Muriel Benito Revollo y sus vinculos con paras (Semana)

      
La ex congresista Muriel Benito Revollo, presa por paramilitarismo, le revela al país por primera vez cómo colaboró con las autodefensas.

Muriel Benito Revollo (en el centro) fue una de las principales aliadas políticas de los paramilitares en Sucre. FotoSEMANA.

La única mujer congresista que se ha visto hasta ahora involucrada en el escándalo de la para-política en el país es la dirigente conservadora del departamento de Sucre Muriel Benito Revollo. Su fortín electoral nació en el municipio de San Onofre, su tierra natal y escenario de las más cruentas masacres paramilitares.

A mediados de 2001, luego de trabajar 19 años en el sector público de Cartagena, comenzó a hacer campaña electoral en Sucre y ocupó una curul en la Cámara de Representantes entre 2002 y 2006.

Cuando quiso buscar su reelección, en plena campaña para el Congreso a comienzos de 2006, el senador Gustavo Petro la acusó de tener vínculos con Edward Covo Téllez, conocido en el paramilitarismo como ‘Diego Vecino’, jefe político de las AUC en Sucre y señalado por las autoridades de controlar las rutas de la cocaína en las regiones de los Montes de María, el Canal del Dique y el Golfo de Morrosquillo. ‘Vecino’ se desmovilizó junto con 600 hombres el 14 de julio de 2005 y está recluido en la cárcel de Itagüí, en Antioquia.

En las elecciones del año pasado la dirigente sucreña no logró mantener su curul y después su nombre apareció en el computador de ‘Jorge 40’, en el cual se le señalaba de ser la cuota política del ex paramilitar ‘Diego Vecino’. Una fiscal especial de Derechos Humanos ordenó su detención en noviembre de 2006 y hoy está recluida en la cárcel El Buen Pastor, en Bogotá. Hasta ahora es la única ex congresista que ha admitido sus contactos con los paramilitares para hablar de política.

SEMANA: ¿Cómo conoció usted a ‘Diego Vecino’, el reconocido jefe paramilitar en Sucre y mano derecha de ‘Jorge 40’ en la Costa?
Muriel Benito Revollo: Cuando yo conocí a Edward Covo, a quien le dicen ‘Diego Vecino’, no era de las autodefensas. Él era un ganadero e impulsor de subastas en Sucre. Incluso alguna vez lo encontré negociando ganado con mi papá, quien también es ganadero en la zona.

SEMANA: ¿Y cuándo supo que era paramilitar?
M.B.: Mire, yo estuve 19 años en Cartagena, vinculada a Corelca y a la Lotería de Bolívar. Cuando comienzo en 2001 a hacer mi campaña política a la Cámara de Representantes, Edward Covo me contacta en Bogotá y me pide que nos veamos. Nos reunimos a cenar en el restaurante Harry Sasson, ubicado en la zona T. Él llegó como un ciudadano común y silvestre. Me dijo que tenía aspiraciones políticas y que estaba mirando si lo hacía en Sucre o en Bolívar. En ese momento yo no sabía que él era de las AUC.

SEMANA: ¿Cuándo volvieron a verse?
M.B.: Dos semanas después. Nos vimos en el Pomeriggio del Centro Andino, también en Bogotá, y seguimos hablando de política

SEMANA: ¿Y cuándo supo que él era paramilitar?
M.B.: Eso fue a mediados de enero de 2002. Nos encontramos en el restaurante De Res, a la subida de Turbaco a 10 minutos de Cartagena, a plena luz del día. En ese almuerzo me cuenta que él es el comandante político de las autodefensas bloque Héroes de los Montes de María y que ellos, como organización, querían incursionar en política. Querían preparar candidatos propios, pero que ya no tenían tiempo para hacerlo en Sucre o en Bolívar. Me dijo que estaba teniendo contacto con los políticos y dirigentes de los dos departamentos para saber cuál era el compromiso que nosotros teníamos con la región. También me habló del deseo que tenían de adelantar un proceso de paz y desmovilización y coincidimos en sacar a esos grupos que tanto daño le estaban haciendo a la región.

SEMANA: Y cuando se enteró de que él era el brazo político de las AUC, ¿no le dio temor?
M.B.: Mire, cuando uno pertenece a una región en donde le ha tocado convivir con ellos, ya a uno se le va perdiendo un poco hasta el temor. Una cosa es contarlo desde Bogotá y otra cosa es vivirlo como nos ha tocado a nosotros. Yo qué temor le podía tener cuando yo lo conocía hacía años. Yo sabía que él era una persona que no iba a atentar contra mí en ningún sentido. Él, a pesar de ser importante dentro de las autodefensas, se paseaba libremente.

SEMANA: ¿Cuántas veces se reunió con él?
M.B.: Después, ya elegida como representante, volví a reunirme con él a finales de 2002 o principios de 2003, en Bogotá. En esa época ya estaban los borradores de los proyectos de justicia y paz en los cuales él tenía mucho interés. Después nos encontramos en Montería en el restaurante La Victoriana. Pero jamás me reuní en las montañas porque él, a pesar de ser un jefe paramilitar, no estaba en ese momento en la clandestinidad.

