Un total de 13 policías han perdido la vida desde que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia comenzaron a ejecutar un ‘plan pistola’ contra miembros de esta institución. Contrarrestar su accionar es el mayor desafío de los organismos de seguridad del Estado. ¿Qué tan fuerte es este grupo? ¿Qué son? Análisis de VerdadAbierta.com.
Los hechos más recientes ocurrieron el pasado 19 de mayo. Una patrulla de la Policía que se movilizaba por la vía que comunica los municipios de Turbo y Necoclí, Urabá antioqueño, a cumplir con labores de inspección y reconocimiento fue atacada con tiros de fusil. El hecho dejó un agente de la institución con heridas leves en su abdomen. Este mismo modus operandi se repetiría horas después a cientos de kilómetros de allí.
En Pueblorrico, un pequeño pueblo localizado en el suroeste de Antioquia, dos policías fueron blanco de un ataque armado mientras patrullaban en zonas periféricas del casco urbano. El atentado le cobró la vida al patrullero Alejandro Caro mientras que su compañero Jhon Jairo Ramírez resultó herido. Tan solo diez días atrás, el uniformado Jefferson Saavedra fue asesinado en idénticas circunstancias en la población de Acandí, Chocó.
Estos hechos al parecer están siendo perpetrados por hombres al servicio de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc), organización criminal que las autoridades denominan ‘Clan del Golfo’, surgida a mediados del 2006 en el Urabá antioqueño con el objetivo de retomar algunas de las zonas que dejaron libres las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) una vez concluyeron su desmovilización colectiva bajo los acuerdos con el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).
Este grupo armado emprendió desde el pasado 3 de mayo un ataque sistemático en diversas regiones del país contra agentes de la Policía Nacional, que ya cobra la vida de 13 uniformados. Antioquia es el departamento más afectado. Según la Secretaría de Gobierno Departamental, en estas últimas tres semanas se han registrado 19 ataques en 16 municipios en los que han resultado muertos cuatro patrulleros y otros 15 más heridos. A ellos se suman dos guardianes del Inpec asesinados y ocho civiles lesionados.
De acuerdo con esta dependencia, 16 de estas acciones ocurrieron en regiones donde los ‘gaitanistas’ han consolidado su presencia: Urabá, Bajo Cauca, Nordeste y Occidente antioqueños. Sin embargo, las tres restantes se presentaron en el suroeste del departamento, donde no se tenía evidencia de la presencia de esta organización criminal.
“Ya fueron capturados los responsables del asesinato del patrullero en Pueblorrico. Por esa captura nos dimos cuenta que ellos (‘Clan del Golfo’) están subcontratando con las bandas o combos locales para cometer estos atentados. Están pagando dos millones de pesos por policía”, declara Victoria Eugenia Ramírez, secretaria de Gobierno de Antioquia, quien añade que para enfrentar este reto “decidimos ofrecer recompensas de hasta 20 millones a quien dé información sobre atentados o responsables de los mismos. Y la estrategia está funcionando”.
Según fuentes judiciales, quien estaba detrás de estos pagos era Omar Noguera Camacho, alias ‘Boyaco’, capturado hace dos días por unidades de Policía integradas a la Operación Agamenón en zona rural del municipio de San Pedro de Urabá. Camacho, quien cuenta con un largo prontuario como narcotraficante, había sido designado por la cúpula de los ‘gaitanistas’ como el sucesor de Ulder Cardona Rueda, alias ‘Pablito’, abatido por uniformados el pasado 3 de mayo en zona rural de Necoclí.
Alias ‘Pablito’ es, hasta ahora, el objetivo de mayor valor que cobra ‘Agamenón’. Este exintegrante de las Auc tenía bajo su responsabilidad el cobro y administración de las finanzas de las células de las Agc que operan en Córdoba y el Urabá antioqueño y era, después de alias ‘Otoniel y alias ‘Gavilán’, el hombre más importante de la organización criminal en este rincón norte del país. Y es, a juicio de pobladores de Urabá e, incluso, miembros de la Policía, la razón por la cual los ‘gaitanistas’ emprendieron su macabro plan que hace recordar los peores momentos de la guerra urbana que el Cartel de Medellín le declaró al Estado.
Pero, ¿pueden ser comparables ambos momentos históricos? ¿Está el país frente a una seria amenaza narcoterrorista emprendida por los ‘gaitanistas’? ¿Qué es realmente este grupo armado: la nueva cara del crimen organizado o la cuarta generación de paramilitarismo como señalan algunas organizaciones no gubernamentales?
