“La tierra no violó los derechos humanos”

      
Germán Efromovich es el principal accionista de La Dolce Vista Estate. En entrevista con VerdadAbierta.com explica cómo compró Bellacruz con todo en regla y siente que cumple con su responsabilidad de revitalizar el campo.

Germán Efromovich es el principal accionista de La Dolce Vista Estate, que compró los terrenos de la antigua Hacienda Bellacruz. Foto archivo Semana

VerdadAbierta.com (V.A.): ¿Por qué termina invirtiendo en agricultura?
Germán Efromovich (G.E.): Estábamos en Avianca y un día una amiga me presentó a Olga Lucía Londoño. Ella a su vez me presentó a su hermano, Andrés. Ellos son de Armenia y Manizales. Son caficultores de hace muchos años. Andrés me llama y me dice que en el Quindío había una finca regalada, me dijo: “Cómprala tú, es una finca maravillosa”. Ya me habían dado la ciudadanía y digo: ¿Yo colombiano y no tener café? Veo que es bueno y le digo que compremos la finca en sociedad. Creamos la sociedad Colombian MountainCoffee en la finca Manantiales del Frontino.
 
Los Londoño tenían una finca de palma que se llama San Lucas en el sur de Bolívar. Llega Andrés Londoño de nuevo y me dice que tienen una plantación de palma pero que había una finca cerquita de ahí (de la finca San Lucas), gigantesca, que se podía comprar. Pasó una semana y me dijo: “Germán, esa es una finca que podemos comprar, es una finca que nadie la quiere, es una tierra maldita, ahí hubo un montón de rollos, es de un señor Marulanda y me contó una parte”. Entonces le digo: déjame me mirar y en una ida a Nueva York me encuentro con John (Hager, ejecutivo del fondo de inversión de riesgo Elliott) y le digo que hay un negocio de palma que puede ser interesante, pero que es un negocio para alguien grande.

A John le gustó mucho Colombia y me dijo: “Mirémoslo”. Y le dije listo, qué se tiene qué hacer. Se planteó un business plan que está en etapas y va a ir hasta una refinería,  un proyecto de 150 a 160 millones de dólares.

V.A.: Cuando le dicen que es una tierra maldita, ¿no le dio miedo que hubiera disputas sobre esa tierra?

G.E.: Primero, no me imaginé y hasta ahora no me imagino la dimensión de la cosa. Yo digo quiero comprar esto (la antigua Bellacruz). Esto está en un país en el que estoy invirtiendo, donde las instituciones democráticas funcionan y donde debe haber un organismo que me diga que no hay gravamen y que puedo invertir. Si a los Marulanda (familia dueña en la antigua Hacienda Bellacruz) estuvo presa porque mataron alguien, si les quitaron la mitad de la tierra porque no era de ellos, eso es un problema de ellos y de la justicia. Mi problema es que yo necesito una tierra, la tierra es buena y está ubicada en la costa donde quiero hacer un proyecto de exportación local. Yo tengo que preocuparme de no estar cometiendo ninguna irregularidad legal ni moral.

Yo compré una tierra (la del sur del Quindío) en sociedad con los Londoño porque cuando pregunté en la Federación de Cafeteros que quién era la familia, me dijeron que lo hiciera a ojo cerrado. Pero aquí  (en la antigua Bellacruz en el sur del Cesar) había un problema, entonces no me iba a meter con el señor (Marulanda).

Hicimos  la tarea como toca, hicimos un proyecto, fuimos a un banco, dijimos necesitamos financiación, tantos empleados, programa social, planta, fuimos al Gobierno y dijimos vamos a invertir esto.

V.A.: ¿La inversión la hace entonces usted con el Fondo Elliot y los Londoño son minoría?
G.E.: Los Londoño entraron con una parte de su tierra que es San Luchas y Palmeras Río Azul.

V.A.: ¿Y también entró Carlos Murgas?
G.E.: Murgas entró con un poquito. Se trajo a Murgas porque ya era socio de los Londoño, es uno de los hombres con experiencia en la zona y tiene un programa social muy bonito.

V.A.: ¿Cuál es la filosofía de meterse en una tierra como esa, en un país en guerra?

G.E.: Para mí la tierra no es complicada, para mí la tierra no tiene ningún problema. ¿Por qué me metí en Avianca? Era una aerolínea complicada, con un caso complicado.

V.A.: Pero acá hay problemas de derechos humanos, de violaciones…

G.E.: Qué culpa tiene la tierra, si puede producir y dar empleo, y que quien violó los derechos humanos que pague.
Que lo juzguen. La tierra no violó los derechos humanos. Fue un individuo y por él por eso existe lo judicial, para que lo juzgue y pague su cuenta.

V.A.: El problema es que en Colombia la tierra es complicada porque los títulos no son claros. Esta finca tiene 600 campesinos desplazados…
G.E.: Si le muestro la cuenta de los abogados quédense tranquilos, a no ser que nos engañaron. Pero nosotros nos certificamos, no tenemos duda. A no ser que las instituciones sean mentirosas. Pero dentro de la Ley los títulos de las tierras no tienen ningún tipo de gravamen o problema. Tenemos la documentación. Tanto es que el propio Estado colombiano nos aprueba una zona franca ahí y el banco con garantía de la tierra nos presta una plata. Fuera del trabajo que nosotros hicimos como inversionistas y ciudadanos, tuvimos un tercero, los señores de Davivienda que también hicieron su tarea ahí y duraron siete meses. Se hizo todo lo que se tenía que hacer.

