El pasado 12 de agosto llegó a las aulas de la capital colombiana el nuevo proyecto pedagógico que busca enseñar a los niños sobre los hallazgos del Informe Final de la Comisión de la Verdad. La comunidad estudiantil y altos cargos políticos se reunieron en una institución educativa distrital al occidente de la ciudad para promover la construcción de paz en la ciudad.
Bogotá, 6:30 de la mañana. “Ya viene, ya viene”, anuncia desde la puerta del Colegio Tabora, en la localidad de Engativá, una niña de cabello negro y gafas de color azul. Ella y sus compañeras, vestidas con faldas largas y el cabello recogido, corren emocionadas entre todos los asistentes.
Bajo la mirada atenta de los presentes en el evento “La escuela abraza la verdad”, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, hizo presencia en el recinto. Una de las niñas corrió hacia ella para decirle: “Ya viene, ya viene”. No era la llegada de la mandataria la que estaban anunciando. “¿Quién viene?”, preguntó López abrazando a la menor. “La verdad”, respondieron las niñas al unísono antes de entrar corriendo a la institución.
Detrás de la alcaldesa se encontraba Alejandro Gaviria, el nuevo ministro de Educación. Gaviria, excandidato presidencial, ha sido objeto de críticas por parte de la oposición del nuevo gobierno luego de invitar a los docentes a enseñarles a los niños, niñas y adolescentes los hallazgos de la Comisión de la Verdad en los colegios y escuelas. Y es que precisamente allí, rodeado de niños y niñas, Gaviria entró al recinto listo para anunciar el comienzo del programa pedagógico para la paz.
Entre los asistentes se encontraban estudiantes y docentes del IED Tabora, padres de familia y medios de comunicación. Frente al público estaban Edna Bonilla, actual secretaria de educación de Bogotá; el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad; Óscar Vidal, magistrado de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); y Óscar Sánchez, director del Proyecto Educativo para la Paz. Entre el grupo de funcionarios resaltaban dos niños: Michael e Isabela. Sentados al lado de la alcaldesa y del ministro de Educación, le hablaron al auditorio sobre qué es la verdad para los niños.
“Buenos días”, saludó la alcaldesa con un tono de voz enérgico a pesar del frío. El auditorio estaba lleno de niños sentados detrás de sus profesores y los periodistas que aún estaban acomodando su equipo de grabación. Pocos respondieron al primer saludo. “Pareciera que no desayunaron”, dijo antes de saludar nuevamente subiendo el tono de voz. Como si todos los presentes hubiesen regresado a sus años escolares, respondieron el saludo en coro.
“¿Cómo construir paz en Bogotá?”, se preguntó la mandataria. La capital de la República tiene una amplia zona rural donde no hay acceso a agua potable, internet o vías de acceso. Entusiasmada, López dijo que construir paz es hacer la mayor inversión para superar estas desigualdades.
Isabela se tomó la palabra recordando a los adultos que la paz es también una cosa de niños. “La verdad es cuando contamos que rompimos algo en nuestras casas y nos libera confesarlo”, dijo la niña en el micrófono. Sin embargo, le recordó a los presentes que la verdad no es solo confesar cuando se ha hecho algo malo.
Frente a los presentes, la niña mencionó que existen verdades que protegen a los menores de edad como contar si están siendo víctimas de maltrato y abuso. Michael Ovalle, otro de los niños presentes en el recinto, pensaba la verdad como un camino que nos lleva a un punto final. Pero la verdad, para Michael, no es solo la ausencia de mentiras sino que “debe ir acompañada de respeto por nosotros mismos y respeto por los demás”.
El gran tema de la jornada era la verdad, pero se coló la polémica que se desató desde que la Comisión de la Verdad presentó su Informe Final: “¿qué verdad está presentando esta institución?”. Los cuestionamientos eran recurrentes.
El padre Francisco de Roux tomó el micrófono y se dedicó a explicar el trabajo de la entidad a través de las cifras. El tono característico del párroco, suave, lento y bajo, captó la atención de todos los presentes cuando dio una cifra exacta: “1.100 niños fueron víctimas de minas antipersonales, de esos alrededor de 326 menores murieron por estos artefactos durante el conflicto armado”.
Los mismos niños que estaban recibiendo las indicaciones para la lectura y reflexión sobre el conflicto armado, podrían haber sido víctimas de una violencia desgarradora que llenó las primeras planas de los diarios en Colombia durante décadas. Y es que las cifras que De Roux recordó y están presentes en el Informe Final, no son algo menor. La Comisión de la Verdad determinó que 48 mil jóvenes soldados y 100 mil jóvenes guerrilleros murieron en combate.