“Acorralados y desesperados”
“Nadie puede negar lo que está pasando hoy. Y eso no fue porque les dio por matar policías así como así. Eso es el resultado de una serie de operaciones que han hecho que estos tipos tomen medidas desesperadas”, responde el comandante del Departamento de Policía Urabá, coronel Luis Eduardo Soler, cuando se le pregunta qué puede explicar los atentados que están sufriendo los hombres bajo su mando.
Urabá se ha convertido en una de las regiones más críticas de Antioquia, y del país si se quiere, para la seguridad de los uniformados. Entre el 3 y el 19 de mayo se registraron ataques contra patrullas de la Policía en Necoclí, Carepa, Chigorodó y Mutatá, que dejaron un saldo de dos patrulleros muertos y cuatro más heridos. Además, en Mutatá fueron hostigados militares adscritos al Batallón de Ingenieros No 17. La acción no dejó víctimas.
Dicha escalada violenta, a juicio de este oficial, obedece a retaliaciones desesperadas del ‘Clan del Golfo’ para bajarle presión a la avanzada de la Operación Agamenón. Desde que se puso en marcha este operativo, hace ya dos años y medio, se han capturado más de 1.300 integrantes de esta organización criminal, entre ellos importantes mandos medios como Eduardo Ortiz Tuberquia, alias ‘El Indio’; se han incautado 85 toneladas de cocaína lista para exportar; además de cuantiosos bienes, dinero en efectivo, armamento y pertrechos.
“Por eso el desespero”, continúa el coronel Soler. “Tres o cuatro años atrás ‘Otoniel’, ‘El Indio’, ‘Gavilán’, ‘Inglaterra’, salían a parrandear a los bares de la región, visitaban los negocios nocturnos, se movían en sus carros lujosos y ya no. La operación (Agamenón) la están sintiendo. Ya no tienen la cantidad de plata que tenían antes, ya no están en las mejores casas de la región, están escondidos, y tienen que moverse cada dos y tres días; ya no pueden hablar por celular como antes, sino que tienen que utilizar fuentes humanas”.
Según el comandante del Departamento de Policía Urabá, existen serios indicios de división entre sus máximos cabecillas: ‘Otoniel’ y ‘Marcos Gavilán’, dos hombres curtidos de “guerra y monte” como quiera que llevan tres décadas empuñando las armas bajo distintas siglas: Epl, Auc, Agc. Este hecho podría generar reacomodos violentos que impactarían en la región. Las alertas están prendidas.
Pero, ¿realmente se ha debilitado esta estructura criminal? Para las autoridades de Policía es claro que el grupo ya no cuenta con la misma capacidad logística ni el mismo poder de fuego de hace tres años. Aunque sus máximos cabecillas, ‘Otoniel’ y ‘Gavilán’ aún no son capturados, el conocimiento que hoy tienen investigadores judiciales sobre la dinámica y el funcionamiento de esta organización es considerado un importante avance hacia su desarticulación. “Ubicar y neutralizar a los cabecillas no es un trabajo fácil, hablamos de una región que no es pequeña. ‘Otoniel’ en cualquier momento se va capturar, pero él no lo es todo ni es el único”, advierte el coronel Soler.
A finales del mes de mayo, autoridades civiles y de Policía iniciarán la Operación Agamenón II, a la que se sumará un batallón del Ejército y 200 uniformados más. Las acciones se concentrarán en el corazón de los ‘gaitanistas’: el Urabá antioqueño y cordobés, territorio que conocen al detalle ‘Otoniel’ y ‘Marcos Gavilán’.
Expansión en red
Ninguna autoridad se aventura a decir cuántos miembros tiene el llamado ‘Clan del Golfo’. Sin embargo, se sabe que tiene presencia activa en los departamentos de Antioquia, Chocó, Córdoba, Bolívar, Valle del Cauca, Norte de Santander, Santander y Sucre. El narcotráfico, el cobro de gramaje a ‘narcos’ que quieran utilizar sus rutas, minería ilegal y la extorsión constituyen sus principales actividades delincuenciales.
Se conoce también que, por cuenta del proceso de paz con las Farc, este grupo ya registra presencia violenta en 25 municipios donde antes solo había presencia de la guerrilla, tal como lo reseña María Fernando Arocha, investigadora del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (Cerac). “Su expansión se ha concentrado particularmente en Antioquia, Córdoba y Chocó”, dice, y agrega que también se ha registrado actividad ‘gaitanista’ en otros 51 municipios donde antes no tenían presencia como tampoco las guerrillas. “Es decir, en estos dos últimos años han logrado llegar a 76 nuevos municipios”.