SEMANA: ¿Y por qué seguía reuniéndose con él ya elegida congresista, si él le había confesado que era un jefe de las autodefensas?
M.B.: Porque quería conocer bien la posición de ellos respecto al proceso de paz y me sentí de alguna manera un instrumento facilitador para que se lograra la desmovilización del bloque Héroes de los Montes de María, la cual efectivamente se dio y sacó de la región a cerca de 600 hombres.

SEMANA: Pero así se hablara de paz o de política, estaba sentada con el jefe de un grupo que cometía toda clase de crímenes y masacres.
M.B.: No porque yo no me senté con él para hacer componendas de ningún tipo. Yo estaba interesada en sacar a esos grupos que tanto daño le estaban haciendo a la región.

SEMANA: ¿Usted le dijo todo esto a la justicia?
M.B.: Claro que sí. Yo no puedo ocultar que tuve contacto con un jefe paramilitar. Yo pertenezco a una zona que era la casa de las autodefensas en Sucre, en San Onofre. Yo crecí allí, mi familia vive allí, ese es mi epicentro político. Tengo a mi madre, algunos hermanos, mis amigos, todo, allí. El hecho de haber tenido contacto con ellos no quiere decir que yo hacía parte de esa organización. Mi conducta no encaja en el delito que se me imputa de concierto para delinquir. Yo no llegué a la política por ellos. Yo tengo una historia familiar política de 25 años atrás.

SEMANA: Pero dentro del proceso figura que cerca de 1.000 personas fueron llevadas a la brava a un acto político en San Onofre, en donde usted estaba en la tarima con Marco Tulio Pérez, alias el ‘Oso’, un paramilitar del grupo de ‘Diego Vecino’…
M.B.: Mire, ese fue el testimonio de seis testigos que no saben leer ni escribir y les hicieron colocar únicamente la huella digital en sus declaraciones. Después se retractaron.

SEMANA: Pero, sentarse con un jefe paramilitar, siendo usted congresista, para discutir el proyecto de Justicia y Paz ¿no era hacer una labor política que le servía al grupo armado ilegal?
M.B.: Hablamos de política. Eso fue lo que yo hice. En mis encuentros con ‘Diego Vecino’ no hubo otra clase de conversación.

SEMANA: ¿Y qué va a pasar cuando los paramilitares ‘Diego Vecino’ y el ‘Oso’ confiesen sus relaciones con los políticos?
M.B.: No sabría decirle. Yo solamente quiero que digan la verdad. Con eso es suficiente. Yo le pedí a la fiscal que indagara a ‘Vecino’, pero no lo hizo. En mi proceso no hay ningún paramilitar que hable de mí y la fiscal ya cerró la investigación.

SEMANA: ¿O sea que la va a acusar de concierto para delinquir?
M.B.: Eso sería injusto. Yo ni he fomentado, ni he creado, ni he financiado, ni me he asociado con grupos paramilitares. Yo tuve unos contactos con ellos. Que me digan que soy sediciosa, sí lo soy. Pero yo no hago parte de las autodefensas. Yo no pido ni que se me ayude ni que se escondan pruebas. Simplemente que sean objetivos y se aplique la ley. Yo tengo que pagar un castigo porque admití los hechos y las reuniones que sostuve con ‘Diego Vecino’, sobre eso, que me condenen, pero por el delito político que cometí.

SEMANA: Después de todo lo que ha pasado y se ha destapado, ¿usted se arrepiente de haber tenido esas relaciones con un jefe paramilitar, siendo congresista?
M.B:No me arrepiento porque yo considero que hice un aporte para lograr la pacificación en mi departamento. Hoy se respira la tranquilidad que no teníamos antes de 2002, antes de la desmovilización. Y si me toca mantener una misma posición, lo hago porque considero que hoy municipios como San Onofre, Tolú y todo el Golfo de Morrosquillo están respirando diferente. Nadie puede relatar lo que vivimos cada uno de los sanonofrinos. Primero era la guerrilla y después, las AUC.

SEMANA: ¿Es cierto que usted le ayudó a Rodrigo Mercado, alias ‘Cadena’, temido paramilitar de la misma zona, a evitar que lo capturaran miembros de la Armada Nacional que ya lo tenían ubicado?
M.B.: Eso no es así. Ese señor no gustaba de mí. Yo no era persona de su simpatía. Yo lo que hice fue una gestión ante el comisionado Luis Carlos Restrepo para que lo sacaran de la región porque seguía delinquiendo por San Onofre y queríamos liberarnos de él. Después él llegó a Ralito. Y, la verdad, no se cómo lo hizo.

SEMANA: También se sabe que ‘Diego Vecino’ tenía una Convivir hace muchos años.
M.B: No lo sé. Yo lo conocí como comerciante de ganado en San Onofre y durante muchos años fue el administrador de la finca Las Melenas y no tengo ni idea si es de él o no.

