Hoy 106 familias regresan al predio que fue la base paramilitar de los hermanos Castaño Gil en Córdoba. Las víctimas quieren rehacer sus vidas en esta finca y por eso la rebautizaron como Nueva Esperanza.
La finca Las Tangas es el símbolo del terror. Fidel, Vicente y Carlos Castaño entrenaron allí a los primeros paramilitares de Córdoba, conocidos como los ‘Mochacabezas’. El predio fue testigo de todo tipo de crímenes: fue doblemente despojado, albergó a los perpetradores de las más cruentas masacres en la zona y en su tierra se cavaron fosas comunes para desaparecer a las víctimas.
31 años después de que Fidel Castaño firmó las escrituras, la finca pasó manos de las víctimas. Varias sentencias judiciales han reconocido el derecho que tienen 106 familias a regresar a las tierras que les fueron despojadas. Los nuevos propietarios decidieron cambiar el nombre y empezar sus nuevos proyectos en la ahora Hacienda Nueva Esperanza.
La Unidad de Restitución de Tierras, el organismo creado por la Ley de Víctimas de 2011 para documentar los casos de despojo y presentarlos ante jueces, evidenció cómo el Clan Castaño despojó a sangre y fuego las 2.116 hectáreas de Las Tangas, en el corregimiento Villanueva a tres kilómetros del casco urbano de Valencia, al margen izquierdo del rio Sinú. La primera sentencia fue fallada por un juez de restitución el 29 de agosto de 2013 en favor de 22 familias. (Ver: El doble despojo de los Castaño en Las Tangas)
El ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, se reunió con los nuevos propietarios para entregarles, además de la sentencia de restitución, subsidios de vivienda e incentivos para comenzar proyectos productivos en la hacienda. Las sentencias ordenan además anular todas las transacciones por las que los Castaño les arrebataron los predios a los campesinos y le piden a las fuerzas militares garantizar la seguridad para el retorno de las familias.
Valencia es el segundo municipio de Córdoba con mayor número de solicitudes de restitución. Más de 670 familias aseguran que fueron despojadas de cerca 16 mil 500 hectáreas.
VerdadAbierta.com hizo un recuento histórico del sangriento paso de los hermanos Castaño por la finca Las Tangas.
Fidel se apropió de la tierra
A comienzos de los años ochenta, Fidel Castaño ya era un reconocido narcotraficante en el nordeste antioqueño, pero para bajar su perfil decidió explorar nuevas zonas del país. “Pasar desapercibido era su fortaleza y lo que le había permitido prosperar sin llamar la atención. Había hecho amistades con la fuerza pública, y les había colaborado con su gesta anticomunista, pero cuando su nombre comenzó a ventilarse en público, empezó a planear su retirada del Nordeste Antioqueño”, dice la periodista María Teresa Ronderos en su libro, Guerras Recicladas.
Para lavar el dinero producto del narcotráfico, Fidel Castaño eligió comprar tierras en Córdoba que en ese entonces se vendían baratas por la continua presencia del Ejército Popular de Libertas, Epl.
El 4 de abril de 1983 en la notaria 15 de Medellín Fidel Castaño y Manuel Rafael Ballestas, dueño de Las Tangas, firmaron una promesa de compraventa. El valor acordado por las partes fue de 300 millones de pesos. Según dicen los familiares, ese día Fidel les pagó 17 millones de pesos y firmó tres letras para pagarles lo que restaba en cuotas.
El paramilitar pagó el valor de una de las letras, pero no cumplió con el resto de la deuda. Cuando la familia reclamó fue amenazada. En octubre de 1983 su único hijo fue secuestrado en una residencia estudiantil en Medellín y tres años después asesinaron a Manuel Ballestas. Fidel Castaño se salió con la suya y conservó Las Tangas aunque nunca terminó de pagarla. (Ver: Cómo Fidel Castaño despojó la finca Las Tangas)
El caso de Las Tangas no es el único. Por medio de la fuerza, Fidel Castaño se apropió del predio Santa Paula, Cedro Cocido, Jaraguay, Los Campanos, entre otros. Estos primeros propietarios y sus familiares no pueden reclamar hoy la devolución de sus fincas, porque esos crímenes ocurrieron antes de 1991, fecha de corte de la Ley de Víctimas que estableció para devolverles la tierra a las víctimas de despojo violento. (Ver: Los Castaño donaron tierra usurpada y luego usurparon la tierra donada)
Las mascres de los ‘Tangueros’
Los ‘Mochacabezas’ comenzaron a ser reconocidos en Valencia también como los ‘Tangueros’, porque para nadie era un secreto que allí se entrenaban. En solo dos meses a comienzos de 1988 este grupo paramilitar perpetró ocho masacres en Urabá. Algunas se hicieron con ayuda de paramilitares de Magdalena y de Puerto Triunfo. La primera ocurrió el 17 de febrero contra cinco militantes de la Unión Patriótica que estaban en campaña en Puerto Turbo sobre el Golfo de Urabá.
