La crisis económica que causó la pandemia evidenció la importancia de estas centrales de abasto en el país y quiénes están detrás de cada producto. Comerciantes  en la capital del Cauca concluyeron que el campo y la ciudad se necesitan para sobrevivir.

Por: Keka Guzmán
Co.marca Digital

El lugar es colorido y triste. 

En medio de las múltiples tonalidades, logra salir un gris que lo abarca todo.

Pareciera que está a punto de caer: el techo, las paredes, las personas.

Adentrarse es sumergirse en diversidad de realidades que quizás nos cobijan a cada uno de nosotros.

— Siga, siga, bienvenida — dice Martín Chicangana, señalando el Punto Patojo, su puesto de comida en la plaza de mercado del barrio Bolívar. Martín es un tipo amable y habla con cierta convicción que lo lleva a uno a esos lugares recónditos de sus recuerdos. Él es vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Trabajadores de la plaza de mercado del barrio Bolívar. 

Esta plaza se ubica en el área de influencia del Centro Histórico de Popayán. Al norte limita con una sede de la Cruz Roja, al nororiente con la ronda del río Molino, al occidente con el parque Carlos Albán y  al sur con el parque Mosquera. A través de los años se han presentado inconvenientes respecto a su ubicación y uso. Lleva más de 50 años en un deterioro progresivo, donde la única intervención infraestructural por parte del gobierno fue en 1967.

— Esta es la plaza mayorista y minorista que le surte a las otras cuatro plazas de Popayán — dice Martín y comenta que la pandemia permitió que el país se diera cuenta de lo fundamentales e indispensables que son las plazas de mercado. Asegura que sin el agro, sin los campesinos, sin los indígenas, sin los afros en sus territorios, hubiéramos desaparecido en estos dos años de pandemia. 

— Se cerró toda la economía mundial y se sintió un gran vacío. Podíamos tener mucha plata, pero la plata no se come —dice Chicangana y agrega que nunca se imaginó que la cuarentena nacional se prolongaría tanto tiempo.

El aislamiento obligatorio fue decretado por el gobierno nacional y comenzó a regir desde el 25 de marzo de 2020 con el fin de mitigar la crisis del Covid-19. Inicialmente se había decretado por 19 días, sin embargo, se extendió progresivamente por fases, indicando cada vez nuevas excepciones. 

— Todo comenzó en marzo, decíamos: ¡Mañana no hay que trabajar, volvemos el martes! Nunca nos imaginamos que pasaría tanto tiempo —cuenta Jacqueline Urbano, cocinera tradicional de la plaza de mercado. Asegura que las personas que trabajan en la plaza no creían o ni siquiera se imaginaban que tomaría tanto tiempo regresar. Por eso, muchas de ellas no se previnieron a abastecerse con lo necesario, además, no contaban con los recursos económicos para hacerlo. 

Cuenta Jacqueline que a pesar de que las galerías siguieron en funcionamiento después del decreto nacional, existía cierto temor por el contacto físico y era muy poco el movimiento en la plaza porque todos estaban en casa. Todos cerraron sus cocinas. 

Y, más adelante, a finales de agosto del 2020, el secretario de Salud de Popayán, Oscar Ospina Quintero, informó que a raíz del incremento de los casos positivos de Covid-19, se determinó cerrar de manera preventiva, escalonada y temporal las plazas de mercado de la ciudad, primero fue la galería del barrio Bolívar y luego La Esmeralda, Alfonso López y Bello Horizonte.

Los cierres de estas plazas de mercado se implementaron con la idea de que en cada una de ellas desarrollaran labores de desinfección y limpieza de estructuras que entran en contacto con las personas y así mitigar la enfermedad y proteger a la comunidad.

Pasillos al interior de la plaza de Mercado. Foto: Keka Guzmán.

— La pandemia nos dejó en la quiebra, a todos, quedamos en ceros, pero hubo un gesto en términos de solidaridad de nuestros hermanos indígenas y campesinos con la gente de las plazas de mercado, vinieron a apoyarnos a pesar de que habían restricciones, se creó una red alterna —asegura Chicangana y cuenta que hicieron una olla comunitaria a las afueras de la galería como una forma de gestionar recursos y apoyarse entre todos los trabajadores que son alrededor de 1.200 personas, pero llegó la policía y asegura que les botaron la comida y los hicieron desalojar el lugar.

— ¡Nos botaron todo! ¡¿Dónde está la moral?! —exclama Martín mientras se sube las gafas con su mano derecha; luego, se desacomodan y continúa hablando con la mirada por encima de los lentes, como si no los necesitara para ver o quizás son para leer y, continúa diciendo que justo en plena pandemia la administración municipal iba a iniciar la renovación de la plaza de mercado, sin entablar diálogos con ellos.

