Las fórmulas contra el reclutamiento

      
A combatir el robo de la infancia y la juventud también le ha apostado el grupo folclórico Fundación Son Cañaveral de San Antonio de Palmito, Sucre. Unicef ha contado 14 mil niños armados, y de los que se han salido, el Icbf ya ha atendido a 3.500 más a lo largo de 9 años.

Camila González para Verdadabierta


En varios pueblos de Sucre, los jóvenes se ingenieron fórmulas para hacerle el quite a la guerra. Una de esas fue la cultura. Foto Semana.

Justo en el año tremendo, en 1997 cuando llegaron los grupos paramilitares y la gente empezó a sufrir desapariciones y asesinatos selectivos, en el único colegio de bachillerato del pueblo, el San Antonio Abad se inventaron las danzas. Si los jóvenes bailaban no se iban a ir a la guerra.

Empezaron 24. Crearon las “noches culturales” con presentaciones de danza folclórica Por unas horas olvidaban el miedo y la zozobra de lo que podía suceder. A pesar de las amenazas e intimidaciones para que cesaran, Son Cañaveral siguió vivo. Ahora ya son 56 los asociados.

En Barrancabermeja, las persecuciones de la policía a los guerrilleros eran para los niños rutina. Seguían tan tranquilos y soñaban con ser comandantes.

Para “ponerle el pecho a la brisa”, 15 jóvenes montaron de la Asociación de Baile Moderno. Querían arrebatarle niños y adolescentes a la guerra, enseñándoles y a bailar, cantar y pintar en un salón de una parroquia. Ahí nació Comunarte.

Ahora está en todas las comunasmás vulnerables de Barrancabermeja. Allí se encuentran los hijos de los desplazados con los de las familias locales y aprenden a convivir. Han pasado 600 niños y jóvenes, según cuenta su directora Ximena León Agudelo. Y eso, a pesar de haber sido amenazados por las Auc.

“Es emocionante ver a los niños mostrar el talento que tienen, un talento escondido en su interior y que nosotros como padres no conocíamos”, dice María Pérez, madre de un joven que participa en Comunarte.

También en Santander, en Puerto Wilches, nadie tenía peor reputación que los jóvenes. Para la comunidad no eran más que consumidores de droga o buenos sólo para echar plomo. Allá surgió la Corporación Juvenil Sonreir es vivir que ha capacitado a cerca de 200 jóvenes. En 2007, ocho de ellos se postularon al Concejo de su municipio y hacen parte del Plan de Ordenamiento Territorial, el Concejo de Política Social y el Concejo de Desarrollo del Campesino, un puente entre la Corporación y la administración municipal.

Y está también el Centro Juvenil Amanecer en Bucaramanga que desde 1985 ofrece a los jóvenes formación técnica en mecánica, sistemas, preescolar, guarnición y modistería para darles una alternativa de vida diferente a meterse a guerrillero, paramilitar o prostituta.