Las Farc: ¿moribundas o saludables?

      
Un nuevo estudio de la fundación Ideas para la Paz contradice el de Nuevo Arco Iris. Dice que no existe ningún repunte de las Farc y que el Ejército está combatiendo como nunca. Al fin qué. Por SEMANA.

  
La guerrilla, según el informe de Ideas para la Paz, está en un punto de quiebre. Foto Semana   

Pocas cosas son tan difíciles de medir como la guerra. Se puede calcular su crueldad contando los cadáveres que quedan tendidos en el campo de batalla: el heroísmo o la resistencia según el tipo de operaciones, su efectividad según el número de balas disparadas o la influencia que tiene uno u otro ejército de acuerdo con su presencia en el territorio. Pero ninguna cifra por sí sola puede decir qué tan lejos o cerca está la victoria, o cuánto tiempo más durará un conflicto (eso, por supuesto, atañe sobre todo a la política). Por eso quizá es que dos de los más importantes centros de pensamiento del país, Ideas para la Paz y Nuevo Arco Iris, han llegado a conclusiones completamente diferentes sobre lo que está pasando en la guerra contra las Farc, partiendo, paradójicamente, de los mismos datos.

 

Nuevo Arco Iris ha dicho desde hace tres años que la estrategia de seguridad está agotada y que las Fuerzas Armadas perdieron la iniciativa, mientras que las Farc se están reorganizando, incrementando sus acciones y retornando a zonas de las que ya habían salido.

Ideas para la Paz presenta este mes un análisis (Ver informe), realizado por el profesor de la Universidad Externado Camilo Echandía, y conocido en exclusiva por SEMANA, en el que se argumenta lo contrario: que las fuerzas militares mantienen la iniciativa, que no hay ningún repunte de la guerrilla y que por el contrario, hoy se combate con más intensidad.

¿Quién tiene la razón? SEMANA analiza las principales diferencias y coincidencias de estos dos análisis.

¿Quétan fuertes están lasFarc?

A principios de este año se vivió un corto déjà vu: las Farc estallaron un carro bomba en el Cauca, fueron secuestrados todos los pasajeros de una lancha en Tumaco, en un retén en la troncal de la costa detuvieron a cientos de turistas, que entraron en pánico, y en cuestión de semanas hubo combates, emboscadas, ataques y muertes aquí y allá. El debate no se hizo esperar. Se dijo que la guerrilla se había reactivado, que el Ejército estaba paralizado. No obstante, el informe de Ideas para la Paz concluye que en 2007 se dio un punto de quiebre definitivo en el conflicto y que las acciones por iniciativa de la guerrilla son inferiores a las de la fuerza pública, incluso en este momento.

Según sus cifras, en el primer semestre de este año la fuerza pública libró 529 combates por iniciativa propia, mientras el grupo insurgente hizo 279 acciones y, por tanto, el Estado dobla en brío a los guerrilleros.

Pero Nuevo Arco Iris dice lo contrario: que en los primeros seis meses hubo 1.115 acciones de las Farc y, en consecuencia, son estas las que duplican en arrojo a los militares.

La diferencia radica en que mientras Ideas para la Paz no toma en cuenta los campos minados y francotiradores como acciones, Nuevo Arco Iris sí. Echandía, autor del estudio de Ideas para la Paz, dice que las minas son acciones netamente defensivas para evitar que las tropas avancen, y por tanto muestran debilidad y de ninguna manera una reactivación. Por lo que para evaluar quién domina el juego solo se toman en cuenta los ataques, las emboscadas y los combates, que requieren mucho más que un miliciano que dispara escondido tras la manigua y después se echa a correr.

Nuevo Arco Iris, en cabeza de León Valencia y Ariel Ávila, dice que sí toma en cuenta los campos minados porque estos le están causando enorme daño al Ejército (hasta mayo, 947 militares habían quedado fuera de combate) y porque “en una guerra como esta es tan importante atacar como saberse defender”, dice Valencia. De hecho, en el primer semestre de este año, hubo 228 campos minados y 69 ataques de francotiradores. Es por eso que la tendencia de los últimos tres años para ellos se muestra desfavorable al gobierno, a pesar de que ha estado a la ofensiva.

