Así fue la masacre de las Auc para escapar del Naya

      

Los paramilitares asesinaron a siete afrodescendientes en Buenaventura como una forma de cubrir la huida de los hombres que cometieron el horrendo crimen en la alta montaña que dejó por lo menos 24 muertos.

Los habitantes de El Firme eran una comunidad afrodescendiente de pesacadores y agricultores que vivían de lo que les daba el mar y el río Yurumanguí. Imagen: VerdadAbierta.com. 

“Me dijeron que hiciera una barbarie”. Esa fue la respuesta que el desmovilizado Yesid Enrique Pacheco, alias ‘El Cabo’, les dio a los desplazados de El Firme, una apartada vereda de Buenaventura hasta donde llegó la violencia del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) que estaba inmerso en su “incursión” al Naya en abril de 2001.

Producto de la desesperación de los jefes paramilitares de la ciudad-puerto por las capturas que la Armada Nacional estaba realizando en las veredas El Cacao y San Francisco, decidieron atacar a la población civil a nombre de la guerrilla de las Farc para desviar la atención de la fuerza pública.

Así lo confesaron tres postulados que comparecieron al proceso de Justicia y Paz durante dos semanas de versión libre, en la que la Fiscalía reunió a 65 exparamilitares para que aclararan cómo fueron los hechos de la masacre del Naya, y les dieran respuesta a sus víctimas que siguieron en directo la audiencia desde Cali, Buenaventura, Santander de Quilichao y Timbío.

El exjefe financiero del Frente Pacífico del Bloque Calima, Juan Mauricio Aristizábal, alias ‘El Fino’, señaló que fue un coronel de la Armada quien le sugirió que “llamáramos la atención porque no podía soltarlos (a los capturados) ni dejar el operativo”.

El postulado agregó que el oficial no les dijo directamente que atacaran El Firme, pero les dio la idea de atacar a civiles haciéndose pasar por guerrilleros.

El encargado de desviar la atención fue ‘El Cabo’, quien por orden de alias ‘El Mocho’ (ex jefe militar del Frente Pacífico asesinado en Antioquia después de la desmovilización) y alias ‘El Fino’, quemó algunos caseríos e hizo desplazar a varias personas de zonas aledañas al casco urbano de Buenaventura.

A pesar de estos hechos, las capturas de los paramilitares en el Naya continuaron y fue cuando a ‘El Cabo’ le dieron la orden de “hacer una barbarie”.

Los jefes de las Auc enviaron entonces a 15 paramilitares de Buenaventura con ‘El Cabo’ y alias ‘Félix’, quien durante varios años perteneció al Frente 30 de las Farc y cambió de bando cuando el Bloque Calima incursionó en el Pacífico vallecaucano.

‘Félix’ los llevó en lancha a El Firme por medio de los esteros en los que “se movía como pez en el agua”, y fue el encargado de seleccionar a los supuestos colaboradores de alias ‘Mincho’, el entonces jefe del Frente 30 para ser asesinados.

Esa madrugada del 29 de abril de 2001, cuando los sentenciados por ‘Félix’ estaban reunidos y tendidos en el suelo, ‘El Cabo’ ordenó que no dispararan y consiguieran machetes. Varios de los secuestrados intentaron huir y les dispararon.

Los paramilitares no encontraron machetes, pero sí un hacha, con la que ‘El Cabo’ decapitó, desmembró y le abrió el estómago a su primera víctima.

Esta despiadada práctica la repitió con otra persona y luego entregó el arma a ‘Félix’ para que sus compañeros siguieran con su “barbarie”. En total, fueron asesinados cinco hombres a punta de hacha.

Mientras sus compañeros asesinaban a los señalados por ‘Félix’, ‘El Cabo’ y otros paramilitares saquearon algunas casas y pintaron grafitis alusivos a las Farc contra los “paracos”, para de esta manera encubrir su matazón.

Durante el macabro recorrido, ‘El Cabo’ se topó con una mujer a la que violó y, según él, la “muchacha accede a que tengamos relaciones, de pronto por temor a ser asesinada”.

Para redondear su “barbarie”, los paramilitares le prendieron fuego a varias casas, así como a la guardería y la escuela del lugar. Una vez terminaron saqueo, y desde las lanchas en las que emprendieron la huida, les gritaron a los sobrevivientes que habían sido masacrados por sus nexos con los paramilitares.

Como consecuencia de estos hechos, siete personas fueron asesinadas, otras fueron heridas y alrededor de 37 familias se desplazaron y no retornaron a sus hogares. Otras personas resultaron lesionadas porque cuando ingresaron los paramilitares se aventaron desesperadamente por las ventanas para ocultarse en el monte y las bases de sus casas estaban entre 2 ó 3 metros de altura sobre el suelo.

Los desplazados de El Firme defendieron su inocencia y dijeron que ellos nunca tuvieron nexos con la guerrilla ni conocieron a ‘Mincho’ de las Farc.

En su respuesta, ‘El Cabo’ reconoció que en esa vereda cometieron una injusticia y que murió gente inocente.

“’Félix’ fue uno de los lancheros de ‘Mincho’ y estuvo varios años en el Frente 30 (…) Más adelante me di cuenta que murió gente inocente y trabajadora, que no sé por qué él hizo asesinar. ‘Félix’ seleccionó el personal y no hicimos ninguna investigación”, reconoció el postulado a sus víctimas.

Los sobrevivientes de esta masacre pidieron que su hogar sea reconstruido y les brinden las garantías para volver a El Firme porque “antes teníamos los recursos para sobrevivir y ahora aguantamos hambre. Nuestro pueblo desapareció de la faz de la tierra”.

‘El Cabo’ reconoció que al día siguiente de la masacre bajó la presión de la fuerza pública en el Naya y después ayudó a salir a alrededor de 18 paramilitares que estaban en las bocanas de López de Micay, quienes en la Semana Santa de 2001 asesinaron, desaparecieron y desplazaron a una cantidad indeterminada de habitantes del Naya.