Los labriegos fueron desterrados en abril de 2001, tras una cruenta incursión paramilitar. Ahora reconstruyen sus historias para presentarlas ante la Unidad de Restitución de Tierras con el fin de que sean reconocidos como víctimas de abandono forzado. Curiosamente, ninguno quiere volver a pisar esas tierras, que encierran dolorosos recuerdos y continúan siendo escenario de violencia.