— Uno se queda aterrado cómo esta administración en plena pandemia se atreve a hacer un proyecto tan soñado, tan ambicionado por los 1.200 comerciantes justo cuando todos los puestos estaban cerrados. Hacen un proyecto para 450 personas sin contar y sin consultar con nosotros — asegura Chicanga.

En octubre de 2021, el alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón, y la directora del Departamento para la Prosperidad Social, Susana Correa, firmaron un convenio que garantizaría los recursos para la renovación de la galería del barrio Bolívar. 

A través del Concejo Municipal se aprobó en ese momento, con el apoyo de Prosperidad Social, la puesta en marcha de la renovación de la plaza de mercado por un valor de $12.800 millones de pesos, de los cuales la administración municipal asumiría $1.600 millones. 

A través de una publicación realizada el 20 de octubre de 2021, López Castrillón afirmó que la nueva plaza de mercado del barrio Bolívar se quiere construir con la gente y que, consiguieron 11.600 millones con el gobierno nacional presentando un proyecto aprobado por el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) y aseguró que como administración se encontraban entablando diálogos y oyendo a los vendedores, a la gente que trabaja y vive con la plaza.

Para tal fin, la Alcaldía convocó una Mesa de Concertación, que estaría integrada por los comerciantes de la plaza de mercado y funcionarios de la administración con el objetivo de establecer un diálogo en torno a la renovación de la plaza.

Martín Chicangana, vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de Trabajadores de la plaza de mercado del barrio Bolívar. Foto: Keka Guzmán.

Según Chicangana, la administración municipal simplemente avisó que pondrían en ejecución el proyecto, sin contar con ellos. Después de lo anunciado, empezaron los diálogos con los delegados de la plaza de mercado y la Alcaldía de Popayán.

— Dejamos claro que estamos de acuerdo en que hay un proyecto social que beneficia a la gran mayoría, pero sabemos que las obras en Colombia y en Popayán tardan más de lo que dicen, este lugar quedaría solo y no pasaría nada, lo sabemos —dice Martín.

Durante varios años, la Galería del Barrio Bolívar ha sido un escenario de resistencia porque ha esquivado la posible reubicación de sus comerciantes, en el desarrollo de una propuesta de renovación urbana que, hasta el momento, no se ha concretado a pesar de la insistencia de la Alcaldía Municipal.

Los delegados de la plaza no consideraron viable la propuesta y el pasado 30 de abril, mediante votación, rechazaron el proyecto de construcción de una nueva  central de abastos. De acuerdo con la Alcaldía, esa decisión impide que se adelante ese proyecto.

— Hay temas que venimos trabajando, estudiando y analizando. El tema arquitectónico, el tema del presupuesto, el tema del río Molino y el problema social que rodea a la plaza: la indigencia, la drogadicción, el narcotráfico, la prostitución, la seguridad —comenta Chicangana y añade que en la plaza mensualmente se recaudan más de 40 millones de pesos y que ellos, cuando llegaron hace más de 30 años, comenzaron a mejorar algunos espacios.

Y asegura que han sido ellos mismos, los trabajadores, no han recibido nada de parte de la Alcaldía y mucho menos en pandemia, y comenta que diariamente se preguntan qué  hace la administración con el dinero recaudado en la plaza.

Por su parte, Jacqueline tiene un puesto de comidas en la galería, en el sector que se le conoce como ‘Mesa Larga’. Ahí, junto a otras cocineras que llevan más 20 años trabajando, fundaron la Cooperativa Mesa Larga con el fin de visibilizar las problemáticas que se encuentran en la galería y mostrar que a pesar de todo lo que las rodea, ellas continúan ahí, resistiendo. 

— La pandemia hizo más notorio el olvido en el que está la plaza de mercado y lo indispensable que es para gente — dice Urbano y comenta que los comerciantes viven del día a día y que en plena pandemia para sobrevivir empezaron a vender fiambres, los promocionaban en redes sociales, los hacían en su casa junto con varios comerciantes de la galería y de ese modo lograron subsistir, tuvieron mucho apoyo de la comunidad, además de que indígenas y campesinos los ayudaron con insumos. 

— Nosotros somos puro trabajo del rebusque, el Municipio a nosotros no nos tuvo en cuenta para nada, es más, vino el secretario de Salud Oscar Ospina a hablar de bioseguridad y empezaron entre algunas compañeras a comprar ellas mismas el gel y esas cosas. Me pareció injusto, no estuve de acuerdo porque nosotros pagamos al Municipio diariamente por estar aquí, es más, ni siquiera en pandemia dejamos de pagar, nos tocaba asumir ese pago así no tuviéramos de dónde — asegura Jacqueline. 

