El tubo de la abundancia

      
Al despuntar el siglo XX, tres bloques paramilitares que compartían la conquista de Cundinamarca, descubrieron que el robo de gasolina era una lucrativa manera de financiar su terror. Así era como lo hacían.

El robo de combustible dio utilidades mensuales a los paramilitares de hasta 339.380 dólares. Foto: AP


-Entrevista con ex integrante del Bloque Héroes de Gualivá sobre el robo de gasolina

Con la sofisticación de una multinacional, tres grupos paramilitares que asolaron Cundinamarca desde 2000 hasta 2004, montaron un emprendimiento de robo de gasolina que les dejaba ganancias de hasta 339.380 dólares mensuales. Tenían el personal experto para perforar los tubos de combustibles, se repartían la tajada del descarado negocio organizadamente y contaban con el apoyo de funcionarios públicos y militares.

En la puja de la empresa que se robaba la riqueza nacional, estaban las Autodefensas de Cundinamarca bajo el mando de Luis Eduardo Cifuentes, alias ‘El Águila’ que explotaban el tubo en su territorio de Caparapí, Yacopi, La Palma.

Estaban las de John Fredy Gallo Bedoya alias ‘El Pájaro’, que con Guaduas, como base de operación, se extendieron a Bituima, Quipile, Anapoima, San Juan de Rioseco, La Mesa, Tocaima, Apulo, Sesquilé y Beltrán.

Y también tenían su porción del jugoso comercio que les permitió financiar masacres, asesinatos por encargo, armas, municiones y demás, el Bloque Héroes de Gualivá, que fue comandado por Dorancé Murillo Bohórquez, alias ‘Jairo’, hasta el 2004.

Estos bloques de ‘El Águila’, ‘El Pájaro’ y ‘Jairo’ además, combatían a las estructuras guerrilleras, que no eran pocas en el departamento, los frentes 42 de ‘Giovanny’ y el 22 de ‘Hugo’ y las columnas móviles ‘Manuela Beltrán’ y ‘Esteban Ramírez’ de la Farc, pero a la hora del negocio convivían amistosamente, sobre todo en aquellas zonas donde el grupo guerrillero superaba su fuerza militar.

En tan sólo 2002, su año récord en utilidades, las autoridades calculan que los paramilitares de Cundinamarca robaron 6.603.480 galones de combustible, que equivalen al necesario para abastecer por cuatro días y medio a Bogotá. Estas ventas les dejaron ese año, unas ganancias aproximadas de 4 millones de dólares .

Los Bloques gasolineros

Luis Eduardo Cifuentes, alias ‘El Águila’. Foto: Semana

Según contó ‘El Águila’ en su confesión ante Justicia y Paz, su grupo de Autodefensas de Cundinamarca había comenzado a financiarse con el robo de combustible desde 1998, actividad que alternaba con la extorsión de terratenientes y servicio de vigilancia para narcotraficantes.

Las autodefensas del ‘Pájaro’ trabajaron de manera autónoma. Su área de control fue el municipio de Guaduas, donde ampliaron su presencia a Bituima, Quipile, Anapoima, San Juan de Rioseco, La Mesa, Tocaima, Apulo, Sesquilé y Beltrán. Allí se financiaron con en el hurto y comercialización ilegal de la gasolina, así como la extorsión y el robo de ganado.

Dorancé Murillo Bohorquez, alias ‘Jairo’. Foto Fiscalía

El caso del Bloque Héroes de Gualivá es diferente, en especial porque siendo uno de los grupo que más se favoreció del robo de combustible consiguió permanecer desapercibido por la opinión pública y los medios de comunicación que siempre lo habían reseñado como un brazo armado del Bloque Central Bolívar (BCB) o como parte del las Autodefensas de Cundinamarca. En realidad era un grupo autónomo y su zona de influencia comprendió los municipios de Villeta, la Peña, Útica, la Magdalena, Quebradanegra, Tobía Chica, Tobía Baja, entre otros.

John Fredy Gallo, alias ‘El Pájaro’. Foto: Fiscalía

Héroes de Gualivá llegó a Cundinamarca como resultado de una confrontación interna del BCB, cuando uno de sus integrantes fue señalado de dar información al ejército para la realización del operativo conocido como Operación Central Bolívar en San Blas, sur de Bolívar en 2000. Durante la operación el ejército localizó varios laboratorios del grupo paramilitar y confiscó grandes cantidades de armamento.

Según pudo establecer Verdad Abierta, el Bloque Héroes de Gualivá fue inicialmente conformado por un grupo reducido de hombres bajo las órdenes de Dorance Murillo Bohórquez, quien para ese entonces también pertenecía al BCB. El grupo de Bohórquez decidió huir antes de que ‘Julián Bolívar’, comandante del BCB, tomara retaliaciones en contra él y sus hombres.

En un comienzo Héroes de Gualivá habría sido auspiciado por el narcotraficante Ángel Gaitán Mahecha, quien fue asesinado en la cárcel de máxima seguridad de La Picota en 2001. Con el tiempo, el bloque extendió sus tentáculos hacia la zona de la Magdalena en Cundinamarca donde consiguió apoderarse de zonas anteriormente controladas por la guerrilla.

El nuevo bloque se ganó el espacio, frente a las Autodefensas de Cundinamarca y las Autodefensas del ‘Pájaro’, con las cuales no habría trabajado de manera articulada. Actualmente muchos de los integrantes de los Héroes de Gualivá han sido capturados y esperan poder someterse a la Ley de Justicia y Paz para revelar los vínculos que la organización ilegal construyó presuntamente con políticos y autoridades locales.

