Con el anuncio de que la guerrilla de las Farc dejará la totalidad de sus armas después de la firma del Acuerdo Final del proceso de negociación con el gobierno nacional, se abren muchos interrogantes sobre cómo garantizar su paso a la vida civil. En entrevista con VerdadAbierta.com, el director de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) habla de los desafíos de esa tarea.
Este jueves el gobierno nacional y las Farc anunciaron que habían llegado un acuerdo para el cese bilateral al fuego y la dejación de armas. Al día siguiente de que se firme el Acuerdo Final, con el que se cierran los casi cuatro años de negociación en Cuba, los guerrilleros se concentrarán en 31 lugares especiales y gradualmente empezarán a entregar sus armas. En seis meses deben dejarlas todas para transitar hacia la vida civil.
El país ya tiene una experiencia significativa en procesos de reintegración de miembros de grupos armados ilegales a la legalidad, que se manejan a través de la ACR que nació en 2011. Son cerca de 13 años de trabajo continuo de diferentes programas e instituciones. Hoy, esa agencia estatal, es dirigida por Joshua Mitrotti.
El funcionario habló con VerdadAbierta.com sobre la experiencia que ha adquirido el Estado en materia de reintegración, de las lecciones aprendidas que dejó el proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y del reto que implica la entrega de armas por parte de la guerrilla más antigua del continente.
VerdadAbierta.com (VA): Desde hace 13 años en el Estado trabaja para logar la reincorporación a la vida civil de miles de excombatientes. ¿Qué experiencia ha dejado ese tiempo?
Joshua Mitrotti (JM): Muchos aprendizajes para trabajar con este tipo de población adulta que viene en condición de vulnerabilidad. Hemos aprendido que llegan con potencialidades y dificultades. Nosotros acompañamos ese tránsito de hombre combatiente a hombre ciudadano. Hemos aprendido a hacerlo y tenemos resultados gracias a construir sobre lo construido desde un enfoque técnico, humanista y dignificante del ser humano.
VA: ¿Cuáles son los principales logros en materia de reincorporación a la vida civil?
JM: Desde 2003 a la fecha, el Estado colombiano ha venido promoviendo procesos de reincorporación que son de largo aliento, condicionados a que las personas quieran salir adelante. En los últimos 13 años se han desmovilizado 59 mil personas, de ellas 49 mil ingresaron a la política de reintegración. El 46 por ciento de la gente que recibimos dice haber sido reclutado siendo menores de edad y acumula un promedio de 15 años de permanencia en los grupos. Alrededor de 36 mil vienen de las Auc, 18 mil de las Farc y casi cuatro mil del Eln.
De esos 49 mil hemos encontrado que el 90 por ciento tiene algún tipo de afectación producto de haber estado en la guerra. Gracias a un modelo de atención psicosocial propio, el 93 por ciento supera esa condición y no representa un riesgo para su familia, para su entorno, para la empleabilidad o para su emprendimiento. El 75 por ciento que recibimos llegó como analfabeta funcional, el 82 por ciento gracias a su esfuerzo ha superado esa condición.
Hoy la población en proceso de reintegración está presente en 864 municipios del país y 14 mil han culminado el proceso de reintegración y son ciudadanos con deberes y derechos, comprometidos con la construcción y ampliación de la democracia colombiana.
VA: ¿Qué ha pasado en materia de reincidencia?
JM: La tasa de éxito del proceso es del 76 por ciento y solamente un 24 por ciento ha reincidido o está en riesgo de hacerlo. En los últimos cinco años el Estado ha neutralizado a siete mil personas pertenecientes a las bandas criminales. Sólo el diez por ciento, menos de 700 personas, eran desmovilizados de las Auc, de las Farc o del Eln. El 90 por ciento son personas jóvenes menores de 24 años, muchos de ellos menores de edad, que ven en la ilegalidad un proyecto de vida. Esa es la gran tragedia en Colombia: que la violencia no se cierra cuando uno saca a estos hombres y mujeres del conflicto, sino que sigue habiendo un estigma y una capacidad de la ilegalidad para atraer y volverse un proyecto de vida para los jóvenes.
VA: ¿La ACR está preparada para recibir a los futuros desmovilizados de las Farc?
JM: La Agencia ha atendido a 49 mil personas y se ha venido preparando en toda la fase de la negociación con el deseo ponerse a tono y de materializar los acuerdos. Sin duda, creo que es fácil firmar un acuerdo, difícil cumplirlo. Y en esa tarea la Agencia tiene una capacidad técnica, humana y financiera para cumplir en el largo plazo eso que se pacta. Sin duda alguna la Agencia está preparada, pero también sabe que este es un escenario de innovar, de pensar fuera de la caja, de buscar alternativas, de pensarse nuevos horizontes. Ese desafío nos motiva.
VA: ¿Han sido invitados a la Mesa de Negociaciones de La Habana?
JM: Alejandro Éder -exdirector de la ACR- fue miembro del equipo negociador durante la primera fase de la negociación. Después de eso he estado en dos ocasiones en La Habana hablando con el equipo negociador del gobierno tratando de llevar esta experiencia a la Mesa para que sea tenida en cuenta. Esperamos que en los próximos días, cuando arranque la discusión del tema de reincorporación, podamos ir a presentar cuáles son nuestras capacidades, las lecciones aprendidas y cuál puede ser esa apuesta de reconstruir un modelo que sea digno y garantista, tanto para el Estado, la sociedad y las Farc.