V.A.: Ustedes entonces invirtieron con tranquilidad en que era una tierra sana…
G.E.: Sin duda. Total.

V.A.: Si el Estado no tenía la información correcta y ahí hay unos lotes baldíos…
G.E.:
El Estado no nos dijo nada. Si el Estado me dice: “Oiga, eso está sobre litigio”… Mañana el Estado me tiene que responder por un documento que me dio donde dice que no hay gravamen.

V.A.: Nunca les dijeron que hay baldíos…
G.E.: No, nunca. Eso sí nos lo certificó, que en los lotes no hubiera terrenos baldíos. Pero eso sí era de Marulanda. Obviamente no nos deja exentos de una estafa.  Pero hicimos todo lo que pudimos para saber que no estábamos siendo estafados. Y si es que si hay una está muy bienhecha. Yo no creo. Todo es posible. Si se metió un avión a las torres…

V.A.: Le digo porque en el pasado los Marulanda intentaron venderle tierra al Estado que no era del mismo Estado, según nos lo han denunciado…
G.E.: Los abogados y la empresa especializada en documentación que nos vendió los servicios son los idóneos.

V.A.: ¿Por qué hacer una inversión tan grande en una tierra complicada?

G.E.: La cosa es más seria. Yo he dicho en varias entrevistas que di sobre responsabilidad social, cuando me han preguntado por tierra, que hay un componente del empresariado colombiano y es ser responsable por volver a la estabilidad social e inclusive por la estabilidad económica del país, que no puede ignorar. Este país tiene que saber que no se resuelve la guerra por completo sin el campo…Tenemos que crear situaciones en el campo. No solo para que el tipo are el campo, hay que darle condiciones de vida, salud, educación y vías de acceso.

V.A.: También la posibilidad de ser propietario…
G.E.: Dentro de nuestro programa les vamos a financiar la semilla y a dar un contrato de compra.  No es viable económicamente para nosotros ser  propietarios de toda la tierra. Estamos haciendo una inversión y un negocio. No se trata de ser un latifundista para valorizar la tierra durante cuatro décadas. Hoy en día responsabilidad social con medio ambiente, no hay que imponerlo impone, es cultura. Toda la gente antes hacia trabajo esclavo. Eso se está acabando, la sociedad está evolucionando.

V.A.: Hay un grupo de campesinos que no tienen rabia contra La Dolce Vista. Su bronca es con el Estado que durante muchos años les ha tomado del pelo…
G.E.: El Estado tiene que darles las tierras y el empresario ¿dónde puede entrar? : enseñarles a plantar, financiar las semillas y garantizar la compra de la producción en un precio justo, esa es mi opinión. Yo no tengo la fórmula matemática. Pero el Estado tiene que hacer su parte y el empresario tiene que hacer la suya. Ahora, el empresario invierte pero no puede decir que va a comprar 10.000 hectáreas y hacer una reforma agraria.

V.A.: La tragedia es que los sacaron a bala, a la fuerza…

G.E.: A aquellos a que los sacaron a bala y prueban que antes de que entrara la bala esa tierra era de ellos, el Estado tiene que restituírselas. Y ahí hay varias formas. Están los que entraron ilegalmente y se declararon voceros y por tiempo dicen que son dueños y luego perdieron la posesión. Pero luego entraron otros.  Hay mucha gente que se fue y hay que verificar las historias. Hay gente que se aprovecha.

V.A.: Nosotros cruzamos listados y los campesinos reclamantes son los originarios…
G.E.: ¿Sabes una cosa? Si se prueba todo ese rollo, que el Estado desapropie a un precio justo y se lo dé a la gente por reforma agraria.

V.A.: Pero está el desarrollo agroindustrial que ustedes han hecho, no es fácil…
G.E.: Claro, si se hace eso nadie invierte un peso. Si lo que quieren es tierra puede ser en otro lugar, que les den las hectáreas en otro lado o cerca de ahí, y haga un acuerdo con el empresario. Acá hay una inversión, hay un plan social y se está dando empleo.

V.A.: Supongamos un caso más general: un empresario comprar una tierra y resulta que hay tierras reclamadas por campesinos desplazados por el conflicto.. .¿qué se debe hacer?
G.E.: Si el Estado le dio al empresario un documento oficial de que esa tierra sí la podía comprar, entonces le dice al Estado: “Usted me indemniza”. Es el tema de la estabilidad jurídica, reglas claras.

Claro, hay gente que dice aquí hay rollo y compro porque me la juego. Esa es otra cosa. Si un empresario hace eso, es criminal. Porque es cuando alguien se aprovecha de una situación en beneficio propio,  eso es criminal, es lo que sucede con los saqueadores cuando hay un terremoto. Lo único que le digo como empresario colombiano dentro de lo que pueda hacer y como ciudadano, es que pueden contar conmigo. Y no es cuento. Vayan a ver lo que estamos haciendo. Los hechos están ahí. Cumpliendo con nuestra obligación y con las cosas transparentes.

Haga clic sobre la imagen de abajo…