Ambos análisis, a su manera, resultan sesgados. El uno porque pone en la misma balanza una mina antipersonal y un carro bomba. Y el otro porque desconoce que la “guerra de la pulga” también puede ser muy efectiva, aun contra ejércitos poderosos. Verbigracia Irak.

¿Perdió la iniciativa el gobierno?

Ideas para la Paz muestra con gráficos de largo aliento que desde 1998 hay una tendencia favorable al gobierno. En otras palabras, que el Estado prácticamente tiene ganada la guerra. En el gobierno de Ernesto Samper fue el peor momento porque la guerrilla duplicaba en ferocidad a los militares que estaban en bases, sin posibilidad de moverse, pues no tenían los recursos. Pero el gobierno de Andrés Pastrana modernizó las Fuerzas Armadas: se propuso la profesionalización, los comandos conjuntos y con el Plan Colombia les dio a las tropas la movilidad que no tenían y la correlación de fuerzas empezó a cambiar. “Pastrana le dejó a Uribe la tercera flota de helicópteros más grandes del mundo parqueada en Tolemaida”, dice Echandía.

Obviamente esta afirmación rompe el mito de que Uribe recibió un país en ruinas. Por el contrario, lo ubica como un continuador de una estrategia que ya estaba andando.

Efectivamente, durante el gobierno Pastrana se hicieron la retoma de Mitú y la Operación Gato Negro, que inauguraron una nueva era: la de la guerra por aire. Lo que demuestra que el proceso de paz del Caguán no solo lo aprovechó la guerrilla para su beneficio, sino también el gobierno le sacó provecho.

Echandía dice que ocho años de ofensiva permanente (los cuatro de Pastrana y los primeros cuatro de Uribe) llevaron a un quiebre definitivo del que las Farc difícilmente se recuperarán. Llámese inflexión, derrota estratégica, fin del fin o como se quiera. Para él, si desde 2007 hay menos combates es porque la guerrilla ha perdido muchos de sus hombres (pasó de 16.000 a 8.000) y porque si en 1998 los combates se presentaban en 292 municipios, hoy ocurren solo en la mitad de esos municipios: 166, los cuales, entre otras cosas, quedan en regiones muy periféricas y alejadas de las ciudades. En esos municipios, según el informe, la intensidad de los combates aumentó por lo menos un 30 por ciento.

Las muertes de los principales miembros del Secretariado, como Raúl Reyes, Iván Ríos, Tirofijo y el Mono Jojoy; el rescate de secuestrados en las operaciones Jaque y Camaleón y el cerco a Alfonso Cano también son para Echandía pruebas contundentes de la debilidad en que se encuentra la guerrilla.

Para Nuevo Arco Iris, cuyo análisis es más coyuntural, en cambio sí hay una pérdida de iniciativa del gobierno y la explican porque los militares no se adaptaron a tiempo a la reestructuración de las Farc. Hoy las grandes campañas militares duran tres veces más que antes (ocho meses en promedio) y eso agota a las tropas. Además, creen que la expectativa que crearon algunos generales al decir que se acercaba el “fin del fin” generó frustración en las filas castrenses. Es decir, que el triunfalismo, en lugar de generar una estampida en las Farc, se convirtió en un bumeráng que golpeó adentro.

Nuevo Arco Iris subestima el valor que han tenido los grandes golpes contra las Farc, pues considera que sus efectos se diluyen en el tiempo. No obstante, esta es una interpretación demasiado prematura. La muerte de la mitad de los hombres históricos de una guerrilla tan tradicional puede no ser una debacle inmediata, pero sí resquebraja la moral seudorrevolucionaria y la fe en la capacidad de victoria del grupo, lo cual es crucial para mantenerse en armas.

En lo que sí coinciden ambos es en que no hay desmoralización en las Fuerzas Armadas, ni política de brazos caídos, ni operación tortuga, como lo han afirmado algunos militares retirados y sus voceros en los medios.