VA: ¿Por qué no se ha discutido ese punto?
JM: Esa es una de las mecánicas en los proceso de paz. Casi siempre el tema de reincorporación o de reintegración queda al final porque es parte de construir confianza y de resolver temas de estabilidad jurídica.
VA: El proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) más reciente por el que ha pasado el país es el de las Auc. ¿Qué lecciones deja esa experiencia? ¿Qué errores se identifican para no repetir?
JM: Primero, este tiene que ser un ejercicio en donde las autoridades locales jueguen un rol principal y eso requiere una preparación y una articulación muy grande. Segundo, garantizar que se cumplan los acuerdos y mantener una estabilidad jurídica. Tercero, suministrar los mecanismos de protección para garantizarle a esta población la vida, la seguridad, la honra y la libertad. Cuarto, el papel de la sociedad es fundamental para construir la capacidad de dejar atrás la violencia. Y por último, el tema de memoria, que es fundamental para que Colombia no repita los problemas del pasado y que se acabe de violencia estructural.
VA: En su informe Desmovilización y reintegración paramilitar: panorama posacuerdos con las Auc, el Centro Nacional de Memoria Histórica establece que los principales errores de esa dejación de armas fue que se inflaron las cifras de combatientes, se colaron personas como desmovilizadas y la entrega de armas duró tres años. ¿Qué se debe hacer para no repetir esa experiencia?
JM: Mirar para atrás es fácil, pero se debe hacer para aprender. Creo que se pueden cometer errores pero ojalá no sean los mismos del pasado. Primero, creo que actualmente es posible entender las dimensiones de las Farc y del Eln; es decir, que vamos a poder ponernos de acuerdo en las mesas de negociación cuánta gente es.
Segundo, los colados son absolutamente normales, todas las políticas públicas tienen colados. Ahí lo que nos toca es llevar eso a la mínima expresión y que tenga unas consecuencias para quienes no estaban. Por ejemplo, mucha gente que se coló con el proceso de los paramilitares hoy tiene unas consecuencias legales, como inhabilidades, incapacidad de contratar, antecedentes jurídicos. Allí hay un ejemplo del que deberíamos aprender.
Por último, la negociación ha sido larga, pero vamos a ir a un proceso simultáneo en todo el país. Ese es uno de los grandes aprendizajes de ese proceso que fue tan extenso y disperso, en regiones donde la capacidad del Estado se veía desbordada por el número de personas que se estaban desmovilizando. Además, el último aprendizaje está en el acompañamiento de la comunidad internacional que será fundamental para generar confianza y recomendar en el día a día en dónde se puede mejorar.
VA: ¿Cuál ha sido el papel del sector privado para la reintegración y la reconciliación en los últimos años?
JM: Fundamental. El sector privado arrancó con desconfianza en 2006, pero gracias a irnos aproximando a Coca Cola, Sodexo y el Éxito, hemos venido aprendiendo y desarrollando unos métodos para adaptar nuestra capacidad a las necesidades de las empresas. Hoy más de 650 están vinculadas, acompañan más de 500 emprendimientos y generan más de 1.500 empleos formales. Eso quiere decir que este país realmente da oportunidades.
VA: ¿Cómo se han articulado con las alcaldías y las gobernaciones? Otra de las críticas del pasado proceso de desmovilización es que a las autoridades locales les tocó lidiar al inicio con los excombatientes.
JM: Ha sido un proceso de entendernos y de construir confianza. La Agencia resuelve el problema del desmovilizado, no tiene que ir a la Alcaldía sino a nuestras oficinas. Lo que hacemos es articular y entender eso en clave de las necesidades y las apuestas del territorio. Nosotros no somos una carga, somos una solución. En ese marco tenemos articulación con 28 entidades del orden nacional, 28 departamentos y más de 150 municipios, en donde hemos venido trabajando de la mano con las autoridades para resolver las problemáticas del territorio.
Sin la autoridad local no sería posible educar a las personas, formarlas para un oficio, hacer servicio social, trabajo con las comunidades, prevención al reclutamiento. Los principales resultados los hemos dado cuando articulamos nuestras capacidades con las de los territorios desde la institucionalidad pública. Hoy los municipios ven prioritaria la política de reintegración, más de 150 la han incorporado en sus planes de desarrollo y 28 departamentos han hecho lo mismo. La población en proceso de reintegración está presente en 864 municipios.
VA: Desde hace unos años los desmovilizados tienen que hacer trabajos comunitarios para cumplir con los requisitos que establece la Ley 1424. ¿Cómo ha sido esa experiencia? ¿Sirve para la reconciliación?
JM: La experiencia demuestra que rompe con la estigmatización y con la idea de que hay buenos y malos, blancos y negros. Ese ejercicio con las comunidades permite pensar es que hay una gama de grisesque hace muy rico este país. En donde la participación ciudadana, en donde romper ciclos de violencia desde la comunidad, en donde el desmovilizado se vuelve un ente de cambio, ha sido fundamental para la política de reintegración. Más de 110 municipios han sido intervenidos, se han realizado casi 130 intervenciones y más de 20 mil personas han sido capacitadas para entender y entenderse con el otro.