SEMANA: Usted, hasta ahora, es la única congresista que ha reconocido los contactos con los paras.
M.B.: Así es. Yo pienso que es necesario que se sepa y que se diga la verdad. Ojalá que todos tengamos la entereza de poner la cara y de asumir nuestras actuaciones con responsabilidad.

SEMANA: ¿Y por qué cree que no lo han hecho los congresistas hombres?
M.B.: Yo no soy quién para juzgarlos.

SEMANA: ¿Usted cree que otros políticos de su departamento van a terminar involucrados con los paramilitares?
M.B.: Yo tengo la seguridad de que cualquier líder político que ha hecho el trabajo político, como corresponde, de meterse en todos los rincones de Sucre, ha tenido que relacionarse con paramilitares o con guerrilla. Cuando no había Estado. Hoy es diferente.

SEMANA: ¿Es cierto que en el barrio más lujoso de Sincelejo, al menos hasta el año pasado, las casas de los jefes paramilitares estaban en las mismas cuadras que las casas de los políticos?
M.B.: Así es. Eso lo sabía todo el mundo. Desde el gobernador, el alcalde y todas las autoridades. La casa del jefe de las autodefensas ‘Rodrigo Cadena’ está ahí. ¿Por qué hasta ahora se hacen los sorprendidos?

SEMANA: Ya hay quienes dicen que todo este proceso de la para-política es un ataque de los bogotanos a los costeños. ¿Usted siente que es así?
M.B.: Yo creo que sí porque a los únicos que nos han colocado en la picota pública es a la clase política. Siempre nos ven muy provincianos. No nos han dado el valor que tenemos dentro del escenario nacional. Y nosotros los costeños hemos tenido la oportunidad o la desgracia de vivir en carne propia lo que los bogotanos no han vivido. Entonces desde un escritorio ven las cosas desde otra óptica.

SEMANA: Pero eso no justifica violar la ley.
M.B.: Sí, así es. Pero le corresponde a la justicia demostrarlo. Y mire usted, poco a poco se va conociendo esa misma problemática en todo el país.

SEMANA: ¿Y qué se podría hacer para que esto no vuelva a ocurrir?
M.B.: Primero que todo, que haya presencia del Estado y de las instituciones. Y no es por justificar. Cuando uno actúa mal, actúa mal. Pero yo creo que todo eso se generó por el abandono de poblaciones como las nuestras y eso produce una descomposición social en todos los sentidos. La falta de empleo y de inversión social conlleva a la corrupción. Yo soy superuribista y en este gobierno ya vemos una recuperación en todos los sentidos.

SEMANA: Usted es madre de dos hijas menores de edad. ¿Cómo ha manejado esa situación familiar desde la cárcel?
M.B.: Yo le pedí a la fiscal que me concediera la detención domiciliaria para estar con ellas porque soy madre cabeza de familia, pero me la negó. Ella considera que yo voy a seguir delinquiendo desde mi casa. Cómo voy a seguir delinquiendo si a mí me están vinculando con un grupo de autodefensas que ya desapareció. Que está en la cárcel. Eso es injusto. Porque aquí donde estoy, en la cárcel El Buen Pastor, he visto salir en la última semana 25 mujeres con detención domiciliaria. Mujeres reincidentes por delitos como atracadoras, vendedoras de droga. A ellas les dan la domiciliaria sin ningún reparo. Y yo, que he reconocido mi error, que le pongo la cara a la justicia, no puedo estar con ellas.

SEMANA: ¿Y cómo están sus hijas?
M.B.: La pequeña está en Cartagena y quiero traérmela para Bogotá. Para poder verla. La otra estaba estudiando ciencias políticas en la Universidad Javeriana, pero a raíz del escándalo, los muchachos, un poco ofensivos, le gritaban “¡paraca!” cuando la veían pasar, y una vez le sacaron unas pancartas que decían: fuera paramilitares de la Javeriana. Lógicamente una niña de 18 años siente que se le está acabando el mundo. Hizo una crisis grande de ansiedad y depresión y me tocó retirarla. Logré internarla en un centro de Cajicá y ya está un poco mejor, acompañada de siquiatras y sicólogos.

SEMANA: ¿De quién ha recibido apoyo desde cuando está en la cárcel?
M.B.: De mi familia únicamente. Las únicas personas diferentes que me han visitado son Eleonora Pineda, que ha venido una vez, y el senador Jesús Bernal, del Polo Democrático, que vino la semana pasada. La gente es muy temerosa, cree que se va a involucrar si me visitan. No tienen carácter y desafortunadamente no saben diferenciar las cosas.

SEMANA: A propósito de mujeres, usted era de las menos reconocidas públicamente de tener contactos con las AUC. Contrario a Rocío Arias y a Eleonora Pineda, quienes jamás ocultaron sus simpatías por los paramilitares. ¿Cómo se explica que usted esté en la cárcel y ellas estén libres?
M.B.: Yo creo que esa es una buena pregunta que debe hacérsela al Fiscal General de la Nación.

Publicado en SEMANA Fecha: 14/04/07 – Edición 1303