En plena negociación para desmovilizarse los paramilitares afilan sus tácticas para ganar las elecciones en muchos municipios del país.
Palacio de Justicia. Foto SEMANA. |
Como en una pelea de boxeo amañada, en muchos municipios de Colombia hay un contrincante que ya está programado para perder las próximas elecciones. “Hay uno que es el ganador y el otro es el payaso”, dice un aspirante a una alcaldía en la Costa Atlántica que se vio obligado a renunciar la semana pasada. En su municipio eran tres los aspirantes y él, según la encuesta más reciente, superaba la preferencia sumada de sus dos contrincantes. El jefe paramilitar de la zona apoyaba al candidato de la administración municipal pero como quería darle a esta elección un ropaje genuino promovió una consulta extraoficial para ver cuál de los otros dos candidatos debería jugar de trompo de poner y luego le ordenó al candidato más opcionado que se retirara.
El candidato amenazado titubeó unas horas entre seguir la orden del grupo armado o la voluntad de su pueblo. Pero pronto le quedó fácil tomar la decisión. Las autodefensas le secuestraron a su hermano por latarde y le dejaron el mensaje de que si al mediodía del día siguiente no había renunciado a sus aspiraciones tendría un muerto en la familia. El candidato se retiró y a cambio obtuvo la liberación de su hermano. Todo el pueblo celebrará entonces unos ‘comicios en paz’ el próximo 26 de octubre. Cuando aparezcan los resultados electorales uno habrá ganado y otro habrá perdido. Los analistas políticos dirán “así es la contienda” y nadie sospechará que ha habido juego sucio.
Mayores sospechas levantan los casos en los cuales sólo se ha presentado un candidato único. Ya hoy todo el mundo está hablando de Cesar y Magdalena, donde por primera vez en mucho tiempo sólo hay un candidato a la gobernación. En lo local, la cosa es peor. Al cierre de inscripciones el 14 de agosto, 22 municipios tenían candidatos únicos pero se anticipaba que el número se duplicaría. El viernes la Registraduría no había contabilizado todavía a todos los candidatos que se retiraron a última hora pero sólo en Magdalena, por ejemplo, otros cuatro municipios ya tenían listas únicas. Y tres localidades -Sácama (Casanare), Socotá (Boyacá) y Cabrera (Cundinamarca)- se verán en la encrucijada de no tener Concejo pues los grupos armados ilegales vetaron la presentación de listas.
Detrás del caso de Socotá, por ejemplo, están las Farc, que amenazaron con secuestrar al candidato que se apareciera por allá. De la misma forma han sido advertidos los candidatos en municipios de Nariño, la bota caucana, Caquetá, Huila y algunos de Cundinamarca. En San Sebastián (Cauca) hicieron renunciar al único político que se postuló y en Los Córdobas (Córdoba) asesinaron a balazos al médico Saúl Pérez Díaz cuando presentaba a la comunidad su programa para el gobierno local al que aspiraba. El boicoteo de elecciones locales o el proselitismo armado de la guerrilla es muy preocupante pero no es nuevo.
Lo que es novedoso -e igual o más alarmante- es la escalada política de los paramilitares, que con diversas estrategias incidirán en muchos comicios regionales. Quieren así afianzar por la vía de las urnas su poder territorial antes de dejar definitivamente las armas, como se han propuesto hacerlo para 2005.
“Buscan acelerar al máximo la adquisición de poder político local para capitalizar ahora su poder militar porque dentro de dos años lo van a perder”, afirma Román Ortiz, profesor de la Universidad de los Andes.
Las estrategias
Sus estrategias van desde lo más burdo, como en Norte de Santander, hasta lo más sofisticado, como ocurre en Magdalena.
En Norte de Santander mataron a Tirso Vélez, candidato a la gobernación por el Polo Democrático, quien encabezó una encuesta publicada en el diario cucuteño La Opinión el 12 de mayo. El 4 de junio estaba muerto. Quedaron en la contienda Luis Miguel Morelli, del Partido Conservador; Basilio Villamizar, por el Partido Liberal; Andelfo Villamizar, del movimiento cívico independiente que orienta Jairo Clopatofsky, y Ricardo Elcure. Este último pertenece al grupo Colombia Democrática, movimiento político integrado, entre otros, por Pedro Juan Moreno y el ex general Rito Alejo del Río.
“Los paramilitares les han dicho a los alcaldes que si salen en sus municipios votos distintos a Elcure habrá muertos”, dijo a SEMANA un funcionario público que, por razones de seguridad pidió la reserva de su nombre, pero cuya afirmación fue ratificada con otras fuentes políticas de la región. “Hay candidatos del departamento que han tenido que pagarles una cuota a los paras para poder inscribir su candidatura a la alcaldía”.