El 3 de abril de 1988, los hombres de Castaño dispararon contra un grupo de pobladores del La Mejor Esquina, corregimiento del municipio de Buenavista, en Córdoba, que estaban celebrando el domingo de Resurrección en una parcela a las afueras del pueblo. En total murieron 27 personas, uno de ellos menor de 10 años.
El 11 de abril, este mismo grupo llegó la vereda Punta Coquitos, en el municipio de Turbo en el Urabá antioqueño y asesinó a 26 campesinos. En Valencia mataron a siete personas en la vereda Las Nubes.
Los ‘Mochacabezas’ fueron entrenados en las fincas de Fidel Castaño. Manuel Arturo Salom, conocido como ‘JL’, un exmilitar que entrenó a gran parte de los paramilitares de la casa Castaño, preparó a 60 o 70 de estos jóvenes en una finca a tres kilómetros de Las Tangas. De acuerdo con ‘JL’ allí entrenó a los ‘paras’ que perpetraron la masacre de Pueblo Nuevo.
En efecto, algunos de estos hombres iban en los dos camiones que salieron de Valencia a Turbo, en el Urabá Antioqueño, el 14 de enero de 1990. Con lista en mano, eligieron a 43 campesinos, los obligaron a entrar en los camiones, quemaron el pueblo y salieron rumbo a Las Tangas.
En la finca salieron hacia una playa que da al río Sinú y los asesinaron a todos. Dentro de este mismo predio los paramilitares crearon fosas donde enterraban a sus víctimas. En abril de 1990 se exhumaron 24 cuerpos, cuatro de ellos correspondían a campesinos de Pueblo Bello asesinados en la masacre de 1989, ocurrida en este municipio.
El último despojo
En los años noventa, los hermanos Castaño hicieron una especie de “reforma agraria”, decidieron redistribuir tierras entre campesinos pobres y para ello destinaron 18 mil hectáreas que estaban a su nombre, entre esas la Hacienda Santa Paula, en Montería, y Las Tangas. Parcelaron gran parte de estas tierras en pequeños predios de cinco a 20 hectáreas y se las entregaron a los campesinos
La operación fue manejada por la Fundación por la Paz de Córdoba (Funpazcor), a cargo de Sor Teresa Gómez, esposa de Manuel Gil, hermano medio de los Castaño (Ver: Sor Teresa y la ambición por la tierra). Aunque a los campesinos les dijeron que las tierras les fueron donadas, la Fundación les advirtió que no podían venderlas ni vivir allí y menos sustituir los pastos.
Las condiciones restringidas bajo las cuales los Castaño donaron las tierras a los campesinos, fueron una muestra de que en realidad no las querían donar si no solamente esconderlas, usando a los campesinos como testaferros.
A finales de los años 90, luego de la muerte de Fidel, Carlos y Vicente Castaño obligaron a los parceleros a entregar la tierra. “Si no vende usted, vende la viuda”, amenazaron con esta frase a varios de los campesinos. A algunos les dieron un valor mínimo a cambio de la tierra.
La Unidad documentó que alias ‘Don Berna’ y otros paramilitares, en concierto con Vicente Castaño, le encargaron a alias ‘Monoleche’ y a Sor Teresa forzar a los parceleros de Las Tangas a desprenderse física y jurídicamente de las parcelas.
Estos campesinos fueron los que denunciaron su despojo ante la Unidad de Restitución y quienes hoy tienen a su nombre la antigua Hacienda las Tangas. Tal como su nombre lo dice, Nueva Esperanza, como fue rebautizado el predio, les da la oportunidad a los campesinos de escribir una nueva historia sobre esta tierra marcada por la violencia.