El grifo de Cundinamarca

Cundinamarca está atravesado por tres líneas de transporte de Ecopetrol que surten de gasolina, gas, ACPM, y ACEM (ecológico) a Bogotá. De ellas sólo dos trasportan gasolina y ACPM: la línea Mansilla-Puente Aranda y la Línea Salgar-Mansilla.

En 2002, el hurto de gasolina alcanzó niveles escandalosos en el departamento y en el país. La Nación llegó a perder 106 millones de dólares (unos 212.000 millones de pesos) por robo de gasolina y derivados del petróleo. En ese mismo año, cuando los grupos paramilitares alcanzaron sus más altas cifras de robo de combustible, el hurto de gasolina y sus derivados en el departamento de Cundinamarca correspondía a más del 10,7 por ciento del total de combustible robado en todo el país.

La línea Salagar-Mansilla reportó pérdidas diarias por más de 421 barriles de crudo (17.694 galones por día). Un caso similar se presentó en la Línea Mansilla-Puente Aranda, donde el hurto de combustible alcanzó un promedio de 15 barriles diarios (649 galones diarios).

Luego de la desmovilización de los paramilitares, las EDAS (Estructuras de Apoyo), conformadas por Fiscalía, Policía, y DAS con el apoyo de Ecopetrol iniciaron una ofensiva general que consiguió para el robo de combustible en todo el país.

Según cifras del Grupo de Operaciones Especiales de Hidrocarburos (Goeh), como resultado del trabajo de las autoridades en los últimos cuatro años se han capturado 687 personas y decomisado 279.236 galones de gasolina, 537 vehículos, 37 canoas, 25 motores, 83 armas, 154 equipos de comunicación y 269 válvulas ilegales. Sin embargo, fuentes de inteligencia aseguran que el negocio ilegal continúa, aunque a menor escala. Se lo reparten entre ‘paras’ desmovilizados, guerrilla y delincuencia común que, en muchos casos, abastecen laboratorios del narcotráfico.

El robo de combustible bajó a 2008 en un 90 por ciento.

Los sistemas

Varias fueron las metodologías empleadas por grupos paramilitares en Cundinamarca para afianzar el robo de gasolina. Es importante señalar que la práctica del hurto de combustible no sólo favoreció el bolsillo de los capos paramilitares, sino que la gente común también compraba gasolina robada más barata en las redes de distribución clandestina de gasolina.

Cada Bloque paramilitar contaba con un hombre especializado en el hurto de combustible. Así, alias ‘Escorpión’ era el encargado de administrar el “Cartel de la Gasolina” de Las Autodefensas de Cundinamarca en Puerto Salgar antes de ser asesinado. Rafael Paéz, alias “Gasolino” se encargó de comercializar el combustible robado en La Magdalena, Cune, Entable, Casa Vieja y Bagazal para el Bloque Héroes de Gualivá.

La “válvula broca” se convirtió en una palabra común en el dialecto de los habitantes de municipios como Puerto Salgar, Cune y Entable, donde los grupos ilegales, a veces con complicidad de los campesinos, a veces con intimidación, consiguieron implantar una compleja red de válvulas hechizas.

El artefacto estaba compuesto por un billamarquín, una broca punta de diamante y una válvula extractora. El aparato permitía al ladrón perforar el tubo de la gasolina disminuyendo el riesgo de lastimarse con la presión del combustible aún cuando el roce de la broca con el tubo aumentara la posibilidad de generar incendios.

Una vez perforado el tubo el combustible extraído del tubo podía ser comercializado de dos formas: a través del “pimpineo” o en bombas autorizadas. El líquido era trasportado en caletas de 3.000, 6.000 y hasta 12.000 galones.

El “pimpineo” consistía en vender el combustible robado en recipientes plásticos de 8 a 10 galones de líquido. La transacción se realizaba directamente en las carreteras y vías del departamento donde los conductores podían adquirir por $1.000 cada galón de gasolina.

La comercialización de la gasolina robada en bombas autorizadas implicaba un reto mayor para los paramilitares ya que el combustible robado debía simular las características del combustible comercializado por Ecopetrol. El combustible legal se encuentra protegido por un colorante conocido como “la marcación”, que es frecuentemente monitoreado por la policía en vías y puntos de venta.

Según pudo establecer Verdad Abierta algunos paramilitares desmovilizados han reconocido que recurrían a funcionarios de Ecopetrol en la refinería de Barrancabermeja y allí los sobornaban para comprar el tinte especial que la misma empresa utilizaba para realizar “la marcación” en las plantas de refinería.

El tinte se vendía acompañado de una tabla con las proporciones requeridas para simular las propiedades del combustible legal, de esta forma el combustible robado no podía ser confiscado por la policía en los operativos. Cada galón de tinte tenía un valor de $7.000.000

Las autoridades han identificado que los ladrones no solo perforaron el tubo, sino que vendían el derecho a explotar la válvula ilegal que instalaban. En esta modalidad criminal, el galón al menudeo podía costar entre 2.000 y 2.500 pesos.

Así mismo, las bandas ‘chuzaban’ cada vez más lejos el tubo de las vías principales, usando mangueras de cuatro o cinco kilómetros. Incluso, construyeron túneles para ocultar las válvulas hechizas.

Verdad Abierta entrevistó a uno de los paramilitares del Bloque Héroes de Gualivá que actualmente tramita su postulación a la ley de Justicia y Paz. El ex paramilitar narra su versión sobre cómo los paramilitares consiguieron financiarse a través del hurto de combustible. El nombre del entrevistado permanece reservado por motivos de seguridad. (Ver entrevista)