En el Magdalena la influencia de las autodefensas en la política viene creciendo desde mediados de 2000. Como ha sido denunciado ampliamente en los medios, Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, incide desde la Sierra Nevada de Santa Marta sobre la política de este departamento y del Cesar a punta de bala y de una astuta ‘operación avispa’. Los paramilitares han sido acusados de asesinar a los alcaldes de Cerro de San Antonio y Tenerife, en 2000, y a varios concejales y de impedir la competencia política en 14 municipios en ese año. En 2002 fueron más lejos: montaron una estrategia para apoyar candidatos de su preferencia al Congreso. Dividieron el departamento en ‘circunscripciones electorales’ de tal forma que dejaban a uno de sus preferidos hacer política en unos pueblos y en otros no, con lo que a la postre ganaron en muchos. Si alguien denunciaba estos ‘apoyos’ en una zona, los favorecidos demostraban que en otra ese mismo grupo no los había dejado participar.
Fue así como municipios tradicionalmente liberales, como El Banco, se volvieron totalmente conservadores de un día para otro. O aspirantes que jamás habían hecho política en el departamento arrasaron con la votación. Y lo que no termina de asombrar a muchos es que corregimientos con tasas de analfabetismo superiores a 20 por ciento registraron por primera vez en la historia votaciones de hasta 80 por ciento y sin ningún voto nulo, algo que no se registra ni en los puestos de votación de mayor estrato de Bogotá.
Esta estrategia llevó a Salvatore Mancuso, jefe de las AUC, a reclamar su victoria electoral en marzo de 2002. En un artículo de la AP afirmó que tenía una representación de 30 por ciento en el Congreso. Es posible que esa cifra fuera inflada y que contara como ‘suyos’ congresistas que simplemente le eran afines en su posición firme contra la guerrilla.
Pero lo cierto es que -según testimonios recogidos por SEMANA- su influencia se ha sentido en el Capitolio en diversos episodios, que van desde la eliminación del requisito del estatus político previo a una negociación con grupos armados ilegales que tenía el decreto 417 hasta otros más de la mecánica interna del Congreso.
Es muy posible que en estos casos el desenlace habría sido el mismo aún sin el lobby paramilitar. Muchos congresistas independientes votaron en ese sentido por una convicción política de que había que abrirle una puerta a la negociación con este grupo armado. Sin embargo es preocupante que varios parlamentarios hablen abiertamente de sus consultas al jefe para, como lo atestiguan varios de sus compañeros.
Esta ‘bancada’ desempeña en estas elecciones un papel clave para consolidar su poder regional en varias zonas. Lo que no necesariamente quiere decir que el candidato por el cual los paramilitares hacen ‘campaña’ sea paramilitar.
Trino Luna, candidato único a la gobernación del Magdalena, es un joven abogado liberal con una excelente trayectoria política. En su candidatura pasada a la gobernación contó con el apoyo de sindicatos y ONG y hay consenso entre los políticos de la región de que es un muy buen candidato.
El caso del Cesar también es complejo. El 6 de agosto Cristian Moreno Panezo y Abraham Romero Ariza retiraron sus postulaciones a la gobernación y Hernando Molina quedó como candidato único.
En un comunicado Moreno y Romero dijeron que su decisión obedecía a que el “departamento del Cesar ha sido sometido por el unanimismo y la dictadura política que históricamente ha impuesto una ‘coalición de intereses’ ampliamente conocida en nuestra territorialidad”. Y a las “particulares condiciones de intolerancia” que impiden unas mínimas garantías para hacer política. Aunque los candidatos no explicaron a qué ‘coalición de intereses’ se referían mucha gente lo interpretó como una alusión al guiño que hizo ‘Jorge 40’, cuya influencia también se siente en el Cesar. “La connotación paramilitar que le han querido dar a la campaña de Hernando es carreta”, dijo a SEMANA Alvaro Araújo, senador del Cesar, que está apoyando a su primo. “El tiene la experiencia, el conocimiento y además capitaliza la popularidad de su mamá”. Es evidente que Hernando Molina, hijo de Consuelo Araujo, ‘La Cacica’, uno de los personajes más queridos por los vallenatos, recogerá la devoción que sienten por su madre cruelmente asesinada por las Farc y que seguramente ganaría si hubiera otros candidatos, aun sin el apoyo soterrado delas autodefensas.
¿Qué ganan los paramilitares con incidir en la política? Mucho. Obtienen a través de los votos legitimidad política que fortalece su posición en la mesa de negociación con el gobierno. Pero también, si llegan a los gobiernos locales, conseguirán cosas más prácticas y concretas que les garantizan el mismo o más poder territorial del que hoy disfrutan por las armas. Como alcaldes tendrán acceso a información privilegiada de los organismos de seguridad, ejercerán mando sobre la Policía en la zona, lo cual les puede dar mayor impunidad para sus negocios ilícitos como el contrabando de gasolina o el narcotráfico; dispondrán de los presupuestos oficiales y podrán imponer su ‘modelo ideal de sociedad’ por la vía de normas legales de ‘convivencia’.
Por eso, aunque en principio parece paradójico que hagan semejante arremetida política en vísperas de abandonar las armas, en realidad es muy lógico. Es la forma más efectiva de convertir su poder militar en poder político. Generalmente para esto es que hacen los procesos de paz: para convencer a los grupos armados ilegales que accedan al poder a través de las urnas y no de las armas. El problema en este caso es que se está haciendo al revés. Y con ello se derrota la democracia por knock out.
Publicado en SEMANA 08/18/03