Buena parte de esta expansión se explica por la figura de subcontratación criminal: cooptar pequeñas bandas locales para que desarrollen tareas puntuales para la organización, como atentar contra miembros de la Policía, cobrar extorsiones y cometer asesinatos selectivos, entre otros.
Lo anterior, a juicio de Eduardo Álvarez, coordinador del área de Dinámicas de Conflicto y Negociaciones de Paz de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), muestra una cara compleja del fenómeno ‘gaitanista’ por cuanto “no requieren tener una infraestructura fuerte en una región. Basta con subcontratar la mano de obra criminal disponible. Este grupo muestra unos aprendizajes donde combina estrategias puramente criminales como la extorsión, la oferta de protección violenta y demás, con estrategias propias de las guerrillas”.
Álvarez asegura que, aunque seria, la amenaza ‘gaitanista’ sigue estando concentrada en territorios periféricos que a su vez constituyen corredores estratégicos para actividades de crimen organizado. La capacidad de instalarse en las grandes capitales aún es incipiente y si bien con esta dinámica de subcontratar algunas de sus operaciones está mostrando plena capacidad para atentar de diferentes maneras contra el Estado, también es cierto que no se trata de una operación sostenida ni extendida por todo el país.
“Si se mira bien, los ataques del ‘plan pistola’ han estado dirigidos a la cadena más expuesta de la institución: los patrulleros. Y se han cometido en municipios periféricos e importantes para el crimen organizado”, dice Álvarez, mientras que Arocha asevera que “su expansión se hadado a centros próximos a sus áreas de operaciones. No se trata de un proceso sostenido porque simplemente no tienen la capacidad”.
Qué son y qué no
Pero, ¿qué son exactamente las Autodefensas Gaitanistas de Colombia? La pregunta es recurrente en diversos círculos académicos, investigativos, judiciales y políticos. Las respuestas sonvariadas.
Para la investigadora del Cerac, “no se trata de un grupo paramilitar. Es cierto que entre sus repertorios de violencia tiene prácticas propias del conflicto armado, como la siembra de minas antipersona o el ataque a líderes sociales, pero están asociadas a la generación de rentas criminales. Ellos han intentado politizarse, crear un discurso, pero no han logrado sostenerlo y cada vez es más difícil para ellos”.
Gustavo Duncan, docente e investigador social de la Universidad Eafit de Medellín sostiene que, aunque es complejo definirlo, se puede afirmar que este grupo criminal es, hoy por hoy, el gran operador de exportación de cocaína desde Colombia. “Y son los grandes operadores porque controlan áreas periféricas necesarias para el tráfico de drogas”.
Para el docente e investigador es claro que el país está frente a un fenómeno complejo de naturaleza criminal que si bien tienen algún grado de dominio territorial, no es extendido ni representa un gran segmento de la población: “Este grupo mueve grandes cantidades de droga, es cierto, pero el control que pueden ejercer sobre la sociedad es menor. Ese es el gran logro de Colombia: no es que el narcotráfico se haya acabado, pero lo que se puede controlar en términos sociales es mucho menos a lo que se controlaba antes. Y ese es un cambio sustancial”.
Por su parte, Jerry MacDermott, director ejecutivo para Suramérica de InSight Crime, fundación dedicada el estudio y seguimiento del crimen organizado en Latinoamérica, considera que el llamado ‘Clan del Golfo’ representa la “cuarta generación de crimen organizado en Colombia. Una generación que más bien es una red, una franquicia que no tiene líder único. Para mí ‘Otoniel’ no tiene control directo sobre más del 70 por ciento de los que usan el nombre de esta franquicia. La bestia ha cambiado. Quizás ello explica porque la Policía no ha podido desarticularlos”.
Los analistas consultados coinciden en señalar que, con acciones como el ‘plan pistola’, los ‘gaitanistas’ no solo buscan frenar los intensos operativos policiales que se vienen desarrollando, principalmente en Urabá; intentan también mostrarse fuertes a fin de presionar algún acercamiento con el gobierno nacional. El país abrió las compuertas de la salida negociada y es apenas lógico que grupos armados ilegales como éste quieran entrar por ella.
En la actualidad, esta estructura criminal constituye una amenaza seria para la seguridad ciudadana. Pero a diferencia de los tiempos del Cartel de Medellín, la capacidad del Estado colombiano para enfrentar a enemigos de esta clase también ha aumentado ostensiblemente. No obstante, para doblegar a los ‘gaitanistas’ se requiere entender mejor esta amenaza. Aspecto en el que, por el momento, hay más sombras que luces.