Las cifras ya habían impactado lo suficiente al auditorio, pero el Padre recordó una de las historias que le contó una víctima durante su trabajo en campo. “‘Escuché el estruendo y yo sabía que allá estaba Bernardo, mi hijo de 11 años”, le dijo una mujer. Ella tuvo que esperar a que el cuarto se enfriara antes de ir con su balde y “raspar de las paredes los pedacitos de su hijo”, concluyó el religioso. No dio detalles de dónde ocurrió el hecho, pero sí precisó que la exploción la causó una granada que un grupo armado ilegal dejó en el patio de la casa de la protagonista. Esa mujer le hizo una sola petición a De Roux: “‘¿Quiénes hicieron esto y por qué trajeron la guerra al campo?’”.
Ante un auditorio enmudecido e impactado por el relato, los presentes parecieron entender lo que la guerra le hizo a Colombia y el daño que le hizo a los niños: 3 millones de menores de edad tuvieron que abandonar sus hogares por miedo a la muerte y las niñas reclutadas por las Farc fueron obligadas a abortar porque la vida es incompatible con la guerra.
Pero como si se tratara de un salón de clase y entendiendo que la paz es una construcción colectiva, entre los invitados leyeron juntos, párrafo por párrafo, un cuento: Las ramas de la verdad. La secretaría de Educación, Edna Bonilla, comenzó a leer la historia de Ángela, una niña del campo que cuenta la pelea que se dio en la copa de un árbol entre un pájaro carpintero y unas ardillas. Los animales se enfrentaron entre sí mientras que los demás habitantes del árbol observaban la situación.
El cuento, un texto infantil que no evoca la violencia explícita que ha atestiguado el país, le explica a los niños qué sucede cuándo vemos los conflictos a través de los ojos de una de las partes involucradas y la diferencia de conocerlo en su totalidad.
Alejandro Gaviria recibió el micrófono y frente a un salón lleno de jóvenes les recordó que ese era “un día de esperanza en el futuro. La esperanza hoy está en los niños, ustedes van a construir un país en el que las diferencias estén bien y quepamos todos”, dijo el político.
La propuesta de Gaviria de enseñar el Informe Final en los colegios no estuvo libre de polémicas y, en medio de una rueda de prensa, los periodistas allí presentes se encargaron de interrogar a los mandatarios. “¿Qué pasa si un padre de familia no está de acuerdo con que su hijo aprenda sobre el tema? ¿Los niños van a tener que salirse del salón? ¿Qué material van a recibir los niños para aprender al respecto? ¿Qué va a pasar con la cartilla que publicará el Centro Democrático con “la otra verdad”? ¿Cómo se va a hacer la pedagogía?”.
Los sonidos de los obturadores y el metal de los trípodes que sostenían las cámaras de los canales de televisión opacaban por unos instantes la voz de los presentes. En un esfuerzo por responder a todas las dudas que habían presentado, la alcaldesa Claudia López enfatizó en que no será una clase, no tendrá nota ni será una cátedra. Por el contrario, los estudiantes van a recibir un material didáctico que puedan leer y reflexionar sobre el mismo.
Senadoras del Centro Democrático como Paloma Valencia y María Fernanda Cabal habían señalado que obligar a los niños a aprender sobre el Informe de la Comisión de la Verdad es una acto autoritario por parte del nuevo gobierno.
Para la senadora Cabal, “la Comisión ha sido muy dura con la Fuerza Pública y ha beneficiado a la guerrilla de las Farc”. Estas críticas se sumaron al anunció de la publicación del Centro Democrático de otro texto que cuenta la verdad del conflicto armado. La “otra cartilla” como la llamó un periodista en el recinto ha generado polémica por desacreditar el trabajo que hizo la Comisión de la Verdad desde la firma del Acuerdo de Paz.
Frente a la prensa, Gaviria pidió que no se la llamara “la otra cartilla”, pues no hay una competencia entre los textos. Entre murmullos, al final de la reunión, un par de periodistas se preguntaban si entonces debían llamarle “panfleto” a este texto alternativo que propone el partido de oposición.
Un tema que varias veces se puso sobre la mesa fue la importancia de la libertad de cátedra que tienen los docentes. Y es que las aulas son un espacio libre en el que los temas no se pueden imponer. En cambio, la Secretaría de Educación y el proyecto EDUCAPAZ, una apuesta local que busca aportar a la educación para la paz desde la escuela, las comunidades y las políticas públicas, crearon material educativo sobre el conflicto armado para que los maestros lo puedan utilizar.
El final de la conversación retorno a los niños y niñas del país, los protagonistas de la iniciativa. En Colombia, alrededor de 4.320 colegios han adoptado esta iniciativa de enseñar sobre la paz. En Bogotá hay 300 colegios públicos y 185 colegios privados dispuestos a enseñarle a los menores sobre este texto de vital importancia para aceptar el pasado, entender el presente y proyectarse, como país, a un futuro en el que los niños y jóvenes puedan vivir mejor.
Alrededor de 350 mil niños y niñas en Bogotá mostrarán si la educación impactada por esta iniciativa contribuye a la reconciliación. Así, los menores podrán enseñarle a los adultos que la paz siempre será un tema de niños.