Comerciantes de la galería del barrio Bolívar. Foto: Keka Guzmán

La galería del barrio Bolívar es administrada por la Alcaldía de Popayán y hace un cobro diario a los comerciantes, pero ellos aseguran que no tiene claridad para qué es porque no ven inversión en la plaza. El recaudo mensual podría llegar a los 50 millones de pesos.  

—  El recaudo mensual va a las arcas de la Alcaldía, se pagan los domingos y el día que no se trabaja también, en la pandemia que no trabajamos, pues pagamos, llegamos a acuerdos de pago con el administrador —comenta Jacqueline. 

Roger Jiménez, quien fue el administrador de la plaza hasta diciembre de 2021, explica que hay varias formas de recaudo: Una, para los locales que están cercados con ladrillo que pagan IVA; otros, con una tarjeta que va numerada desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de cada año, dice que algunos entran a acuerdos de pago si desean pagar diario, quincenal, o mensual; y también se le cobra a la gente que va solo en días de mercado o esporádicamente con una tarjeta.

— Todo está supervisado por la Administración Municipal a través de Hacienda y Contraloría, eso se consigna a diario en la Tesorería en una cuenta de la Alcaldía en el Banco de Occidente. Aumenta cada año, para el 2022 se aumentó el 5%, para los locales el 5,62%, para las tarjetas quincenal o mensual el 5%, todo lo define la alcaldía municipal —asegura Jiménez y añade que el dinero llega a un fondo común, que no sabe para dónde va a esa plata, que eso lo define el ordenador del gasto, es decir, el alcalde. 

Comenta Roger que cuando llueve es notoria la cantidad de goteras que hay en la plaza, que la infraestructura está mal y de ahí el conflicto con los comerciantes porque ellos dicen que pagan y se recoge mucho dinero y no invierten la plata en la plaza de mercado.

—  Antes de que llegara el Covid-19 los precios no eran muy altos, ahora están altísimos. Hubo mucha gente contagiada, creo que murieron 3 o 4 personas, no se tiene registro — dice Jiménez y cuenta que la galería estuvo cerrada mucho tiempo y que lo único que hizo la Alcaldía fue no cobrar los mese de abril y mayo del 2020 y que aún hay gente que no ha pagado, ni termina de pagar porque las cosas no mejoran. Asegura que hoy en día después de estos dos años la plaza se encuentra muy atrasada, está muy mal. 

Co.marca Digital intentó comunicarse directamente con esta administración y no fue posible, ningún funcionario público dio información al respecto. 

— La pandemia nos enseñó que tanto el campo y la ciudad nos necesitamos para sobrevivir —dice Jacquelin y continúa diciendo que la pandemia demostró que más que la vacuna, lo importante era la comida, asegura que una persona bien alimentada y con productos limpios, no está tan débil ante el virus. 

Por su parte, Chicangana dice que la vacuna ha sido una desconfianza para ellos e insiste en que si no hubiera sido por la alimentación que viene desde el campo, desde los cultivos, habría muerto mucha más gente. Cuenta que mucha gente de la plaza de mercado se contagió, que muchos murieron graves en casa porque no contaron con servicio de salud y que él, hasta el momento, no se ha contagiado por el virus. 

— Uno pensaba que el gobierno iba a ser más solidario, que iba a cambiar el modelo, pero al final, termina siendo un modelo de negocio sobre todo en la salud — dice y añade que la reactivación no existe, que hoy están con las uñas intentando salir adelante desde sus espacios en la plaza, asegura que la gran mayoría de comerciantes quedaron con muchas deudas, reportados en las centrales de riesgo y con el gota gota encima todos los días.

— Recuperarnos de la pandemia ha sido difícil, seguimos en ello, hoy resaltamos el trabajo de nuestros campesinos, de nuestros indígenas, sin ellos, hubiera sido más duro subsistir, sin ellos no tenemos nada, ojalá la gente empiece a valorar más su trabajo y la importancia de las plazas de mercado, no solo aquí, sino en el país —concluye Jacqueline Urbano. 

Esta producción fue realizada gracias al apoyo del Fondo de Respuesta Rápida para América Latina y del Caribe, coordinado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios, y a la alianza periodística entre VerdadAbierta.com, Co.marca Digital, Radio Campesina de Inzá y la Escuela de Cine y Televisión Étnica de Santander de Quilichao.