecer y más que todo el tipo de servicios que se le pueden ofrecer a los excombatientes para que estos puedan ser productivos.
VA: Al igual que en Sierra Leona, el proceso de reincorporación en Colombia ha iniciado con diplomados y capacitaciones a excombatientes. ¿Algo similar se hizo allá y qué impacto tuvo?
IB: Ése fue el principal error en Sierra Leona: tener programas que no fueron eficientemente diseñados e implementados, y al final del día todos los excombatientes tenían certificados y diplomas, pero no podían encontrar un trabajo. Si usted mira atrás, en el posacuerdo de desarme, desmovilización y reintegración (DDR), observará que muchos de los que pasaron por éste siguen desempleados, y más que nada están muy excluidos de la sociedad.
VA: Varias de las críticas de sectores opositores al acuerdo firmado con la guerrilla de las Farc en Colombia advierten que por cuenta del proceso de paz la economía está en crisis ¿Cómo balancear la dinámica económica de un país y un proceso de reintegración?
IB: Hay ciertas cosas que deben ser tomadas en consideración. Los programas DDR no son responsables de la recuperación general de la economía de un país, puede estimularla eso sí, pero están atados en cierta manera, porque usted puede tener los mejores programas DDR, pero si la economía no está marchando bien, puede terminar afectando esos programas. Al final del día se necesita que los excombatientes regresen a las comunidades y estas comunidades ya están enfrentado muchos problemas de todo tipo.
Entonces, usted tiene una situación muy compleja porque en muchas ocasiones puede generar choques con la comunidad, porque sienten un vacío y una falta de apoyo, y sienten que todo el apoyo lo están teniendo los excombatientes, entonces las comunidades terminan asumiendo un rol de enemigos hacia los programas.
VA: ¿Y ustedes qué recomiendan al respecto?
IB: Nosotros siempre aconsejamos que la asistencia que se le debe dar a los excombatientes debe ser también otorgada a las comunidades, que tengan una base articulada común, para que los jóvenes excombatientes y los jóvenes que no son excombatientes puedan trabajar en programas de mutuo beneficio. Al mismo tiempo, el gobierno y la comunidad internacional deben entender que es importante invertir para asegurar que las causas del conflicto sean abarcadas propiamente. Se trata de evitar de nuevo la violencia, que las personas puedan volver a una sociedad en normalidad, y que de hecho se den cuenta que están mejor en sociedad que en el monte, porque algo que es claro y se tiene que tener en cuenta es que con las armas las personas de hecho se vuelven muy poderosas, tienen acceso a recursos económicos y políticos, y como se les quitan las armas entonces toca darles algo en retorno, y eso que se les da en retorno no es algo exclusivo de ellos sino tiene que ser algo para toda la sociedad.
VA: En Colombia existen cultivos de hoja de coca como insumo del clorhidrato de cocaína y otras economías ilegales, así como en Sierra Leona tuvieron los denominados “diamantes de sangre”. ¿Cómo lidiar con las economías ilegales y evitar que los excombatientes regresen a ellas?
IB: El gobierno debe tomar el control de los territorios que no estaban bajo su control para normalizarlos y lograr el uso legal de estos lugares, pero eso no pasa de manera rápida, es un proceso largo, porque muchas veces toca cambiar la legislación, hacer leyes. Eso sí, el gobierno tiene que ser muy activo en mirar nuevas maneras de ayudar a la economía, cambiando la mentalidad de una economía de guerra hacia una de paz, pasando de una economía ilegal a una legal, es un proceso que lleva tiempo y que pasa cuando el proceso de reintegración comienza de manera seria.
La única manera de prevenir que los excombatientes vuelvan a la guerra es promoviendo oportunidades a nivel social, empleo, mediante programas de entrenamiento, mapas de oportunidad, buscando perfiles de mercado; entonces, como dije antes, se tienen que identificar sus necesidades, es la única manera, pero si continúan con esas falencias ellos volverán en busca de esos recursos.
VA: Usted lleva trabajando más de 10 años con menores excombatientes. Desde su experiencia, ¿cómo debe funcionar el proceso de reintegración para niños y las niñas y pasaron por grupos armados?
IB: Los menores requieren un proceso muy específico, y con ellos se deben tener agencias especializadas, como Unicef y Save the Children, por ejemplo, para asistir la reintegración. Una de las cosas que tenemos que entender es que los menores no deberían ser considerados como soldados, y en su edad pueden quedar traumatizados profundamente, y el daño psicológico y social es gravísimo. Entonces las fuerzas encaminadas a apoyarlos tienen que ser muy grandes para asegurarse que ellos completen el proceso, que debe ser muy diferente del de los adultos.
Estos programas tienen que ser pensados con un sólo objetivo que es: cómo hacer para que la comunidad acepte de nuevo a estos niños. ¿Qué clase de educación base específica requieren? Algunos de estos niños se volvieron mayores en el monte y muchos no han ido nunca a una escuela, entonces se tienen que pensar en lo que se conocen como programas acelerados de aprendizaje. También está la ayuda psicosocial, que debe ser en clave de familia y comunidad. Ya lo dije antes, el Community Based Approach es esencial, porque al final los programas llegarán a su fin y estos niños deben integrarse de nuevo en sus comunidades, y si no tienen los sistemas y estructuras que los ayuden y apoyen en sus causas pueden quedar destruidos mentalmente para siempre.
