Memoria hecha con recuerdos de mujeres

      

dlr-memoria-recuerdos-mujeres

Por Periódico del Meta

La piel de sus rostros está manchada por tantas jornadas bajo el Sol. Sin embargo, muchas sacan el tiempo para ponerle un poco de maquillaje y disimular en algo esas quemaduras. Sus manos, lejos de ser lozanas, tienen callos; sus uñas, la deformidad que deja el trabajo duro y agreste. Del bolso, una de ellas saca una crema humectante y con la delicadeza que aún conserva se aplica en las manos que han tenido que cargar con ataúdes, cajas de cartón, cultivar la tierra o extenderlas para pedir ayuda.

Nubia se arrodilla y acomoda las cruces que servirán para una nueva jornada de recordación de víctimas en el departamento del Meta, mientras otras compañeras cuelgan carteles con los nombres de sus esposos, hijos y hermanos que han sido asesinados o desaparecidos.

Las mujeres se han encargado de conservar la memoria histórica de la violencia en el Meta, departamento en el que, según un informe de la Corporación Nuevo Arco Iris, se perpetraron cerca de 6.400 homicidios entre 1997 y 2007, periodo en el que hubo mayor presencia paramilitar y guerrillera.

La Red de Mujeres Víctimas del Conflicto asegura que el 85% de estas muertes recayeron sobre los hombres, dejando a las mujeres con la carga de sobrevivir con una familia, indagar con la justicia la verdad de lo que ocurrió con sus familiares y preservar la memoria de lo sucedido.

“Todo empezó en el 2003. En las tardes nos reuníamos a tomar onces algunas de las mujeres que compartíamos el dolor de haber perdido un familiar. Casi a todas nos habían matado nuestros maridos o nuestros hijos y salimos desplazadas para encontrarnos en Villavicencio. Casi todassufríamos en silencio hasta que decidimos hacer visible todo eso y buscar que el recuerdo de ellos no se dejara morir”, dice Miriam Moreno, coordinadora de la Red de Mujeres Víctimas del Conflicto.

Ella calcula que alrededor de 950 mujeres en el Meta hacen parte de las organizaciones sociales que luchan por hacer justicia con sus víctimas, reclaman tierras o buscan resarcir derechos a los desplazados.

“El solo hecho de colaborar a poner un cartel, de ayudar para hacer un arreglo floral o una pancarta es para ellas una manera de sentirse útiles en la misión de recuperar la memoria de sus seres queridos. Compartir con otras compañeras es una forma de sanación que a lo largo de los años ayuda a cicatrizar las heridas”, dice Vilma Gutiérrez, líder del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado en el Meta.

Para ninguna de ellas ha sido fácil porque muchas son campesinas y tras el hecho victimizante tuvieron que enfrentarse a una realidad muy diferente casi todas en las ciudades. Todas abandonaron un hogar patriarcal, muy común en una cultura machista como la llanera, donde los hombres de la finca salen a buscar sustento mientras que la mujer se queda cocinando y lavando.

“Es una realidad que la mayor parte de los crímenes pesa sobre los hombres. Son quienes hacen la guerra. Entonces las que quedan en vida, pero con un drama inmenso son las viudas, las madres, las hermanas y las hijas que deben enfrentar las situaciones. Pero incluso en los desplazamientos, cuando es toda la familia la que debe migrar a la ciudad, es la mujer la que en primera instancia hace frente a conseguir los recursos porque tiene más habilidad para rebuscarse que el hombre”, dice el padre Omar García, de la Mesa Humanitaria de Derechos Humanos del Meta.

En un estudio de caracterización de las mujeres que componen estas organizaciones, se concluyó que el promedio de edad de sus integrantes es de 45 años; que más del 55% se dedican a trabajos informales y que han logrado sacar a sus hijos adelante, quienes hoy tienen entre 20 y 26 años.

“A la fuerza hemos aprendido a ser lideresas y hoy ya tenemos un reconocimiento ante las instituciones del Estado, organizaciones internacionales y los mismos medios de comunicación, que ya saben que hacemos visible la violencia que estuvo escondida por años”, dice Myriam Moreno, quien asegura que antes no tenía importancia el Día de la Mujer como ahora, cuando ha aprendido que “debe ser el reconocimiento a su lucha y a su fortaleza de espíritu”.