Vale la pena observar que según los gráficos de Ideas para la Paz, en buena parte del país ya prácticamente no hay conflicto. Es el caso de Sucre y buena parte de los Montes de María. Lo extraño era que en esta región, donde las Farc habían sido desterradas y los paramilitares se desmovilizaron, se siguieran registrando combates. ¿Contra quién eran? Dio la trágica respuesta hace pocos días el coronel Luis Fernando Borja, excomandante de la Fuerza Tarea Conjunta de Sucre en 2007, quien confesó haber matado a 57 personas para presentarlas como bajas en combate o falsos positivos, según él, para mostrarles resultados a sus superiores. Una prueba de que el gobierno no ha tenido hasta ahora un plan para las zonas donde hay posconflicto o coletazos del crimen organizado.

¿Existe un plan de las Farc?

Los mapas son elocuentes. Mientras en medio país la guerra parece cosa del pasado, en las fronteras con Ecuador y Venezuela, en el Pacífico y en el Meta es el pan de todos los días. En eso coinciden todos los análisis. Como también coinciden en que este año se han incrementado las acciones de las Farc en Antioquia, por ejemplo. Pero mientras para Nuevo Arco Iris el jefe de las Farc, Alfonso Cano, se está saliendo con la suya al poner en marcha el plan 2010, que busca copar de nuevo el país, para Ideas para la Paz es una manera de distraer la atención de los militares que están concentrados en la persecución de Cano en el Cañón de Las Hermosas, en el Tolima.

Echandía subestima la capacidad que tiene hoy la guerrilla de proponerse un plan coordinado. Su conclusión es que no han podido pasar del dicho al hecho y que en cambio el cerco contra Cano se ha ido cerrando, especialmente con las muertes en combate de sus hombres de mayor confianza: Jerónimo y el Abuelo. Además, considera que la guerra se libra en territorios marginales del país. Algo que no debería mirarse con desprecio. Si bien ya la guerrilla no acosa a Bogotá, en esos confines del territorio: Arauca, Vichada, Meta, Guaviare o Putumayo, se está produciendo la riqueza que tiene a Colombia creciendo al 5 por ciento anual en medio de una recesión global.

Nuevo Arco Iris toma como referencia las acciones militares, pero también un trabajo de campo en 17 lugares en los que la gente habla de un retorno de las Farc. “Están volviendo”, es la frase que se escucha con frecuencia y de esta realidad dan cuenta periodistas, empresarios y autoridades locales. Y eso es muy preocupante. Pero quizá Nuevo Arco Iris valora en exceso los anuncios de las Farc con sus planes, que al fin y al cabo también tienen mucho de retórica y propaganda.

¿Qué sigue?

Estas entidades, a pesar de que representan dos miradas aparentemente diferentes del problema (la una fundada por exguerrilleros y la otra, por empresarios), coinciden en algo: que el país está en un momento propicio para empezar a hablar de negociación.

Echandía considera ampliamente favorable para el gobierno la correlación de fuerzas, no cree que las Farc puedan levantar cabeza. En perspectiva, las cifras le dan la razón. Por eso no ve problema en plantear una negociación bajo un marco aceptable para la sociedad actual. En otras palabras, que las Farc están suficientemente doblegadas como para llevarlas a un acuerdo de paz.

Nuevo Arco Iris piensa que hay que negociar por la razón exactamente contraria: porque a pesar de las derrotas que ha sufrido la guerrilla en el terreno militar, sí se podría fortalecer en el futuro, dado su repunte en el último periodo.

Ambos temen también que la actual estrategia de dispersión de las Farc y la dinámica del narcotráfico lleve a la federación de una organización que hasta ahora ha operado como una pirámide. Eso significaría mayor bandolerización. Los primeros síntomas de este desmadre son los acuerdos que han hecho con las bandas criminales en muchos lugares para garantizarse su tajada en el negocio del narcotráfico. Lo que enredaría aún más un eventual desenlace del conflicto.

A pesar de las diferencias y matices de los dos estudios, la radiografía que hacen de la guerra deja en el aire una pregunta: si no es ya hora de ponerle fin a este asunto, ¿entonces cuándo?

Publicado en SEMANA 26/09/2011