VA: De igual manera, desde su experiencia trabajando con mujeres víctimas de violencia de género y poblaciones vulnerables, ¿cómo orientar el trabajo con estas dos poblaciones para que el proceso de reintegración sea exitoso?
IB: Un aspecto muy importante es que desde el diseño de los programas DDR se debe asegurar el enfoque de género y también tener clara la definición de quién es un excombatiente. Normalmente en estos procesos muchas mujeres son excluidas, como por ejemplo aquellas que no tuvieron un rol activo en la guerra, algunas que eran cocineras, otras que eran las esposas de los hombres en armas, las esclavas sexuales, muchas que de alguna forma eran parte del grupo. Al final del día lo que pasa normalmente es que son excluidas, porque sólo aquellas que cargaban las armas son aceptadas como parte del grupo, eso es algo que se tiene que prevenir, porque todas aquellas que desempeñaron algún rol en la guerra tienen que ser llamadas y ser parte de los programas. Esto hace que las mujeres tengan que ser incluidas, en especial en sociedades muy patriarcales y machistas como en las que nosotros vivimos.
Por otro lado, también el tipo de programas que se desarrollan tienen que ser construidos con el entendimiento de las aspiraciones de las mujeres, se tienen que asignar programas con un enfoque de género para que sean efectivos en generar programas y asistencias que ellas requieran. Y, al mismo tiempo, por ejemplo, cuando miras el tipo de entrenamiento y diseño, deben ser aceptados por las mujeres, y deben tener un alcance mayor en tiempo y espacio porque es más fácil que las mujeres sean dejadas de lado.
VA: Uno de los aspectos que más cuesta después de un conflicto armado tan prolongado como el colombiano es la reconciliación y la construcción de memoria; asimismo, uno de los puntos complejos es el sistema de justicia que deben afrontar aquellos que participaron en la guerra. Al respecto, ¿cómo se abordaron esos temas en Sierra Leona?
IB: En el caso de Sierra Leona decidimos tener un proceso muy abierto; entonces, como parte de los acuerdos de paz, se creó una comisión por la reconciliación y la esencia de esta comisión no era sólo que las diferentes facciones reconocieran los crímenes que ellos cometieron, sino que también contaran la verdad de lo sucedido, qué pasó, por qué pasaron las cosas. También queríamos documentar esa parte de nuestra historia, porque muchas veces es importante retroceder y en el reflejo del pasado poder tener una especie de consejo hacia sí mismo para no repetir ciertas cosas.
Esos procesos son esenciales para poder abiertamente discutir qué fue lo que estuvo mal, y también es una plataforma vital para que los violentos pidan perdón a toda la nación, porque a diferencia de otros casos, como el de Ruanda, donde se mantienen algunos de los aspectos silenciados y callados, nosotros queríamos hablar sobre ello porque eso es también parte del proceso de saneamiento, porque entre más se sepa sobre lo ocurrido, más la sociedad va a aceptar lo que sucedió y va poder seguir adelante. Fue muy exitoso, mucha gente pasó por este proceso.
Nosotros conformamos un Tribunal Especial para Sierra Leona, el primero en su clase, que a diferencia de otros casos, como el de Ruanda, que se instaló en Tanzania, o Yugoslavia, que estaba en La Haya, en nuestro caso lo tuvimos en Freetown, nuestra capital, porque queríamos también buscar a las víctimas y asegurarnos que algunas personas no quedaran sin castigo, especialmente aquellos que cometieron crímenes de guerra, como por ejemplo el expresidente de Liberia, Charles Taylor, que fue condenado.
Cuando se trata de reconciliación se debe incluir a cada persona de toda la nación. Por ello pusimos a todo el mundo a hablar de eso y, al final, unirse en torno a unas recomendaciones sobre lo que se debió haber hecho y se debe hacer para no volver al pasado.
VA: Finalmente, resumiendo la experiencia del conflicto y posconflicto de Sierra Leona, ¿qué consejos les daría a todos los protagonistas de este proceso de reintegración en Colombia?
IB: En Sierra Leona muchas cosas no han cambiado, porque muchas de las cosas que sucedieron siguen pasando, y la esencia del problema no ha cambiado: sigue existiendo corrupción, malos gobiernos, las élites no han cambiado su actitud hacía la gente más pobre, sigue existiendo desempleo masivo de los jóvenes. Todos los factores de riesgo para un conflicto siguen estando ahí y no es porque no sepamos qué es lo que toca hacer o cómo enfrentarlos, sino porque no hay voluntad política para enfrentar estos problemas.
En ese sentido, yo creo que mi consejo para Colombia es que cada uno de los que están envueltos en el proceso tiene que tomárselo en serio, tienen que entender que lo que está en juego son las vidas y el destinos de millones de personas; entonces, cada día tienen que recordarse a sí mismos el respeto por los acuerdos, y guiarse por sus lineamientos, porque es muy fácil caer de nuevo en la violencia si se tiene siquiera alguna sospecha de que uno de los grupos no está cumpliendo con lo previsto en los acuerdos.
No se trata del acuerdo de paz, se trata de ir más allá de ese proceso, se trata de promover una reconciliación a nivel nacional, atendiendo los problemas que llevaron al conflicto en primer lugar, promoviendo muchas oportunidades de educación, trabajo para las mujeres y la juventud, promoviendo un futuro decente para los jóvenes, y también promoviendo la voz, la representación y la toma de decisiones en las comunidades locales, eso es lo esencial para una reconciliación verdadera.